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A 13 años de su muerte, Raúl Ruiz parece un fuente inacabable de sorpresas. El año pasado, “Realismo socialista” —su última película póstuma en ver la luz— cerró una trilogía inesperada y fantasmagórica de material inconcluso (“La telenovela errante”, “El tango del viudo”), al mismo tiempo que en Chile aparecía “Todas las nubes son relojes”, novela que el cineasta publicó en Italia en 1991 bajo el pseudónimo de Eiryo Waga. Luego, este año, UDP publicó “Escritos repartidos”, textos escritos por el autor a lo largo de cuatro décadas que fueron rescatados por el poeta Bruno Cuneo, uno de los grandes divulgadores de su obra. Y por estos días, el Centro Cultural Matta de Buenos Aires acoge la muestra “Raúl Ruiz: Fantasmas Arabescos”, curada por las chilenas Francisca García y Daniela Berger Prado, que revive los trabajos artísticos en que el cineasta exploró el mundo árabe y el fenómeno de la iconoclasia en el Islam, entre 1990 y 1995. En Argentina la exposición funciona como antesala de la retrospectiva que prepara el Malba para honrar en agosto la extensa obra del cineasta, escritor y artista que falleció en París en 2011.

Pero, de alguna manera, las más de 120 películas que Ruiz filmó funcionan también como una fuente infinita que aún no hemos podido asimilar del todo porque no están completamente disponibles. El director sigue siendo un complejo puzzle por armar, un creador prolífico que tuvo la desgracia de enamorarse del cine, ese arte repleto de burocracias, trabas y sinsabores que hundió a Orson Welles. Ambos cargan con la contradicción de ser genios incansables y, al mismo tiempo, víctimas de una industria mezquina y hostil. En los diarios de Ruiz, publicados en 2017, se puede percibir esa angustia frente al aparataje de producción cinematográfica, acaso una razón para entender el frenesí prolífico que lo mantenía siempre creando, como si todo estuviese puesto en el rodaje y lo que pasara después importara menos que la experiencia sacramental de pararse frente a una cámara. Ruiz abandonaba las películas luego de filmarlas. Algunas salieron a la luz, otras no. Algunas lo defraudaron, otras no.

Tomando en cuenta este déficit, y con la excusa de celebrar el natalicio de quien hubiese cumplido 83 años el 25 de julio, el Centro Arte Alameda ofrece por estos días un ciclo llamado “Raúl Ruiz: A contracorriente” que se centra exclusivamente en sus películas de los años 80, período activo y aclamado dentro de su trayectoria. Ya se proyectaron “La ciudad de los piratas” (1983), “El techo de la ballena” (1982) y “Rompe Hielos” (1988), pero aún quedan otros dos títulos importantes dentro de su filmografía. Éstos encabezan la presente lista que se extiende a otras obras cinematográficas que podemos encontrar en internet.

“Berenice” (1983)

Ruiz adapta la obra homónima del dramaturgo francés Racine —sobre la expulsión de Berenice, la amante del emperador Tito— usando un reducido grupo de actores que interactúan en medio de un expresionista juego de sombras chinas. Es una muestra de lirismo puro que recupera el asombro por la imagen en movimiento de los orígenes del arte fílmico. Se proyectará el sábado, a las 19:00 horas, en el Alameda.

“Las tres coronas del marinero” (1983)

Recurriendo a su habitual recurso de historias que se despliegan en espiral, Ruiz sigue a un joven fugitivo que con el fin de zarpar en un buque mercante debe escuchar las narraciones serpenteantes y digresivas de un marinero. Como estaba en el exilio, Ruiz no pudo filmar en Valparaíso como quería. Tuvo que recrear el puerto en Portugal. Se exhibirá en el ciclo el jueves 25 de julio, a las 18:45 horas.

“El territorio” (1981)

Una rareza absoluta. Financiada por Roger Corman —el recientemente fallecido maestro del cine B— y Paulo Branco —habitual productor de Ruiz—, fue concebida como una apuesta de horror y canibalismo sobre un grupo de turistas perdidos en Sintra, Portugal. Pero claro, con el cineasta detrás de las claquetas no se podía esperar un ejercicio convencional de género. El «New York Times» lo calificó como “un extraño y pequeño filme de arte que se siente como la versión europea de un episodio de La Dimensión Desconocida”. Un dato interesante es que Wim Wenders, entusiasmado con el elenco y el bajo presupuesto de la producción, se inspiró en ella para realizar la premiada “El estado de las cosas”, en la misma locación y con los mismos actores. Está en YouTube.

“The Golden Boat” (1990)

Con guiños a las series policiales estadounidenses, Ruiz filmó esta película en Nueva York, contando con apariciones de figuras emblemáticas del under de aquellos años: los cineasta Jim Jarmusch y Barbet Schroeder, además de la poeta punk Kathy Acker. La música corre por cuenta del jazzista experimental John Zorn. Es una comedia absurda —uno de los personajes anda con un cuchillo enterrado en el pecho— que demuestra la libertad radical del cineasta. Está en Filmin.

“Klimt” (2006)

En la misma línea de “El tiempo recobrado” (1999) —es decir, valor de producción y estrellas en el elenco—, el cineasta chileno se ambienta en 1918 para narrar los últimos días del pintor, interpretado por John Malkovich. En Filmin.

“Misterios de Lisboa” (2010)

Otra película sobre el arte de narrar historias, filmada en Lisboa con la novela homónima de Camilo Castelo Branco como fuente de inspiración. Los destinos cruzados de una serie de personajes en torno a un huérfano que vive en un internado. Fue aclamada en el mundo entero. En Chile se convirtió en un pequeño fenómeno de audiencia cuando se estrenó en el circuito alternativo. En Filmin.

“Cofralandes I, II, III y IV” (2002)

Con ironía y agudeza, el director realizó estos cuatro documentales que retratan la idiosincrasia chilena bajo los títulos “Hoy en día”, “Rostros y rincones”, “Museos y clubes de la región antártica” y “Evocaciones y valses”. En Cineteca Nacional online.

“Nadie dijo nada” (1971)

Una de las mejores películas de Raúl Ruiz, pertenecientes a su período chileno pre-exilio. Basada libremente en el relato “Enoch Soames”, del inglés Max Beerbohm, sigue a un grupo de escritores borrachos y fracasados a lo largo de la noche bohemia santiaguina. Fue realizada con la colaboración de la RAI. Iba a ser estrenada en el año 1973 pero la copia nunca llegó. El año pasado, la Cineteca Nacional la estrenó tras gestiones directas con la RAI. Vale la pena consultar por posibles nuevas funciones. Si no, en YouTube está alojada una copia algo defectuosa que, a pesar de todo, vale la pena revisar.

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