En el escritorio de la casa del abogado y cientista político Carlos Huneeus (76) conviven cientos de libros en las paredes, fotos de su vida, juguetes, muñecas y una cocina de madera en la que juegan sus doce nietos, siete niñas y cinco hombres, cuando van a visitarlo a él y su señora, Marta Lagos, con quien tiene cuatro hijos. A ese lugar nos hace pasar y con mucho orgullo descuelga una de las fotos más importante que conserva, donde aparece él, junto al rey Balduino de Bélgica y Eduardo Frei Montalva —en uno de los palacios reales de ese país— y que está firmada por el monarca.

Este académico y escritor es bisnieto de Jorge Huneeus Zegers, abogado, que fue diputado, senador, ministro y rector de la Universidad de Chile hasta 1889. “En uno de los patios de la escuela de Derecho hay un busto de él y también hay uno en el jardín del Congreso”, señala. Su padre, Tomás Huneeus Eastman, fue oficial de Ejército y renunció en 1952 cuando Ibáñez asumió la Presidencia. Pocos años después, quedó viudo con cinco hijos hombres, de entre 2 y 11 años. Carlos era el segundo hijo y tenía ocho años cuando murió su madre. “La prima hermana (de mi padre) era Chabela (Isabel) Eastman, que fue la persona que más lo acompañó, la mamá de Duny (Agustín) Edwards. Nos llevaba a la nieve en el invierno y en el verano a la casa del lago Todos los Santos, a un hermano se lo llevó a su casa, fue un siete”, recuerda.

Antes de estudiar Derecho, Carlos Huneeus estuvo dos años en la escuela Militar, pero se retiró para terminar el colegio y rendir el bachillerato. En primer año de universidad, su padre le dijo: “‘yo a su edad era subteniente de Ejército en Iquique y le mandaba una parte de mi sueldo a mi madre, así que usted ahora entra a trabajar' y me llevó de una oreja al estudio de abogados Claro y Compañía y trabajé como procurador cuatro años”.

A su señora, Marta Lagos, la fundadora del Latinobarómetro y Mori Chile, la conoció en el verano de 1970 en Reñaca y se casaron a finales de 1971. Juntos partieron a Inglaterra gracias a una beca que el Consejo Británico le otorgó a Huneeus para hacer un magíster en la Universidad de Essex. Desde ahí, viajaron a Alemania para que él continuara sus estudios de doctorado en la Universidad de Heidelberg. En ese país estuvo ocho años, antes de volver a Chile y ser el director ejecutivo de Centro de Estudios de la Realidad Contemporánea, CERC.

—Usted fue embajador en Alemania, en Bonn, en el gobierno de Aylwin, entre 1990 y 1994, ¿cómo fue ese período?

—Dos días antes del 11 de marzo de 1990, me llama el jefe de gabinete de Alywin y me dice que el Presidente quiere hablar conmigo. Llegué a La Moneda y me dice “no tengo embajador en Alemania, converse con Martita y me cuenta”. El cargo en la embajada era maravilloso. Seguí su planteamiento y hablé con mi señora, que me dijo “no”. “La única condición con la que aceptaría es que volvamos y tengamos una casa propia”, me dijo y así fue. Llegamos a Alemania y el jefe de gabinete del canciller Helmut Kohl era amigo mío, también su secretario privado. Fue una época espectacular. En una oportunidad, con motivo de los 20 años de nuestro matrimonio, viajamos a Israel con la familia. Estando allá, una noche, después de cenar, me quedé en el bar del hotel. De repente, en la televisión, veo en las noticias que (Erich) Honecker había ingresado a la embajada de Chile en Moscú. Tuve que volver a Bonn solo, mi familia siguió el viaje. El caso Honecker fue tenso y difícil.

“El país se jodió, como diría Vargas Llosa ”

—Usted ha asegurado que “no cualquiera puede ser Presidente de la República; hay que mirar con lupa. Reivindicar que los presidentes sean políticos de carrera, profesionales, y que tengan que nacer dentro de los partidos”. ¿Cómo ve a Boric?

—Sebastián Piñera tampoco era un político profesional. No basta con tener plata. Tienen que ser políticos de carrera, que hayan aprendido las reglas formales e informales, establecido relaciones personales y de confianza con políticos de todos los sectores y tengan experiencia. Este muchacho, Boric, entró a la arena política el 2011 como dirigente estudiantil, a la Cámara de Diputados en 2014 y llegó a la Presidencia ocho años después.

—¿Falta rodaje?

—Falta rodaje, falta experiencia. Lo segundo, es que le toca un periodo extraordinariamente delicado, porque se desplomó la Concertación, desapareció la DC como partido relevante. La izquierda, el PS, está en una situación parecida, no de la misma envergadura, porque los socialistas tienen mayor lealtad con su partido, por la memoria histórica que tienen, pero tienen cero capacidades de renovación de dirigentes. El PS no está en la universidad, en el movimiento social ni estudiantil. Lo tercero, es que no distingue entre la labor de jefe de Estado y de Gobierno. Tampoco es el líder de la coalición de Gobierno y ha cometido exabruptos, decisiones como el caso de Israel o lo que dijo el otro día en un tuit contra Pinochet, que fue terrible; porque este país está dividido por la dictadura, estaba antes dividido por la Unidad Popular y hay que aceptar que hay chilenos que son partidarios de Pinochet y eso lo he documentado con la encuesta CERC. El Presidente no está gobernando para todos los chilenos.

—Se cumplen dos años de este Gobierno, ¿cuál es su análisis?

—Él llegó a La Moneda en el momento más dramático, después del desplome de la derecha. Obtiene una tremenda votación, pero se hace presente la falta de experiencia, de madurez política y la debilidad del Socialismo Democrático; porque con la experiencia que tienen, con el fracaso del gobierno de Allende, el Presidente tiene que actuar bien y para todos los chilenos. El Socialismo Democrático debería haber persuadido más, de forma más decidida a que el Presidente Boric no tomara las decisiones equivocadas que ha tenido. Hay varias que puedo nombrar, por ejemplo, no traga a la Democracia Cristiana, para él no existe. Nos encontramos en una situación muy dramática, desmedida, él no tiene experiencia, no tiene tonelaje. En seguida, la oposición no tiene el sentido nacional patriótico de enfrentar esta situación, de darse cuenta del daño que se está produciendo en el país. El país se jodió, como diría Vargas Llosa y se jodió hace varios años, no se jodió con Boric o el FA, se jodió antes.

—¿Cuándo?

—Empezó a tener problemas con Michelle Bachelet, en el primer gobierno, porque el problema que tenía y que sigue teniendo, es que no entiende a los partidos, no se entiende con ellos. En 2015 planteaba una candidatura ciudadana, porque no le interesaban los partidos. No se preocupó de la sucesión, a diferencia de Aylwin, de Frei Ruiz-Tagle y de Lagos. Michelle Bachelet no lo hizo en su último gobierno y, peor aún, cuidó más su popularidad personal. Después, los partidos nunca hicieron autocrítica, ahí empezó la cuestión. En la derrota de 2009, frente al éxito de la Presidenta Bachelet, la ciudadanía le dio la espalda a la Concertación y nunca la Concertación asumió ese fracaso. Ahí se jodió Chile, ahí comienza a joderse Chile. Después, Sebastián Piñera, que era un hombre de negocios, inteligente, con una memoria de computador, pero que no era un político, no entendía la política. El 18 de octubre no supo qué hacer, se quedó callado un día completo, en una situación explosiva. Además, con una ministra de Educación (Marcela Cubillos) que había hostigado a los dirigentes estudiantiles, acordémonos de «Aula Segura», y ahí vienen los torniquetes, se produce la explosión. Cuando hay un Presidente que no actúa rápidamente, produce un vacío de poder y eso permitió la locura, los extremos y la violencia, la anomia que dice el rector Peña.

“Los partidos se fueron a la cresta”

—¿Cómo deberían ser los próximos dos años?

—Muy difíciles, porque la derecha se enfrenta, repentinamente, al problema sucesorio, porque el candidato habría sido Piñera, estaba trabajando para eso. Ni RN ni la UDI tienen un candidato claro. Está Evelyn Matthei, pero los partidos mantienen su distancia. No veo que RN no proclame un candidato, van a tener que hacer primarias y no se sabe qué va a pasar. La exConcertación tampoco tiene un líder. La nueva derecha chilena tiene un defecto estructural constituido por el hecho de que sus partidos fueron fundados durante la dictadura y están ligados a ella. Lo más delicado es que no tienen autonomía del poder económico. Aquí esa autonomía no existe, menos aún en una derecha donde la principal figura después de Pinochet fue Piñera. Uno lo ve en el debate de las AFP, que está metido el sector financiero.

—¿Qué debería hacer Boric con las reformas de salud y pensiones? Teniendo en cuenta que no tiene cómo llevarlas adelante como él quiere.

—Difícil pregunta. Él no es como Piñera, que desde que llegó al Senado quiso ser Presidente. Boric no buscaba la presidencia, le cayó encima, todavía no se recupera de ese hecho tan tremendo de pasar de dirigente estudiantil y diputado, y además con los problemas psicológicos que enfrenta. El Presidente Boric debiera entenderse directamente con la derecha. Pero, tiene que hacerlo en el marco de acuerdos fundamentales, como son la educación, la salud y las pensiones. En pensiones no puede aceptar el 6% a la cuenta individual, porque el sistema de pensiones, de capitalización individual, es una institución antagónica con la democracia, porque valora la individualidad. La democracia es una institución donde la comunidad y la sociedad cuentan. Si no lo consigue, tiene que hablarle al país y decirle “he hecho todo lo posible, pero no estoy en condiciones y que lo haga el próximo Presidente” y que eso constituya un tema de debate en la próxima candidatura presidencial y ahí la ciudadanía decidirá. Él no puede entregarse y llegar a un acuerdo como quiere el sector financiero, a favor de las AFP. Piñera se murió y el sector económico no puede seguir interviniendo en la política como lo están haciendo en Chile. Es absolutamente insólito a nivel mundial.

—¿Le ve futuro a la alianza de Gobierno?

—No. Chile se encuentra en un estado de estancamiento político y hasta de retroceso político. ¿Por qué el PS está desplomado y el FA existe?, porque hay una política educacional, que es el CAE, que le entregó la educación superior a los bancos. El PS cavó su tumba ante la izquierda, por eso hay una separación brutal, entre las posiciones programáticas y valóricas. No tiene vuelta y no hay líderes. En «La Segunda» salió una entrevista al diputado Eric Aedo (DC) diciendo que la mejor candidata que tiene hoy la centroizquierda y la izquierda es la Presidenta Bachelet, pero por favor.

—Hoy los partidos están muy desprestigiados, la ciudadanía no cree en ellos, pero usted resalta la importancia de ellos para armar un buen Gobierno.

—Los partidos son fundamentales para la democracia, pero en este país los partidos se fueron a la cresta; por distintos motivos se descuidaron, fueron maltratados y hubo una tendencia tecnocrática, de expertos, que se consideraron dueños de la verdad, conocedores de todo, ellos mandaron y ningunearon a los partidos.

—¿Cómo ve a la sociedad actual?

—En un capitalismo demasiado neoliberal, con demasiadas desigualdades. Los ricos no tienen ningún sentido patriótico, son más irresponsables, porque se van del país. Las desigualdades hacen que tenga un futuro muy incierto. Los conflictos sociales van a seguir. Soy pesimista. No sé cómo se va a salir de esta cuestión, no veo los líderes. De repente puede surgir una persona, pero tiene que ser político, que sepa de política.

—¿Como quién?

—Hay parlamentarios, pero hay que entregarles la confianza. En la derecha hay algunos que tienen mucha experiencia política, a los cuales sigo y les tengo respeto. Hay políticos en la Cámara Alta que son importantes, de los viejos, porque se necesita experiencia. Juan Antonio Coloma es de un tonelaje, tiene experiencia política. He elogiado a Mario Desbordes como una figura que estaba perfilándose en el estallido social y el Presidente Piñera no encontró nada mejor que incorporarlo al gabinete con lo cual lo mató políticamente.

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