Héctor Llaitul

LUCIANO AESHANSLINS

El viernes pasado, a eso de las 19:00 horas y en uno de los sectores más políticos de la emblemática población Lo Hermida (4to sector, Junta de Vecinos 18), en Peñalolén, se encontraron el Premio Nacional de Historia (2012) Jorge Pinto, la periodista Carolina Trejo, la werkén Orfelina Alcamán (del lof Peleco Pidenko) y el líder de la Coordinadora Arauco Malleco, Héctor Llaitul, para lanzar la segunda edición del libro “Chem Ka Rakiduam, pensamiento y acción de la CAM”.

Sin considerar los comunicados públicos de la organización en el último tiempo, a Llaitul no se le veía la cara desde mayo. Sentado tras un largo mesón, con unas sopaipillas con pebre y tazas de té para capear el frío, después de más de una hora de conversación el historiador Jorge Pinto sorprendió al dirigente y le pidió un favor en público. El autor de “Cinco siglos de Historia y Conflictos no resueltos” (Pehuén) le dijo que cada vez que él lo había necesitado, siempre se había hecho presente y lo seguiría haciendo, pero ahora quería comprometerlo con algo. Pinto se explayó arguyendo que para él, el problema en el sur era político y por eso quería formalmente invitarlo a dialogar. Con cierto nerviosismo, Llaitul lo miró de reojo mientras el historiador hablaba y, al terminar, el líder de la CAM suspiró.

Tras una serie de explicaciones de por qué no ha abierto una puerta al diálogo en los últimos años, le contestó a Pinto: “Le acepto su invitación, y a todo el movimiento social y político que quiera aportar. Si es con gente honesta y sincera, que sepa del tema, no tenemos problemas en asistir maestro”.

Todo limpio

Al momento de firmar libros, una larga fila esperaba con paciencia a Llaitul, que lo hacía sin escribir ninguna dedicatoria. Estaba enfermo, según confesó, y, a decir verdad, carraspeaba a cada momento y se ayudaba con una bebida isotónica para hablar. Cuando ya se encendieron las luces, uno de los “peñis” que lo custodiaba con un largo palo en la mano, a un costado de la mesa y justo donde había una puerta, le dijo: “tranquilo, todo limpio”. La medidas de seguridad que tomó la organización fueron bastante extremas, pese a que se trataba del lanzamiento de un libro: había que demostrar que el celular estaba apagado antes de ingresar, con la advertencia de que si uno era sorprendido tomando fotos o videos, “sales cagando peñi” dijo uno de los que custodiaba la sede de Av. El Valle.

Desde la primera fila, se veía a Llaitul molesto con los focos que apuntaban su cara, carraspeando, con una especie de bufanda de color verde. Al iniciar su alocución, dedicó varios minutos al “weichafe” Pablo Marchant Gutiérrez, quien murió de un balazo en la cabeza en julio de 2021, cuando un carabinero le disparó en medio de un ataque a una forestal. Visiblemente emocionado, Llaitul dijo que Marchant era uno más, respondiendo a las críticas al interior del propio movimiento mapuche por los “winkas” que se han unido a la organización. La muerte de Marchant lo marcó, pues cuando sucedió el ataque los medios informaron que había muerto Ernesto, su hijo, y hasta que Llaitul no llegó al lugar, siempre pensó que él había fallecido.

Respecto a la Coordinadora, Llaitul -como pasando un aviso- dijo que en más de 20 años la CAM seguía siendo una organización política y militar y que nunca se había negado al diálogo. Pero no con una pistola sobre la mesa, haciendo referencia a los estados de excepción que rigen en la zona. Con un tono burlesco. dijo que había mucha simpatía de jóvenes con tatuajes que reivindicaban la causa mapuche. También habló de Gabriel Boric y de la ministra del Interior Izkia Siches: del primero dijo que si se insistía en la estrategia actual, pasaría a la historia como un Presidente que había colaborado con el “fascismo” y con las empresas forestales. Sobre Siches, comentó que al comienzo del gobierno, se había hecho “la buena onda”, pero que no había tardado en acusarlos de robar madera. Criticó también al gobierno en general, aseveró que se había llenado de personajes de la Concertación y dijo desconocer al actual PC. En ese momento hizo referencia a su pasado en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). “Yo estuve en el Frente y conocí a los verdaderos comunistas”.

La superioridad moral

Durante la conversación, varias veces Llaitul reiteró que la CAM era orgánica, habló de los años de trayectoria y puso como ejemplo los Órganos de Resistencia Territorial (ORT) con los que ha operado durante años. La werkén Orfelina Alcamán relató lo que habían aprendido con esa forma de lucha. Explicó cómo habían reconvertido los terrenos forestales recuperados con el método de la CAM y cómo habían trabajado la tierra y plantado trigo.

Aunque dijo que no era el momento de “agudizar las contradicciones”, se distanció de las otras organizaciones que actúan en la macrozona sur. Sin mencionarlas, señaló que no estaba de acuerdo con grupos que creían que la marihuana era una vía de financiamiento (en clara referencia a líderes de Temucuicui) y a la “mafia” del robo de madera. También, como una especie de advertencia, habló de que los jóvenes mapuche eran más intolerantes ahora y se refirió a la quema de iglesias católicas y evangélicas, delitos que han sido reivindicados por la WAM.

Llaitul reconoció que para la CAM, los “fierros” (armas) eran parte de su estrategia política y militar y que muchas de esas armas no provenían del tráfico sino que de las recuperaciones que han hecho en estos años. Como los jóvenes que ilustran la portada del libro y donde uno de los que aparece es Pablo Marchant, cuyo cuerpo está enterrado en el ex fundo Pidenco, donde partió la CAM en 1997.

“El viejo”, como era conocido entre los jóvenes mapuche, habló de la quema de maquinarias forestales y no dio señales de que eso se detendría, sobre todo si se mantenía a los “esbirros” militares.

También se refirió al trabajo de los convencionales. Dijo que nunca en 30 años había visto la palabra “plurinacionalidad” en ningún cartel en el Wallmapu y que ellos no estaban por la vía institucional.

Entre estudiosos del tema, se especula que quizás la Convención sea la real piedra en el zapato para Llaitul, después de 25 años de lucha de la CAM sin mayores logros. Pero eso solo lo sabe Llaitul.

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El libro, de 249 páginas, narra los comienzos de la CAM y los relatos de weichafes que han participado en sabotajes. Llaitul contó que uno de los capítulos que se agregó fue en honor a Pablo Marchant, y que hacía referencia a un relato hecho por el joven estudiante a una machi, quien lo tradujo al mapudungun. Llaitul dijo que uno de los jóvenes que aparece en la fotografía de la portada del libro, con un fusil, encapuchado y vestido con una chaqueta verde y unas botas de goma, era Marchant. Lo que se dijo en el acto en Peñalolén no pudo ser seguido vía online como se había prometido, pues los únicos medios que tenían autorización de transmitir y sacar fotografías (Radio Plaza Dignidad y Radio Juan Gómez Millas) no pudieron hacerlo pues fue prohibido por Llaitul. Los otros medios que informaron sobre el acto fue Werkén Noticias, la radio Kurruf y ExAnte.

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