Contrariados. Ese era el principal sentimiento que se palpaba anoche en el Novo Hotel, en plena Avenida Paulista de Sao Paulo, lugar donde se instaló el comando del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.

“Frustrante”; “decepcionante”; “no lo esperábamos; “ganará en la segunda vuelta, pero le será muy difícil gobernar”, afirmaban los militantes y seguidores de Lula y el Partido de los Trabajadores. “Fue sorpresivo”, aseguró uno de los asesores del líder de la izquierda brasileña.

Preparados para celebrar un triunfo en primera vuelta, que lo dejó a menos de dos puntos de la hazaña, pero ni la espectacular remontada en los cómputos hizo subir el ánimo de los presentes. Tampoco el dato que de las últimas cinco elecciones en Brasil, con los triunfos de Lula (2002 y 2006), de Dilma Rousseff (2010 y 2014) y del propio Bolsonaro (2018), siempre el candidato que sacó más votos en la primera vuelta venció en la segunda.

Lula está a 1,8 millones de votos de ganar la segunda vuelta en Brasil el próximo 30 de octubre según publicó el diario O'Globo.Y tiene la primera opción en comparación de los 6,7 millones que necesita el Presidente Jair Bolsonaro.

Sin embargo, de ser electo el exmandatario tendrá que gobernar con un Congreso Nacional claramente conservador. “Si el elegido en la segunda vuelta es Lula, lo tendrá francamente difícil”, son los análisis hoy en Brasil.

“El Brasil que salió de las urnas el 2 de octubre está más a la derecha de lo que apuntaban todas las encuestas”, afirmó la columnista de O'Globo, Vera Vera Magalhães.

Un congreso de derecha

El avance del conservadurismo en Brasil quedó plasmado por la sorpresiva votación que obtuvo Bolsonaro, también por las elecciones parlamentarias y las de gobernadores. El Partido Liberal (PL), al que pertenece el Mandatario, tendrá la mayor bancada de la Cámara de Diputados, con 99 escaños. La Cámara baja tiene 513 asientos, pero para el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula será casi imposible construir una mayoría, ya que entre las decenas de partidos con representación, la mayoría estarán en el margen que va del centro a la extrema derecha.

En el Senado, que renovaba un tercio de sus asientos, el partido de Bolsonaro también tendrá la mayor bancada, 14 de 81. Pero el Presidente consiguió colocar a ocho senadores más de los que tenía hasta ahora, y el Senado también estará repleto de antiguos altos cargos del gobierno.

Por ejemplo, el vicepresidente de Brasil, el general Antonio Hamilton Mourão, ganó su cupo en la Cámara Alta, igual que la polémica exministra de la Familia, Damares Alves (quien dijo la frase “los niños visten de azul, las niñas de rosa”), También lo hizo la exministra de Agricultura, Tereza Cristina da Costa, aliada y lobista del poderoso agro brasileño y el exministro de Ciencia Marcos Pontes. Además fue electo el exjuez que condenó a Lula y después fue ministro de Justicia de Bolsonaro, Sergio Moro. También el fiscal Deltan Dallagnol, clave en la operación Lava Jato, que hizo sucumbir al PT hace unos años, será diputado. Este último incluso le ganó a la presidenta del PT, la popular y mediática Gleisi Hoffmann en su distrito.

De resultar electo Lula, “su capacidad de gobernar será muy limitada. Con un Congreso como el que se conformó y varios gobernadores opositores se entorpecerán los debates sobre impuestos y reforma tributaria”, aseguró el analista político Guilherme Casarões, de la Fundación Getulio Vargas.

“Es algo extraordinario y que desequilibra el juego. Creo que Lula ganará en segunda vuelta, pero tendrá que enfrentarse a una ‘tercera vuelta' con un Congreso totalmente hostil y se ocupará desde amenazas de destitución y pautas-bomba, como proyectos de ley que detonan el presupuesto”, afirmó, por su parte, el historiador y politólogo Luiz Felipe de Alencastro a BBC Brasil.

Según el analista político Mauricio Santoro, de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ), en declaraciones al diario La Nación de Buenos Aires, el Congreso “será uno de los problemas para Lula”, si es que se impone en Brasil en la segunda vuelta.

Gobernadores: En Río gana la derecha; en Sao Paulo van a segunda vuelta

Unos resultados que dejaron al Congreso brasileño com el más conservador de la historia del país. Ni siquiera cuando Bolsonaro ganó hace cuatro años atrás. Hay que recordar que cuando el actual Presidente llegó al poder, lo hizo sin un partido fuerte.

Sin embargo pudo gobernar con con el respaldo de la bancada llamada “BBB” (las siglas de “buey, bala y biblia”), como se les llamó a los parlamentarios que defendían los intereses del sector agrícola y ganadero; a los militares y policías y los religiosos, sobre todo evangélicos. Juntos formaron un bloque conservador en el que se apoyó Bolsonaro.

Un triunfo conservador que no sólo se vio en el Congreso. En las elecciones para gobernadores también realizadas ayer, la derecha también arrasó. De los 27 estados que tiene Brasil, en tres ganó el PT de Lula mientras que once quedaron en manos de la derecha, no necesariamente bolsonarista. El resto de las regiones tendrán segunda vuelta.

En Sao Paulo, el estado más poblado y centro financiero de Brasil, el exministro de Minas y Energía de Bolsonaro, Tarcísio de Freitas rompió los pronósticos electorales y superó al delfín de Lula y excandidato presidencial, Fernando Haddad. Ambos se enfrentarán de nuevo el 30 de octubre. Una sorpresa porque las encuestas situaban al exjefe de cartera en segundo o incluso tercer lugar. Mientras en Río de Janeiro, no habrá segunda vuelta: el derechista Claudio Castro arrasó y venció al candidato apoyado por Lula.

Tales sorpresivos resultados de inmediato comenzaron a ser analizados por los expertos brasileños.

“Brasil es un país mucho más conservador que hace 20 años. Tienen otro tipo de presencia, sobre todo en las redes sociales y en el poder de movilización. Y, además, el Partido de los Trabajadores está más debilitado que en el pasado. Los escándalos de corrupción hicieron mella”, agregó Santoro.

Cuando Lula gobernó entre 2003 y 2010, el entonces mandatario no se enfrentó a este grado de polarización y poder de los grupos conservadores, más organizados, movilizados e, incluso, armados, tras las flexibilizaciones en la venta de armas firmadas por el propio Bolsonaro.

“Hay una nueva entidad político-social. Una agenda conservadora más fuerte, anti-intervencionista del Estado, con libertad de fe, de portación de armas. Esa agenda está en su tope en Brasil. Es algo nuevo”, indicó por su parte Alberto Pfeifer, del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad de Sao Paulo.

Según el historiador de la Universidad de Harvard, Sidney Chalhoub el avance conservador en Brasil no es inesperado cuando se piensa a largo plazo. Para él, la elección de Bolsonaro en 2018 fue la culminación de un proceso iniciado cinco años antes, en la figura de un “líder carismático que tiene una conexión con estas masas de conservadores y simpatizantes de la extrema derecha en el país”, afirmó a la cadena BBC Brasil.

“Eso sorprendió en 2018 y sorprende ahora de nuevo con una nueva demostración de fuerza electoral de la extrema derecha brasileña y no sólo del propio Bolsonaro. Tenemos que entender lo que cambia en la voluntad del votante en este nuevo mundo en el que las redes sociales son más importantes que otras formas de hacer campaña electoral, porque algo salió mal, y las encuestas no detectaron ese panorama”, agregó Chalhoub.

LEER MÁS
 
Más Información