Una educación sexual única para todos de parte del Estado, sería un abuso”.

Quizás somos privilegiados;

pero creo que en Chile hay mucha gente preparada intelectual y profesionalmente, y por eso también podría ser considerada

de élite”

Santiago Baraona (51) ingresa de terno a una sala de reuniones de techos altos. El luminoso salón está en el segundo piso de una casona de los años cuarenta. Sus paredes blancas albergan las oficinas de las máximas autoridades del Colegio Tabancura, fundado en 1970 (ubicado en Vitacura). El rector del establecimiento vinculado al Opus Dei, que solo recibe hombres, saluda de mano y cuenta: “Estamos construyendo salas de clases para renovarlas; fueron construidas en el año 70. Esperamos tenerlas listas para marzo próximo”.

Ingeniero civil industrial de la UC y numerario del Opus Dei, Baraona dirige este establecimiento particular pagado, de 1400 alumnos, desde 2016 (también lo lideró entre 1998 y 2007). Y mientras toma un sorbo de agua, con voz firme se refiere a la norma aprobada por la Convención sobre educación sexual integral. La cual garantiza que todas las personas tienen derecho a recibirla y que ella debe promover el disfrute pleno y libre de la sexualidad. Así como la responsabilidad sexo-afectiva; la autonomía, el autocuidado y el consentimiento; el reconocimiento de las diversas identidades como expresiones del género y la sexualidad. Además, de prevenir la violencia de género y sexual.

–Como colegio católico, ¿Cómo toman la aprobación de este artículo?

–Nuestro proyecto educativo reconoce que los primeros educadores son los padres y la educación sexual es parte de ese derecho irrenunciable. Pero cuando me imponen una visión única, sin libertad para elegir, hay un problema. Porque la fe católica, que es la que nosotros y los papás de este colegio comparten, es un poco distinta; ya que es la enseñanza de Jesús sobre el matrimonio, la familia, el hombre y la mujer.

“Qué significa integral y quién debe entregarla”

Ex alumno del Colegio Sagrados Corazones de Manquehue, el director creció en una familia católica de seis hermanos e ingresó al Opus Dei como numerario a los 18 años. “Uno se compromete a cumplir la misión de la iglesia, al apostolado y al celibato. Soy de misa y comunión diaria; me confieso con frecuencia. Soy numerario y ciudadano libre. Tomo vino, cerveza y me gusta correr los fines de semana”, cuenta.

Teresa Valdés, investigadora del Observatorio de Género y Equidad de Chile, sostiene que la educación sexual desde la primera infancia se torna fundamental para establecer relaciones no violentas e igualitarias entre hombres y mujeres.

–Está muy bien que se promueva una educación sexual integral. El problema está en qué significa integral y quién debe entregarla. El fondo, de la libertad de enseñanza, es que todos los padres y apoderados puedan escoger para sus hijos el tipo de educación que quieran. Tengo la convicción de que los primeros educadores son ellos; sobre todo en temas de afectividad y sexualidad, que afectan la configuración íntima de la persona.

Y añade:

–El borrador del texto de la Convención habla de que la educación sexual integral debe proveer el disfrute pleno y libre de la sexualidad. Me temo que lo que se entiende por pleno y libre es controversial. No todos entendemos lo mismo ni por disfrute ni por pleno ni por libre. Pienso, y no soy el único, que la propuesta cristiana sobre sexualidad es plenamente liberadora; conduce a la felicidad en todas las dimensiones: espiritual, psíquica y biológica, entre otras.

–Para los expertos el derecho a la educación sexual integral es una herramienta relevante. Ella permite evitar situaciones lamentables como la ocurrida recientemente en el Liceo Lastarria de Providencia, donde estudiantes mujeres denunciaron amenazas de violación y otros abusos de estudiantes hombres del recinto.

–Sin duda, no podemos aceptar lo que ocurrió en el Liceo Lastarria. No hay nada de malo en la educación sexual; es necesaria, incluso hay poca. El tema es cómo la impartes, qué dices y cuáles son los criterios morales que usas. Si es una educación única para todos de parte del Estado, creo que sería un abuso, porque no respetaría la libertad.

Y agrega:

–Tenemos la convicción de una igualdad radical entre hombres y mujeres. Que nuestro colegio sea masculino no significa pensar que el hombre es superior. Entre algunas iniciativas, que sólo son un aspecto más de la convicción de nuestro proyecto educativo, hace tres años implementamos la asignatura Home Skills. Está dirigida a niños de sexto a octavo básico y se les enseña a hacer labores de hogar, como planchar, coser y cocinar. Les inculcamos que la casa es responsabilidad de todos, no solo de las mujeres.

–Algunos convencionales rechazan la norma sobre educación sexual integral, pues al implementarse como derecho en la Constitución se le exigiría al Estado ser garante de su cumplimiento.

–Quien es el responsable de la educación sexual no es el Estado, sino la familia. Eso es mucho más eficaz. El problema es que lo hemos olvidado. Acabo de leer un estudio del sociólogo americano Christian Smith de la Universidad de Notre Dame. Dice que, para formar a un niño, el gran transmisor del impacto educativo es el padre y la madre. Plantea que los colegios, las parroquias y las organizaciones sólo canalizan las ideas entregadas en el hogar.

–¿Y qué rol debe tener el Estado?

–Un papel subsidiario, que apoye en el caso de la educación pública con calidad, pero donde evidentemente exista libertad. Que cada uno, independientemente de su posición económica, pueda escoger el modelo de educación que se adapte a sus creencias y valores.

–Según Mariela Infante, directora de Corporación Humanas este artículo no supondría una obligatoriedad en torno a la enseñanza, a la religión o creencias; sino que, al contrario, entregaría información básica. Inclusive, el pleno rechazó el inciso que establecía una política única de educación sexual desde la primera infancia.

–Si así se dice, entonces hay que ver la letra chica. Porque si hay una imposición del Estado contra un proyecto cristiano de familia, que atente contra convicciones profundas, habría problemas. Hay que ver cuál es la norma exacta. Este tema todavía es ficción… Si esto se aprobara constitucionalmente, integrar normas nuevas no sería problemático para nosotros. Esto, siempre que ellas respeten la convicción de los padres como los primeros educadores.

–¿Y cómo se solucionan situaciones como las ocurridas en el Liceo Lastarria?

–Ahí entramos a un tema más de fondo, ¿resuelves estos problemas con leyes? Al final esto es cultural. Yo puedo hacerlas para evitar estas situaciones, pero si quiero ir a las causas ¿se hace con una ley? Las leyes generan sistemas penales dentro de los colegios, universidades y de las organizaciones, pero al final esto es un asunto cultural. Estas situaciones se dan por un afán de posesión y de poder. Creo que esto sería un tema moral. A mí entender, la fe o la religión ayudan en la solución; no sé si el Estado va a resolverlo.

“Estamos formados para tratar de hacer las cosas bien”

–La Convención también aprobó constitucionalizar el derecho al aborto, ante lo cual la iglesia manifestó su oposición. Y lo calificó como “un gravísimo atentado a la dignidad de la persona humana y sus derechos fundamentales”. ¿Cuál es la postura de ustedes?

–El aborto es un tema criminal y nuestra postura es la del magisterio de la Iglesia Católica; que como todos saben, lo condena.

–Parte de la élite política ha estudiado en el Tabancura; este colegio ha sido etiquetado de conservador y privilegiado. ¿Cómo toma estas apreciaciones?

–Lo de la élite no me complica mucho, porque la mayoría de los exalumnos no son conocidos. En una generación de cuarto medio hay 105 estudiantes; y los egresados, quienes se dedican a la política, son unos tres cada año. Hay muchos que se dedican al servicio público desde otros lugares, como el arte, el servicio social o las empresas.

Y señala:

–Quizás somos privilegiados; pero creo que en Chile hay mucha gente preparada intelectual y profesionalmente, y por eso también podría ser considerada de élite. ¿Entonces el Instituto Nacional sería de élite?

–También esto pasa por pertenecer a establecimientos costosos del sector oriente.

–Efectivamente. Somos un colegio privado particular que no es barato y eso sin duda genera una situación que puede ser de privilegio. Ciertamente contamos con un cuerpo de profesores excelentes, con buenas condiciones para trabajar. Eso sin duda, mejora la calidad de la enseñanza.

–Las brechas entre colegios públicos y privados también se visualiza en los resultados académicos. Como en otros años en el Ránking de Colegios 2022 del Ministerio de Educación nuevamente el Tabancura estuvo en los primeros lugares. Además, según publicó El Mercurio, en la pandemia la pérdida de aprendizajes afectó hasta tres veces más a estudiantes de establecimientos públicos. ¿A qué se debe esta brecha?

–Sí, es un hecho de la causa que entre los diez primeros puestos más altos de la Prueba de Transición PDT hay en su mayoría colegios privados. Y hay diferencias sobre todo en los últimos dos años; las distancias se han profundizado y hay evidencia al respecto. Entiendo que este estudio no se basa en pruebas estandarizadas sino que están solventadas en evidencia internacional. Ahora, sobre la pandemia, me imagino que esta desventaja para los establecimientos públicos también se debió a que los colegios privados estuvieron más tiempo abiertos. Eso significó que los profesores pudieron hacer un mejor seguimiento del aprendizaje de los alumnos.

–El Opus Dei es una institución de la iglesia católica que, según su fundador Josemaría Escrivá de Balaguer, busca promover “la perfección cristiana”. ¿Cómo aplican este concepto en educación?

–Sí, estamos formados para tratar de hacer las cosas bien. No por perfeccionismo o neurosis, sino porque el trabajo es un instrumento de crecimiento personal y de servicio a la sociedad. La perfección cristiana es la perfección de la caridad, del amor a Dios y al prójimo. San Josemaría enseñó que un camino para alcanzar esta perfección es el trabajo santificado, lo que supone un esfuerzo por hacerlo bien, con espíritu de servicio: El fruto de tu trabajo lo reciben otros. En la educación escolar se puede manifestar en cosas concretas: cuidar la buena convivencia al interior de la comunidad y preparar a conciencia las clases. Además de escuchar como aconsejar con dedicación a padres, apoderados y alumnos.

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