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La televisión digital, en su afán de crear contenidos exitosos, ha explotado una fascinación que es tan antigua como el crimen: el morbo, es decir, la atracción que despierta en nosotros lo desagradable, la crueldad, lo prohibido. En particular, el culto a los asesinos en serie es un antiguo embrujo de masas. Vale mencionar que uno de los planes turísticos más cotizados de Londres es el tour de Jack el Destripador, mientras que Seattle ofrece un demandado recorrido por los lugares donde Ted Bundy asesinó a más de 25 mujeres.

Ahora, la serie “Monstruo: La historia de Jeffrey Dahmer” ocupa el primer lugar de las producciones más vistas en Netflix y ha generado discusiones tanto sobre sus explicitaciones como sus omisiones. Después de todo, Jeffrey Dahmer violaba y comía a sus víctimas. ¿Cómo se puede trasformar eso en un espectáculo televisivo?

El showrunner Ryan Murphy sabe bien cómo hacerlo porque se ha convertido en una suerte de provocador del streaming; un explorador de osadías sometido siempre a las reglas y límites de la televisión; un niño mimado que hace lo que quiere bajo el alero de una compañía que ahora le ha confiado una tarea mayor: reinstalar en la cultura pop, y ubicar en la pantalla digital, a uno de los criminales más extremos de la historia policial. La operación de Netflix será reforzada este viernes con el estreno de la miniserie documental “Conversaciones con asesinos: Las cintas de Jeffrey Dahmer”, una apuesta aún más escalofriante que la comentada serie. ¿Puede la ficción competir con la lobreguez del registro documental?

En este caso, pareciera que el tema supera al resultado. Es decir, “Monstruo” pudo haber sido mejor o peor de lo que es y seguiría suscitando el mismo nivel de entusiasmo. Se podría decir, de hecho, que no es de las mejores series de Ryan Murphy. La tensión y la provocación –probablemente sus grandes méritos– se ven contrarrestadas por un apego a las convenciones que deviene en inercia. Aunque se permite jugar con la banda sonora (el gusto por la cultura pop es una marca del realizador), no hay aquí mucho espacio para la diversión escénica habitual en el showrunner. Digamos que Murphy no es el argentino Luis Ortega, quien en la película “El ángel” transformó la vida y obra del asesino en serie Carlos Robledo Puch en una llamativa caja de sorpresas formales.

“Monstruo” comienza desde el final: cuando una víctima de Dahmer, recogida en un bar gay, logra escapar. Tuvo suerte. Entre 1978 y 1991, el asesino violó, descuartizó y comió los restos de 17 personas en Milwaukee. Murphy disecciona al monstruo: explora su gusto por abrir animales en la infancia, los traumas de una familia disfuncional, su búsqueda de una identidad sexual, los juicios, su fin. Lo hace sin empatizar ni lo más mínimo con el asesino. El título, de hecho, ya marca una postura moral.

“Conversaciones con asesinos: Las cintas de Jeffrey Dahmer” es el complemento perfecto de la serie. Si Murphy mantiene una sensata distancia con el retratado (probablemente no podría ser de otra manera), el documental recoge sus confesiones, grabadas por una abogada de su equipo legal. Ahora escuchamos al monstruo hablar de sus crímenes, su modus operandi y una motivación caníbal que, como confiesa, no es capaz de procesar con los mecanismos de la razón. El responsable de la producción es Joe Berlinger, director especializado en crímenes que también estuvo detrás de “Las cintas de Ted Bundy” y “Las cintas de John Wayne Gacy”. Un especialista en oscuridades y en alimentar las exigencias morbosas de la nueva televisión.

Otros monstruos

Las series sobre Dahmer coronan una tendencia de larga data que han generado ganancias y altas sintonías. Es que las historias de asesinos en serie son el costado más lucrativo del true crime, una fuente de investigaciones y exploraciones audiovisuales que parecieran no extinguirse.

La triple apuesta

sobre Ted Bundy

Antes de Dahmer, Netflix explotó la figura de Ted Bundy, un tipo encantador que escondía una vida brutal de asesinatos en serie. El FBI contó 39 víctimas. Murió en la silla eléctrica en 1989. “Conversaciones asesinas: las cintas de Ted Bundy” construye su historia con grabaciones y material inédito. “Ted Bundy: la confesión final” narra el caso desde el punto de vista de un agente del FBI interpretado por Elijah Wood. La plataforma antes estrenó “Extremadamente cruel, malvado y perverso”, protagonizada por Zac Efron en los zapatos del criminal.

“Las cintas de

John Wayne Gacy”

Tuvo cargos en la política, era amado por su comunidad, se disfrazaba de payaso para entretener a los niños. Nadie sospechaba que en su casa había enterrado a sus víctimas. Fueron 33, todos hombres jóvenes a los que violó y mató. Al igual que Ted Bundy, John Wayne Gacy era un tipo encantador, lo que calza con algunos análisis que se han hecho sobre la mente criminal. En su libro “Mi vida entre asesinos en serie”, la psiquiatra forense Helen Morrison anotó: “Nunca sé bien con quién estoy lidiando. Son amistosos, amables, solícitos cuando empezamos a trabajar. Son encantadores, increíblemente encantadores, carismáticos como Cary Grant o George Clooney”.

La serie documental reconstruye los escalofriantes crímenes con testimonios y material de archivo privilegiado.

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