Darío Quiroga, uno de los conductores del programa “La cosa nostra”, no es amigo de Izkia Siches, pero sí la conoce bien. Con él —junto a los co-condutores Mirko Macari y Alberto Mayol— es que ella se soltó cuando era presidenta del Colmed y habló de “los infelices” del Gobierto. Luego la acompañó en el bus que recorrió Chile para la campaña de segunda vuelta.

A pesar de la seguidilla de errores y de que “Interior no era el ministerio donde iba a dar su mejor versión”, hoy dice que la actual administración “no se puede farrear su talento”,

—¿Puede recuperar poder después de la intervención de Camila Vallejo (en que habló de reforzarla tras sus equivocaciones)?

—Sí. Son tantas las demandas que epocalmente le tocó responder a este gobierno, que esa complejidad de entrada implica que le falta relato. No nos daremos cuenta cuando estaremos bailando al son de dos o tres temas centrales. Cuando eso suceda, en esta lógica de relato, probablemente Izkia será una aliada importante y debiera ser vocera, en términos amplios, de las ideas y sobre todo en el proceso de la Convención y de lo que pase después. Lleva un mes y tal como ha tenido traspiés, tiene capacidades de reinventarse. Parte del ejercicio que tendrá que hacer es redefinir, con acuerdo del Presidente, cómo ejerce la jefatura de Interior y eso probablemente tenga que ver con cómo redefine con sus tres subsecretarios la distribución de carga para que ella luzca en esa capacidad de conectar con muchos chilenos, más allá del mundo centroamplista o de la izquierda más tradicional.

—¿Asumir la vocería en un cambio de gabinete?

—Es una salida, pero tiene un desafío ahora, que es hacerlo bien en Interior. Tiene todas las capacidades y condiciones, incluso con esta mochila pesada que se echó en estos últimos 30 días.

—¿Cómo puede hacer eso con interventores, con Monsalve al lado y sin ningún partido detrás?

—La pregunta tiene una premisa: que va a estar muy intervenida.

—La premisa la puso Camila Vallejo.

—Sí, pero es la señal en clave política que entiende el Gobierno que tiene que entregar. Pasarán unos días y a otra cosa mariposa. Izkia y su equipo no tienen que ser intervenidos, tienen que ser complementados con otras funciones más, con mucha más capacidad de análisis, lo que implica una ayuda no para ella, para todo el Gobierno. Ella tiene que redefinir la relación con los subsecretarios. Manuel Monsalve pasó una cierta línea cuando hace unos días sale a entregarle su apoyo. Fue algo que estuvo demás… En dos meses toda la realidad política del país estará centrada en el apruebo o rechazo en el plebiscito constitucional y me pregunto, de todos los ministros que lo han hecho bien, versus Izkia, que lo ha hecho mal, ¿quién será el jugador más hábil para jugar en esa cancha? Me la imagino a Izkia como uno de los principales apoyos para la campaña del Apruebo; ahí su capacidad puede valer oro para el gobierno, recorriendo Chile como ministra del Interior, hablando de los temas del ministerio, pero empujando este cambio institucional.

—¿Cómo empujará con crisis y protestas previsibles, cuando ella sea quien tenga que poner mano dura?

—Para eso tiene elenco, para eso tiene tres subsecretarios y un gobierno… Todos esos problemas los tendrá que enfrentar, pero no sola. No me imagino viajes tipo sheriff de un par de días, arriesgando todo su capital político para hacer un punto… Tiene que haber una serie de despliegues que le permitan enfocarse en los grandes temas que el país necesita.

—Si eso se da, diluiría los riesgos, los repartiría, pero también su poder.

—No sé, hay que mirar su liderazgo improbable. Cuando como presidenta del Colmed recibió a Kast en la izquierda muchos se espantaron, “cómo hiciste eso, pierdes poder”. No, cualquier cosa que en un manual del buen político del Siglo XX no se hace, cuando ella la hace incrementa poder.

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