No se sabe quién está en la cabeza de Boric como Ottone en la de Lagos, quién es el proyecto estratégico, si ella o los ministros”.

El fin es asesorar al Presidente, no las peleas picantes. Es raro que fuera a la gira. Cada uno debe jugar su rol, pero a veces la naturaleza humana se despliega y llegan las peleas”.

Francisco Vidal, exministro

No está claro aún quién es el estratega. El Segundo Piso tiene que ver cómo se relaciona con el resto del Gobierno para evitar tropezones”. Ernesto Ottone, jefe de estrategia de Lagos

Fue Ricardo Lagos quien, copiando el modelo norteamericano, instauró tener un staff de asesores directos del Presidente, que desde entonces pasó a llamarse Segundo Piso, por su ubicación en La Moneda.

La estructura tenía 2 cabezas: Ernesto Ottone dirigía la estrategia, y Eugenio Lahera políticas públicas y contenidos. “Lahera seguía las tareas que el Presidente discutía con los ministros, y nosotros veíamos el horizonte que el Presidente marcaba, cómo eso iba variando y cómo llegar a los logros”, recuerda Ottone.

Francisco Vidal, ministro de ese gobierno y de Bachelet 1, confirma el poder del grupo. “Influían en Lagos, pero nunca llamaron a un ministro para llamarle la atención o darle una instrucción, como sí sucedió después”, afirma.

Con un perfil más bajo en Bachelet 1 y Piñera 1, el Segundo Piso volvió en Bachelet 2, con el director de Políticas Públicas Pedro Güell al mando.

Considerado como un ideólogo de ese gobierno, Güell jugó un rol en el relato, y era la jefa de gabinete Ana Lya Uriarte quien trataba con los ministros, con un alto peso político. Pese a las tensiones, Bachelet procuró que el equipo de Güell no sobrepasara facultades de los ministros, aunque se conocía de la influencia que tenían las opiniones que ese grupo daba a Bachelet.

En Piñera 2, Cristián Larroulet concentró el poder político de las 3 áreas del Segundo Piso: políticas públicas, contenidos y estrategia, con técnicos en ellas e influencia en Piñera. Estaba en todas las reuniones importantes y distribuía tareas. Otro rol relevante lo tuvo Benjamín Salas, especie de “comodín” del Mandatario.

El diseño original de Boric

Con esos precedentes, Boric llegaba con la idea de un Segundo Piso poco protagonista, pero Dammert se instaló en el núcleo de hierro al que el Presidente escucha, al nivel de dirigentes con los que ha compartido carrera política por años (Giorgio Jackson y Matías Meza-Lopehandía, su mentor desde la universidad).

En La Moneda reconocen, así, que el ascenso de Dammert y la estructura horizontal de decisiones —propia del asambleísmo frenteamplista— ha originado que no esté claro aún quién es el estratega de Boric. “Lucía parece más jefa en contenidos y políticas públicas, pero no sé quién está en la cabeza de Boric, como Ottone en la de Lagos. No se sabe quién es el proyecto estratégico, si ella o los ministros”, opina Vidal. Para algunos exinquilinos de La Moneda, los únicos que han logrado erigirse como el gran estratega de un gobierno han sido Edgardo Boeninger durante el mandato de Aylwin, y Ottone en Lagos.

El mismo Ottone coincide con Vidal: “No tengo claro aún quién es el estratega. Tiene que afianzarse el Segundo Piso, ver cómo se relaciona con el resto para evitar tropezones”.

De los “tropezones” se desprende otro consejo: definir claramente las funciones, para evitar conflictos con ministros. “La clave de un Segundo Piso, si es inteligente, es no entrar en tensión con los ministros. Su objetivo final es asesorar al Presidente, no las peleas picantes. Un jefe del Segundo Piso debe evitar protagonismo”, dice Vidal.

Para un alto funcionario de Bachelet 2, eso sí, las tensiones con ministros son normales y operan como contrapesos internos. “Muchos Presidentes dejan que eso pase”, añade la misma fuente.

En ese gobierno recuerdan que Güell nunca participó en giras internacionales: se reunía previamente con Cancillería para trabajar los contenidos, buscando ajustarse al plan previo del ministerio y el servicio diplomático.

“Es raro que Dammert esté en las giras, nunca lo vi. En los equipos, cada uno debe cumplir su rol. Ahora, la naturaleza humana de repente se despliega y llegan las peleas”, comenta Vidal. Y Ottone añade: “En nuestro caso, fue importante que ninguno buscaba carrera política”.

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Hubo dos imágenes que marcaron la segunda gira internacional del presidente Gabriel Boric, a Canadá y Estados Unidos: la foto donde aparece en un bar con camisa leñadora y bebiendo una cerveza con Justin Trudeau, y su error en el lanzamiento de la Coalición por los Océanos al criticar la ausencia de EE.UU., sin percatarse que estaba flanqueado por John Kerry. Pero otra foto quedó grabada para varios en el Frente Amplio y el Gobierno: la influencia cada vez mayor de la Jefa del Segundo Piso, Lucía Dammert, quien no se despegó del Presidente.

Con la delegación ya de vuelta en Chile, asomaron las diferencias sobre el rol que cumplen ella y la Canciller Antonia Urrejola en materias internacionales, y las desconfianzas que Dammert genera.

Así, varios senadores del PS salieron a defender a Urrejola. Entre ellos, José Miguel Insulza, quien compartió un mensaje en un grupo de Whatsapp donde se intercambiaban opiniones sobre el rol de Dammert en temas diplomáticos, en circunstancias de que es extranjera. Era un chat del “Foro Permanente de Política Exterior” (instancia que nació en 2019), con unos 50 dirigentes de centroizquierda. Cuando el exministro borró el mensaje —que en su entorno admitieron como un error, aclarando que aludía a los efectos que podía tener en la diplomacia— ya era tarde. El asesor internacional de Boric, Carlos Figueroa, integrante de ese chat, ya lo había rescatado y lo transmitió a Dammert, jefa suya en La Moneda.

La asesora presidencial nació en Perú, vivió ahí hasta los 19 años y luego se nacionalizó argentina, tras estudiar en ese país. Cuando fue parte del segundo gobierno de Bachelet, renunció a esa nacionalidad y obtuvo su carné de chilena. Los resquemores nacen porque Dammert ha sido asesora de distintos gobiernos en América Latina, en lugares donde se maneja información estratégica. Una fuente PS dice que no se trata de discriminación, sino de un recelo natural pues “ni Defensa ni RR.II. son asuntos para un extranjero”.

Pero al comienzo del gobierno las susceptibilidades en el Frente Amplio venían por otros aspectos. Básicamente, por su ligazón con políticos de la exConcertación a los que asesoró en el pasado, varios críticos del FA: Felipe Harboe (exPPD), Mahmud Aleuy (PS), el mismo Insulza, y estableció una relación de confianza con el exministro Jorge Burgos (DC).

Su rol en la primera crisis

Su confianza con Boric se fraguó en la campaña, a la que llegó tras forjar redes con el FA (ver recuadro página 6), luego de su fallida experiencia en la gestión de Aleuy en la subsecretaría del Interior. Era habitual que Dammert acompañara a Boric a distintas actividades: tenía una red de contactos y experiencia mayores a la joven generación frenteamplista.

Ya en el gobierno, siguió ganando terreno. Un hecho que marcó la relación fue la primera crisis que generó la ministra del Interior Izkia Siches, con su viaje relámpago a Temucuicui, frustrado tras ser recibida con balazos al aire. Dammert fue la única que levantó las alertas y advirtió a Boric y a su jefe de gabinete Matías Meza-Lopehandía las implicancias políticas y legales. Les dijo, por ejemplo, que el responsable del orden público, por ley, era el subsecretario Manuel Monsalve, en caso de que hubiese ocurrido una tragedia; y que el acto era una irresponsabilidad, afirman en La Moneda. En ese momento, ni Boric ni Meza-Lopehandía sabían cómo funcionaba el aparato estatal.

La dupla con el jefe de gabinete de Boric

Poco a poco, Dammert fue haciendo match con el jefe de gabinete: ella se encarga de los temas internacionales (incluye las giras) y Meza-Lopehandía de la contingencia nacional. La dupla es funcional al mandatario y lo acompañan en todo momento. Participan de las bilaterales con ministros, de las reuniones del comité político y generan puentes entre las distintas carteras del Ejecutivo, además de nutrir a Boric de información.

Quienes conocen la forma de trabajo de ambos aseguran que han sido cuidadosos en evitar cualquier injerencia en temas que les son cercanos, para intentar evitar disputas; aunque, con matices, la figura de los jefes del Segundo Piso históricamente ha gatillado tensiones con ministros (ver recuadro página 5). Otra fuente, muy convencida del trabajo del gobierno, explica que “Lucía tiene un rol más parecido al de la Jupi (María Angélica Álvarez, asesora histórica de Bachelet), que a Cristian Larroulet o Benjamín Salas con Piñera. No se puede comparar gabinetes con gabinetes, porque este gobierno ha resignificado los cargos”.

Sus cercanos explican que la lección del gobierno de Bachelet 2 la aprendió a fuego y ha evitado reiterar errores. En el gabinete de Aleuy, mientras algunos defendían su gestión y manejo sobre seguridad, otros la consideraban “conflictiva”. Dicen que se caracterizaba por generar bandos y que le jugó en contra el contraste entre su trayectoria académica en seguridad, y la realidad operativa del trabajo con policías. “Las minutas eran impecables, pero otra cosa era ir a Bajos de Mena o a la José María Caro”, afirman.

Pero en La Moneda defienden que Dammert “no ha perdido su frontalidad, no es una persona complaciente. Eso quizás cae mal, pero ella viene de una escuela en que la labor es mostrar dónde está el flanco abierto de una decisión”.

Sus roces con algunos ministerios

La influencia de Dammert ha despertado reticencias en ciertos ministerios, confirman fuentes de gobierno. “No tiene contrapeso”, señalan en distintas carteras, aunque desde el núcleo de Boric precisan que la socióloga es una voz que influye en él, al igual como lo hacen su jefe de gabinete y los ministros Giorgio Jackson, Camila Vallejo y Antonia Orellana; todos compañeros de ruta política de Boric desde hace años.

El ejemplo más visible fue lo sucedido en la gira a EE.UU. Testigos de lo que allá sucedió lo grafican de 2 maneras: primero, en la extrañeza que producía en otras delegaciones que el Presidente tuviera a una asesora especial a su lado en las bilaterales, cuando en los códigos diplomáticos suele acompañarse solo del canciller y eventualmente asesores diplomáticos.

Y segundo, apuntan al hecho de que Boric haya persistido en una serie de emplazamientos a EE.UU. (las críticas a la exclusión de Venezuela, Nicaragua y Cuba de la cumbre), discurso que es atribuido a Figueroa, duro crítico de EE.UU., y que incomodó a la Cancillería, donde existe un servicio exterior profesionalizado que prepara el terreno para las giras, afirman en círculos diplomáticos. “Dammert sabe de materias internacionales, pero no es lo mismo que saber de diplomacia. Una regla de la diplomacia es no llegar a patadas con otro en su propia casa”, dicen.

Pero en el gobierno otros la defienden afirmando que no le disputó “ningún centímetro” a la canciller.

En forma más soterrada, el rol de Dammert ya había despertado resquemores en parte de la delegación que fue a Argentina, a inicios de abril, donde se le veía principalmente en pasillos dialogando con la delegación o las contrapartes argentinas. Para los críticos, su presencia en las giras obedece a su interés por potenciar un perfil internacional, mientras que desde el núcleo de Boric argumentan que parte de su labor como jefa de asesores es justamente tender redes para nutrir de información al mandatario.

En todo caso, los resquemores con su rol no han emanado solo desde Cancillería. Es un secreto a voces que su relación con Defensa es fría, luego de la controversia por el nombramiento y posterior remoción del contraalmirante Jorge Parga como jefe del Estado de Excepción en Bío-Bío, producto de declaraciones en que defendía a marinos posteriormente condenados por la muerte de un joven en Talcahuano días después del estallido, con cuya familia Boric se había reunido en campaña. La relación se resintió por las culpas cruzadas: desde La Moneda habrían responsabilizado a la ministra Maya Fernández, mientras que Defensa se ha defendido retrucando que Boric ya había confirmado a Parga el 11 de marzo, cuando lo mantuvo como jefe de la zona para el Estado de Excepción de Piñera que vencía el 26 de marzo.

En La Moneda niegan cualquier vinculación de Dammert con el episodio. “No sabía del problema ni la decisión”, explican.

En Interior, mientras, transmiten que ella habría buscado incidir en el rediseño de los equipos de Siches que instruyó La Moneda, tras los sucesivos errores de la ministra. Cercanos a Dammert desestiman que ella haya solicitado la renuncia del exjefe de gabinete Roberto Estay, pero en Palacio resonó que Boric dijera que Siches “tenía razón” al afirmar que la renuncia de un jefe de gabinete solo la podía solicitar el jefe de servicio: Estay permaneció algunas semanas, pero finalmente fue reemplazado por Ana Lya Uriarte.

“Lo retorcida que es la política”

En La Moneda, de todos modos, se insiste en que Dammert no se cruzará en tareas no relacionadas a su cargo. Pero por sus estudios en temas de seguridad, donde el gobierno tiene un flanco abierto, de seguro será escuchada: en 2012 publicó el libro “El nuevo modelo de la policía mexicana” con un prólogo del controvertido exsecretario de Seguridad Pública de México, Genaro García Luna.

Así, mientras la jefa del Segundo Piso continúa navegando entre las intrigas palaciegas, cercanos suyos recuerdan la frase que pronunció para referirse a la experiencia que tuvo con los equipos de Aleuy. “Aprendí lo retorcida que es la política. Aprendí que si uno no es militante de partido, puede hacer bien poco en un gobierno. He conocido a muchos presidentes y gente poderosa, y el poder político no es lo que me seduce”, ha dicho.

Cuando ya estaba con Boric en campaña, en una entrevista fue consultada sobre si no temía que su experiencia se repitiera. “Este es otro tipo de coalición, donde los independientes sí tienen espacio. Es una transformación de la política”, contestó. Está por verse si así será, cuando su figura ya se está transformando en centro de las miradas en La Moneda.

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