Rodrigo Vidal Rojas (57) habla rápido, casi sin pausas. La conversación se da a días de asumir como nuevo rector de la Universidad de Santiago, en una mañana invernal en su casa de Ñuñoa donde vive con su esposa y sus dos hijas (15 y 22 años). Aunque es pública su cercanía con la iglesia cristiana, a su alrededor no hay representaciones religiosas. “Jesucristo es algo que va en tu mente, en tu conducta, no es una superficialidad iconográfica”, dice.

Tras ganar el mes pasado una elección en segunda vuelta, este arquitecto de la U. del Bío-Bío y doctor en Urbanismo de la U. de Lausanne (Suiza), se pondrá al frente de la universidad el próximo 17 de agosto, terminando así el mandato de 16 años de Juan Manuel Zolezzi. Era su segunda vez postulando al cargo (en la primera, en 2018, perdió por estrecho margen).“Creo tener la visión sobre las grandes transformaciones sociales, políticas y culturales que se están produciendo en Chile y el mundo. Necesitamos repensar cómo nos vincularemos a la sociedad como universidad estatal”, apunta.

Académico en la Escuela de Arquitectura de la U. de Santiago desde 1997, dice que su rol en la institución tendrá un perfil “valórico”: “Espero ser recordado como un rector que escucha y dialoga para que las cosas funcionen. Queremos transformar nuestro campus central en una ciudad universitaria de experimentación innovadora”, comenta.

“Hoy no milito en ningún partido”

El segundo de cuatro hermanos, Vidal es nacido y criado en Concepción. Hijo de un funcionario del Banco de Concepción y de una dueña de casa, su infancia la pasó en la villa bancaria Pinares, en Chiguayante. “Cuando estaba en la universidad mis papás se trasladaron a Santiago para comenzar su carrera como pastores evangélicos. Crecí en una familia con valores cristianos y de centro izquierda potentes. En mi casa se escuchaban los textos del Evangelio y de Salvador Allende. Mis padres encontraban que existía mucha convergencia entre ambos, por el respeto a las personas y la opción por los más desfavorecidos”.

—El sociólogo Alberto Mayol, académico de la U. de Santiago, señaló tras su triunfo en la elección: “lamentable, solo desear que las estructuras de una universidad laica resistan la influencia religiosa de este grupo que une ambiciones y no ideas”.

—En Chile se habla mucho del mundo evangélico, pero pocos entienden el tema. En las universidades estatales y laicas chilenas han existido rectores de diferentes credos. Debemos defender el laicismo en las universidades. El rector no impone un pensamiento, es alguien que lidera un proyecto universitario con los valores de la U. de Santiago.

Y agrega: “Soy creyente, vengo de Concepción y soy acérrimo hincha de Unión Española. Hay una línea de las iglesias cristianas que son muy volcadas a la fe en Jesucristo. De esa formo parte. No pertenezco a una línea ritualista; más bien a una conductual de la iglesia protestante. Además, me defino como homo academicus; para mí la academia es la creación y transmisión de conocimientos”.

—El mismo Mayol, ya en 2019, cuestionaba sus relaciones familiares. “Sociológicamente es interesante la estructuración de un clan familiar (Vidal) que organiza sus ambiciones políticas en un mismo período y con una base de apoyo que parece recorrer esferas políticas y religiosas”, dijo en ese momento.

—Mi hermano menor Pablo fue diputado de Revolución Democrática, Milton fue decano de la Facultad de Ciencias Sociales en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano y Felipe fue por años vicerrector académico de la Uniacc. A cada uno le ha ido bien en su área. No sé si eso es apoderarse de algo (ríe). Yo llevo 25 años en la Universidad de Santiago, donde he sido, entre otras responsabilidades, vicerrector, académico, director subrogante y ahora rector. Si a alguien eso lo pone nervioso no puedo hacerme cargo.

—Pero me imagino que hoy habla con su hermano Pablo, hoy presidente de la Asociación Nacional de Televisión (Anatel), sobre medios de comunicación. La universidad es dueña de una radio y de un canal digital. ¿Podría cruzarse algún conflicto de interés?

—Hasta hoy no hemos conversado del tema y no sé si lo haremos. Yo todavía no he asumido la rectoría y mi hermano lo hizo hace poco en Anatel. Yo no le voy a pedir que intervenga en los canales para que me entrevisten. La tarea de esa asociación no tiene que ver con la universidad.

—Usted ha trabajado en las altas esferas de la iglesia evangélica.

—Como arquitecto me he dedicado a la arquitectura protestante hace muchos años. Soy uno de los únicos expertos en América Latina en esto. Escribí dos libros sobre el tema, además de artículos científicos y académicos. Por eso, junto a un equipo de la universidad me contrataron de la Catedral Evangélica. Querían declararla Monumento Nacional. Presentamos el expediente y se convirtió en Monumento. Después me pidieron el proyecto de transformación del edificio, pero por problemas internos en la iglesia eso se detuvo.

—Habrá tenido contacto con el exobispo Eduardo Durán, acusado por lavado de dinero, adulterio y uso de millonarias donaciones de sus fieles.

—Sí, por supuesto, me reunía con él y su equipo para tomar decisiones respecto del proyecto. Solo tengo mi opinión de él como mi cliente. Me pareció muy amable. Nunca tuve ninguna dificultad con él. Yo lamento lo sucedido, porque son pocas las reservas éticas que tenemos en la sociedad. Y cuando se nos desmoronan las religiones, Carabineros, las empresas, el Gobierno, el Congreso, se daña a la sociedad. Hoy solo las universidades y los bomberos mantienen un alto nivel de reconocimiento social.

—¿No le afecta que como rector lo liguen a una creencia religiosa con ese tipo de problemas?

—Para nada. Uno no se identifica con un tipo de pensamiento por quienes están ahí. Mis convicciones están asentadas en la fe en Jesucristo.

—Estuvo en el PPD, ¿con qué tendencia política se identifica hoy?

—Hoy no milito en ningún partido; provengo de una familia de centro izquierda y me identifico con lo que fue la social democracia europea de los años ‘90. Ella contiene los principios básicos del Partido Socialista y defiende el rol del Estado en la educación, salud y pensiones. Fui miembro del PPD solo para ser apoderado de mesa en el plebiscito de 1988 y en la elección presidencial que ganó Patricio Aylwin.

“Estoy a favor de aprobar la nueva Constitución”

—¿Está por el Apruebo o el Rechazo?

—Te puedo responder como Rodrigo Vidal, no como rector de la universidad. Yo estoy a favor de aprobar, pero luego debemos mejorar la nueva Constitución. Sobre educación general me parece que hay avances importantes en la propuesta constitucional. El problema es que no me resulta tan explícito el compromiso del Estado para financiar completamente a las universidades estatales. Claramente en educación todavía se está lejos de ser la Constitución que sueño para este país.

—¿Y cuál sería?

—Sueño con una Constitución que vuelva a consagrar al Estado como un garante total del financiamiento de las universidades estatales. Como lo fue hasta principios de los ‘80. Debemos discutirlo. Eso es válido como principio, pero estamos en el siglo XXI y debemos ver cómo lo ponemos en contexto. Es una discusión con el Congreso, el Ejecutivo y entre las universidades.

—La sustitución del antiguo sistema de financiamiento universitario a cargo del Estado data de 1981 ¿Cómo eso afectó a las instituciones estatales?

—Lo transformó en un mercado donde hay que competir por los fondos y donde el financiamiento basal del Estado a las universidades estatales es mínimo. Donde todo el resto se financia a través de lo que las propias casas de estudios generan, como matrículas, aranceles y proyectos. Algo tremendamente injusto, porque en esas mismas condiciones competimos con las universidades privadas.

“Estudié en un colegio y en universidades públicas; con crédito fiscal y con beca en una universidad pública de Ginebra; soy un hombre de la educación pública. Esperamos que la nueva Constitución nos permita avanzar en el reconocimiento de la obligación del Estado con sus universidades. Ojalá que el Gobierno del presidente Boric pueda cumplir este compromiso”.

—Chile se ha enfocado mayormente en la educación superior, es uno de los países que más invierte en este sector.

—Así es, pero la gratuidad está solamente volcada al financiamiento de la formación de profesionales, no a financiar a las instituciones que piensan la sociedad. ¿Qué haremos con la Antártida, el desierto, el agua y la energía? Eso hay que estudiarlo desde las universidades, pero para eso hoy no existe financiamiento estatal.

—Quizás hoy el Estado no tenga las espaldas para subsidiar la educación superior.

—Pero hasta antes de la dictadura militar las universidades recibían financiamiento estatal completo. El Estado se la pudo. Hoy debemos pensar ese modelo, actualizándolo. Hay muy buenos ejemplos como Australia o Suiza donde el financiamiento del Estado a la educación superior es total. También hay que ver cómo ha resultado el modelo en Uruguay, Costa Rica, México y Argentina.

—¿Qué le parece la propuesta del Gobierno de condonar el CAE?

—Me haces una pregunta difícil. Tanto el Crédito con Aval del Estado como el Crédito Fiscal fueron malos mecanismos, porque están asociados a la banca y al endeudamiento de los estudiantes. A mí me complica este tema, porque hay cuestiones éticas y económicas. A veces para aplicar la igualdad hay que aplicar la desigualdad. Hay gente que se ha esforzado por pagar este crédito y me parece un poco injusto que se les condone a todos el CAE; es delicado.

—La reciente disolución del Consejo Asesor de Educación Superior, creado por el gobierno anterior, ha generado inquietud en el sector. Se ha dicho que su fin coincidiría con un trato privilegiado a las universidades estatales.

—Este Consejo tenía un carácter político para generar un puente entre el sistema de universidades, institutos y centros de formación técnica y el Ministerio de Educación. Su disolución se comprende absolutamente dentro de la nueva política del Gobierno. Me parece bien que se disuelva para que las actuales autoridades busquen una nueva manera de establecer puentes con las universidades.

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