Para disgusto de su mujer, Steven Pinker llega a los aeropuertos lo más tarde posible. “Tengo un miedo patológico a llegar temprano”, dice el psicólogo. Pero, a sus 68 años, no ha renunciado a su capacidad de cambiar este hábito irracional. "Sí me recalibro".

Éste es el mensaje de Pinker para todos nosotros: que ser más racionales en nuestras decisiones nos haría más felices. Podemos recalibrarnos, porque los informes sobre nuestra irracionalidad han sido muy exagerados. La economía conductual — cuyos hallazgos sobre decisiones sesgadas han ganado varios premios Nobel — necesita un correctivo. “No comparto la conclusión más pesimista, que es que el ser humano es intrínsecamente irracional”.

En su libro “Racionalidad”, Pinker sostiene que, aunque a las personas se les dificulta el razonamiento abstracto, tomamos decisiones lógicas cuando los dilemas se basan en términos cotidianos. Al fin y al cabo, “obviamente somos racionales en el sentido del mundo que hemos construido. Después de todo, inventamos las vacunas, fuimos a la Luna”.

Pinker, profesor de psicología de la Universidad de Harvard, se considera un defensor de los valores de la Ilustración. Para sus muchos admiradores, entre ellos Bill Gates, es un oráculo del optimismo. Sus libros, como “Los ángeles que llevamos dentro” y “En defensa de la Ilustración”, recopilan datos que demuestran que los seres humanos viven más y mejor, aunque los titulares de las noticias sugieran lo contrario. “El periodismo es una muestra no aleatoria de las peores cosas que ocurren en la tierra en un momento dado. Cuando se mira el mundo a través de la lente de los datos, en lugar de los acontecimientos, parece mucho más positivo”.

Pero la perspectiva de Pinker se cuestiona en dos frentes. La primera es la persistencia de la irracionalidad. La gente no busca sus mejores intereses, ya sea jugando a la lotería u oponiéndose a un impuesto sobre el carbono. Las teorías conspirativas penetran ahora en los gobiernos. ¿Ha persuadido Pinker alguna vez a un creyente de QAnon para que vea la luz? “No lo he hecho. No. Pero siempre hay gente indecisa que podría ser persuadida. Nacen bebés todo el tiempo. No nacen creyendo que hay una cábala pedófila en el ‘Estado profundo', así que la persuasión tiene que enfocarse en ellos”.

El otro desafío proviene de las amenazas al bienestar humano. “Mantén la perspectiva. No todos los problemas son una Crisis, una Plaga, una Epidemia o una Amenaza Existencial”, escribió Pinker en su libro “En defensa de la Ilustración” (2018). Pero el mundo sufrió una plaga y ahora enfrenta amenazas existenciales. Tras la invasión de Ucrania por parte de Vladimir Putin, estamos cerca — no sabemos cuán cerca — de una guerra nuclear, por no hablar de los puntos de inflexión climáticos.

¿Han cambiado los dos últimos años la perspectiva de Pinker? “Ciertamente recalibré mi probabilidad subjetiva del atractivo de la conquista para los líderes políticos. Creía que eso se había acabado con los sacrificios humanos y las subastas de esclavos”, dice, con un tono suave y curioso.

“La invasión de Ucrania por parte de Putin cambió los datos. Hasta ahora, en términos de muertes en batalla por año, no está en camino de deshacer el progreso que se ha hecho desde la década de 1980. Pero podría hacerlo si se intensifica”. (El uso de un arma nuclear táctica por parte de Rusia “podría” no invertir la tendencia por sí mismo, aunque sería “verdaderamente horroroso”).

Pinker sostiene que la historia todavía se inclina hacia la razón. “Putin es verdaderamente anacrónico. Está empujando contra una corriente enorme. Las fuerzas que redujeron las guerras siguen operando, aunque no fueron lo suficientemente fuertes como para disuadir a Putin”. La respuesta internacional puede disuadir a otros déspotas. “Sospecho que la invasión no conducirá a un regreso a la era de la civilización bélica”.

Pinker, criado en una comunidad judía de Montreal, era ateo a los trece años. Se hizo famoso en el campo de la lingüística antes de dedicarse a cuestiones del progreso humano. Su trabajo ha chocado con el del lingüista Noam Chomsky, cuyas opiniones de izquierda radical sobre la política parecen a veces impermeables a la razón. "Olvídate de eso. A pesar de toda su brillantez, al principio de su vida se adhirió a una teoría demonológica de la historia", dice Pinker riendo. "Es lo último a lo que va a renunciar".

¿Cómo se puede razonar con Putin? Pinker señala el riesgo de escalada: la respuesta racional, alega, no es escalar directamente, sino cambiar las reglas del juego. Así es como Occidente parece ver las amenazas nucleares de Putin. "Incluso aunque Putin utilizara un arma nuclear táctica, la respuesta más probable no sería una reacción recíproca, sino planes para destruir la flota rusa del Báltico, para tratar de acumular aún más sanciones, para aislar aún más a Rusia. La esperanza sería que China e India se distanciaran de Moscú".

“Improbable”

Un conflicto entre grandes potencias desbarataría la visión de Pinker sobre el progreso. La Tercera Guerra Mundial es "improbable" pero no "astronómicamente improbable", dice. "Es una posibilidad para la que tenemos que prepararnos".

En otros aspectos, la oscuridad ya ha llegado. Pinker citó en una ocasión el índice Varieties of Democracy como prueba de la resiliencia democrática. Pero la última edición concluye sombríamente: "El nivel de democracia del que disfruta el ciudadano mundial promedio en 2021 ha descendido a los niveles de 1989. Los últimos 30 años de avances democráticos ha sido ya erradicados". Cerca del 70 por ciento de la población mundial vive en dictaduras. ¿Quizás el progreso no sea lineal? ¿O quizás sólo esté garantizado a largo plazo, cuando todos estemos muertos?

"Es evidente que vamos en la dirección equivocada en materia de democracia", admite Pinker. "La historia nunca es cíclica, pero puede ser caótica. No hay garantía de que no volveremos a un mundo como el de la década de 1970, cuando sólo había 32 democracias. Lo dudo, pero no se puede descartar".

Sostiene que la democracia tiene ventajas incorporadas. Las democracias "están abiertas a las sugerencias del mundo. En cambio, las autocracias no corrigen: "Es posible que eso se esté viendo ahora en China, con las políticas de "cero Covid. Este tipo de actitud podría debilitar el liderazgo chino a largo plazo".

Una crítica a Pinker es que su trabajo genera complacencia. Si creemos que las cosas siempre mejoran, eliminaremos algunos de los mecanismos por los que han mejorado, por ejemplo, las protestas y la política. "Es todo lo contrario", dice: si no crees que las cosas mejoran, puedes caer en el fatalismo.

¿Es activo políticamente? "Especialmente durante el mandato de Trump, abrí definitivamente mi chequera. Mi esposa Rebecca (Newberger Goldstein, filósofa y novelista) y yo describimos esas acciones como nuestros intentos de altruismo ineficaz, ya que apoyamos a un candidato fracasado tras otro. En 2016 creo que fui el segundo donante más generoso al partido demócrata entre los profesores de Harvard".

La política estadounidense se beneficiaría de más científicos y menos abogados, porque los abogados "sólo quieren ganar la discusión", dice. Pero señalo que algunos de los políticos menos fiables son médicos, como el candidato republicano al Senado Mehmet Oz. "¡Los médicos no son científicos! Los médicos son descendientes profesionales de los barberos cirujanos medievales. Hay un número sorprendente de médicos que no piensan científicamente". (Pinker es donante de la campaña de Bill Foster, el único físico doctorado en el Congreso).

Mentalidad mitológica

Pinker sostiene que los seres humanos tienen una "mentalidad mitológica" cuando se trata de cosas que están fuera de su experiencia personal: con mucho gusto creemos cosas de las cuales no hay pruebas. Por lo tanto, a menudo es racional complacer la irracionalidad del otro: Los políticos republicanos deben fingir que no creen en el resultado de las elecciones de 2020. "Por eso tenemos instituciones: como la ciencia, el periodismo responsable, la democracia liberal, un sistema judicial". Así que el problema de la racionalidad es en realidad un problema político de defensa de las instituciones y de disminución del partidismo.

Mientras hablamos, llega gente a una mesa cercana. Sus voces altas a veces ahogan la defensa de la Ilustración que hace Pinker. Es una metáfora de algo.

Pinker identifica acertadamente la tendencia al pesimismo de los medios de comunicación. Pero otro de los fallos de los medios de comunicación es tratar a un pequeño grupo de pensadores — incluyéndolo a él — como autoridades en casi todos los temas. ¿Se siente incómodo en algún momento? "Tengo que recordarme que no debo meterme en todas las polémicas, ni ser un gurú o un profeta o un oráculo. Más bien tengo que enmarcar mis propias opiniones con el grado adecuado de incertidumbre", dice. Un mal momento fue su aparición en el programa Question Time de la BBC, donde se vio desconcertado ante preguntas sobre la política británica.

¿Serán algún día estándar las interfaces cerebro-computadora? Para el tratamiento de padecimientos que causan el deterioro de las personas, posiblemente. Para la mejora de la gente normal, lo dudo mucho. El cerebro es demasiado complicado.

¿Ha llegado a su apogeo la "cultura de la cancelación"? La marea podría cambiar. No creo que haya cambiado todavía.

¿Eres vegetariano? Debería serlo, pero no lo soy. Soy reduccionista.

¿Cuánto te costó el último corte de pelo? ¿US$50? Más que una barbería, menos que el de un político.

Mientras tanto, el mundo de la tecnología ha engendrado la hiperracionalidad. El altruismo eficaz se pregunta cómo puede el ser humano hacer el mayor bien posible, incluso donando la mayor parte de su salario a la caridad. Su vástago, el largoplacismo, sostiene que debemos maximizar el bienestar de quienes aún no han nacido. ¿Qué opina Pinker al respecto? "Ya no es popular. Yo era un gran defensor del altruismo efectivo, ‘¿Deberías donar tu dinero de caridad a los mosquiteros contra la malaria o a la perforación de pozos?' Pero cuando se trata de 'prioricemos cómo evitar que la inteligencia artificial nos convierta en clips, o maximizar la posibilidad de que podamos subir nuestro conectoma (el diagrama de cableado sináptico del córtex) a la nube y crear billones de conciencias', creo que no es tan racional".

Reducir los riesgos de una guerra nuclear

Las preocupaciones de Pinker son el cambio climático y la guerra nuclear. Está a favor de la energía nuclear ahora y a favor del desarme nuclear [algún día]. En “Racionalidad”, señala que el peor accidente nuclear, el de Chernobyl, mató aproximadamente a tantas personas como las que mueren por las emisiones de carbón cada día. Mientras tanto, apenas en 1986, Ronald Reagan y Mijail Gorbachov propusieron conjuntamente el desarme. La geopolítica ha cambiado, pero los países podrían reducir los riesgos de guerra nuclear, por ejemplo, acordando políticas de "no atacar primero".

"Si somos complacientes con el cambio climático y la estabilidad de las armas nucleares, podrían suceder cosas terribles", dice Pinker. "Nuestra única opción es lidiar con ellos de la forma más racional posible". Me despido de él, pensando que es más justo y menos tranquilizador de lo que había imaginado. También me preocupa que vuelva a llegar tarde.

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