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El año pasado, “Todo a la vez en todas partes” se impuso en el Oscar sobre producciones más grandes y ruidosas como “Elvis” y “Avatar: El camino del agua”. En 2022, la independiente “Coda” le ganó a “Duna” y “West Side Story”. Aunque la inclusión de películas de menor escala en las nominaciones principales es una costumbre de larga data, en los últimos años la Academia de Hollywood se ha dedicado a subvertir las expectativas con el triunfo de estas sorpresas de último momento.

Ahora, en la 96ª edición —donde Chile tendrá una presencia inédita con “La memoria infinita”y “El conde”—, se vislumbran dos rarezas que, en términos de producción y figuración, están en las antípodas de titanes como “Oppenheimer” y “Barbie”. Ambas cuentan con 5 nominaciones. Se trata de “American Fiction” —una sátira sobre el mercado cultural— y “Los que quedan”, la nueva película del cineasta estadounidense Alexander Payne, actualmente en cines chilenos.

Sin ánimo de especular sobre el resultado de unos premios que son el equivalente cinematográfico a una carrera de caballos, el triunfo de algunos de estos dos títulos en la categoría de Mejor Película sería una grata sorpresa. De no ser así, “Los que quedan” (ok, centrémonos finalmente en ella) tiene un peso propio que va más allá de las dinámicas del juego de vanidades que proponen los Oscar. Digamos que “Oppenheimer” podría ser olvidada en un tiempo. Las obras de Payne, en cambio, brillan en las estanterías de las películas sobrias, conscientes y de bajo perfil que, en perspectiva, dejan más que un pasajero gustillo a espectacularidad en el paladar. Así lo han entendido también en los Globos de Oro, los BAFTA y los Independent Spirit Awards, otras instancias en las que la cinta ha sido reconocida.

Cinco años después de su último largometraje (la fallida “Una vida a lo grande”), Payne regresa con un filme cuyo guion se nutre del melodrama más clásico. En términos formales —gracias a sus canciones de folk intimista, sus referencias visuales a los 70 y un montaje que fluye con delicadeza— recuerda al cine del subvalorado Hal Ashby, responsable de “Harold y Maude” (1971), joya fílmica que narra algo así como el singular romance entre un adolescente obsesionado con la muerte y una anciana fascinada con la vida.

Aunque la propuesta narrativa de “Los que se quedan” es menos excéntrica que esa obra de culto, se basa también en la relación afectiva, aparentemente imposible, entre personajes opuestos: Paul Hunham (Paul Giamatti, nominado a Mejor Actor Protagónico), el profesor solitario y mal humorado de un exclusivo colegio internado que debe trabajar en vacaciones como castigo; Angus Tully (el debutante Dominic Sessa, quien huele a estrella revelación), un desafiante y agudo adolescente que ha sido abandonado por su madre y, como consecuencia, debe permanecer en el centro educacional durante aquellos días de Navidad; y Mary Lamb (Da'Vine Joy Randolph, nominada a Mejor Actriz de Reparto), jefa de cocina del establecimiento que acaba de perder a su hijo en Vietnam. Los tres se quedan solos en un edificio deshabitado, en pleno invierno, tratando de convivir en esas fechas sensibles a pesar de las profundas diferencias que los separan.

El común denominador entre todos estos personajes es un factor que podría ser la materia prima en el cine de Payne: la soledad, ya sea como consecuencia de la pérdida o, simplemente, como un estado del alma. Con este sustento dramático de base, se da el gusto de construir escenas de comedia —algunas sin miedo a la exageración o al humor físico— que ponen a prueba la versatilidad del elenco. No hay duda de que la dramedia, como algunos llaman a este territorio híbrido, es el gran fuerte de un director sensible que ahora construye un entrañable y melancólico cuento de Navidad, lejos de cualquier discurso y juicio moral. En tiempos de arengas altisonantes, esta puede ser otras de las grandes virtudes de Alexander Payne, un artista con el corazón bien puesto y un gusto particular por cierto tipo de cine que, al igual que sus personajes, pareciera haber sido abandonado por nuevas formas de persuasión.

Payne por tres

“Las confesiones del Sr. Schmidt” (2002):

Jack Nicholson encarna al Schmidt del título, un jubilado que debe lidiar con la muerte repentina de su esposa y el casamiento de su hija con un tipo bueno para nada. Todo esto lo impulsa a salir por la carretera en un viaje a lo largo de Estados Unidos sobre una casa rodante. La desolación y el humor se juntan en una obra que logró dos nominaciones al Oscar. En Apple Tv+.

“Entre copas” (2004):

Antes de “Los que se quedan”, Payne dirigió a Paul Giamatti en el papel de un deprimido experto en vinos que acompaña a su mejor amigo, un actor fracasado, en un viaje por los viñedos de California. Una comedia aparentemente pasatista que va adquiriendo profundidades y un espesor dramático en el camino. En Star+.

“Nebraska” (2014):

Un anciano que padece de demencia senil se obsesiona con viajar hasta Nebraska para reclamar un premio millonario que pareciera ser una estafa virtual. Su hijo lo acompaña en otra road movie emocional que el director ofrece en un expresivo blanco y negro. En Amazon Prime Video.

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