“Recuerda esto que te digo: mi peor biografía llegará siempre de Chile”, dice Gabriela Mistral en un fragmento de «Gabriela, su difícil camino al Nobel» (Catalonia, 2024), la nueva novela de José Goñi que narra la vida de Lucila Godoy Alcayaga, la primera mujer latinoamericana en recibir el premio literario más prestigioso del mundo.

Economista, exembajador y exministro de Defensa durante el gobierno de Michelle Bachelet, Goñi explica que le llevó una década completar este libro. Su principal motivación fue la percepción de que la poeta sigue siendo una figura desconocida y menospreciada en Chile, a pesar de su renombre mundial. “La Mistral enfrentó el rechazo de importantes sectores culturales y educativos de su época porque nunca estudió formalmente. Fue autodidacta”, comenta.

Goñi advierte que la autora de «Los sonetos de la muerte» se sintió incómoda en Chile debido a su brillantez y a sus opiniones, que destacaban en un entorno que él describe como marcado por la mediocridad. “Había un importante factor de envidia”, explica.

La semana pasada presentó su libro en el Instituto Cervantes de Estocolmo y se mostró sorprendido por el fervor que genera la figura de Mistral. “Es impresionante el entusiasmo que despierta. En Uruguay y en México se la conoce más que en Chile. Ayer se me acercaron gente de esos países, confirmando así el déficit que tenemos en nuestro país con respecto a Gabriela”.

“Mistral se ubicaba en el centro reformista”

—El poeta Bruno Vidal afirma: “Lucila Godoy Alcayaga es impertinente y siempre lo será”. ¿Por qué piensas que en Chile se ha creado una caricatura llena de clichés, profesora rural abnegada, poeta infantil, madre frustrada, lesbiana feminista, de una persona tan compleja?

—En algunos casos, probablemente hubo intentos de menospreciarla debido a nuestro tradicional chaqueteo. Ella se definía como una intelectual y se interesaba por los problemas de su época. En diversos escritos, expresaba preocupaciones sobre las mujeres, los niños, los indígenas, la paz, la defensa de la democracia y los derechos humanos. Gabriela trabajó en la Liga de las Naciones y, a partir de 1945, fue una participante activa de las Naciones Unidas.

—Y en términos ideológicos, ¿dónde situarías a Gabriela Mistral?

—Ella estaba muy interesada en la política, pero se mantuvo alejada de los partidos políticos. Si lo observas desde el punto de vista de sus relaciones personales, se vinculó con el mundo radical en algún momento a través de Pedro Aguirre Cerda y Gabriel González Videla. Paralelamente, Gabriela entabló una amistad con Radomiro Tomic y también tuvo una intensa amistad con Eduardo Frei Montalva. Ella se ubicaba en el centro reformista. Era muy crítica del comunismo, del fascismo, del estalinismo y del nazismo. Gabriela se definía como demócrata y, en un par de ocasiones, como socialista, aunque sin militancia. Hoy en día, diríamos que era de centro izquierda.

—El Presidente Gabriel Boric propuso poner una estatua de Gabriel Mistral en la Plaza Baquedano. ¿Qué te parece la idea?

—Me parece una muy buena idea, pero la duda que me surge es que ese lugar ya estaba designado por la historia de Chile para el general Baquedano. Si queremos destacar a Gabriela, debe ser algo adicional, algo que sume a nuestra historia nacional y a nuestras identidades. No debemos reemplazar figuras. Los pensamientos de Gabriela deberían estar presentes en todas las escuelas de Chile. En algunos ámbitos universitarios, he propuesto la creación de una cátedra abierta de inscripción voluntaria para los estudiantes, en la que se hable de Gabriela Mistral, porque las nuevas generaciones conocen poco los orígenes de nuestra cultura.

—El economista Sebastián Edwards hizo noticia al señalar: “Yo cerraría casi a cero las Becas Chile en humanidades por 10 años y daría solo Becas Chile a ingenierías aplicadas”. ¿Crees que el deterioro de las humanidades va en paralelo al menoscabo de la democracia?

—Ahí difiero de mi amigo Sebastián. Yo iría en el sentido contrario. La formación humanista debe integrarse con los avances de la tecnología. Si no, estamos llegando a extremos que son un atentado a la democracia. Por ejemplo, el tema de las redes sociales me preocupa porque creó la ilusión de que iban a fortalecer los sistemas democráticos a través de consultas directas al electorado, pero en mi opinión, están siendo factores antidemocráticos.

“Sin crecimiento económico no hay candidaturas exitosas”

—Fuiste ministro de Defensa y embajador con Michelle Bachelet. En la última encuesta Cadem, ella emergió como la figura más competitiva del oficialismo, con un 6% de las preferencias. ¿Cómo ves la posibilidad de una nueva candidatura a la Presidencia?

—Estoy retirado del mundo político desde hace años. Creo que cada tema tiene su etapa en la vida y me siento muy contento con lo que me permitió mi vida pública. Ahora estoy en otra etapa, más reflexiva, dedicado a la creación literaria. Pero uno no deja de observar la política, y lo que más me preocupa hoy es esta tremenda polarización que se observa, la falta de diálogo entre los distintos sectores, donde no se conversa sino que se grita y se denosta permanentemente. Esto debilita nuestra democracia de manera preocupante. Las posiciones polarizadas nos están llevando a una paralización de las iniciativas de Gobierno y parlamentarias, lo cual es muy dañino para el país. Me cuesta mucho entender la lógica de las élites, que se dedican a negarlo todo cuando están en la oposición y pretenderlo todo cuando están en el Gobierno. No me cuadra esa ecuación.

—Eres uno de los fundadores del PPD. ¿Cómo analizas el estado actual del Socialismo Democrático y su relación con el Partido Comunista? ¿Esa relación afectará el futuro político de la izquierda chilena?

—Lo que yo quisiera es que tuviéramos alternativas dentro de esos espacios que dicen bien poco, como la centro-izquierda. Ojalá que sean sólidos, claros, que tengan propuestas propias y vuelvan a desempeñar un rol en la sociedad como lo hicieron en décadas pasadas. El país necesita tener puntos de encuentro y no solo extremar posiciones para ganar elecciones puntuales que no resuelven nada, porque no cuentan con suficientes apoyos. La sociedad chilena lleva tiempo mostrando interés en que los políticos y las elites abandonen esas posiciones extremas de tratar de imponer sus ideas a los demás. Los períodos en los que al país le fue mejor en su historia fueron aquellos en los que se encontraron espacios de diálogo y se alcanzaron acuerdos.

—El Presidente Gabriel Boric comenzó su gestión con una agenda radical, apoyando el primer proyecto de propuesta constitucional, pero ha ido moderando sus posiciones. La reciente gira europea fue positiva. ¿Cómo evalúas el desempeño del Gobierno?

—Me alegra mucho ver que ha ido adoptando una actitud más cercana a las necesidades de la mayoría del país. En la política exterior, creo que esto se nota especialmente. Es preocupante que la oposición no haya entendido la importancia de esta gira y que hayan insistido en su regreso debido a los temporales, como si eso pudiera resolver el sufrimiento de la gente. Debemos dejar de lado la crítica constante y adoptar una perspectiva más amplia del interés nacional. Es fundamental que el Presidente haya centrado su gira en temas de desarrollo tecnológico y cooperación internacional. El aislamiento económico no conduce a ninguna parte.

—Fuiste parte del MIR y viviste el exilio después del golpe de Estado de 1973. ¿Ves alguna relación entre las experiencias de tu generación y las que vivió la izquierda tras las derrota constitucional de 2022?

—Hay lecciones que debemos aprender, no solo de la historia de Chile, sino también de la historia mundial. Esta nos ha mostrado que las posiciones radicales han fracasado repetidamente en todas partes, desde los socialismos reales y las estructuras sovietizadas en Europa, América Latina, Asia e incluso en África. Es interesante observar que, a pesar de las debilidades que puedan mostrar algunas sociedades europeas después de la posguerra, se lograron construir estados de bienestar gracias a cambios tanto en el sector privado como en el Estado. Las ideas que más han perdurado en esos procesos de transformación han sido las ideas socialdemócratas. Esta es una lección que deberíamos tener presente, independientemente de que las nuevas generaciones busquen generar cambios radicales.

—Para el próximo año se proyecta un crecimiento en materia económica. ¿Podría eso abrirle el camino a una eventual candidatura a Carolina Tohá?

—Es muy importante que la economía retome el crecimiento. No podemos aspirar a una sociedad mejor, ni a reducir la desigualdad o la pobreza, ni mejorar la estructura social y política de un país si la economía no crece. Esta es una ley fundamental en la vida política. Sin crecimiento económico, no hay posibilidad alguna de futuras candidaturas exitosas, en ningún ámbito político, ya sea de centro izquierda, izquierda, derecha o centro derecha. Ojalá que nuestro país alcance un crecimiento que permita reducir la pobreza y la desigualdad. Sin riqueza, no hay recursos que distribuir.

—¿Cómo puede la izquierda chilena reconectarse con la gente más pobre y alejarse de la política identitaria?

—Alguien dijo una vez: los niños de guardería y escuela primaria no salen a marchar en las calles ni votan, pero lo harán en diez o quince años. Tanto los gobiernos de izquierda, como los de derecha, están preocupados por la próxima elección. Necesitamos que las élites, incluidos los líderes de todos los sectores —no solo políticos, sino también empresariales y culturales— comiencen a comunicarse en un lenguaje que la población pueda entender.

—¿Qué opinaría Gabriela Mistral de la situación actual de la educación en Chile?

—Sería pretencioso hablar en su nombre, pero imaginando desde el pensamiento de Gabriela, probablemente nos diría: “Preocúpense por la gente, por los pobres; asegúrense de que las reformas educativas comiencen desde la base; dedíquense a formar buenos profesores; trabajen en generar riqueza para que esas reformas puedan ser financiadas”.

“No tengo grandes expectativas”

—Tienes 76 y estás enfermo de leucemia crónica. ¿Cuál es tu perspectiva espiritual sobre la vida?

—Durante toda mi vida he sido bastante laico, alejado de las corrientes religiosas. Por eso me llamó la atención la evolución de Gabriela Mistral. La imagen que se ha dado de ella es que era una persona hiper católica. Si bien fue católica, pasó por un periodo de crisis religiosa en el cual se alejó del catolicismo y se adentró en el budismo, aunque nunca abandonó la Biblia. Hay un poema suyo que demuestra este sincretismo religioso. Te lo voy a leer: “Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú. Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú. Donde haya un esfuerzo que todos esquivan, hazlo tú. Sé tú quien aparta la piedra del camino”.

—¿Y qué crees que pasa con el ser humano cuando se muere?

—No tengo grandes expectativas. Soy bastante terrenal. Si existe una vida posterior, no tengo ninguna convicción al respecto.

—¿Pero le tienes miedo a la muerte?

—Hasta ahora, nada en absoluto. Y eso que estuve muy cerca de la muerte.

—¿Tú salud está bien?

—Sí, la salud está bastante controlada gracias al avance de la medicina y estoy muy agradecido, pero estaba pensando más bien en el periodo de clandestinidad que me tocó vivir en la época de la dictadura donde la muerte y el asesinato eran cosas diarias. Esto afectó a muchos de nosotros y lo único que quisiera es que ese tipo de situaciones nunca se vuelvan a repetir en Chile.

—¿Cómo viviste la conmemoración de los 50 años del golpe?

—Con mucha confianza de que estas situaciones y traumas debieran irse superando con el paso de la historia. Porque en la medida en que se extreman las posiciones de las elites en los distintos momentos históricos, se debilita la democracia y, por mucho que critiquemos esta democracia, es el mejor de los sistemas que ha concebido el hombre.

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