Única representante del pueblo Colla y exVicepresidenta Adjunta de la Convención, la atacameña Isabel Godoy entró a las Juventudes Comunistas de Copiapó en los 80 siguiendo los pasos de su padre, Mario Godoy, trabajador minero. “El pensamiento político que tengo lo heredé de mi padre. Mi papá fue partícipe del gobierno de Salvador Allende. Él creyó en un gobierno transformador, en un gobierno del pueblo y para el pueblo. Un gobierno en que los obreros y los profesionales tenían el mismo trato”, recuerda.

En dictadura, participó como dirigente estudiantil, fue presa política y su nombre figura en el informe Valech. Hoy cuenta que con la transición se desencantó políticamente, porque “no era lo que nosotros queríamos: una vía que nos condujera al socialismo. Nos habían traicionado”, agrega. Por esto, congeló su militancia y puso su energía en su trabajo como contadora en una caja de compensación y en formar una familia.

Aún así, siguió fiel a sus principios, siempre votando por candidatos de la izquierda, como Gladys Marín, y aunque no retomó su membresía en el partido, asegura que es el único en el que participaría. “En este minuto soy independiente”, dice. “Todo mi compromiso está con el pueblo Colla y el pueblo de Chile”, agrega.

Es que con el cambio de siglo empezó a investigar sus orígenes indígenas –es hija, nieta y bisnieta de Colla–, búsqueda que en 2013 la llevó a asumir como secretaria del Consejo Nacional del Pueblo Colla. Entonces retomó su trabajo político, que hoy la tiene ciento por ciento comprometida con la Convención, donde incluso estuvo cerca de ser presidenta. Ya en la recta final del proceso –que termina el 5 de julio– mira con atención el trabajo de las comisiones de Preámbulo, Armonización y Normas Transitorias.

La Comisión de Normas Transitorias aprobó el quórum de 2/3 para hacer reformas al nuevo texto hasta 2026. Votaste a favor de esta propuesta, ¿por qué?

–Los que defendían en las votaciones anteriores los 2/3 en la Convención ahora les parece un quórum muy alto. Nosotros consideramos que el Congreso actual tiene los mismos vicios de la Constitución del 80. Recordemos que la Convención no nace de la clase política, nace porque el pueblo, cansado de los abusos y las injusticias, con el estallido social obligó a la clase política a abrir espacios democráticos. Por lo tanto, esta elección nace desde el pueblo. Si el pueblo hubiese querido que el Congreso le metiera mano a la Constitución nueva, les habría dado las facultades en una elección mixta o en una elección de los congresistas. Sin embargo, el pueblo rechazó esas dos opciones y aprobó que la gente fuera electa en una votación popular.

Pese a que ya no militas, eres comunista. El año pasado el PC puso reparos a los 2/3 e intentó bajar el quórum a tres quintos. ¿No ha sido oportunista este cambio?

–No es oportunismo. El Congreso actual fue electo con las condiciones de la Constitución del 80, que nos impusieron en piedra y que tanto nos costó reformar. Es el pueblo el que impulsó este nuevo proceso; nosotros aquí en la Convención quisimos modificar los 2/3 y no se pudo. No hubo voluntad política. Entonces ahora no le vamos a dar en bandeja de plata a este Congreso la posibilidad de que meta mano a la Constitución que quiso el pueblo. Por eso aprobamos el quórum de los 2/3. Tampoco queremos dejar la Constitución en piedra. De hecho, dentro de esta se establecen plebiscitos para que la gente pueda tener participación. De ahí en adelante debieran haber quórums más flexibles.

–¿Quieren blindar este texto frente a un eventual Rechazo?

–Primero veamos los resultados del plebiscito del 4 de septiembre. Nosotros tenemos fe en que se va a aprobar la nueva Constitución.

–¿Crees que el eslogan “Aprobar para reformar” es una forma de asumir que el texto no quedó bien escrito?

–Yo estoy en desacuerdo con ese eslogan. Creo que el texto no quedó perfecto y hay muchas cosas que pueden mejorarse. Yo soy una mujer de izquierda, por lo tanto, hay cosas que a mí me habría gustado que fueran más de izquierda, pero no ha sido posible porque no tenemos mayoría.

–¿Y qué opinas del borrador? ¿Cuáles son sus mayores méritos?

–Valoro que pasemos de un Estado subsidiario a un Estado social y democrático de derecho. Es un tremendo avance. Yo anduve con la gente en las calles, en las marchas, y escuché de primera fuente las demandas ciudadanas por los derechos sociales, como las pensiones, la salud y la educación. Entonces creo que este es un cambio sustantivo para la gente.

Y agrega:

–Por otro lado, están las propuestas sobre la nacionalización del cobre, que es una petición sentida por la ciudadanía y que está en la comisión de Normas Transitorias. En los años 90 se hicieron las concesiones mineras en donde se le dio la propiedad a las trasnacionales. A mí me habría gustado que el cobre quedara en manos de los chilenos con la participación del Estado. ¿Por qué? Porque eso nos permitiría tener las utilidades y financiar los derechos sociales.

–Lo que no está en el borrador es el estado de excepción. La semana pasada asesinaron a un trabajador forestal mapuche en la Macrozona sur. ¿Por qué no se incluyó?

–Porque la violencia no la podemos erradicar con más violencia. Hay que ver el contexto y el origen de esa violencia. Hay que ir a la raíz de cómo se inició el conflicto del pueblo nación mapuche. Más bien, podríamos decir que no es un conflicto del pueblo mapuche sino que es el conflicto que el Estado chileno provocó en el pueblo mapuche cuando le quitaron las tierras y se las entregaron a título gratuito a las grandes familias que tienen las forestales. Ese es el reclamo que hay de fondo. Cuando mueren mapuches como Segundo Catril nos duele como indígenas. Pero no se necesita un estado de excepción, sino que se necesita dotar de más inteligencia a las policías y buscar otros mecanismos para resolver los conflictos. No metiendo más armas.

“Nos dicen ‘indios bananeros'”

–Fuiste presa política en dictadura y figuras en el informe Valech. ¿Qué opinas de otorgarle libertad a los llamados presos políticos de la revuelta?

–Estoy completamente de acuerdo. Ellos salieron de su casa pensando en terminar con las desigualdades y el abuso de 30 años. No son delincuentes comunes. Por lo tanto, yo estoy por la libertad de los presos políticos.

–En tu discurso de apertura pediste la libertad de Luis Castillo, joven de Copiapó que está preso en Coquimbo.

–Está en la cárcel de Huachalalume. Nosotros pedimos su libertad como preso político porque Luis andaba en las calles luchando por terminar con el gobierno abusivo de Sebastián Piñera. Fue detenido y las pruebas en su contra no son contundentes. Hemos pedido que se revise el caso para que pueda tener un indulto.

–¿Y crees que ese indulto debe ser una amnistía general o algo que se debería ir viendo caso a caso?

–Una amnistía general, porque muchos de estos casos fueron montajes. Además, en procesos anteriores a este, por ejemplo antes de la Constitución de 1925, también hubo revueltas sociales y se indultó a los presos de aquella época. ¿Por qué ahora no se podría hacer?

–Cuando asumiste como secretaria del Consejo Nacional del Pueblo Colla, en 2013, contaste que no fuiste bien recibida por usar tacos, maquillaje. ¿Te has sentido discriminada?

Sí. Pero eso fue al comienzo, cuando la gente no me conocía. No sabía mi historia de vida, ni la historia de mi familia, ni mis raíces. Hoy en día la relación con mi pueblo es maravillosa. Ellos están muy conformes con el trabajo que hemos hecho acá en la Convención.

Luego dice enfática:

Acá sí me he sentido discriminada. Especialmente por la derecha más radical. Ellos usan términos muy humillantes hacia los pueblos originarios. Por ejemplo, nos dicen “indios bananeros”. Y dicen que tratamos de hablar nuestro idioma pero que nos sale ridículo. Nos responsabilizan de lo que nos quitaron. Ellos no dimensionan lo difícil que fue para nuestros padres y abuelos hablar su idioma y ser discriminados por ello. El pueblo Colla sufrió genocidio y asimilación, que son dos formas de exterminio. Por eso estamos con menor población, casi extintos. Trataron de erradicarnos, la Iglesia obligaba a las personas a cambiarse el apellido para que no fueran discriminadas ni maltratadas (…) En el colegio no podía decir “taita”, me retaban, cuando taitai en quechua es papá. Es parte de nuestro dialecto. Yo creo que con este proceso vamos a tener que empezar a practicar la lengua nuevamente.

–La filósofa Lucy Oporto dice que esta nueva Constitución tiene una impronta racista porque se aprobaron normas relativas a la plurinacionalidad, la autonomía territorial, y a escaños reservados por raza que al comienzo del proceso no eran considerados. ¿Qué opinas?

Ella lo puede ver desde su mirada no indígena. Pero para los indígenas es distinto. Nosotros acudimos a cada llamado que hizo el Estado para abrir espacios para los pueblos. En su tiempo, Aylwin abrió el proceso y se nos prometió el reconocimiento constitucional. De ahí salió la Ley Indígena, pero ni siquiera nos mencionaban como nación o pueblo, sino que como etnia, y había una intencionalidad de no reconocernos como naciones con derecho a territorio, con autonomía y autodeterminación. La plurinacionalidad no tiene otro objetivo más que reconocer los derechos de los pueblos originarios. Que Chile sea plurinacional no le hace daño a nadie. Los chilenos no dejarán de ser chilenos. Es solamente el reconocimiento de que en este espacio territorial hay otras naciones preexistentes.

“La gente quería una Asamblea Constituyente libre y soberana”

–¿Crees que el problema de la Constitución del 80 es el pecado de origen o está en su contenido?

Ambas cosas.

–Sin embargo, la Constitución del 80 tuvo varias reformas. De hecho lleva la firma de Ricardo Lagos.

Pero esas reformas son maquillajes. No se hicieron cambios estructurales, ideológicos, ni al modelo económico. Es la misma Constitución. Nosotros queremos un cambio transformador para Chile.

–El acuerdo de paz de 2019 quiso lograr un consenso que le diera estabilidad institucional a Chile. En cambio tú propones transformar el modelo.

Pero veamos quién hizo ese consenso. Ese consenso lo hicieron los partidos para salvar al gobierno porque la situación se le había ido de las manos. El estallido social se le desbordó al gobierno y para salvarlo inventaron esta Convención Constitucional a su manera. No era lo que el pueblo quería y pedía. La gente quería una Asamblea Constituyente libre y soberana. Y el temor a que llegaramos a eso hizo que instalaran esta Convención a su medida. No a la nuestra.

–Jaime Bassa dijo que si gana el Rechazo se viene un nuevo estallido social. ¿Coincides?

Yo creo que el pueblo tiene expectativas en este proceso. Y de no aprobarse también pienso que puede haber otro estallido social.

–Se han planteado varias salidas posibles si gana el Rechazo. Una comisión de expertos o una nueva Convención. ¿Cuál te parece más factible?

Creo que de ganar el Rechazo debiera haber una Asamblea Constituyente, que es lo que quería el pueblo.

–Ya que lo mencionas tanto, ¿qué o quiénes son el pueblo?

El pueblo es la gente que día a día se pela el lomo trabajando para recibir un sueldo de mierda o el jubilado que recibe una pensión de hambre. Es aquella persona de clase media en Chile que más aporta y menos recibe.

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