Cuando el ministro de la Secretaría General de la Presidencia Giorgio Jackson se relaja, pocas veces al día, juega ajedrez en su teléfono. Un amigo que lo conoce desde su época universitaria cuenta que su capacidad de trabajo es “infinita”. Ahora, en promedio, le dedica 14 hora diarias a la Segpres y a veces más. Pese a tener el autoestima elevado, se encandila poco. Es consciente del poder que tiene, y lo ejerce. Es hábil y la mayoría de los problemas siempre los lleva a una lógica matemática. “Es una tabla excel”, comentan en su partido, Revolución Democrática.

Dentro de la vorágine de la instalación y desde antes de comenzar formalmente como ministro, ha forjado confianza con el titular de Hacienda Mario Marcel. Ambos se respetan. Allí, donde está el corazón del gobierno y donde se jugarán las principales partidas, Jackson generó alianzas cruzadas: Marcel conoce y confía en la subsecretaria Segpres, Macarena Lobos, y a su vez Jackson cuenta con la cercanía de la subsecretaria de Hacienda Claudia Sanhueza. Además de la número uno de la Dirección de Presupuesto, Javiera Martínez, quien fue su jefa de gabinete y quizás una de las personas de mayor confianza política de Jackson.

Jackson y Marcel se conocieron en 2011 en la OCDE, cuando el titular de la Segpres viajó a esa instancia con otros dirigentes estudiantiles para hablar sobre la crisis política del entonces presidente Piñera, mientras que el expresidente del Banco Central se desempeñaba en el organismo internacional como subdirector.

El aterrizaje no ha sido fácil y la dupla que llevará la agenda del gobierno al Congreso llegó de golpe a la política real: las críticas del PC, la amenaza de un quinto retiro y los cruces con el alcalde Daniel Jadue los dejaron craneando cómo moverán sus piezas para salir airosos.

Los tropiezos en el Senado

A Jackson, en sus primeras dos semanas en el Congreso, lo ha traicionado su personalidad. Si se pudiera graficar su carácter con una fábula, sería la de la rana con el escorpión. Y ahora, en el Parlamento, no ha podido evitar picar a los congresistas con quienes se relacionará.

Sabe que los diputados y senadores se entenderán con él desde la lógica política, no desde la confianza. Los testigos del primer encontrón del ministro, el 27 de enero pasado, aún recuerdan esa reunión.

Recién nombrado, Jackson llevaba diez minutos esperando y mostró su molestia por la ausencia de algunos senadores -como Francisco Huenchumilla, quien se ausentó como gesto de molestia porque no se consideró a la DC en ningún cargo en el gobierno- y por el retraso del PPD Guido Girardi, quien se excusó porque le habían avisado tarde.

El problema fue cuando el PS Alfonso De Urresti, uno de sus principales críticos, le habló. El PS le habría dicho que aprendiera a hacer su trabajo como ministro. “Soy senador, tráteme con respeto. Yo llegué a la hora”, le habría dicho De Urresti, para luego lanzar al aire un improperio y cerrar la puerta e irse del encuentro.

En esa oportunidad, como en otras, no perdió la compostura. Cuando atraviesa momentos así, anota mentalmente y cobra después. Como si se moviera en esa antigua regla -a pesar de su juventud- de que las deudas en política no prescriben.

De acuerdo a personeros de gobierno consultados por La Segunda, la apuesta de Jackson podría ir en una línea distinta en caso de que su relación con el Parlamento no mejore del todo: ceder poder y dejar a Macarena Lobos desenvolverse con libertad en los pasillos de Valparaíso, donde están sus fortalezas. “Su pragmatismo lo puede llevar a dejar ese espacio, y él continuar ejerciendo el poder que tiene producto de su relación profesional y de amistad con Boric”, dicen.

Si eso genera réditos, no tiene problemas en ceder. Lobos, además, conoce bien el arte de negociar en el Congreso.

Los tropiezos que el ministro ha tenido, hasta ahora, han sido más sonoros en el Senado, donde los exConcertación siguen cobrándole una supuesta operación para eliminar el Senado en la CC

También generó ruidos por su “intromisión”, según algunos, en las negociaciones por la mesa del Senado antes del 11 de marzo. La escaramuza se armó luego que el propio Manuel José Ossandón (RN) revelara dos reuniones con él. “Su operación demuestra lo poco que conoce al Senado. Tenía poca fe de que íbamos a llegar a un acuerdo”, dice un oficialista.

De ahí en adelante, las cosas fueron de mal en peor para él. Esta semana recibió críticas por llegar tarde a un almuerzo el martes con los senadores PPD y por la arriesgada jugada (según él a petición de Fabiola Campillai) de poner urgencia este lunes al proyecto de indulto por los presos del estallido social.

Horas después del anuncio, la bancada PS comenzó a discutir una declaración que sería firmada por todos, excepto por el timonel del Senado, Álvaro Elizalde. La defensa de Jackson fue que lo había anunciado en el almuerzo en La Moneda de ese lunes con los jefes de bancadas, pero la molestia aumentó cuando José Miguel Insulza les mostró a sus colegas lo que le habían entregado en la cita. La minuta no hacía mención al proyecto y menos a la urgencia. “Sabe que no están los votos y mandó una bomba al Senado”, comentan.

Nadie sabe bien si esa fue una jugada más de ajedrez, pues así Jackson bajaría las críticas PC por el manejo de la calle y juntaría agua en la piscina para el 29 de marzo, el primer Día del Joven Combatientes en la era Boric.

Para lograr su tarea en el Senado, Jackson se apoyará en el RD Juan Ignacio Latorre y otros parlamentarios con los que se ha preocupado de generar lazos. Uno de ellos es el exatleta Sebastián Keitel (Evópoli), con quien forjó amistad en la Cámara. Los dos se encontraban siempre en el gimnasio de la corporación.

También con los decé Matías Walker y Francisco Huenchumilla. Y con el PS Álvaro Elizalde, quien ha evitado las críticas.

En RN, en general, tiene una relación correcta, comentan, y ha generado lazos con la senadora Paulina Núñez.

La encuesta electrónica que nadie entendió

El pasado 15 de marzo Jackson envió un correo a todo el Congreso. El email fue despachado por la secretaria de la Segpres. Junto con desear éxito a la gestión de este 2022, invitaba a responder una encuesta electrónica que “forma parte de un proceso de escucha y participación para estructurar la agenda legislativa del gobierno”. En el mensaje especificaba que debían ingresar a un enlace, donde se encontrarían con “una breve encuesta con dos consultas: cuáles serían aquellas prioridades que se debieran abordar en la agenda legislativa del año; y la segunda aquellos proyectos de ley en tramitación, ya sean ingresados por mensajes o por moción, que debieran ser priorizados”.

Invitar a los congresistas a través de su secretaria a responder una encuesta electrónica, para muchos fue una falta de respeto. Otros creyeron que el mensaje reemplazaría las reuniones presenciales. Y otros, simplemente, no entendieron cómo usar la herramienta para responder.

En conclusión, fue un fracaso. “Muy millenial”, comenta un parlamentario que no ha respondido dicha encuesta.

En la Cámara de Diputados, quizás por proximidad generacional o porque estuvo 8 años allí, el exdiputado ha tejido más redes que en el Senado. Pero no ha estado exento de tropiezos y zancadillas.

Como cuando se votó esta semana la posibilidad de analizar el proyecto de un quinto retiro de los fondos. Previendo esto, Jackson había enviado un mensaje para que sus aliados políticos lo rechazaran.

Pero le fue mal. No solo a él, sino que también a su dupla con Marcel: la votación fue de 117 (incluyendo a todo el oficialismo, más algunos de oposición) y 26 en contra (todos de la derecha). Algunos le enviaron mensajes a Boric, pero les dijo que se entendieran con sus ministros.

En la Cámara, Jackson cuenta con la experiencia del diputado de Convergencia Social, Gonzalo Winter, quien ordena los votos en el sector. También de la PC Karol Cariola, aunque con tropezones, reconocen en el gobierno. Y con Catalina Pérez (RD) y Vlado Mirosevic (Liberal), pese a las críticas que éste realizó cuando se fue del Frente Amplio. También se lleva bien con la socialista Daniella Cicardini.

En la derecha le tienen respeto. Valoran su capacidad de entrar en áreas complejas. A veces desesperaba a los exministros de Hacienda Felipe Larraín e Ignacio Briones porque es mateo. “Lo respetaban y también se enfrascaban con él en discusiones porque Giorgio estudiaba bien los proyectos y si venían con alguna pillería, se los hacía ver”, cuentan.

En la UDI solo habla con el diputado Guillermo Ramírez, pues son varios los que le recuerdan que era uno de los más entusiastas en rebajar la dieta parlamentaria. Se suma Andrés Longton (RN), a quien recibió en su oficina esta semana.

Las jornadas han sido extensas, y quienes han visitado su casa comentan que a veces se acumula el polvo. Él pasa poco tiempo ahí y su pareja, la convencional Constanza Schönhaut, también.

Sus cercanos creen que debe llevar muy bien ordenado todo lo que ha escuchado estas semanas en una tabla excel. Hoy tendrá un espacio para seguir tendiendo puentes con parlamentarios del oficialismo, que están citados a las 8:30 con Boric en Cerro Castillo. .

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“En términos futbolísticos, la Segpres es el ministerio que debe hacer jugar a los demás, generar los espacios para que otros participen y brillen, y no ser el dueño de la pelota. Si eso se entiende rápido y bien, la relación con el Parlamento y los partidos de Gobierno debería mejorar”, sentencia el exministro secretario general de la Presidencia, exdiputado y exsenador Claudio Alvarado. Con la experiencia que le da haber negociado hasta última hora en el Congreso (fue quien selló el acuerdo entre la UDI-Evópoli y el PS, que hoy tiene a Alvaro Elizalde en la mesa del Senado), dice que en el debut de Jackson ve tres temas.

-Pretender influir abiertamente en la negociación de la mesa del Senado, significa, por una parte, no reconocer la autonomía parlamentaria y, por otra, intervenir pidiendo apoyar a candidatos de la oposición sin conversación previa con la propia coalición fue un error no forzado que generó distancias en la relación Segpres-Congreso.

-El anuncio de suma urgencia a la amnistía a los presos del estallido provocó molestia en el PS-PPD.

-Las urgencias a los proyectos deben obedecer siempre a objetivos programáticos y políticos compartidos por una coalición de Gobierno. Si las urgencias se van a definir en función de la conveniencia mediática o con el ánimo de traspasar un problema o un compromiso asumido al Congreso, es exponerse sin sentido a un eventual fracaso en la iniciativa y convertirse en un autogol para el gobierno. Cuando se gobierna, siempre, hay que tomar distancia de las presiones y, evaluar con calma los escenarios.

-Tampoco en la Cámara lo siguieron cuando pidió votar en contra de la tramitación del 5 retiro.

-En este caso claramente el gobierno está cazado por sus propias actuaciones y votaciones pasadas. Es muy difícil hoy para la Segpres pedir que se vote en contra y que los parlamentarios sigan las orientaciones cuando, pocos meses atrás, quien lo pide hizo exactamente lo contrario como diputado. La misión es controlar a los propios y en esa tarea el interlocutor mas apropiado, para este proyecto específico, sería el Ministro Hacienda.

-¿Son a su juicio problemas de instalación o un desajuste más serio del ministro con el Congreso?

-La Segpres es un ministerio clave para un gobierno, no solo lleva la relación con el Parlamento sino que debe velar por la coordinación interministerial. Su conducción requiere una relación ministro-subsecretario de mucha confianza y complicidad, destinar mucho tiempo a los liderazgos ordenadores en las bancadas, partidos y coaliciones, y sobre todo trabajar siempre en equipo internamente y con los parlamentarios.

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