“Soy nacido en esta zona; siempre he vivido rodeado del mar, es un lujo”, dice el nuevo rector de la Universidad Técnica Federico Santa María (UTFSM), Juan Yuz (47). Casado, dos hijas (6 y 11 años), con una reconocida labor docente en esa casa de estudios, asumió en octubre el máximo cargo del plantel ubicado en el cerro Placeres de Valparaíso (y con sedes en Viña del Mar, Concepción y Santiago).

Ingeniero civil electrónico, con un doctorado en la Universidad de Newcastle (Australia), su nombre ha llamado la atención por la temprana edad con que asume el cargo (para el período 2022-2026). “Me ayuda la falta de canas y que todavía no se me cae el pelo. No sé soy el más joven del grupo de universidades públicas no estatales”, dice.

“Esta universidad inaugurada en 1931, tiene la impronta de un castillo. Es de autoría del arquitecto Josué Smith Solar y es una de las mayores obras de arquitectura chilena del siglo XX,”, comenta quien también ha dado que hablar por las decisiones que ha tomado apenas instalado en su nuevo cargo.

—En su primer día como rector desvinculó a 15 trabajadores, ¿a qué se debió?

—Debimos tomar decisiones complejas. Los despidos fueron avisados, se basaron en criterios como redundancia de cargos; fueron parte de ordenar la casa. Se procedió bajo los procedimientos de la ley laboral.

El padre de Yuz estudió en la Santa María donde hizo clases de matemáticas y luego asumió un cargo en la vicerrectoría. Su madre egresó de la Universidad de Chile y se integró a la UTFSM en 1971 como profesora de matemáticas. Ambos estuvieron 35 años en el plantel. “Mis padres se conocieron aquí y se casaron justo antes del golpe militar”.

Yuz, el mayor de dos hermanos, virtualmente se crió en la universidad: “Asistí al jardín infantil que hay acá (el ‘Sansanito'). En los 80 tomé cursos de natación para los hijos de funcionarios. Aprendí a nadar en la piscina semiolímpica de la universidad. Recorría el campus, ubicado en los terrenos del exFuerte Pudeto, donde hay un cañón que era de la armada”, cuenta.

Además, fue dirigente estudiantil entre 1996 y 1998. “Aunque, nunca milité en ningún partido, cuando estaba en la universidad algunos me acusaban de rojo y otros de amarillo; pero siempre he sido más cargado para la izquierda”.

—¿Cómo lo marcó esa tendencia política en su mirada de la educación?

—Más allá del lado político, izquierda o derecha, me siento muy identificado con el testamento de Federico Santa María, en su visión de apostar por el desarrollo nacional. Ayudando a que las personas meritorias pudieran acceder a un sistema educativo que los llevara al saber humano.

—¿Valida el modelo neoliberal en la educación, a modo de reducir la intervención estatal?

—Es más bien responsabilidad del país, no solo de los pudientes, velar porque las personas tengan acceso a la educación. Mi abuelo, Óscar Eissmann me marcó en esto. Él fue jefe de bodega de la viña Macul en Santiago. Les enseñó a leer y escribir a los trabajadores. Venía del movimiento falangista de la Democracia Cristiana de Frei Montalva. Tuvo mucha conciencia social de apoyo al proletariado.

—¿Entonces, el acceso a la gratuidad en la educación superior es el mejor sistema para usted?

—Absolutamente. Nuestro plantel, con más de 90 años, históricamente tenía un sistema de gratuidad y no dudamos en adscribirnos desde el principio. Tuve varios profesores que vivieron en la UTFSM. La universidad les entregaba a los estudiantes alojamiento, comida, incluso vestimenta. Hay inscripciones en los edificios que dicen: “dormitorio, colegio de ingenieros”. El internado se acabó en los 70. Todavía damos un importante apoyo a los estudiantes a través de becas de residencia y de alimentación.

—Siendo que los profesores son la clave del proceso educativo, ¿la gratuidad no baja la calidad docente?

—Eso es súper relevante, porque este sistema, como se basa en aranceles regulados, ha tenido y tendrá, un impacto en los ingresos del medio universitario. De hecho, un tema en discusión en la ley de presupuesto, son los aportes por gratuidad. Incluso los aportes basales para todo el sistema universitario crecerán menos que la inflación. Y eso es una tremenda dificultad para el desarrollo de mediano y largo plazo de nuestras instituciones. Sin duda, el proceso de gratuidad ha estresado el sistema.

—En abril un grupo de académicos, entre ellos usted, hicieron pública una carta en el «El Mercurio» de Valparaíso donde hacían un duro diagnóstico sobre el estado de la universidad: caída de matrícula, gastos millonarios en medio de un ajuste presupuestario, mal clima laboral y despidos masivos.

—Así es, esas preocupaciones terminaron convirtiéndose en el eje de mi campaña de rectoría y esos antecedentes están en manos del Consejo Superior. Esperamos que en los próximos meses el Consejo informe sus resultados. Alguien nos dijo que la palabra que más se repetía en nuestro programa era “transparencia”. Creemos que es fundamental como universidad pública, a pesar de ser legalmente una entidad privada no estatal, ser muy responsables en el uso de los fondos. Estamos impulsando medidas donde la comunidad pueda acceder a información sobre el presupuesto institucional, los estados financieros y el sueldo de las altas autoridades.

—¿Cuánto es su remuneración mensual?

—Es del orden de los 10 millones brutos.

“Tenemos un valor que debe continuar siendo reconocido por el Estado”

—En una entrevista reciente a «El Mercurio», la rectora de la U. de Chile, Rosa Devés, dijo que “el programa del Presidente Boric dice que va a haber un fortalecimiento a la educación superior pública, y eso hay que ser honesta, no lo hemos visto nada”.

—La rectora plantea un punto que nos preocupa a todas las universidades públicas, que es que, en tiempos de ajustes económicos, se reducen en términos reales y de manera importante los aportes que recibimos del Estado. Esto, nos hace cuestionarnos de qué forma se pretende fortalecer en los próximos años el sistema de educación superior, al comprometer con esta disminución el desarrollo de proyectos de mejora a mediano y largo plazo.

—¿Qué papel jugará su universidad en el nuevo proceso constituyente? Devés, ya se reunió con los presidentes de ambas cámaras.

—Nuestra comunidad, a través de sus cuerpos colegiados, trabajaron propuestas para la Convención Constitucional y se reunieron con diversos miembros. Este proceso lo continuaremos como institución a través del Consejo de Rectores y del G9 (universidades públicas no estatales), cuyos presidentes ya se han reunido con el presidente del Senado y de la Cámara para plantear nuestras preocupaciones presupuestarias sobre el nuevo proceso constituyente.

—El Consejo Superior de la universidad expresó ante la Convención la importancia del rol que desempeñan las universidades públicas no estatales. ¿Hay que seguir fortaleciendo este aspecto?

—Creo que en el proyecto de Constitución no se reconoció el rol de universidades como la nuestra. Se hizo una diferencia muy tajante entre universidades del Estado y las que no lo son. Ser o no estatal es una condición jurídica, pero el aporte que hemos hecho al país no puede ser desconocido. Siendo una universidad privada, hemos formado más de 60 mil profesionales con un fuerte énfasis en ingeniería contribuyendo al desarrollo nacional. Tenemos un valor que debe continuar siendo reconocido por el Estado.

—¿Por qué no se dio ese reconocimiento en la propuesta constitucional?

—Puede deberse a temas históricos. El reconocimiento explosivo de las instituciones de educación superior privadas, en muchos casos terminó en tribunales por malas prácticas. Eso despertó alertas y estigmas hacia estas universidades. Es complejo reconocer cuáles entidades privadas o públicas están cumpliendo con su rol de probidad, transparencia y de calidad. No es lo mismo comparar situaciones como la Universidad del Mar, con las instituciones que estamos en el G9. En ese sentido, lo bueno es que, con entidades como la Comisión Nacional de Acreditación, estos procesos han servido para velar por la calidad del sistema de educación superior.

—¿Y cómo debería estar establecido el rol de estas universidades en una nueva Constitución?

—Si uno mira la historia constitucional chilena, se ha dejado abierta la posibilidad a que no solo sea el Estado quien contribuya a la formación en educación, tanto básica, media y universitaria. Las universidades agrupadas en el G9, hemos desarrollando desde su origen una función pública y están adscritas a un régimen público como las estatales. El rol de instituciones no estatales dentro del sistema de educación del país fue reconocido en la Constitución de 1925. Y además, nuevamente expresado con la reforma constitucional de 1971, donde se reconoce el carácter público de nuestras universidades.

“En mi carrera había solo una mujer entre 70 estudiantes”

—Los trabajadores que usted despidió al momento de su llegada a la rectoría, apuntaron en un comunicado que en las desvinculaciones hubo “una clara discriminación por género, al ser el 78% de las personas funcionarias mujeres”.

—No fue así. Y al contrario, en el gabinete de esta administración más de la mitad de los cargos son mujeres. En la rectoría anterior, si bien se marcaron hitos como la primera mujer vicerrectora de Asuntos Económicos y Administrativos, no se marcó esta señal.

—Cuando usted ingresó a la universidad en la década del 90 la presencia femenina era escasa o nula.

—Probablemente teníamos menos de 10% de estudiantes mujeres. En mi carrera había una sola mujer entre los 70 estudiantes de ingeniería que ingresamos. La primera ingeniera química, Graciela Muñoz, se tituló en esta universidad en 1964, 33 años después de que nuestra institución iniciara actividades. En 2021 logramos llegar a un 26% de estudiantes mujeres y tenemos un 16% de profesoras entre nuestros académicos y docentes de jornada completa. Estos indicadores son comparables a los de otras instituciones con foco en ciencia y tecnología a nivel mundial.

—En la admisión 2023 tendrán por primera vez cupos reservados para mujeres en las listas de espera de todas sus carreras, ¿Qué significa este paso?

—El fin es priorizar el ingreso femenino a nuestra universidad. Tenemos metas ambiciosas en nuestro plan estratégico para reducir sustancialmente las brechas de género. Esto a nivel de estudiantes de pregrado y de postgrado, así como en nuestros cuadros académicos y docentes. Nosotros hemos dado un claro mensaje en el nombramiento de nuestras más altas autoridades logrando paridad de género en los cargos que dependen directamente de la rectoría.

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