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Las películas sobre robos de bancos están siempre del lado de los ladrones, nunca de la ley. A pesar de que el romanticismo del delito a veces responde a una postura ideológica (“¿qué es el robo de un banco en comparación con fundar uno?” se preguntaba Bertolt Brecht en “La ópera de tres centavos”), las historias de atracos suelen dar buen material para el cine por múltiples razones. Por un lado, las producciones basadas en casos verídicos nos acercan a hechos que demuestran que la realidad supera a cualquier ficción. Por otro lado, los filmes sobre robos nos aproximan a personajes que están fuera de las convenciones, sin mencionar el goce que puede significar para guionistas y directores construir paso a paso las planificaciones de una operación delictual como si se tratara de un trabajo de relojería.

Hace dos años, la película argentina “El robo del siglo” —estrenada en salas chilenas— reconstruyó uno de los robos más perfectos e inteligentes de la historia: el que cometieron cuatro ladrones el 13 de enero de 2006 en el Banco Río de la adinerada localidad bonaerense de Acassuso. Todo comenzó cuando uno de ellos entró con una peluca y un delantal. En poco tiempo ya tenían 23 rehenes bajo su poder, mientras la policía probaba estrategias para ingresar y la prensa esperaba la caída de los delincuentes en tiempo real. Esto, sin embargo, no ocurrió en ese momento. Los ladrones lograron escapar con astucia brillante y una suma cercana a los 19 millones de dólares en efectivo, joyas y documentos. Se dieron incluso el gusto de dejar en el lugar un cartel con una frase irónica: “en barrio de ricachones, sin armas ni rencores, es solo plana y no amores”. Los medios no tardaron en calificarlo como “el robo del siglo”.

En esa ficción basada en la realidad, el actor Diego Peretti interpretaba a un personaje que parecía aderezado por la imaginación de sus creadores: Fernando Araujo, el líder de la operación, un artista cargado de cuestionamientos existenciales que decide robar un banco como un acto artístico, una prueba de fe.

El documental “Los ladrones: la verdadera historia del robo del siglo” —recientemente estrenado en Netflix— nos demuestra ahora que Peretti y compañía no nos engañaron, porque el verdadero Fernando Araujo es tan irreal como su representación en la cinta de 2020. Vestido de blanco, con la cara operada, un tatuaje en el pecho, manejando una lancha por las aguas del Tigre, el mentor de la banda ofrece una confesión rebuscada de entrada: “¿Por qué robé un banco? Es una pregunta que me he hecho muchas veces. Y yo creo que la explicación más razonable es la trascendencia de la muerte” (dicen que cuando lo atraparon finalmente gritó “arte, arte, arte”). Declaraciones como ésta abundan en el documental junto con los testimonios del resto de los entrañables responsables del atraco: Luis Mario Vitette Sellanes, Alberto “Beto” de la Torre y Sebastián García Bolster.

“Los ladrones: la verdadera historia del robo del siglo” revisita un caso policial emblemático desde la mirada de sus protagonistas y juega con diversos recursos de representación de escena. Sería solamente un True Crime más si su director, Matías Gueilburt, no le diera un espesor cinematográfico ni se divirtiera con guiños y testimonios que a ratos rozan la actuación. Porque un documental también puede ser una puesta en escena, un divertimento, un artefacto.

Robos de cine

Aunque se trata de un documental, “Los ladrones: la verdadera historia del robo del siglo” se suma a un subgénero cargado a la ficción que cuenta con buenos títulos. Estos son algunos recomendados.

“Los desconocidos

de siempre” (1958)

La comedia más famosa del director Mario Monicelli sigue a un grupo de ladrones de poca monta que buscan hacer un túnel para robar una casa de empeños. Ganó la Concha de Plata en San Sebastián. El elenco es inmejorable: Vittorio Gassman, Marcello Mastroianni y Claudia Cardinale. Una de las grandes comedias de la historia del cine. En Qubit.TV.

“Tarde de perros” (1975)

En esta brillante película de Sidney Lumet, Al Pacino organiza el robo de un banco que será televisado en directo mientras la policía busca atrapar a los atracadores. Los personajes protagónicos se irán volviendo cada vez más entrañables a medida que conozcamos sus motivaciones secretas. Es de las pocas películas que pudo filmar el gran John Cazale (Fredo en “El padrino”). En HBO Max.

“Robar a Rodin” (2017)

El robo de una escultura de Auguste Rodin, ocurrido el 2015 en el Museo Nacional de Bellas Artes, le permite al cineasta Cristóbal Valenzuela trazar un irónico y gracioso fresco sobre el arte en Chile. Hablan el acusado (un estudiante en busca de un acto artístico), la PDI, los albaceas del artista francés y algunos exponentes de la cultura en el país. Recomendado. Está en Onda Media.

“La casa de papel” (2017-2021)

La prueba de que a la audiencia la interesan los robos en la pantalla es esta popular serie española que tuvo cinco temporadas y se centra en los planes de “El profesor”, personaje misterioso que recluta personas para lograr el mayor atraco de la historia. No vale la pena contar más porque todo el mundo sabe de qué va esta exitosa producción. En Netflix.

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