Chile enfrenta desafíos estructurales en seguridad y economía que no se resolverán con medidas superficiales, sostiene el exministro de Hacienda, Ignacio Briones. El doctor en Economía del Institut d'études politiques de Paris (Sciences Po) remarca que nuestro país está estancado hace una década y que las medidas para despegar vienen de la mano de un pacto de desarrollo que permita un crecimiento superior al 4% y sobre todo de una reforma al sistema político.

Advierte que el país se encuentra mucho más vulnerable frente a eventuales crisis, como una guerra comercial entre China y Estados Unidos, escenario muy probable con el nuevo inquilino de la Casa Blanca, sostiene.

—¿Cómo queda Chile tras la victoria de Trump, puntualmente con una economía en peores condiciones?

—El triunfo de Trump fue inapelable, categórico, no solo en la presidencial, sino que en las dos cámaras del Congreso. Será un presidente con mucho poder para hacer cosas. Hay un riesgo por el lado económico, principalmente por el canal comercial. Si aplica lo que prometió en campaña, es decir, un proteccionismo recargado, podemos esperar dificultades. En su primer mandato ya hubo elementos proteccionistas, pero ahora viene con una agenda realmente mucho más amplia, con un arancel parejo para todos los países y un sobrearancel muy alto para China. Si esto se materializa, es muy probable que se desate una guerra comercial.

—¿Y cómo cree que se desplegaría esta guerra comercial 2.0?

—Obviamente, países pequeños y abiertos como nosotros sufrirán. Creo que hay una gran preocupación; diría que este es el principal riesgo externo para Chile y debemos observarlo atentamente y hacer un seguimiento riguroso. También hay una arista geopolítica, como la guerra ruso-ucraniana y la situación en la Franja de Gaza. La pregunta es si Estados Unidos seguirá involucrado. Este es un reto geopolítico que naturalmente impacta en la economía, por lo que enfrentamos un período muy desafiante.

—En cuanto a lo doméstico, con las cifras recientes, ¿qué tan preparados estamos para un nivel de volatilidad de estas características?

—Estamos menos preparados para una crisis económica por dos razones. Primero, porque ya utilizamos muchos de los recursos que teníamos para enfrentar la crisis del estallido social y la pandemia. Nuestros fondos soberanos se han diezmado, y la actual administración ha contribuido a ello de forma considerable. En cuanto a los fondos soberanos, contamos con una fracción muy pequeña de lo que solíamos tener, lo que nos deja con menos margen de maniobra.

“Llevamos 10 años de déficit estructural sistemático”

—¿Cómo ha visto la discusión presupuestaria?

—Desde una perspectiva macro, llevamos 10 años de déficit estructural sistemático, aunque no a un ritmo desmesurado, pero sí con un promedio de 1% bajo distintos gobiernos. Por alguna razón, nos estamos haciendo trampa al solitario y no cumpliendo con la regla fiscal. He dicho en otras ocasiones que el anclaje fiscal sigue siendo robusto gracias al Consejo Fiscal Autónomo (CFA) y a la institucionalidad, pero esta se ha ido debilitando.

—¿Por qué?

—Es preocupante que el año pasado la meta estructural no se cumpliera, y por un margen considerable. Este año, el último informe de Finanzas Públicas indica que no se cumplirá la meta por 0,4 puntos del PIB, y probablemente será más, principalmente porque los ingresos proyectados fueron muy inferiores a lo estimado y el Gobierno no ha podido ajustar el gasto conforme a los ingresos esperados.

—En las últimas horas, Mario Marcel anticipó recortes en el gasto fiscal este año. ¿Qué opina de este movimiento?

—Es un sinceramiento de que los ingresos previstos no se materializarán. El problema es que estamos cerca del fin de año, y ese esfuerzo no es trivial. Es probable que este año no se cumpla la meta de déficit fiscal, lo que erosiona el anclaje fiscal. Este deterioro viene de hace años, y su causa principal es la sobreestimación de ingresos.

—¿Cómo se puede evitar esto?

—Debemos abrir el proceso a otros agentes para mejorar la precisión y dar más facultades al CFA, que actualmente carece de información para evaluar la proyección de ingresos de la Dipres. Acá el llamado es: digámosle al país que no hay plata, porque esa es la verdad.

—¿Siente que el Gobierno ha considerado las advertencias del CFA?

—El día que el presidente del CFA sea el mejor amigo de un ministro de Hacienda, tendremos un problema. Ellos en su informe de julio ya manifestaban que debería darse una sorpresa histórica respecto a lo que ocurrió en el pasado para que se cumpliera que los ingresos fueran los que el Gobierno estimaba. Sin embargo, me parece que es evidente que el Gobierno no lo ha escuchado lo suficiente.

—¿Puede explicar el concepto de “financiamiento autocontenido” que usted utilizó en una columna en «La Tercera» y que manifestó que hoy es un riesgo?

—El financiamiento autocontenido implica cubrir gastos sociales sin recurrir a rentas generales de la Nación, sino dentro del mismo sistema. Esto se vio en el proyecto de tarifas eléctricas de 2022, donde un fondo de estabilización se financió con un recargo a los clientes de mayor consumo. Es, en esencia, un impuesto.

—¿Por qué es problemático?

—Esta práctica se replica en nuevos subsidios eléctricos y en el financiamiento propuesto para la educación superior, creando impuestos sin discusión tributaria y desligando al Gobierno de su mandato principal: priorizar (...) Es peligroso abrir esa puerta, hoy son las tarifas, mañana quién dice que esto no puede ser para los alimentos o los medicamentos. Puede ser muy loable, pero hay impuestos encubiertos y se viola el principio de no afectación que está en nuestra Constitución, la cual dice que los impuestos no pueden tener un destino específico.

—Las necesidades se deben financiar con crecimiento, ¿pero qué le parecieron las recientes cifras de IMACEC de un 0%? Al parecer la vocera considera que hay agoreros, pero por otro lado vemos a Marcel afectado.

—Mira, yo enfocaría esto más allá de la coyuntura. El número de septiembre fue malo. Es probable que este año, en vez del crecimiento del 2,6%, terminemos en un 2,3% o un 2,2%. Pero lo que yo quiero subrayar es que crecer eso no es nada nuevo respecto a los últimos 10 años; somos un bono fome y plano de un 2%.

—¿Nos acostumbramos a una mediocridad?

—Acá es fundamental recuperar el crecimiento y volver a ponerlo en el centro de la agenda. Me alegra que al menos en el papel hoy esté, y eso hay que reforzarlo, porque recordarás que incluso algunos hablaban de decrecimiento. Ahora estamos descubriendo a porrazos que lo importante era el crecimiento.

Hay hablarle a la gente con la verdad, tratarla como adulta”

—Usted ha manifestado que para salir del estancamiento se debe realizar una reforma al sistema político.

—Yo lo veo así, o invertimos en capital humano, en educación, o no vamos a tener más crecimiento. O hacemos una reforma al empleo público, de verdad, o no esperemos resultados distintos. Y para todo esto, la primera estación de esta hoja de ruta, con una estrategia de desarrollo de largo plazo, se llama cambio al sistema político. No basta con quedarse en las palabras. El Gobierno lo anuncia, lo anuncia, lo dice el Presidente, y yo me pregunto: ¿dónde está el proyecto de ley? Votemos, eso es lo que necesitamos.

—Usted ha mencionado lo relevante en cuanto a la contención del gasto, pero ¿considera que hay un ala más dura del Gobierno que no quiere recortes y que busca mayor inversión previo a las elecciones?

—Hay un ala del Frente Amplio que sigue nostálgica del pasado, con la típica cantinela, y hay un mundo de la centroizquierda, del Socialismo Democrático, que está perfectamente consciente de esto. Y con ese mundo, creo que uno debiera, desde la centroderecha, buscar buenos acuerdos, razonables, y el primero de ellos es lo que yo llamaría un pacto de desarrollo.

—¿Anclado a los recursos naturales?

—Está la minería metálica, no metálica, la energía renovable, lo forestal, en fin, cuestiones que antes eran consideradas pecaminosas. Bueno, acá hay valor, hay riqueza que crear; se pueden hacer encadenamientos productivos. Entonces, definamos que esta es la prioridad, que acá hay un piso sobre el cual Chile debe basar su desarrollo, y que algunos negaban con un discurso antiextractivo, como si fuera el demonio. Creo que eso hay que enterrarlo; el Gobierno ya lo ha enterrado.

—¿Cree que Marcel ha cumplido un rol de atajar más goles con gastos solicitados por su sector?

—No cabe duda de que uno de los roles del ministro Marcel ha sido atajar gastos de promesas irresponsables e infinanciables.

—¿Considera que hay muchos parlamentarios que le hablan a la barra brava más que ver la situación como es?

—Hay que hablarle a la gente con la verdad, tratarla como adulta y no como niña, sin venderle la pomada, sin sobreprometer ni ofrecer soluciones facilistas. Digámoslo con firmeza: no hay plata, no hay un peso en las finanzas públicas, esa es la verdad. Por lo tanto, en base a esto, vamos a ajustar gastos y hacer un ajuste fiscal draconiano porque nos estamos pasando películas con nuestros ingresos. Se debe decir claramente que queremos cortar acá porque queremos priorizar allá.

“Que alguien me diga cuántos funcionarios públicos hay”

Briones sostiene que un rol relevante en agilizar el aparato estatal, especialmente para evitar el fenómeno de la llamada permisología, puede estar en manos de la Contraloría y una unidad de gestión.

—¿La propuesta es una suerte de sistema de acompañamiento?

—Es tener un equipo dedicado, que acompañe y ayude a esos servicios públicos a cumplir con todos los requerimientos legales. De eso se trata, pero al mismo tiempo ayudándolos de forma tal que no se trabe la máquina ni el funcionamiento de ese servicio público.

—Muchos analistas sostienen que algunos proyectos de inversión son rechazados por mandos medios, a pesar de que el Gobierno los apoya. ¿Siente que se debe hacer algún ajuste en ese nivel, en cuanto a los funcionarios de confianza que entran con cada Gobierno?

—Hay que limitar al mínimo los cargos de confianza política. Hoy en día se estima que entran más o menos 3.000 personas con cada Gobierno. Pienso que ese número se debe fijar de antemano, por ejemplo, en un 10%, es decir, solo unas 300 personas. Definitivamente no puede ser que haya personas en cargos importantes, con poder de firma y de decisión, que, en el fondo, todos sabemos que son operadores políticos. Emplazo a que alguien me diga con precisión cuántos funcionarios públicos hay en el Estado actualmente, tanto en los organismos centrales como en los descentralizados y en los municipios. Nadie lo sabe, ni siquiera la Contraloría.

—¿Dónde hay opacidad?

—Parte de los municipios no están cumpliendo con la ley, la misma ley que a mí me tocó impulsar, que obliga a enviar mensualmente la planilla de sus funcionarios. La mitad de los municipios no cumple con la ley, a la vista y paciencia de todo el mundo.

—Hay dos pilares que están siendo cuestionados a nivel político: la ministra del Interior y el ministro de Hacienda. Dos figuras clave en el desarrollo del sistema político de nuestro país. ¿Cómo se puede ajustar eso y entregar estabilidad?

—Yo quiero enfocarme en temas de largo plazo, no en la coyuntura. En materia de seguridad, indudablemente tenemos un problema gigante y estructural, y dejemos de engañar a las personas. No se soluciona con voluntarismo, ni con decir que uno es bueno o valiente.

—¿De qué depende?

—De reformas reales. Necesitamos construir un sistema de inteligencia de verdad, que actualmente no tenemos. Eso no ocurre de la noche a la mañana. Necesitamos reforzar a nuestros carabineros, después de que durante años se les ha quitado apoyo. Pero si no se hace nada al respecto, seguirá siendo un problema para el ministro del Interior actual, y para quien lo suceda en el futuro. Y lo mismo aplica a los temas económicos.

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