Para 2014, cuando Elizabeth Kolbert publicó el libro ganador del Premio Pulitzer «The Sixth Extinction: An Unnatural History» (en español «La Sexta Extinción: Una historia antinatural»), ya era considerada una de las principales escritoras científicas de su época. Su obra, éxito de ventas del «New York Times» y ganadora del premio al libro de ciencia y tecnología de «Los Angeles Times», tuvo un impacto significativo en la divulgación científica y la sensibilización pública sobre el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.

El libro habla sobre cómo las actividades humanas están contribuyendo a una tasa de extinción masiva, comparable a las cinco extinciones anteriores en la historia de la Tierra. En un momento en el que la cobertura mediática sobre estos temas no era tan frecuente, «La Sexta Extinción…» elevó la conciencia pública sobre la crisis ambiental global y la urgencia de abordarla.

“Desafortunadamente, en 10 años, el libro ha envejecido bastante bien”, dice Kolbert (62), periodista del «The New Yorker», por videollamada desde Massachusetts, sobre su trabajo que acaba de republicarse en Estados Unidos con un nuevo capítulo sobre insectos.

“Cada vez hay más evidencia de que muchos insectos están en problemas, y cuando tus insectos están en problemas, tus ecosistemas están realmente en problemas. Así que creo que, lamentablemente, las ideas de ese libro solo se han vuelto más relevantes”, asegura.

Kolbert, galardonada en dos ocasiones con el National Magazine Award, honrada con un premio de las Academias Nacionales, el Premio Heinz, una Beca Guggenheim y el prestigioso Premio Biophilia BBVA de Comunicación Ambiental, es una prolífica autora también. Su obra más reciente, «H is for Hope: Climate Change from A-Z» (en español «H es por Esperanza: Cambio Climático de la A a la Z») fue publicada este año y en ella compila ensayos sobre el clima donde retrata a científicos como Svante Arrhenius —quien creó el primer modelo climático del mundo en 1894— hasta activistas medioambientales como Greta Thunberg. “Es una especie de experimento mezclando géneros”, resume Kolbert del libro que podría parecer, en apariencia, un libro infantil, pero en cuyo prólogo advierte el tono que caracteriza su obra: “El cambio climático desafía la narrativa convencional, sin embargo, requiere una comprensión profunda de lo que está sucediendo”.

Kolbert dice que estaba interesada en desglosar la complejidad del cambio climático en lugar de simplemente contar una historia lineal. La autora dice que hay una gran cantidad de cobertura, pero a menudo está limitada por narrativas específicas. “Lo que busco transmitir es la magnitud y la complejidad de este tema. Hay verdad en las diferentes narrativas que escuchamos: que estamos condenados a esto o que esto nos salvará. Muchas cosas pueden ser ciertas al mismo tiempo”, dice.

Kolbert dice que la historia del cambio climático es “un poco más complicada” que una historia promedio. “Muchas personas que están bastante preocupadas por el cambio climático no entienden lo que está pasando, ni comprenden su naturaleza inelegible e inexorable. También creo que hay un gran deseo de la gente, en cierto modo, de bloquear las malas noticias. El cambio climático es una mala noticia perpetua. Me temo que siempre será una mala noticia”, dice y agrega: “Hace 10 años habría dicho que el cambio climático no estaba siendo bien cubierto. Pero creo que se está cubriendo bastante bien estos días. Si quieres la información, está disponible. Ahora en los EE.UU. apenas pasa un día sin que haya una historia sobre el cambio climático en uno de los grandes... el «New York Times», el «Washington Post», todos tienen reporteros especializados que informan sobre el clima. Pero en realidad no está claro que la gente quiera la información”.

“No creo que sea imposible cambiar”

—Empezó a escribir sobre cambio climático hace 20 años, cuando no existía el interés que hoy hay en el tema. ¿Qué lo convirtió en un asunto importante para ud.?

—Era un tema que no recibía mucha cobertura, y tenía mucha curiosidad por saberlo. Me interesaba resolver esta pregunta de una vez por todas: ¿es este un gran problema? ¿Algo por lo que realmente debamos preocuparnos? Esto fue en un momento en los EE.UU., en la administración de George W. Bush, donde realmente se estaba restando importancia al cambio climático. Y cuando empiezas a observar el cambio climático, te das cuenta de que esto es realmente significativo y de alguna manera se apodera de tu vida. Así que esa fue realmente la evolución. Era el interés de un periodista en una historia y la historia resultó ser tan grande que era, en cierto modo, demandante.

—Pareciera verse al cambio climático como un problema más medioambiental que humano.

—Es un buen punto, pero creo que ni siquiera deberíamos ver al cambio climático como un problema aislado. El cambio climático ya está afectándolo todo. Es una historia económica. Una historia agrícola. Una historia de derechos humanos. Una historia geopolítica. Y va a afectar a todo, tenemos que salir de esta noción del cambio climático como una cosa en sí misma, y como una cuestión ambiental. Creo que uno de los problemas en el que hemos caído es que, si el cambio climático es una cuestión ambiental, entonces sólo las personas que leen sobre cuestiones ambientales leen sobre el cambio climático.

—¿Cuáles cree que son los mayores obstáculos para que la sociedad adopte hábitos más sostenibles y con menos emisiones de carbono?

—No es fácil mantener una economía moderna, avanzada y consumista sin combustibles fósiles; de hecho, es bastante difícil. ¿Realmente necesitamos consumir tanto? No. Pero esto se convierte en un tema político y económico debido a nuestra dependencia del crecimiento económico. La transición energética no es simple; descarbonizar la red eléctrica es crucial, pero enfrenta desafíos logísticos significativos. Por ejemplo, donde vivo, la infraestructura eléctrica no puede manejar más energía renovable, lo que dificulta la instalación de paneles solares. Actualizar la infraestructura requiere tiempo y recursos, y hay obstáculos burocráticos, corporativos y gubernamentales en todos los niveles que deben abordarse. La inercia del sistema es un gran problema.

—¿Cómo podemos evitar que la discusión sobre el medio ambiente se vuelva partidista en lugar de ser una preocupación compartida por todos?

—Es difícil encontrar un mensaje que trascienda las divisiones políticas. Un estudio que leí recientemente sugiere que enfocarse en la preservación de lo que amamos podría ser un punto en común. Ambas partes podrían llegar a estar de acuerdo en eso. Sin embargo, una vez que estés de acuerdo con eso, ¿cómo avanzas? No sé. Hay muchos intereses económicos enormes, ciertamente en EE.UU. y sospecho que también en Chile, que tienen mucho en juego en el statu quo y no quieren cambiarlo. La industria petrolera obviamente no quiere ser eliminada, que es lo que realmente hay que hacer. Por lo tanto, también se destina mucho dinero a preservar o tratar de preservar ese statu quo.

—¿Realmente cree que es posible cambiar la forma en que vivimos?

—No creo que sea imposible cambiar la forma en que vivimos. Absolutamente no. Pero creo que hay mucha resistencia a cambiar.

—¿Y por qué cree que pasa?

—La gente se siente cómoda. A la gente no le gusta el cambio si les pides que renuncien a cosas. Creo que una de las grandes preguntas es, ¿podemos lidiar con el cambio climático sin pedirles a las personas que renuncien a cosas a las que están apegados? Y no sé la respuesta. Si le dices a la gente que volar consume mucho carbono y que no deberían hacerlo, y que esas vacaciones en Aruba son muy destructivas, no estarán felices de escucharlo.

—¿Cree que el impacto de las acciones individuales, como los hábitos de consumo, pueden desempeñar un papel en la lucha contra el cambio climático?

—Por supuesto. Si todos dejaran de ir a Aruba, si todos dejaran de comer carne, si todos dejaran de manejar, todo eso tendría un gran impacto. ¿Si solo tu impacto individual puede desempeñar un rol? Por supuesto que no. Pero las acciones individuales multiplicadas en todo el mundo es lo que está impulsando este problema.

“Aún queda mucho por salvar”

—¿Existen medidas políticas o incentivos específicos que podrían empoderar más a las personas para que enfrenten la crisis climática?

—Uno de los puntos que señalan los economistas es que deberíamos reestructurar el costo de todo. Hoy los combustibles fósiles son demasiado baratos, pero si incorporáramos al precio del uso de la gasolina o del petróleo el costo que tendrán para las generaciones futuras, cambiaría la economía de manera muy dramática y probablemente con bastante rapidez. Pero nos resistimos mucho a hacerlo.

—Ud. ha dicho que la historia del cambio climático es una mala noticia. ¿Cómo lidia con la “ecoansiedad” y esta preocupación existencial por el futuro del planeta?

—Estoy muy consternada por el estado del mundo. Tengo hijos que tienen veintitantos años y estoy muy, muy preocupada por su futuro. Así que no tengo una respuesta. Me despierto todos los días y pienso: “oh”. Pero también el mundo es un lugar hermoso y sigue siendo un lugar hermoso y aún queda mucho por salvar. Todos deben hacer su parte para tratar de ayudar en ese proceso y supongo que yo solo intento hacer mi parte.

—¿Cuál es la historia que le gustaría escribir sobre el futuro del planeta?

—Me gustaría escribir una historia en la que de repente todos reconozcan una razón crucial y los líderes mundiales se unen, admitiendo que esta es verdaderamente la prioridad absoluta. Dejarían de lado las guerras y las banalidades para abordar este desafío de manera unificada. Es el relato que me gustaría escribir. Aunque dudo tener la oportunidad de hacerlo, sería mi elección.

—¿Cómo se imagina el escenario para el futuro del planeta si continúan las tendencias actuales en el cambio climático?

—Bueno, sería realmente desalentador. No voy a arriesgarme aquí. Las consecuencias serían tremendamente peligrosas. Hablamos de áreas altamente pobladas que podrían volverse inhóspitas debido a la escasez o el exceso de agua, el aumento del nivel del mar y la presión sobre grandes centros urbanos. Estamos cambiando el planeta de maneras que ni siquiera podemos anticipar. Aunque la humanidad ha enfrentado cambios muy grandes en el clima, la diferencia radica en nuestra actual infraestructura fija y densa población, lo que dificulta la adaptación. Así que preveo muchos conflictos. Los conflictos que estamos teniendo ahora, las guerras que se están librando en este momento, no se están librando por razones climáticas, pero lo preveo, las veo solo como la punta de la lanza y el tipo de conflictos que vamos a ver en el futuro y eso es muy aterrador.

—Muchas de las circunstancias actuales fueron anticipadas por la ciencia. ¿Hay aspectos que no hayan sido previstos?

—No creo que haya mucho sobre lo que alguien no haya advertido. Se pueden leer artículos hace 50 años atrás que hablaban de los peligros para la capa de hielo de la Antártida occidental, el aumento del nivel del mar y cambios en el ciclo hidrológico. Estos procesos geofísicos son bien comprendidos desde hace tiempo. La sorpresa radica en la precisión de las predicciones, algunas datan de los años 70. Las proyecciones para 2050 y 2100 también están en curso, y simplemente nos estamos asegurando de que se hagan realidad.

—Parece una forma muy humana de esperar a que el problema esté sucediendo en frente de nuestra puerta para que actuemos.

—El mensaje del cambio climático es muy difícil de transmitir. No es como otros problemas. Una vez que el mar golpea tu puerta, no puedes revertirlo. Esto ha sido irreversible durante decenas de miles de años y creo que la gente está acostumbrada a lidiar con problemas ambientales que tienen cierta reversibilidad: contaminas un lago, pero si dejas de verter aguas residuales o lo que sea, el lago se aclarará eventualmente y obtendrás un lago saludable nuevamente después de un cierto período de tiempo. O, cuando decidimos reducir el smog en los EE.UU. e hicimos que todos instalaran convertidores catalíticos en sus automóviles, vimos el aire más limpio. Estos son problemas que, en cierta medida, podrían revertirse. El cambio climático no se puede revertir. Y creo que la gente realmente necesita entender que una vez que nos despertemos y decidamos que realmente no nos gusta este clima, debemos hacer algo.

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