El exdirector del Senda Carlos Charme Fuentes (45), tiene una larga trayectoria estudiando el fenómeno de las drogas, el narcotráfico y el delito. Hace 13 años ya trabajaba en la División de Seguridad Pública, que en 2011 se transformaría en la Subsecretaría de Prevención del Delito a cargo —por ese entonces— del actual alcalde de Lo Barnechea, Cristóbal Lira. Fue su jefe de gabinete y desde allí este abogado fue participando en el desarrollo e implementación de diversas políticas públicas relacionadas con la prevención, tratamiento y rehabilitación del consumo de drogas, seguridad ciudadana y programas sociales, entre otras.

Hoy asesora al alcalde Lira en su estrategia comunal de prevención del consumo de alcohol y otras drogas mientras trabaja en un libro de investigación sobre el cambio de paradigma del delito en Chile. En ese contexto, aboga por hacer un “salto cognitivo” y renunciar a la defensa de algunas libertades individuales para poner información de calidad al servicio de la Agencia Nacional de Inteligencia (ANI), de las policías, del Servicio de Impuestos Internos (SII) y Gendarmería, lo que considera fundamental para combatir el crimen organizado.

Dice que le impresionó la normalización que hacen los jóvenes de la venta de drogas, tal como lo relata Juan Pablo Luna en su sondeo llamado «Narcozorrones y Microtráfico ABC1». “El consumo es transversal en Chile, consumen tanto los del nivel socioeconómico alto como los del medio y bajo. Consumen tanto los particulares como los subvencionados y los municipales. Y estos microsistemas de venta están instalados donde está el mercado de más dinero, que es en el barrio alto con las drogas sintéticas”.

—¿Cómo está el estado de la droga en Chile? Tanto la oferta como la demanda.

—Si usara una analogía médica y nos fuéramos a hacer todos los exámenes de los lípidos, los triglicéridos, etc.; todos los indicadores, tanto de la oferta como de la demanda, nos saldrían alterados. Porque por todos lados estamos haciendo agua. Estamos haciendo agua en el Ministerio Público, en los homicidios, en los consumos, estamos haciendo agua en corrupción, en la amenaza a los fiscales. Entonces, es hora de que nos tomemos en serio esto, oposición, Gobierno, técnicos, y entendamos que nos vamos a arrepentir si no tomamos las medidas hoy.

—¿Es Chile un gran consumidor?

—En Chile tenemos un problema que no tiene ningún otro país en Latinoamérica: el alto consumo de droga de nuestra población en general, y específicamente concentrado en los niños, niñas, adolescentes y jóvenes. O sea, de las ocho drogas legales e ilegales de mayor consumo en Chile (alcohol, cannabis, tranquilizantes sin receta médica, inhalables, cocaína, estimulantes sin receta médica, éxtasis y alucinógenos), siete de ellas las consumen más los jóvenes entre 13 y 18 años que los adultos. Los jóvenes consumen 3 veces más cocaína, 5 o 6 veces más éxtasis, 9 veces más tranquilizantes, por lo cual hay una alta demanda de droga. Y el consumo es súper transversal por nivel socioeconómico, aunque en los niveles más bajos se está consumiendo más cocaína, porque está más barata debido a que se está produciendo cada vez más al sur del continente.

“La droga es la principal amenaza a la democracia”

—¿Por qué Chile se ha vuelto un mercado atractivo para las drogas?

—Chile es atractivo como pasadizo, primero, porque está cerca de tres grandes productores —Bolivia, Perú y Colombia—; segundo, por un problema que no supimos avizorar a tiempo, como es la gran apertura de nuestros mercados, especialmente en los 90, lo cual hizo que nuestros puertos fueran muy codiciados para el tránsito de bienes, servicios y otros productos, y tercero, por la demanda. Además, tenemos debilidades estratégicas propias de nuestra permeabilidad en la frontera norte y nuestros puertos totalmente abiertos, por ejemplo, debido al Tratado de Paz y Amistad con Bolivia de 1904. Ahora, no todo sale por Bolivia, pero efectivamente el tránsito de la droga es por el norte del país y cada vez más por el sur. La ONU, a través de la Oficina contra la Droga y el Delito, reveló que el puerto de San Antonio aparece como uno de los principales puntos de tráfico y traslado de cocaína.

—En Chile parece haber existido un gran avance de drogas sintéticas como la tusi, más fáciles de fabricar que, por ejemplo, cultivar cannabis.

—Según el Observatorio Europeo de Drogas, el 2019 se detectaron cerca de 57 drogas sintéticas nuevas en un año. Y se estima que por cada droga sintética que detectamos, hay siete que no detectamos. Y han ido creciendo considerablemente en la cantidad y frecuencia de consumo. Estas drogas sintéticas se han introducido mucho en nuestro país, especialmente en la juventud, que las consume cinco veces más que los adultos. Las recetas están en YouTube y como somos un país minero hay muchos químicos dando vuelta. La Tusi es la droga de moda en los jóvenes que están matándose con esa mezcla de cocaína y analgésico para caballos.

—En materia de narcotráfico, ¿qué fue lo que no vimos venir?

—El fenómeno delictual ha cambiado. Antes estábamos preocupados de que no nos robaran las casas, que no sufriéramos un lanzazo o de algún delito sexual camino a la casa. Eso sigue existiendo, pero el delito ha cambiado radicalmente, hoy es más violento y el homicidio, el secuestro, la extorsión y el crimen organizado se están posicionando como actores principales. Y ya hace diez años, cuando nuestra institucionalidad enfrentaba ese tipo de delitos, el Ministerio Público era deficitario y sigue siendo deficitario en las investigaciones; la modernización y fortalecimiento de las policías, que son el principal factor para disminuir los delitos, estaban pensadas para el Chile del lanzazo, el carterazo. Y si el Ministerio Público y las instituciones que tienen que prevenir y hacer control del delito no trabajaban coordinadamente para esos delitos, con este nuevo fenómeno estamos más deficitarios.

—El secretario ejecutivo de la CEPAL, José Manuel Salazar-Xirinachs, dijo hace algunos días aquí mismo que el riesgo número uno para América Latina es el narcotráfico, en el sentido que afecta la inversión y el crecimiento.

—Yo iría más allá y diría que la democracia liberal en el mundo, no solamente en Chile, está amenazada. Estoy convencido que la droga en Chile y en gran parte de Latinoamérica es la principal amenaza a la democracia. Está permeando nuestros territorios, está suplantando el Estado muchas veces en los servicios y además produce una expectativa de salir adelante. Cuando el crimen organizado se toma el territorio, reina la paz del narcotráfico, no hay mucho delito, no hay casi incivilidades, porque tienen controlada esa zona, pero nadie es libre de verdad para hacer su proyecto de vida, para que sus hijos crezcan seguros. Ante esto hay que actuar de manera urgente, que las instituciones como la Fiscalía, las policías, las aduanas, tengan entre sus prioridades la prevención y el combate, una respuesta presupuestaria y que obviamente den cuenta de sus resultados.

—¿Los estudios muestran una relación entre más delito y más narcotráfico?

—El narcotráfico es una expresión del crimen organizado y podríamos reducirlo a tres grandes actividades internacionales que también se expresan en Chile: tráfico de personas, tráfico de armas y narcotráfico, y en ese orden. A través del tráfico de droga se va generando control del territorio, corrupción de las autoridades, la amenaza al Estado de Derecho, a la institucionalidad y a las policías.

“Ha aumentado un 79% los ajustes de cuentas”

—¿Hay evidencia cuantificable respecto de que el aumento de homicidios esté relacionado con el narcotráfico?

—Hay una correlación casi directa y hoy día lo estamos analizando entre muchos especialistas. En los últimos cinco años ha aumentado en un 79% el móvil de venganza o ajuste de cuentas. Hace diez o quince años el homicidio generalmente tenía imputado conocido, hoy el 41% de los imputados son desconocidos y 53,9% de los homicidios ocurren con armas de fuego.

—¿Es sólo una impresión generada por los medios que siempre haya extranjeros involucrados?

—Hace algunos años yo me negaba a hacer una relación entre extranjeros y delitos porque no era verdad, la data no me lo comprobaba. Pero cuando uno le hace doble clic al informe de homicidios consumados del Ministerio del Interior, que fue un gran avance institucional el año pasado, uno empieza a ver que en los últimos cinco años creció en un 274% los victimarios extranjeros y un 200% las víctimas extranjeras también.

¿Pero, tiene que ver con el fenómeno de la migración?

—Es que el crimen organizado que estamos viendo en Chile, este cambio de paradigma, también tiene relación con quienes cometen el delito. Antes era nacional, eran pequeñas bandas criminales que asaltaban bancos, que robaban, los típicos monreros que asaltaban casas. Hoy día, el crimen organizado internacional funciona como una multinacional. El Tren de Aragua comienza en la cárcel de Tocorón, en Venezuela, y de la misma manera que actúa en Venezuela, empieza a hacerlo en Colombia, en Ecuador y en Chile. Y esto igual que el cartel de Guadalajara o el cartel de Sinaloa que también están en el país. En el fondo, esa perspectiva internacional hace que los dueños o los que regentan este crimen organizado vayan exportando también a sus cabecillas. Es como cuando antes las empresas internacionales exportaban ejecutivos; el crimen organizado hace lo mismo, pero con sus propias personas de confianza.

—El director (s) de Gendarmería, Víctor Provoste, alertó que hay 1.600 bandas al interior de las cárceles y que 600 están activas y se dedican a gestionar ilícitos y practicar extorsiones.

—Nosotros deberíamos como país, inmediatamente, como medida urgente, preocuparnos de intervenir las cárceles en todo tipo de aspectos, en el crimen organizado que está ahí adentro, en cómo se controlan las comunicaciones dentro y fuera, etc. Tan cierto es que las bandas controlan las cárceles que, en los últimos cinco años, mientras crecieron un 48% los homicidios, en las cárceles bajaron un 85%. En las cárceles reina la paz del narco. En otros países la solución para detener el crimen organizado es construir cárceles especiales para el crimen organizado y con regímenes carcelarios muy duros. Pero no estamos construyendo cárceles en Chile por ideología, porque se han cuestionado las concesiones. Como alguna vez necesitamos las carreteras, ahora necesitamos cárceles para no morirnos y que nuestra democracia siga tal cual la conocemos.

—¿Cuál es la responsabilidad de la sociedad?

—Como sociedad nos tenemos que hacer unas preguntas muy incómodas. ¿Estamos dispuestos a ceder ciertas cuotas de información personal o cierta información que es reservada para enfrentar un problema grave, latente y máximo como es el crimen organizado? Y creo que es una interrogante que debemos responderla rápido. Y esa información es para inteligencia, para los mercados financieros, para impuestos, para aduanas, para el Ministerio Público, para las policías. Y en eso estamos muy atrasados, en la disponibilidad de información. Entonces estamos contando bien los homicidios por primera vez en la historia, estamos entrando a entender bien el crimen organizado, pero en algún momento, y rápido, tenemos que empezar a contar no solamente los homicidios, sino que la resolución de los homicidios.

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