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Aunque para el criterio de los productores el mejor año para el cine de terror en términos de taquilla fue el 2017, este 2022 ha sido importante en términos de impacto comercial, calidad y correlato con el mundo. Lo cierto es que hace cinco años la industria sacó cálculos financieros más cuantiosos –sin pandemia ni crisis económica de por medio– pero éste ha estado marcado por la aparición de una mayor cantidad de producciones de terror en los primeros lugares de los ránkings comerciales. Algunos ejemplos: “¡Nop!”, “Scream”, “The Invitation”, “Halloween: La noche final” y “Smile”. Esta última es un caso excepcional. Tuvo un costo de 17 millones de dólares y lleva más de 200 millones en ganancias desde su estreno en septiembre (sigue en cartelera en Chile). Gran sorpresa para los ejecutivos de Paramount que inicialmente pensaron estrenarla en streaming por miedo a las salas vacías. A pesar del temor, el fenómeno corroboró la regla: el cine de terror sigue siendo el género más rentable de todos y no es necesario innovar demasiado para llegar a la cima. Digamos que “Smile” no brilla necesariamente por su originalidad. Los tormentos y alucinaciones de una joven psiquiatra que se enfrenta a un caso traumático apuntan a un lugar común dentro del horror vinculado a la salud mental. Sus méritos radican en la habilidad del director, el debutante Parker Finn, para hacer saltar al espectador de la butaca y una campaña que ha destacado los desmayos supuestamente ocurridos en salas. Esta estrategia no es nueva. En los años 50, el productor y director William Castle estacionaba ambulancias afuera de los cines para gatillar el morbo de los espectadores.

Junto con poner en cartelera películas de fórmulas probadas y presupuestos reducidos que puedan estallar como fenómenos, la industria se ha dedicado este año a reestrenar clásicos de audiencia asegurada. En octubre, a raíz de Halloween, volvieron a las salas del país “El exorcista”, “Poltergeist” y “El resplandor”, tres títulos fundamentales dentro del género. Una operación comercial que se puede hermanar con la gran cantidad de secuelas de viejas sagas que han brotado este año como “Halloween: La noche final” (regreso del asesino ícono del cine slasher: Michael Myers) y “Scream”, lúcida vuelta de tuerca al éxito de los 90.

La nostalgia permea también en el streaming, un gran laboratorio para el género donde, por ejemplo, Stephen King ha dado rienda suelta a su imaginario, involucrándose en algunas adaptaciones de sus novelas y escribiendo también material original. El terror ha sido tan popular en los últimos años que compañías como Marvel lo han incorporado a sus universos. Un buen ejemplo de esto es “Hombre lobo de la noche”, estrenada el 7 de octubre en Disney+, un ejercicio de estilo que, con Gael García y en blanco y negro, homenajea los años dorados de los monstruos cinematográficos de estudios como Universal. Una época fundamental que no ha dejado de ser una influencia.

Ahora bien, el exceso de homenajes, reestrenos e ingredientes probados nos lleva a una pregunta inevitable: ¿ha podido despegarse el género del gran peso del pasado? O más claro aún: ¿podemos hablar de un nuevo cine de terror? La respuesta la tienen un par de películas independientes que han sabido cómo expandir el miedo a otros territorios, explotando la vocación alegórica que ha distinguido a este tipo de cine desde sus orígenes.

Otro factor decisivo para la comprensión del futuro cinematográfico ha sido también la pandemia y el estado de un mundo incierto que funciona como espejo de una larga tradición de visiones y proyecciones. Los últimos hechos de la humanidad han suscitado diálogos y reflexiones en torno al cine. ¿De qué forma alumbrarán el camino de lo que viene? Guillermo del Toro, responsable de la serie antológica “El gabinete de curiosidades” (Netflix), acaba de opinar en el diario El País lo siguiente: “El mundo se ha convertido en un lugar lleno de miedos que nos controlan, que se ciernen como nubes oscuras todos los días. Nunca hemos estado más cerca del final, por lo que los horrores que funcionan tienen que venir junto con una realidad identificable. Tienen que ser plausibles y de alguna manera más inmediatos”.Esa inmediatez e identidad parecieran ser las claves de la configuración de un nuevo cine de horror que busca sus formas en un año marcado por la producción y la variedad.

4 destacados cosecha 2022

“Barbarian”

Una de las grandes sorpresas de este año es esta ópera prima del independiente Zach Cregger que construye perversiones y oscuridades sobre una premisa sencilla: una joven arrienda una casa pero cuando llega se da cuenta de que también fue reservada por un tipo extraño. Un error posible que termina siendo una pesadilla de alto vuelo. En Star+.

“X”

Con estética setentera, esta aclamada película del director Ti West se ambienta en 1979 y sigue a un grupo de jóvenes que pretende filmar una porno en una granja de Texas. Lo que no sospechan es el grado de perversión y excentricidad de la pareja de ancianos que los reciben. Un ejercicio de estilo meticuloso, violento y sorpresivo. En Filmin.

“Hideous”

Horror, musical, LGBT+, psicodelia, gore. Este inclasificable cortometraje del cineasta francés Yann González –estrenado este año en Cannes– es producto de una colaboración con el músico inglés Oliver Sim, quien ha hablado públicamente sobre cómo es ser seropositivo. La sangre funciona entonces como metáfora y principal ingrediente de una fantasía desbordada de imágenes y sonidos. En Mubi.

“Fresh”

Si hay un elemento que distingue al cine de terror contemporáneo es la mixtura de géneros. Esta película de la debutante Mimi Cave comienza como una comedia romántica sobre una joven que busca el amor a través de aplicaciones hasta que conoce a un atractivo médico con el que comienza a salir. Las cosas entonces dan un giro incómodo hacia el terror sin perder la hilaridad oscura que la atraviesa. En Star+.

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