Radicado en España, el sociólogo chileno Alberto Mayol sigue los ires y venires del Frente Amplio y de su participación en la coalición gobernante y con esa mirada y guardando las diferencias del tamaño de cada país, dice que hoy el FA es más que Podemos, aunque las ideas siguen fluyendo con más fuerza desde el país ibérico hacia acá, que al revés.

—¿Cuáles son las relaciones más importantes entre el FA y Podemos? ¿Ese vínculo hoy es más relevante que el del PS con el PSOE?

—Hay mucha simetría en los procesos del PSOE y el PS y de Podemos y el Frente Amplio, en los tipos de liderazgos también. Podemos fue mucho más grande que el FA antes y hoy es al revés: la influencia del FA en Chile y la región es más grande que la de Podemos. La relación fundamental es transferencia estratégica e intelectual. La estratégica suele ser, no siempre, desde los partidos españoles hacia Chile. El sistema español es parlamentario, entonces no es un modelo tan exportable, pero hay una homología en los partidos que es muy fuerte. Yo diría que hay más influencia en políticas públicas que en trabajo político de los partidos.

—¿En qué políticas públicas?

—Inspiración en materia de familia, como las familias de acogida, hay aprendizaje en manejo de gestión de basura en municipios y fomento de energías renovables, como la eólica, en temas de juventud y tienen sentido porque las políticas públicas españolas son de buena calidad, como los Sapus (salud local).

—Alguna vez comentó que se topaba con gente del FA en seminarios internacionales, pero que más que escuchar se dedicaban a buscar relaciones. ¿Puede dar un ejemplo?

—Sí, en un encuentro anual del partido en México, en reunión preparatoria del Foro Social, ellos estaban más en el relacionamiento.

Tras ello dice que un conocido comentó que parecían estar más interesados en lograr una llegada al magnate George Soros, creador de la Open Society Fundation, que en el seminario.

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Con sus historias dictatoriales, retornos a la democracia con la participación de socialistas y nuevas coaliciones “espejo”, no solo hay poder en España, sino también una forma de hacer política que conecta con la chilena y con un sistema de relaciones en movimiento, merced a las maniobras de nuevos actores, que hacen reaccionar a los partidos tradicionales, que ven peligrar sus áreas de influencia.

Por ejemplo, en dos semanas, uno de los líderes del izquierdista Podemos de España, Pablo Iglesias, se dio una vuelta por Chile, reuniéndose con representantes del Frente Amplio y lo mismo hizo poco después la diputada del centroderechista Partido Popular, Cayetana Álvarez de Toledo, con figuras de Chile Vamos. Esta semana el presidente de RN, Francisco Chahuán, visita a España y sostendrá encuentros con miembros del PP y lo propio hará próximamente José Antonio Kast, del Partido Republicano, quien se juntará con eurodiputados de la derechista Vox.

Ya es tradición que partidos de Chile Vamos busquen relaciones con el PP, así como el PS con el Partido Socialista Obrero Español, PSOE. Lo nuevo está en los extremos, como ya se verá.

Lo que ganan

Las inversiones españolas comenzaron su auge en los 90. Desembarcaron, sobre todo en áreas de tarifas reguladas a través de empresas como Telefónica, Aguas Andinas, Endesa (entonces ibérica) y Sacyr. A fines de los 80 cobraba auge un centenario vínculo con el PSOE, particularmente entre el presidente de España por casi 14 años (1982-1996) Felipe González y políticos chilenos como Ricardo Lagos y Andrés Zaldívar, que acudieron en búsqueda de respaldo para derrotar a la dictadura militar. Platas por “vías negras” hubo, como reconocería Zaldívar a “La Segunda” en 2013.

El financiamiento irregular de la política reflotó en 2016 con la investigación del Ministerio Público, en que fue sobreseída la mayor parte de las compañías tras, tras rectificar sus declaraciones de impuestos. Fueron indagadas firmas como Aguas Andinas y Endesa, que repartían dinero de manera transversal, por ejemplo, a través de apoyos a centros de pensamiento. Era una conducta compartida por casi una treintena de empresas.

Producto de leyes de transparencia y probidad y del efecto del caso SQM, el chorro se cortó. En ello coinciden el exdirector ejecutivo de Chile21 (progresista), Francisco Vidal y el exministro de telecomunicaciones y exsuperintendente de electricidad y combustible, Sergio Espejo. Aunque este último dice que “no hay que ser ingenuos” (ver recuadro).

Según Vidal, los intereses de los partidos chilenos van por un lado más político que financiero: “Españoles e italianos tienen empresas reguladas y colocan directores, pero no es más que eso; en su momento Telefónica nombró como director a Fernando Bustamante, hombre de confianza de Lagos, Óscar Guillermo Garretón fue presidente de Telefónica. Pero no hay una conquista del tronco del poder. Los italianos con Enel tienen a Herman Chadwick de presidente del directorio hace años, en algún momento tuvieron a Tironi, hoy a Pablo Cabrera, vinculado al freísmo. Herman Chadwick fue presidente de las concesionarias. Pero hoy las empresas no pueden donar. La lucha por el poder de verdad está en otro frente. No es que los políticos estén tan interesados en ellos, es al revés: los españoles tratan de tener relaciones con el mundo político relevante en el país en que invierten”, dice.

Las ganancias más fuertes corren por otro carril. Como se dijo al inicio, hay historias similares y ahora último al progresismo español se le apareció por a izquierda Podemos (2014) y al chileno el Frente Amplio (2017); y a la centroderecha española le salió por su derecha Vox (diciembre de 2013) y a la chilena el Partido Republicano (2019).

Por ello pueden copiar experiencias exitosas y evitar los fiascos, como cuenta Andrea Ojeda, vicepresidenta de RN y de la UPLA, quien dice que “hace poco estuve con Cuca Gamarra (secretaria general del PP)” y asegura tener buenas relaciones con “populares” como el diputado Jaime de Olano, la concejal Encarnación Jiménez, Francisco Fernández-Lasquetty (mano derecha de la presidenta de la comunidad de Madrid y presidenciable, Isabel Díaz Ayuso), con la directora de la Fundación Concordia y Libertad, Maribel Alañón y otro sinfín de personajes, incluyendo al presidente del PP hasta abril de este año, Pablo Casado.

“Nos interesa mucho cómo en el PP plantean su estrategia respecto de Vox”, dice desde la UDI Isabel Plá, quien lleva las relaciones internacionales de su partido en la Upla. En temas de mujer está conversando con dos diputadas españolas sobre “cómo enfrentamos las miradas más radicales”. Hoy la diputada y secretaria general de la UDI, María José Hoffmann, está en contacto directo con el PP. Reconoce que por ahora “el tema internacional está submarineado por la contingencia (la seguidilla de elecciones en Chile)” y añade que están “trabajando en una agenda para noviembre”.

En contraposición, Republicano está a full y sobre todo desde que José Antonio Kast, al igual que cualquier presidenciable, necesitó mostrar roce internacional en las elecciones del año pasado. Desde 2018 el partido inició una serie de visitas de ida y vuelta. Aprendieron, dice su encargada internacional, Beatriz Hevia, de “organizaciones de la sociedad civil” y “de medios”. El sociólogo Alberto Mayol añade que “las tecnologías de trabajo de la ultraderecha española están muy bien hechas, la forma de agendar temas y financiar”.

Un dirigente de la tienda afirma que, por ejemplo, estudiaron cómo manejar las redes sociales y los bots.

Gestiones del FA

En abril de 2018 Boric decía que le interesaba “mucho la experiencia de Podemos en España”, que a penas nació logró 69 diputados de 350, amenazando con desplazar al PSOE. Pero en comicios posteriores retrocedió y en 2020 pactó con el PSOE para formar gobierno, donde es minoría.

El exministro José Antonio Viera-Gallo (PS), afirma que lo sucedido entre 2014 y 2015 causó inquietud aquí. Recuerda que “antes venía mucho Felipe González, aunque eso era más por Lagos, con quién tenía un grupo de amigos”, vínculo que hoy se proyecta en una relación —aunque no tan cercana— entre el presidente Pedro Sánchez y la timonel socialista, Paulina Vodanovic. El ministro del Tricel Jaime Gazmuri (PS), luego de contar que hoy vínculos privilegiados los llevan Juan Pablo Letelier e Isabel Allende, hace un pequeño contrapunto: “las relaciones con el socialismo español se fortalecieron con la muerte de Franco (1975) y con el contacto de Erich Schnake con Felipe González”.

En ambas naciones los nuevos partidos de izquierda y los socialistas tradicionales terminaron pactando. Claro que en España con un presidente del PSOE y en Chile del Frente Amplio. El FA aprendió de ellos, según confidencia el senador Ignacio Latorre (RD), quien fue el encargado de las relaciones internacionales de la campaña de Boric (ver red). “El asalto al poder de Podemos fue más rápido que el nuestro… Se generaba un escenario para aprender, por ejemplo, de la necesidad de formar partidos políticos. De pasar de la protesta a la disputa política institucional”, sostiene.

Latorre dice que para la presidencial también le tocó contactarse con gente del PSOE, además de Izquierda Unida y Errejón, quien quebró con Podemos y afirma que “Boric tiene su vínculos directos con Iglesias y Montero.

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Concesiones, sanitaria y telecomunicaciones son áreas que concentran grandes inversiones españolas en Chile y que en común tienen que se trata de entrega de servicios regulados por el Estado. Y esas compañías en sus directorios cuentan o han contado con presencia de políticos (ver central). El abogado de Aylwin y Cía, exministro de Transportes y Telecomunicaciones con Bachelet, exsuperitendente de electricidad y combustible con Lagos y exdiputado DC (2014-2018), Sergio Espejo, entiende de esos mercados y de su relación con la política; además de ser un observador del proceso español.

—¿Por qué hay tanto interés de los partidos chilenos por vincularse con los partidos españoles?

—La reputación es la primera razón. La marca propia se muestra vinculada a un producto exitoso. Segundo, los partidos en países desarrollados permiten conectar a los partidos chilenos con posibilidades de formación, desarrollo estratégico para sus liderazgos internos, elaboración de programas y análisis de políticas públicas; entrega un músculo del que la mayoría carece. Tercero, gobernar en un mundo global se facilita con vínculos.

—Se entiende que las empresas españolas busquen vinculación con el mundo político, pero ¿qué ganan los partidos con esas vinculaciones?

—El desembarco de las multinacionales españolas a fines de los 90, en telefonía, servicios sanitarios y energía, tiene mucho de lo que describe. Todas habían sido empresas públicas en España o tenían una matriz pública en el origen... Se trataba de corporaciones “con bandera española” y en gobiernos afines allá y acá. Se observa en los nombres que integraban sus directorios y en muchos de los ejecutivos de la época. Sin embargo, esto ocurre cuando las leyes de probidad estaban recién tomando forma, antes del escándalo del financiamiento de campañas, del caso Soquimich, de las boletas “ideológicamente falsas”. Hoy esa situación no es igual. Diría incluso que las grandes empresas, particularmente de capitales internacionales, han procurado alejarse del mundo político y de las complicaciones que este vínculo les trajo. No hay que ser ingenuos. No es que los vínculos se hayan vuelto inexistentes, pero son muy menores a lo que conocimos.

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