Quiero llegar al Congreso o ser alcalde; es mi sueño de chico. Espero que el sector no sea tan miope en cerrarme la puerta nuevamente”.

No tengo nada que ver y no me interesa cuidarles el negocio a las AFP. Lo que defiendo son las cuentas de capitalización individual”.

De barba tupida, camisa floreada y tatuajes, Francisco Javier Orrego Gutiérrez difiere de los parámetros estéticos de la centroderecha donde “abundan los pantalones caqui y las camisas Dockers”, como dice el vicepresidente (adjunto de formación) de la mesa de Renovación Nacional, liderada por Francisco Chahuán.

“Yo vivo y respiro política, para mí es una profesión; me acuesto pensando qué voy a decir mañana y me levanto pensando cuál es la cuña que voy a transmitir y la idea fuerza. Estoy rayado con el tema”, explica este hombre de 36 años, quien hace un mes fue la figura inesperada de la encuesta Cadem, en el sexto lugar de los políticos mejor evaluados, después de Michelle Bachelet, y superando a José Antonio Kast.

Abogado de la Universidad de Chile, fundador y vocero de la iniciativa «Con mi plata no», panelista en radio Agricultura y en el programa «Sin Filtros», fue en ese espacio de debate político transmitido a diario por Youtube, que Orrego se dio a conocer masivamente. “Antes del programa no me conocía nadie, ahora debo ser de los políticos de derecha con más seguidores en las redes sociales”, dice por sus más de 125 mil followers en Twitter y 101 mil en Instagram.

Claro que a la par con el fervor, Pancho Orrego —como suelen llamarlo—, también levanta animadversiones, acusaciones de jugar a favor de las AFP, gritos en la calle, acoso en sus lugares de trabajo y amenazas de muerte (en los días previos al plebiscito constitucional tuvo que andar con efectivos de seguridad). Hace un mes afrontó su primera crisis luego que «El Mostrador» publicara la noticia de que el abogado era un prófugo de la justicia tras chocar a una moto en estado de ebriedad. Él lo desmintió y amenazó con querellarse.

“Yo estudié a puros créditos de consumo”

Francisco Orrego nació en Viña del Mar y se crió en Quilpué. “Estudié en el colegio Champagnat de Villa Alemana. Para mi sorpresa me fue bien en la PSU y entré a Derecho en la Universidad de Chile. Soy la primera generación de su familia con un cartón universitario”.

“Mi infancia y adolescencia fue en una villa de clase media baja; en una casa pareada, chica, que con el esfuerzo de mis papás se fue ampliando. Mis viejos son contadores auditores del Liceo de Quilpué; él partió trabajando a los 17 años en la CCU como bodeguero y terminó encargado de crédito o algo así. Mi mamá es dueña de casa. Como parte de esa inmensa capa de clase media, yo no era sujeto de crédito de Corfo, ni del Fondo Solidario, y tampoco del Crédito con Aval del Estado por la cantidad de deudas que teníamos como familia. Yo estudié a puros créditos de consumo y de muy chico aprendí lo que son los juicios ejecutivos porque nos embargaron el departamento dos o tres veces mientras estudiaba. Mi viejo trabajaba 15 horas diarias y para él lo más importante era pagarnos la educación”, añade.

—¿Cómo se entiende que hayas elegido ser de derecha, un sector que por tanto tiempo defendió este modelo de un libre mercado feroz y que se oponía a eliminar el CAE, por ejemplo?

—Porque creo en la meritocracia. Soy parte de los sectores de clase media que efectivamente vivimos mejor que nuestros padres. Hoy la pelea que tengo con el banco es a cuánto me dan la tasa hipotecaria, pero en mi casa teníamos que elegir qué cuenta se pagaba a fin de mes. Nunca nos fuimos de vacaciones. La primera vez que entré a un McDonald's fue a los 16 años para trabajar como parrillero. El modelo funcionó para nosotros, pero hay muchos que se quedaron en el camino y ahí está el problema.

Y agrega: “Entré a estudiar a la universidad el 2005 cuando estaba todo el auge del CAE y era precisamente porque el sistema solidario no alcanzaba a cubrir la demanda de estudiantes que estaban ingresando a la educación superior. Para mí las soluciones pasan por la libertad individual. Creo mucho en la meritocracia como sustento moral del capitalismo, en la libertad individual y el progreso a través del desarrollo personal; la única forma de sacar a la gente de la pobreza es a través del crecimiento y la inversión. No creo en las soluciones estatales porque sé que es pan para hoy, pero hambre para mañana”.

—¿Y piensas que la deuda a través de créditos de consumo es la mejor solución?

—¡Es que las cosas no son gratis! Me encantaría que tuviéramos un mejor PIB per cápita, más posibilidades de financiar derechos sociales, educación, salud, vivienda; una recaudación fiscal que permitiera cumplir con esos sueños. Si en las últimas tres décadas nos transformamos en un país exitoso, fue gracias a la iniciativa privada.

—¿Te parece adecuado tomando en cuenta las remuneraciones que se perciben en Chile?

—Tenemos un sueldo mínimo que hoy está en torno a los 400 mil pesos, que si lo comparas con los países del barrio, peleamos los mejores índices junto con Costa Rica. ¿Eso alcanza para llegar a fin de mes? No. Y Chile es un país bastante caro, lo que va de la mano con la carga tributaria que tenemos respecto del IVA y los gastos que deben realizar las familias.

—Y en esta defensa, ¿tienes alguna crítica al empresariado, considerando el crecimiento desigual que hemos tenido como país?

—¡Claro! y no es solamente una crítica a ciertos empresarios. También es con mi sector que durante mucho tiempo cayó en defensas corporativas. En la derecha más ortodoxa dicen que el mercado se regula solo. ¡Se me cae la cara!

—Se te apunta como vocero de las AFP.

—No tengo nada que ver y no me interesa cuidarles el negocio. Lo que defiendo son las cuentas de capitalización individual y espero que los gestores privados no sean sólo ocho sino 20, 30, 40, para que haya más competencia. Jamás me he juntado con ningún directivo de las AFP.

Aunque fuiste asesor de Bernardo Fontaine, que fue un decidido defensor del sistema en la Convención.

—Sí, incluso se publicaron mis contratos y me criticaron porque boleteaba 850 lucas. No tengo nada que ocultar. Tampoco veo que Bernardo sea un vocero de las AFP, él está en la misma parada que yo y por eso somos tan amigos.

“Con Boric debatíamos harto”

—¿Cómo te han recibido en la derecha, un sector endogámico donde todos se conocen?

—Soy un hueón raro. No sólo por cómo me visto sino porque voy con la verdad de frente y le hablo a un sector al cual la derecha tradicionalmente no llegaba. Entonces hay políticos a los que les genero muchos problemas y otros que me ven como la renovación del sector. A mí me han bajado candidaturas y no entiendo por qué.

—¿Cómo es eso?

—Sipo, primero como constituyente. Ya, ok, no era tan conocido, pero después a última hora me bajaron la de diputado por mis tierras, la Quinta Región, porque no se estaba cumpliendo con la ley de cuotas. Me saco la cresta por defender las ideas, trabajo 14 horas diarias, estoy metido en cuanto programa de televisión y radio me invitan. Entonces, si en las dos veces que intenté ser candidato no me pusieron fichas, me pregunto: ¿estoy siendo cómodo, les gusto o no? Ahora tendrán que tomar la decisión sobre una futura candidatura y espero que esto no vuelva a pasar.

—¿Para ser constituyente?

—Ya no me interesa. Quiero llegar al Congreso o ser alcalde; es mi sueño de chico. Espero que el sector no sea tan miope en cerrarme la puerta nuevamente. A lo mejor me voy a salir de madre, pero ese es el gran problema que tiene el sector, donde efectivamente los apellidos abundan y, cuando llega un Orrego que no es de la Democracia Cristiana, no lo pescan.

Y dirigiéndose a sus pares, advierte: “Si no confían en que viene una generación de recambio, la derecha seguirá fracasando. Yo sé que el poder no te lo entregan y me he dado cuenta que hay que tomárselo y nos van a tener que escuchar”.

—Sin embargo, dicen que tu padrino es Carlos Larraín, un hombre de mucho poder dentro de RN.

—Yo vengo de la política universitaria, fundé el movimiento Centro Derecha Universitaria en la Universidad de Chile, que sigue vigente. Ahí nos apoyó Carlos Larraín con charlas, expositores, contactos y eso lo voy a valorar siempre. Pero si fuera mi padrino político, sería el peor de la historia (ríe).

—¿Cómo es tu relación con Francisco Chahuán, considerando que eres bien díscolo?

—He tenido mis encuentros con él, sobre todo porque estoy convencido de que el partido debe abrir espacio a la renovación. Es impresentable que de los 52 parlamentarios no pueda contar con los dedos de una mano a los que tienen mi edad. En el Frente Amplio (FA) la mayoría son jóvenes, pero en la derecha siguen pensando que hay que llegar a los 40 para poder postular.

Francisco Orrego conoce bien a la generación del FA, ya que ocupó distintos roles en la dirigencia estudiantil mientras estuvo en la Escuela de Derecho: fue representante transversal (2006 y 2007) y representante académico (2008). En 2009 se presentó candidato a presidente del Centro de Alumnos donde compitió con Gonzalo Winter, aunque ninguno de los dos ganó. En 2010 se enfrentó a Camila Vallejo para encabezar la FECH, donde la actual vocera arrasó.

“Soy de una generación más chica que Gabriel, pero dentro de la escuela debatíamos harto —dice por el Presidente—. Ahora él se define como un socialista libertario, pero antes decía que estaban a la izquierda del PC. Conozco su discurso de los últimos 15 años, desde que empezaron con el Movimiento Autonomista en el 2006, herederos históricos de la «Surda», hoy Convergencia Social. Junto con los que integran el FA, hicieron una política descarnada contra la Concertación y fueron muy irresponsables políticamente”.

—Pero Gabriel Boric ha hecho varios mea culpa.

—Es hipocresía pura; él llegó al Gobierno mintiendo. Está en todo su derecho a cambiar de opinión, yo también lo he hecho, pero no puedes darte vuelta en todas las materias clave sobre las que hiciste política los últimos 10 años. Porque los muchachos cambiaron respecto de los retiros, del TPP-11, del rol de la primera dama, del rol de los delegados presidenciales, del concepto de terrorismo, el Wallmapu y la administración del Gobierno. Que Boric se haga responsable de todas sus posiciones políticas: cuando votó en contra de la ley de control de fuegos artificiales, de la ley de control de crimen organizado, del robo de madera o cuando presentó leyes para derogar la Ley de Seguridad del Estado, el control preventivo de identidad y la ley de aula segura. Gran parte de la crisis institucional que estamos viviendo hoy es por la crítica destemplada a los últimos 30 años.

Y finaliza: “En buena hora el Socialismo Democrático asumió la responsabilidad política de guiar a un Gobierno a la deriva. Hoy los ministros mejor evaluados son de los 30 años y, los peores, los de los 30 pesos y les están enseñando a gobernar. El problema es que no sólo se trata de dos generaciones distintas; son dos proyectos políticos muy diferentes. Ese es el problema que tienen: están pegados con chicle”.

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