LEER MÁS
 
LEER MÁS
 

Son tiempos de relecturas y desmitificaciones. Luego de que Peter Jackson revelara en “Get Back” que los últimos años de Los Beatles no fueron tan tensos ni caóticos como se creía, Ryan Murphy (showrunner de series como “Glee” y “American Horror Story”) lleva a la pantalla “Los diarios de Andy Warhol” (Netflix), memorias póstumas del artista pop que fueron redactadas y editadas por la escritora Pat Hackett.

Para quienes estén familiarizados con el texto original, publicado en el año 1989, no habrá mucha novedad, pero el streaming funciona como un mundo aparte en el que obras literarias, reportajes e investigaciones policiales explotan como revelaciones de alto impacto mediático. Ahora bien, el contenido no es solo textual sino que visual y es ahí donde los entendidos podrían llevarse incluso un par de sorpresas por el material inédito de una serie documental que funciona como una exploración por los archivos personales del retratado.

Lo cierto es que pocos conocían el lado B de Andy Warhol, la contracara de su construcción mediática. Andrew Warhola, como fue bautizado en 1928, fue otro artista atrapado en el personaje. Un tipo sensible condenado por el disfraz de desfachatez y frialdad que él mismo se inventó para alcanzar la fama. Cuando empezó a dictar el diario en 1976, los tiempos tampoco lo favorecían. Ya habían pasado sus 15 minutos de fama. Cuando lo terminó, cinco días antes de su muerte en 1987, el contexto era aún peor: sus personas queridas estaban partiendo, el mundo del arte había cambiado y el sida arrasaba con la noche gay neoyorquina.

Quizás lo que cambió todo en la vida del artista –y la serie lo sugiere– fue el intento de asesinato de parte de Valerie Solanas, feminista radical que le disparó en 1968. Autora del manifiesto “SCUM”, proponía eliminar a todos los hombres de la faz de la Tierra (el escritor Norman Mailer la bautizó como “la Robespierre del feminismo”) hasta su muerte por neumonía a los 52 años de edad. Esa bala dejó a Warhol en un estado precario de salud y lo hundió en sus cavilaciones.

Aprovechando la tecnología, Murphy y compañía le dan voz a los textos a través de inteligencia artificial, creando la sensación de que es Warhol quien lee sus propias confesiones con la intimidad que amerita la ocasión. Es un Warhol depresivo e inseguro que acompaña a su madre todos los domingos a misa (en el ocaso de su vida, su cosmovisión católica se acentuaría), se siente rechazado por los críticos y la escena artística, y esconde su homosexualidad a pesar del destape neoyorquino. “Los diarios de Andy Warhol” se inclina también hacia el amor por tres figuras fundamentales en su vida: el decorador Jay Johnson; el productor cinematográfico Jon Gould, quien fingía ser heterosexual en público, y el artista Jean-Michel Basquiat, con quien la relación fue siempre platónica.

Una prueba de la popularidad del streaming es que tras el estreno de la serie todos estos personajes han generado noticias del tipo: “¿Qué pasó con Jed Johnson?” o “El trágico final de los amantes de Andy Warhol”. Un poco de retrofarándula fantasmal para alimentar el estreno.

Un paseo por la intimidad confesional

A pesar de que “Los diarios de Andy Warhol” es material público desde hace más de 30 años, el refuerzo del texto con imágenes y grabaciones personales extienden una práctica que el cine y el streaming ha adoptado para mantener con vida a celebridades muertas y revelar facetas desconocidas. Antes, la presencia del director en escena era un requisito fundamental para construir perfiles documentales. Ahora la operación es más estratégica y consiste en conseguir registros inéditos y confesionales para hurgar en la intimidad de figuras públicas. Una fórmula que trae buenos resultados y créditos.

Esta es una lista de producciones recomendadas que han sido construidas con los archivos personales de los personajes retratados.

“Listen to Me, Marlon” (2015)

Marlon Brando, quien fue retratado por Andy Warhol en el año 1966, grabó más de 100 minutos de audio en los que repasa su vida, sus hitos actorales, sus errores, las tragedias de su vida y sus pulsiones más secretas. El cineasta Stevan Riley las usa aquí como base de un documental tan íntimo que a ratos parece una profanación. Las múltiples facetas de un actor complejo y controversial que odiaba la industria del cine. En Amazon.

“Senna” (2010)

No hay que ser fanático de la Fórmula 1 para poder valorar este impecable documental de Asif Kapadia, quien reconstruye la vida del malogrado Ayrton Senna a través de videos caseros otorgados por la familia del piloto brasileño muerto en 1994. Un paseo íntimo por los archivos de un ídolo deportivo. En Filmin.

“Val” (2021)

Si no existiera este documental armado con las grabaciones en video que Val Kilmer viene realizando desde su adolescencia, probablemente seguiríamos viéndolo como un actor más dentro de Hollywood. Afortunadamente no es así. Esta honesta confesión de casi dos horas de duración explica por qué nunca tuvo el lugar que se merece dentro del cine, por qué interpretar a Batman es una humillación y cómo se decepcionó brutalmente de Marlon Brando cuando lo conoció en el set de “La isla del doctor Moreau”, entre otros asuntos. Kilmer, quien superó un cáncer de garganta, se volvió entrañable y admirable a través de un documental. En Amazon.

“Kurt Cobain: About a Son” (2006)

La gracia de este documental de A.J. Schnack es que, exceptuando los créditos finales, nunca vemos al fallecido líder de Nirvana. La protagonista aquí es su voz y lo que narra: la infancia, la música, los perjuicios de la fama, la vida. Las imágenes logran desprenderse de la singularidad del caso para volverse universales y reconocibles. Cobain se transforma en una suerte de filósofo. En Filmin.

“Paul McCartney is Really Dead: The Last Testament of George Harrison” (2010)

Este documental no debería estar aquí pero sirve como alerta de las estafas que surgen de las fórmulas en boga. Unas supuestas grabaciones que dejó George Harrison antes de morir confirmarían el mito pop de que Paul McCartney falleció en los 60 y fue reemplazado por un impostor. Claro, todo aquí es falso, lo que no quiere decir que no pueda servir como diversión desechable. Están advertidos. En Tubi.

LEER MÁS