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Hay menos discriminación cultural, pero los sectores homofóbicos que quedan, actúan con mayor violencia y frecuencia”.

Hace 8 meses Ramón Gómez (43 años), activista del Movilh, recibió una llamada telefónica con insultos y amenazas de muerte. Justo en esos días se había celebrado el primer matrimonio igualitario en Chile. “Me dijeron que me iban a asesinar, que iban a ir a mi casa, que sabían dónde vivía, me detallaron la comuna, que tenían mis datos”, cuenta.

“No fue una, fueron cuatro llamadas en dos días. Lo primero que uno piensa es que esto no puede ser, y se engrupe solo bajándole el perfil. Pero después uno piensa en que pueden atacar a tu familia, a tu círculo cercano. Y luego uno no logra entender que ocurra solo por mi orientación sexual o porque soy activista. Uno se siente menospreciado, denigrado. Es muy cruel”, señala.

Y aunque presentaron una querella y lograron identificar al autor (quien reconoció el hecho), éste quedó libre.

El periodista, encargado del área DD.HH. de la organización, es enfático en señalar que los avances en los derechos de las diversidades sexuales y de género durante las últimas décadas han sido relevantes, pero también advierte que los “crímenes de odio han ido en aumento”: el año pasado fueron 3 y, en lo que va este año, ya van 5.

Para visibilizar el tema, mañana el Movilh está convocando a una marcha, con el fin de demandar una institucionalidad antidiscriminatoria y la modificación a la Ley Zamudio para elevar las penas.

-Si hay avances en derechos de las diversidades sexuales, ¿por qué hay más crímenes de odio?

-Porque hoy los sectores transfóbicos y homofóbicos que quedan, actúan con mayor violencia y con mayor frecuencia. Hay menos discriminación cultural, pero los pocos que quedan lo hacen con más violencia. Este año un chef de Quillota fue asesinado por un joven de 18 años, quien tras matarlo le escribe con plumón en su espalda la palabra “maraco”. Y hemos visto que cada vez que hay algún avance legal, esos sectores minoritarios se revelan contra ello y se ponen muy activos. Cuando lanzamos el libro “Nicolás y sus dos papás” tuvimos ataques en todos los lanzamientos del libro, y en la marcha del Orgullo, de junio, un grupo de encapuchados sacó una bandera del escenario y la quemaron.

-Su agresor reconoció el hecho, ¿por qué quedó libre?

-Y sin ninguna sanción, porque ni siquiera fue detenido. Eso demuestra lo débil que es la legislación. Lo más ridículo es que la persona «pide disculpas», diciendo que la homosexualidad era inmoral y que por eso me había amenazado. El caso se cerró. Es una impotencia enorme porque a lo que a uno le pasa se suma la falta de resguardo estatal. Durante semanas estuve muy asustado, cuando salía o llegaba a mi casa miraba si había algún auto desconocido, hasta dejé de usar ese teléfono. Y todo por tu orientación sexual o por ser activista. Si eso me pasa a mi, que soy activista, imagínate las minorías que no tienen un cargo visible.

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