A Darja Stefancic, pintora eslovena conocida por sus paisajes multicolores, le pareció extraño que una galería de arte en línea desconocida, dirigida por una mujer argentina, la contactara inesperadamente y le ofreciera unirse a su reducida plantilla de artistas.

La pintora sospechó que se trataba de una estafa y temió que la galería, de la que prácticamente nadie había oído hablar en el pequeño y cerrado mundo del arte esloveno, “solo quisiera engañar a la gente”.

Y sí, eso era justamente lo que quería, pero de una forma que superó con creces sus más oscuras sospechas.

La galería en línea era una fachada de la inteligencia rusa, parte de una elaborada red de espías encubiertos entrenados para hacerse pasar por argentinos, brasileños y otros ciudadanos extranjeros por el servicio de inteligencia exterior ruso, el SVR, en toda Europa.

Rusia, y anteriormente la Unión Soviética, tiene un largo historial de destinar grandes recursos a los llamados “ilegales”, espías que se adentran en los países objetivo durante muchos años.

A diferencia de los espías “legales” que operan bajo cobertura diplomática en embajadas rusas, estos no gozan de inmunidad judicial ni tienen conexiones evidentes con Rusia, y son extremadamente difíciles de detectar.

De la era de la KGB

Vladimir Putin, presidente de Rusia y exagente de la KGB, “ha dedicado enormes recursos a esta muy excéntrica prioridad”, afirmó Calder Walton, director de investigación del Proyecto de Inteligencia de la Escuela Kennedy de Harvard.

“Tiene una verdadera fijación por los ilegales, que se remonta a su época en la KGB”.

La galerista de Eslovenia, cuyo verdadero nombre es Anna Dultseva, hizo tan buen trabajo haciéndose pasar por una argentina vinculada al mundo del arte llamada Maria Rosa Mayer Munos que, según el Kremlin, ni siquiera sus dos hijos sabían que la familia tenía vínculos con Rusia hasta que volaron a Moscú la semana pasada como parte de un extenso intercambio de prisioneros Este-Oeste.

Putin saludó a los niños —una hija de 12 años y un hijo de 9— en español, el idioma que la familia había estado hablando en Eslovenia, junto con inglés, para encubrir sus conexiones con Rusia. “Buenas noches”, se oye decir a Putin.

Tanto Dultseva como su marido fueron detenidos en diciembre de 2022, cuando las autoridades eslovenas, que llevaban meses vigilando a la pareja tras recibir un aviso de parte de un servicio de inteligencia extranjero, allanaron la vivienda de la familia en Crnuce, un suburbio de Liubliana, la capital de Eslovenia.

Una persona informada del caso comentó que la redada se había programado para pillar a la pareja con las manos en la masa mientras se comunicaban con Moscú utilizando un equipo especial que evitaba las líneas telefónicas y de internet.

Aún se está evaluando lo que Dultseva y su marido, Artem Dultsev, quien en Eslovenia se hizo pasar por un argentino llamado Ludwig Gisch y manejaba su propio negocio falso, una empresa emergente de tecnología, lograron como espías antes de sus arrestos en 2022.

Vecina: "Creí que eran venezolanos"

Los vecinos de Crnuce, el barrio de Liubliana donde vivían, dicen que la familia era reservada, tenía un perro pequeño y rara vez recibía visitas.

Los niños, que fueron puestos en programas de acogida tras la detención de los padres, asistían cerca de ahí a la British International School, cuyos costos —más de 10.000 dólares al año por alumno— superaban con creces lo que la pareja podía pagar según los informes financieros que presentaron para sus negocios.

La galería de arte de Dultseva, llamada 5'14, reportó una pérdida de 10.827 euros (casi 12.000 dólares) en 2019, una ganancia de 483 euros en 2020 y una ganancia de 3.032 euros en 2021, el último año para el que presentó sus resultados anuales a las autoridades.

La empresa de su marido, DSM & IT, declaraba unas ganancias totales de solo unos miles de euros al año. Ambas empresas tenían un solo empleado.

“Nunca saludaban a nadie y vivían vidas totalmente separadas”, dijo Majda Kvas, una mujer de 93 años que vive frente al inmueble que habitaban los espías. Según ella, a veces los vecinos hablaban entre ellos sobre quiénes eran y qué hacían, pero en general los ignoraban porque nunca causaban problemas. “Pensaba que eran venezolanos”, afirmó.

No son James Bond

Vojko Volk, secretario de Estado esloveno responsable de los servicios de seguridad e inteligencia, declaró que los investigadores seguían intentando averiguar qué hacía exactamente la pareja antes de su detención en 2022, pero que “no tienen ninguna duda de que eran muy, muy importantes”.

El descubrimiento de grandes sumas de dinero en efectivo en su domicilio ha suscitado especulaciones sobre la posibilidad de que estuvieran implicados en la financiación de operaciones rusas, incluyendo equipos de sabotaje, en toda Europa. Sin embargo, Volk restó importancia a esa posibilidad.

La falsa pareja argentina se trasladó a Eslovenia en 2017 pero, según Miklavcic, probablemente no fue activada completamente hasta después del inicio de la guerra a gran escala en Ucrania, cinco años después, cuando se expulsó a los presuntos espías de varios países europeos.

En noviembre de 2022, el jefe del servicio de seguridad británico MI5 dijo que más de 400 espías rusos habían sido expulsados de toda Europa, asestando “el golpe estratégico más significativo contra los servicios de inteligencia rusos en la historia europea reciente”.

Debido a la desorganización de las redes de espionaje rusas, dijo Miklevcic, “Rusia perdió muchas de sus fuentes de información habituales, y probablemente activó agentes durmientes” para tratar de llenar los vacíos.

“Pero, por supuesto, no son James Bonds”, añadió, aludiendo al hecho de que habían sido capturados y a que aparentemente habían cometido grandes errores.

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