Los fiscales Ximena Chong y Marcelo Carrasco, han llegado puntuales -a las 09:00 horas-, como el resto de los intervinientes, a los primeros cuatro días del juicio oral en el Cuarto Juzgado de Santiago del llamado caso Pío Nono. Ambos deben probar, a través de los 68 testigos citados a declarar, el “dolo” con que actuó el excabo Sebastián Zamora el 2 de octubre de 2020, cuando intentó detener al adolescente identificado como “Anthony” y éste cayó al cauce del río Mapocho: deben demostrar que la fuerza con que tomó de los brazos a “Anthony”, lo impulsó de tal forma que lo elevó por sobre la baranda del Puente Pío Nono y lo hizo caer a 7,4 metros de altura.

Y estos cuatro días están mostrando que la tarea no es nada fácil e incluso a veces se les pone cuesta arriba a los fiscales, y eso que apenas se suman los testimonios del acusado, la víctima y los primeros videos exhibidos en la audiencia.

Los segundos clave: ni las cámaras clarifican una versión

Los pocos segundos en que se produjo el cruce entre Zamora y “Anthony” son complejos de dilucidar. De hecho, cuando Zamora fue formalizado en 2019 la fiscalía usó un testimonio que indicaba que el uniformado tomó por los pies al joven para lanzarlo al vacío. Una versión “mendaz” según la defensa, y que los actuales fiscales no asumen suya, pues recuerdan que otros fiscales hicieron el procedimiento en aquella época.

Es que si de versiones se trata, el cuarto día del juicio oral graficó el desafío para los jueces: se oyeron seis audios de los llamados a Bomberos en esa jornada. Unos alertando que un joven se había tirado al Mapocho; otros, que lo había botado un carro lanzaguas y que se lo había llevado la corriente del río, por ejemplo.

Ante la dificultad, la fiscalía se ha enfocado en establecer cuánto sabía Zamora de los procedimientos y la doctrina profesional de la institución. No intentó aclarar si fue una “caída” o un “empujón” lo que terminó con el joven en el río, sino más bien profundizó en los conocimientos que tenía Zamora sobre los tipos de detención y la fuerza que se empleaba en ellos. El fiscal Carrasco destacó el estado físico del excabo, que con 1,65 metros de estatura y 63 kilos, podía correr a gran velocidad, incluso cargando los casi 15 kilos extra del uniforme de la unidad de Control y Orden Público de Carabineros.

Al contrainterrogar ayer a Zamora, Carrasco mostró una detención previa de éste a otra persona, para así comparar la manera en que actuó y la razón de por qué la fuerza que imprimió en la detención a “Anthony”, podría haber provocado el vuelo del joven por sobre la baranda. Zamora enfatizó que los contextos eran distintos. Carrasco no cejó: le preguntó si nunca pensó que con la velocidad con que corrió a la detención, la persona podía caer al Mapocho. “Jamás”, respondió el excabo, enfatizando que su intención siempre fue agarrarlo.

En ese momento intervino la jueza:

-“Considerando que usted iba corriendo y el joven también, usted en algún momento pensó que no iba a poder agarrarlo, ¿si o no?”, preguntó Patricia Bründl.

-“No”, le respondió Zamora.

Lo que pudiera decir el joven que terminó en el lecho del río era clave para entender mejor lo ocurrido: “Se me pasa todos los días por la cabeza el momento en que empecé a arrancar, viene el carro lanzaguas con un piquete, en ese momento solté el palo, iba corriendo, miré para atrás, ojié (sic), cuando trato de arrancar siento un empujón con forma de agarre, no entendía lo que pasó, traté afirmarme y no se me dio agarrarme de la baranda”, declaró “Anthony”.

-Chong: “¿Qué más pudo ver…?”

-Anthony: “Recuerdo que vi mucha gente, el piso estaba muy mojado, vi que estaban reprimiendo mucho”.

La fiscal le pidió detallar la caída: “Sentí un golpe en la espalda (se toma con la mano la parte posterior en la columna baja). Choco con la baranda, cuando iba cayendo, se me apagó la mente”.

-Chong: “¿Pudo observar a quién lo habría tomado de la forma que acaba de indicar?”.

-Anthony: “No”.

La defensa de Zamora –Alejandro Peña, Vinko Fodich y José Antonio Villalobos- también quiso hurgar más en el relato de Anthony:

-Fodich: “¿Sintió un empujón con forma de agarre en la mochila?”.

-Anthony: “Sentí un golpe por la espalda (indica la columna baja) (…) Sentí un agarre y un impacto”.

-Fodich: “¿Ese golpe fue algo rápido?” “¿Un segundo?”

-Anthony: “No lo recuerdo”. (Pero reconoce que fue rápido).

-Fodich: “¿Usted dice que sintió un golpe, pudo distinguir qué fue lo que ocasionó el golpe?

-Anthony: “No”.

La defensa de Zamora mostró múltiples imágenes de cámaras corporales de Carabineros y del municipio de Providencia para sostener que se estaba frente a un accidente y no a un homicidio frustrado en su grado simple, como acusa la fiscalía.

Fodich usó cuatro videos -de distintos ángulos- para apoyar su tesis, versus un solo registro audiovisual que mostró el Ministerio Público. Y agregó que el registro del Ministerio Público “no permite distinguir la profundidad de los planos. Al ver las imágenes desde otro ángulo, se puede ver que hay una colisión y que luego del choque (entre ambos) Zamora es expulsado hacia el norte, por tanto, sus manos no están ni estuvieron posicionadas sobre la espalda de la víctima. Precisamos que ese golpe duró menos de un segundo, él mismo (la víctima) reconoce que hubo un golpe con agarre, lo que significa que es correcto, que Zamora intentó detenerlo y no lo pudo concretar”, dijo Fodich. Añadió que la versión era distinta a la de los fiscales, quienes sostienen que Zamora lo tomó con ambas manos, lo arrojó y lo impulsó. “Eso no lo dice ni el acusado ni la víctima”, acotó el abogado.

La versión de Anthony: secuelas de la caída y otra detención

Por la caída, Anthony terminó con fracturas expuestas en sus dos muñecas, con un tec cerrado y con manchas en uno de sus pulmones por el agua que tragó del río.

El joven, de 20 años en la actualidad, relató las complicaciones físicas tras el hecho, las secuelas psicológicas y su recuperación de un año y medio con kinesiología luego de las fracturas. Su testimonio, que fue interrumpido al inicio porque debió retirarse unos minutos de la sala 901 del Centro de Justicia, producto de la conmoción que le provocan los recuerdos, estuvo acompañado de escenas de noches sin dormir.

La fiscalía profundizó con la víctima en las repercusiones del hecho. En un momento, Chong le preguntó cómo fue su proceso de recuperación. “Físicamente gracias a mi, al 90% de las muñecas, gracias al proceso que me di yo y las kines. Y psicológicamente no estoy bien hasta el día de hoy, han sido noches y días terribles de no poder dormir. Hasta el día de hoy”.

Ese elemento también fue tomado por la defensa, pero para enrostrarle a la víctima otro episodio judicial posterior:

-Fodich: “Usted dice que quedó con lesiones en sus muñecas: un año y medio con kinesiología. ¿Siete meses después del accidente podía ocupar sus muñecas? En mayo de 2021 usted fue detenido por carabineros, causando desmanes en el Memorial de Jaime Guzmán”.

Las partes objetaron la pregunta del abogado y éste respondió: “La pregunta es lícita, otra cosa es que pueda responder”, dijo el defensor de Zamora.

-Anthony: “No voy a contestar”.

-Fodich: “¿Pasó al control detención o quedó detenido?”

-Anthony: “Pasé al control detención”.

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Una serie de «chats secretos» extraídos del teléfono de quien fuera líder de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), Héctor Llaitul, fueron claves para la condena de 23 años de cárcel que la justicia le impuso.

Así lo revela una nota del Radio Bío Bío, donde detalla numerosas conversaciones extraídas por la PDI durante la investigación y que fueron claves en el juicio en que se acreditó su participación en delitos contemplados en la Ley de Seguridad del Estado, usurpación violenta, hurto de madera y atentado contra la autoridad.

Entre ellas, algunas con sus hijos Ernesto y Pelentaro (ambos en prisión preventiva por ataques incendiarios) a quienes envió a recepcionar armamento. También se conocieron intercambios con la periodista Josefa Barraza (directora de El Ciudadano) que datan de junio de 2022 donde el líder de la CAM le cuenta que el aumento de los ataques en conmemoración de la muerte de Toño Marchant: “Yo juré vengarlo. Desde que murió he redoblado los esfuerzos. Y hoy tenemos el doble de fundos forestales en recuperación (...) El te puso en mi camino...” le escribió.

Ella respondió

-Toñito merece justicia, y yo intentaré apoyar la causa desde mi profesión...

-Eres muy agradable conmigo... y me alegras la vida (contestó Llaitul).

-Es que me generas eso... El ser amable contigo. Y como te digo... Yo no hablo con el líder de la CAM, yo hablo con Héctor. Y que paren de criminalizar al pueblo mapuche.

Consultada la periodista por las conversaciones, señaló a Bio Bío que las matuvo en el marco de una relación profesional, que no fue citada al juicio y que ser mencionada en una sentencia judicial “criminaliza nuestro rol como periodista”.

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Uno de los elementos que la defensa ha tratado de destacar es el contexto en el que ocurrieron los hechos, valiéndose para ello de imágenes de video y de los testimonios de la víctima y del acusado.

Por ejemplo, en el cuarto día del juicio, “Anthony” contó a los jueces elementos de contexto ese día, los que aprovechó la defensa para destacar el ambiente que existía esa jornada en Plaza Italia.

“Anthony” recuerda que llegó pasada las 16:00 al lugar junto a sus amigos y estuvo toda la tarde protestando.

La defensa, por su parte, le consultó si recordaba cómo iba vestido y respondió afirmativamente. Le exhiben un video que lo muestra con un buzo de la Universidad de Chile, con una máscara antigases y un gorro que no permitía ver su rostro.

-Vinko Fodich: “¿La persona que golpea el carro policial es usted cierto?”

-Anthony: “Sí”.

-Fodich: “Su rostro no se puede ver entonces”.

-Anthony: “No”.

Fodich exhibió pruebas audiovisuales -muchas de ellas del propio Ministerio Público- donde se mostraba el comportamiento de los manifestantes ese día.

La defensa separó a quienes protestaban entre manifestantes “pacíficos” y “violentos”. Así, también se fue desencadenando el cuestionario a Sebastián Zamora, donde le pidieron que explicara la diferencia. Si eran insultados, los consideraban pacíficos, dijo.

Y para insistir en la diferencia, Fodich mostró una secuencia de imágenes donde se apreciaban las piedras (del porte de una mano, según Zamora) que ese día recibieron los Carabineros. En ese grupo de manifestantes “violentos” estaba “Anthony”.

Uno de los registros que más impactó fue el de una funcionaria policial que recibió un proyectil en su rostro y que perdió la consciencia. La idea de la defensa era contrastar lo que habían afirmado los fiscales en parte de su interrogatorio a Zamora, donde expusieron los hechos, pero sin el contexto de ese día.

Tras mostrar una pedrada que alcanzó a un funcionario policial, Fodich le preguntó a su defendido si el carabinero en cuestión podría haber bajado su escudo y haberle dicho a los manifestantes que “por favor” dejaran de agredirlos.

La jueza Bründl le dijo que esa pregunta no correspondía y que ellos (los jueces) tenían claro el contexto. Bründl sabía de lo que hablaba, pues en días anteriores había condenado a Gerardo Leal Robles en calidad de autor del delito consumado de incendio por la Iglesia San Francisco de Borja en 2020.

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