Tomas Wiklund, embajador de Suecia en Chile, cuenta que la institución que representa lleva años en un esfuerzo por comunicar cada vez más y mejor a través de las redes sociales.

-No muchos embajadores usan la “diplomacia digital”. ¿A qué responde la estrategia?

-Utilizar una cuenta personal como embajador abre posibilidades de dar una imagen más informal y personal sobre mi trabajo y el de la embajada. Quizás sea posible despertar un interés entre grupos fuera de los propios diplomáticos y políticos sobre nuestro trabajo y en extensión sobre Suecia y las relaciones con Chile. Además, trabajar de esta manera va muy bien con el perfil que queremos proyectar de Suecia como un país moderno y transparente. El objetivo de Suecia es ser líder en diplomacia digital. La estrategia más específica se enfoca en generar un movimiento concreto; desde la presencia digital a la física, donde nuestra actividad digital tenga un efecto medible fuera de lo digital.

-Si hubiese un conflicto con Suecia ¿Cómo operaría a través de las redes sociales? ¿Se silenciaría en Twitter o explicaría?

-Depende del conflicto. Siempre tratamos de ser transparentes, pero a veces un conflicto requiere discreción para no agravarse.

-¿Cómo decide cuándo publicar un contenido?

-Trato de encontrar un balance entre contenido con un vínculo más concreto con mi misión y con contenido más personal. Es importante publicar contenido que me interese a mí mismo, así es más auténtico. También trato de encontrar aspectos y temáticas que nos unan como países para que sea una conversación y no un mensaje que vaya desde Suecia hacia Chile.

-Especialistas señalan que países como Suecia tienen protocolos para utilizar redes sociales y evitar riesgos ¿Es así?

-Tenemos protocolos o guías para todo tipo de trabajo. Son recomendaciones. En general, como diplomáticos suecos tenemos mucha libertad de trabajar con las redes sociales. Desde el Ministerio de Relaciones Exteriores nos invitan a hacerlo activamente. Se le da mucha prioridad a la comunicación digital.

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Es un fenómeno global, creciente, relevante. Va a tener un impacto en la forma en que se entienden las relaciones diplomáticas”, Juan Luis Manfredi, Georgetown University.

En otros países existen guías oficiales y las cancillerías dedican tiempo y recursos para que sus diplomáticos tengan entrenamiento en el manejo de medios sociales”, Matthias Erlandsen, FLACSO Chile.

El principal fin es llegar a públicos que son deseados por el embajador y la política que defina su país”, Fernando García Naddaf, Escuela de Ciencia Política UDP

BERNARDEETE MEEHAN EMBAJADORA DE EEUU EN CHILE

El embajador de Israel, Gil Artzyeli, publicó esta foto junto a su par de EEUU justo el fin de semana de la polémica con el gobierno chileno. Pese a que el Presidente Gabriel Boric no recibió sus cartas credenciales –sitación que se resolverá el 30 de septiembre- Artzyeli siguió en actividades. En Twitter, además de compartir el registro con la embajadora Meehan, se mostró con la diputada del Partido Republicano, Chiara Barchiesi, y se dedicó a retuitear publicaciones de la cuenta oficial de su país: “Israel considera sumamente grave el comportamiento desconcertante y sin precedentes de Chile. El hecho afecta seriamente las relaciones entre los países”.

Primer acto, la embajadora comiendo empanadas en La Reina. Segundo acto, la embajadora bailando cueca. Tercer acto, la embajadora en la Parada Militar. Cuarto acto, recorriendo La Vega. Así han sido los dos últimos fines de semana de Bernadette Meehan, la nueva representante de EE.UU. en Chile. A pesar de que llevaba solo días en el país, se sumó a los festejos y compartió sus fotos en Twitter: “Todavía me cuesta creer que estoy aquí y que tengo la oportunidad de comenzar a conocer las tradiciones de Fiestas Patrias en Chile”, declaró en redes.

No son publicaciones al azar. Responden a una táctica emergente en la diplomacia internacional, especialmente en el “primer mundo”: la “twiplomacy” –que traducimos aquí como tuitplomacia- o diplomacia digital, que usa las redes sociales para influir en públicos mucho más diversos que los tradicionales del ejercicio diplomático.

De hecho, Meehan no está sola. Aterrizó a fines de agosto y desde el primer día Tomas Wiklund ha hecho ruido en redes sociales: “Hej Chile. Mi nombre es Tomas y soy el nuevo embajador de Suecia en Chile. Un honor para mi seguir fortaleciendo los más de 200 años de relaciones bilaterales entre nuestros países. Este es el primer tweet de muchos más que vienen”, anunció.

También es parte de esta tendencia Carmen Gonsalves, embajadora de Países Bajos en Chile. El 21 de septiembre, llenó de tulipanes la explanada frente a La Moneda por el inicio de la primavera. Ahí compartió con ministras de gobierno y repartió flores a los transeúntes. Meses antes, compartió con el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, en la marcha del orgullo gay. Todo, por supuesto, registrado en Twitter.

Cómo Israel manejó el impasse con Boric por las redes

Pero no todas son intervenciones soft, pues se usa en momentos de mayor tensión. Por ejemplo, luego de que el 15 de septiembre el Presidente Gabriel Boric declinara recibir las cartas credenciales del embajador de Israel, Gil Artzyeli, éste último retuiteó un tuit de Israel: “Israel considera sumamente grave el comportamiento desconcertante y sin precedentes de Chile. El hecho afecta seriamente las relaciones entre los países”.

Lo mismo hizo dos días después, al informar que la subsecretaria de Relaciones Exteriores se comunicó con el director general del ministerio de Relaciones Exteriores de Israel para disculparse: “Un nuevo comienzo, reforzando aún más las relaciones bilaterales para el bien de los dos pueblos”, comentó Artzyeli. Y cuando trascendió que la Canciller Antonia Urrejola se habría acercado al presidente de Israel, Isaac Herzog, durante el funeral de la Reina Isabel, para disculparse por la polémica, tuiteó: “Estamos avanzando por el bien de los dos pueblos”.

Y claro está, también sirven para sutilezas diplomáticas. El nuevo embajador de Israel se reunió con su par de EE.UU.: La foto y un “Bienvenida embajadora, aprecio mucho la amistad tuya y de tu país”, fueron mensajes que calzaron con Gabriel Boric en Nueva York. Hoy, circuló una foto de una reunión que sostuvo con el senador DC, Matías Walker, por el año nuevo judío.

Wiklund lidera en seguidores (19.110), más atrás están Artzyeli (3.707), Meehan (3.682) y Gonsalves (2.272). Todos siguen a autoridades, líderes de opinión, periodistas e incluso artistas y futbolistas. Por ejemplo el representante de Suecia sigue la cuenta de la selección chilena de fútbol, y Meehan al perro Brownie Boric.

El número de seguidores que ostentan aún es bajo. Según un ránking de Twiplomacy –que destaca actores de la diplomacia- la OMS es la institución con más seguidores (11,7 M), seguida por Unicef (9,2 M) y Unesco (3,6 M).

Chile se quedó atrás

El uso activo de redes sociales y la comunicación directa con la ciudadanía se parte de la nueva diplomacia. Precursor de un estilo que en su momento parecía anecdótico fue el exembajador británico (2009-2014), Jon Benjamin, hoy embajador en México. “No me güe´í poh, weón”, respondió recientemente a un usuario que lo desafió a hablar “chileno”, tras contar que habla siete idiomas.

De hecho, ya por esos años se hablaba en otras latitudes de la Tuiplomacia. En el documento “Twitter for diplomats” (2013), Andreas Sandree –funcionaria de la embajada de Italia en Washington- señala que la diplomacia ha sido tradicionalmente representada como algo secreto o con intriga. Pero la era digital reconfiguró las relaciones internacionales con la “twiplomacy”.

La publicación recogió la experiencia de embajadores que estaban abriendo cuentas. Por ejemplo Michael Oren, en ese entonces embajador de Israel en EE.UU., destacó la rapidez y eficacia con que Twitter conectaba con audiencias amplias y jóvenes.

Matthias Erlandsen, investigador en relaciones internacionales en FLACSO Chile, afirma que “Chile se quedó lejos de la tuiplomacia”, porque “no es parte del entrenamiento diplomático ni de las actualizaciones que tienen que hacer cuando son destinados”. Y hace una distinción entre diplomáticos de carrera y los políticos. Estos últimos, dice, al no tener entrenamiento diplomático “usan redes sociales como las utilizaría un ciudadano cualquiera, sin medir las consecuencias de que en muchos de esos casos no solo ponen en riesgo su opinión personal, sino también la política exterior del país”.

El cambio en cómo ejercer la diplomacia, afirma, es tendencia global. Detalla que hay países que destinan fuerzas a desarrollarlo, como Reino Unido, Canadá, Suecia o Israel: en esos lugares “existen guías oficiales y las cancillerías dedican tiempo y recursos para que sus diplomáticos tengan entrenamiento específico en el manejo de medios sociales”.

“La diplomacia ha agotado los espacios discretos y confidenciales. Ahora es un modelo de diplomacia abierta, digital y transparente; se ha convertirdo en una performance comunicativa que tiene como finalidad influir desde fuera del espacio diplomático en los espacios tradicionales de decisión”, explica Juan Luis Manfredi, de Georgetown University.

Manfredi agrega que ya no existe una “audiencia diplomática cerrada y concreta”, sino que una global, con distintos actores e intereses. Esta “diplomacia digital”, explica, es un fenómeno global creciente, relevante e impactará en cómo se entienden las relaciones diplomáticas.

Pero este estilo no se circunscribe sólo a embajadores, sino que a cualquier actor involucrado en la política exterior. Por ejemplo, acota Fernando García Naddaf, de la Escuela de Ciencia Política UDP, la irrupción de este modelo se vincula a actores como el expresidente de EEUU, Barack Obama, y luego Donald Trump.

“Cuando jefes de Estado comienzan a usarlo, el aparato del Estado lo replica y dentro de ellos los embajadores, que lo empiezan a aplicar como una herramienta de diplomacia pública. El principal fin es llegar a públicos que son deseados por el embajador y la política que defina su país”, menciona García Naddaf.

Riesgo de perder el control

Sin el entrenamiento apropiado, advierte Erlandsen, este modelo puede ser un arma de doble filo. Ocurre con mayor frecuencia, acota, en diplomáticos políticos. “Por ejemplo, un embajador podría responder a una autoridad de una manera poco ´diplomática´, u opinar sobre un asunto interno del Estado en que se encuentra destinado, lo que en diplomacia es mal visto”, ejemplifica.

Manfredi añade que “la sobrexposición mediática digital tiene un riesgo narcisista y de banalización del mensaje”. Antes de tuitear, enfatiza, se debe tener en cuenta la “personalidad” del país y la coyuntura. Como sea, Erlandsen considera que las ventajas superan a las desventajas, pues ayuda al trabajo diplomático en la comunicación de sus prioridades.

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