La firma de un convenio entre las ciudades de Santiago y Sao Paulo, el encuentro con grupos de las comunidades LGBTI+ y una exposición ante organizaciones feministas latinoamericanas, son parte de la agenda que tendrá durante este fin de semana en Brasil, la diputada Emilia Schneider.

La parlamentaria —electa en noviembre en el codiciado distrito 10 (Providencia y Ñuñoa) representando al partido Comunes, convirtiéndose así en la primera legisladora transgénero de la historia—, no ha pasado desapercibida en la Cámara de Diputados en estos casi cuatro meses de trabajo.

Por lo pronto, esta expresidenta de la Fech y bisnieta del excomandante en jefe del Ejército, René Schneider (asesinado en 1970), ha salido a criticar, a contracorriente de varios de sus compañeros en el Frente Amplio, iniciativas como el de un nuevo retiro de fondos previsionales. Hace pocos días, también expresó su distancia frente al proyecto de ley que busca realizar exámenes de pelo a los parlamentarios para detectar el uso de drogas. En su intervención, que no estaba programada, reveló haber sido consumidora y haberse criado en un círculo de drogas duras, una herida, que asegura “es para siempre”.

—Las bromas en el debate venían de lado y lado. No parecían un buen preámbulo para escuchar un testimonio en primera persona.

—Es que decidí intervenir, porque noté tanta frivolidad y superficialidad en un tema tan doloroso, porque efectivamente uno ve un diputado de la ‘tele' diciéndole a sus colegas que no tengan vínculos con el narcotráfico, que tendremos mano dura, y no se dan cuenta que tocan una fibra de la ciudadanía, toca un dolor que está en la mayoría de nuestro país. Yo quise dar un testimonio fuera de la hipocresía que, en general, hay en la política. Y también quise hablar desde mis dolores, de haber sido una adolescente que se crió en un entorno con drogas y de tener gente que amo que ha sufrido mucho por las drogas duras que están en nuestra sociedad, destruyendo familias, barrios, vidas.

—Tú ya habías sido interpelada.

—Sí, y duramente por la diputada Jiles y diputados de derecha, cuando me opuse a adelantar este debate, porque adelantarlo era postergar el debate de la Ley “José Matías” (educación libre de discriminación y de estereotipos), que era mi prioridad.

—¿Qué fue lo que más te molestó?

—Que hablaran de las personas drogadictas sin saber lo que eso significa, porque una persona drogadicta vende sus cosas, no puede sostener un trabajo, quiebra relaciones con su círculo cercano y entonces ese dolor quise expresarlo.

—Te quebraste en el discurso.

—Es que no lo tenía preparado, y me dio una angustia profunda, me dio pena. Yo he vivido y vivo con esa pena. Lidiar con una persona que ha vivido la drogadicción, es algo de por vida, porque yo fui una adolescente que consumí drogas peligrosas, porque los jóvenes de nuestro país viven eso.

—¿Sentiste miedo por lo que estabas haciendo?

—Lo que hice fue justamente porque no me da miedo que me apunten con el dedo, porque no pretendo ser un estándar de conducta moral, pretendo mirar la realidad como es y si queremos taparnos los ojos con que los jóvenes de nuestro país inician su vida sexual y consumo de drogas a los 14, 15 años, bueno, hagámoslo, pero la realidad va a seguir estando ahí. Pensé: “qué lástima que estoy en un espacio donde no puedo decir todo esto que siento”. Pero hablé con mi equipo antes, con mi madrastra y decidí que puedo decirlo, por algo llegué hasta acá.

—Dijiste que el proyecto era malo.

—Yo no me iba a oponer, porque hacer el test o no, me es indiferente, no tengo problemas con eso. Pero este proyecto es malo, populista y demagógico; y lo quise decir abriendo una parte súper dolorosa de mí, para que se entendiera de dónde viene. Que no es la caricatura que tratan de dibujar de que los jóvenes o los diputados fuman pito, eso me parece absurdo. El narcotráfico hay que tomarlo muy en serio.

—¿Cuáles fueron las reacciones en el hemiciclo?

—De mucho apoyo, de mi partido valoraron la verdad y la emoción de lo que hablé, y me sorprendió que algunas personas me dijeron que vivían con la misma pena, que tenían un familiar preso, que tenían a su mamá con ese dolor, tíos, hijos, porque todas las personas en Chile tenemos una persona que sufre de esto y ver que los diputados lo usan para ir a matinales y sacar titulares, me parece una bofetada en la cara a toda esa gente.

—¿Cómo saliste adelante de tu problema con las drogas?

—Es que no viví, ni nací en una población, si hubiese sido así probablemente ahora no estaría en el Congreso, porque hay muchos cabros que les pasó lo mismo y no llegan a ninguna parte, entonces para mí el tema es súper serio. Me costó mucho hablarlo, porque evidentemente siento que me pueden juzgar, pero al mismo tiempo creo que tengo que decir algo importante que nadie se atreve hablar.

—¿Pero tuviste las herramientas adecuadas para seguir?

—No sé, yo creo que tuve suerte, entré a estudiar, miré mi vida y la importancia de mi vida, de lo que quería ser y las dificultades que tenía. Porque siendo una persona trans, hay que ganarle a la vida poh'. Pero cuando existe el problema y sobre todo cuando uno tiene a alguien cercano en la drogadicción, esa herida es para siempre.

“Algunos se hacen los chistositos”

—Se ha legislado, hay diputadas(os) abiertamente homosexuales, pero pareciera que crece el debate por la llamada “ideología de género”.

—Si uno mira la ultra derecha, sacan siempre los fantasmas de la ideología de género. Ellos defienden una idea de la sociedad estática que ya no responde a la realidad. Hoy hablar de un solo tipo de familia y no de las diversidades de familia, es no entender la realidad, creo que se aprovechan de eso, pero Chile en esta materia ha cambiado profundamente.

—¿Siempre es la derecha?

—Sí, pero cada vez la sociedad está más inclusiva y cada vez es más complejo dentro del círculo de ellos, porque hay otros que cruzan el puente y te aprueban la idea de legislar la “Ley José Matías”, por ejemplo. Esos quisieron entender, aprender, hice lobby en el tema y varios tuvieron voluntad de escucharme y entender, porque entienden que no hay que meterse en decisiones como con quien se acuesta la gente.

—¿Cómo te has sentido en el Congreso?

—Me he sentido incómoda, porque se reproducen discursos que no están a la altura de una autoridad, no se puede incitar al odio, relativizar los DD.HH., porque eso es un daño a la Democracia. Al diputado (Cristóbal) Urruticoechea (Partido Republicano) lo hemos enviado dos veces a la Comisión de Ética, por insinuar que las diversidades somos enfermos, pedófilos, ladrones. Entonces pienso en la gente que escucha esto y claro, tenemos que hacer algo.

—¿Y esa especie de “castigo” provocó cambios en ese diputado?

—Una vez me pidió disculpas como presidente de su bancada, pero porque otro diputado tuvo una actitud desubicada y provocativa conmigo, de forma directa. Valoré las disculpas, pero persisten las conductas y discursos. La ciudadanía irá juzgando.

—¿Y qué pasó?

—Fue en una actividad fuera del Congreso, donde coincidimos diputados de distintas bancadas, cuando el diputado Gonzalo de la Carrera, se acercó y de manera agresiva me dijo: “tú nunca vas a menstruar”. A mí me pareció que le estaba faltando el respeto a mi inteligencia, me sentí atacada, pasada a llevar y le respondí que “yo no soy material de los huevones”, que no venía a hacer amigos al Congreso, que vine a hacer política. Todo eso lo vieron y escucharon todos.

—¿Y cómo vuelves a convivir después de una agresión así?

—Yo no parto con rencillas y converso con varios de los republicanos, pero ellos se marginan y generan distancia, porque son quienes dificultan llegar a acuerdos. Ya hay varios que no se quieren involucrar con ellos, por ejemplo se quedaron solos en la Acusación Constitucional contra la ministra de Interior. Algunos se quieren hacer chistositos, y yo no los he invitado a reírse de mí, porque hay que tomarse en serio el trabajo.

“Partido único del FA hay que discutirlo y explorarlo”

—¿Cómo evalúas el liderazgo del Gobierno?

—Hay un componente de errores no forzados. Todos tenemos los ojos encima por la presión mediática y política, lo que no es una justificación. Pero un error de planificación es no haber tomado en cuenta que, para un Gobierno de transformaciones y de izquierdas, iba a ser más complejo, sobre todo con una sociedad y partidos fragmentados. Las mayorías de las elecciones son circunstanciales.

—Y a mayor moderación, ¿baja la épica del Gobierno?

—Hay discursos que cambian, pero son para reconocer la historia de la República. Hay cuestiones que todavía no han sido para nada transadas de la Reforma Tributaria, y es ahí donde se cumple lo que habíamos dicho: repartir mejor la riqueza del país, que se produzca y distribuya mejor.

—Suena sensato a tu edad, pero tu generación es más pulsional.

—El nivel de radicalidad o de izquierda, lo vamos a mirar en cuatro años, y eso a mi generación le cuesta entender: cómo generar una mayoría social. Hay que articularse mejor, no es llegar y decir que aquí está hecho el trabajo, no hay que dejar a los estudiantes, los territorios, ni a las organizaciones. También creo que hay que fortalecer a los partidos y articularnos como coalición.

—¿Y en esa premisa cabe la idea del Frente Amplio como un solo partido?

—Eso circula hace rato en la interna y me parece un debate muy interesante. Los partidos tenemos que dar la discusión con toda la militancia de cómo fortalecer la unidad política del Frente Amplio y entendernos como un proyecto país, que las rencillas pequeñas pasen a un segundo plano. Lo que plantea el senador (Juan Ignacio) Latorre (RD) es muy interesante, a mí me parece que hay que discutirlo y explorarlo.

—¿Esa es postura personal o de tu partido?

—Es personal, pero también lo comparten en mi entorno. Lo importante es que la discusión tiene que ser transparente y ver si es que las fuerzas en la coalición se inclinan o no para que ello ocurra. La propuesta de partido único y los grados de unidad son claves, ayudarían a apuntalar al Gobierno.

—¿Qué le aconsejarías a las autoridades de Gobierno?

—Que no podemos darnos gustitos ni mirar nada con frivolidad, ni liviandad, sino que tenemos que ponernos a la altura, no instalar incertidumbre. Nos ha faltado transmitir tranquilidad y certeza. Hay que terminar con las cuñas que son más de gusto personal.

—¿RD tiene el control interno del Frente Amplio?

—No me gustan como se dan las lógicas más tradicionales de repartija de cupos, como si el Estado fuera un botín. Lo que hay que hacer es hablar desde nuestro trabajo. En el caso de Comunes, lo que hemos hecho en el Congreso, y en el Gobierno con la ministra Javiera Toro (Bienes Nacionales) y los subsecretarios. El trabajo de ellos habla por sí mismo y ante una eventual oportunidad de crecer, hay que hacer valer resultados.

LEER MÁS