Daniela Desormeaux es economista titulada de la Universidad Católica y magíster en políticas públicas. Pero su vocación siempre la empujó al estudio del medio ambiente y los recursos naturales, más que a la macroeconomía. Así, con intervalos en el camino, llegó a la Cámara Chilena de la Construcción, donde se adentró en el mundo de la vivienda y también de lo que ella define como uno de los grandes fantasmas del rubro: la construcción minera. “Desde ahí yo tenía ese gran anhelo, trabajar en minería y se dio la oportunidad de hacerlo en SQM”, cuenta de su paso al principal productor de litio del país, que actualmente se ve como un recurso estratégico para la economía chilena, debido a su gran demanda para la generación de baterías eléctricas a nivel mundial.

Este mineral, ubicado en Chile principalmente en el salar de Atacama, estuvo en el centro de las polémicas en los últimos meses, respecto a su explotación y el impacto ambiental del proceso. A mediados de enero, la Corte de Apelaciones de Copiapó ordenó suspender una licitación para la explotación de 160.000 toneladas que se había resuelto en favor de dos empresas, una china y otra chilena, por un valor de 121 millones de dólares. El caso está en veremos, pero no el debate que se despertó respecto a cuáles son las mejores alternativas de explotación.

Daniela se ha interiorizado en el tema y en el 2014 fue convocada por el gobierno de Michelle Bachelet a participar en una comisión multisectorial para evaluar las mejores opciones de explotación del litio en Chile. La tarea demoró un año y arrojó un documento con indicaciones específicas, pero de las cuales aún no se ven todos sus frutos.

—¿Cuáles fueron las principales conclusiones del trabajo de esa comisión?

Reconocer que el litio se encuentra en sistemas que son sensibles y en dos formas: como mineral de roca o en depósitos salinos, que son ecosistemas en que la hidrología del salar es muy relevante. Hay que reconocer muy bien cómo es ésta para ver cuáles son los impactos o externalidades de producción… También se trabajó en el tema de la gobernanza, porque hay muchas instituciones que tienen alguna injerencia en los salares. Está la Corfo, el Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomín) y varios otros, pero que actúan en forma independiente. Ahí fue donde hubo diferencias, porque algunos pensamos que había que buscar un socio que apoyara los ecosistemas sensibles, gobernador del salar y un mayor involucramiento del Estado.

—¿Hubo una acogida real y práctica de las propuestas de la comisión? Porque actualmente no se ve una política definida sobre cuál sería la mejor fórmula de explotación para Chile.

La comisión fue multisectorial y todos los participantes tenían sus propios puntos de vista sobre el tema, incluyendo las comunidades involucradas. Algunas iniciativas se tomaron en cuenta, pero otras no. Ha habido retrocesos. El principal tema que debió haberse tomado en cuenta es el de la gobernanza de los salares.

“Hay desinformación”

—Entonces y, a tu juicio, ¿en qué situación nos encontramos ahora?

Las principales diferencias de puntos de vista están en los costos, pero también hay desinformación. Hay quienes plantean que en Chile no se da ningún valor agregado a la producción de litio y eso no es así. Hay químicos especializados que sí se venden a los fabricantes de baterías, que son los principales consumidores y ahí hay pocos intermediarios.

—¿Es esa la mejor alternativa para el litio que produce Chile?

El recurso natural que se encuentra en el salar de Atacama es cloruro de litio, que es una solución que se exporta como carbonato o hidrógeno de litio. La pregunta de por qué no hacemos baterías de litio, que es una etapa más avanzada, a mi parecer, no tiene sentido. Aquí se producen productos de valor agregado que son hechos casi a la medida de lo que el cliente quiere. Entonces es súper incorrecto, esta es mi opinión, decir que en Chile no se da valor agregado. Es cierto que siempre se puede avanzar, pero la dirección no es en baterías o autos eléctricos porque los grandes consumidores están en súper mercados. No tendría sentido para un fabricante de autos chinos hacer su batería de litio acá y después llevarla de vuelta a su país. Además, el litio no es el único componente de las baterías.

Y señala:

En lo que se puede avanzar, y he estado estudiando bastante, es en el tema del litio metálico, que es otro compuesto y que va a ser utilizado en otras generaciones.

—¿Qué características tiene el litio metálico?

Es otro tipo de compuesto, porque el litio no existe en forma pura. Se requieren otros tipos de moléculas, harta energía. Antes no se podía hacer porque no era rentable, el costo era muy alto. Hoy tenemos un costo de energía mucho más bajo, entonces es una posibilidad que da mucho más valor agregado, que va a ser utilizado en las baterías de nueva generación.

“Hay que buscar un equilibrio”

—Un tema que preocupa a científicos, ambientalistas, son las externalidades negativas que puede conllevar la extracción del litio.

No te podría decir que tengo una postura definida, porque ese tema se lo dejo a los científicos. Hay un punto con respecto al agua porque para concentrar las soluciones de litio hay que lograr que se evapore el agua, luego se bombea la salmuera del subsuelo, se ponen esas piscinas gigantes y se concentra. La interrogante es qué se hace con esta agua que se evapora, si la salmuera es agua o no lo es. Ese es un tema que se levanta frecuentemente. Pero, por otro lado, esa es una gran ventaja que posee Chile, porque tenemos el desierto más árido del mundo y producir estas salmueras tiene un costo muy bajo, ya que la energía es del Sol y gratis. Además está la inquietud de cuál será el costo de la cuenca del salar y para eso se requieren estudios. Creo que más que tomar posiciones ideológicas tenemos que saber cómo es la cuenca del salar de Atacama a nivel de Estado y ya se están haciendo monitoreos permanentes.

—¿Podría llegar a convertirse en una zona de sacrificio ha ocurrido en otros lugares del país?

–Es distinto, porque no hay consumo de agua fresca y si lo hay, es mínimo. Lo que hay es evaporación. Y lo que se evapora finalmente es el agua de una salmuera que no es fresca. Es mucho más complejo. No estamos hablando de que el agricultor tiene su campo y riega sus paltas y el vecino de al frente no tiene agua para sus cultivos. Esto es diferente. Estamos hablando de que esa salmuera no era un depósito de agua. Por eso han salido otras tecnologías sin tener que evaporar.

—Y a tu parecer, ¿cuáles son las externalidades negativas?

Primero, eso aplica para toda la minería. No necesariamente el litio. En términos de externalidades, lo más complejo es el medio ambiente, porque son todos salares. Pero en cuanto a las comunidades cercanas, los contratos que tienen las empresas con la Corfo establecen regalías y pagos bien importantes. Ese régimen no está en otras empresas mineras. Por eso los nuevos contratos que determinan otras cuotas de extracción, diferidos y con plazos, exigen a las industrias un particular aporte financiero a las comunidades, y ahora que estamos en un contexto más importante del litio creo que el beneficio va a ser mayor. Hay muchas cosas mejorables, como en todo, y creo que podemos avanzar en una industria mucho más sustentable, con mayor trazabilidad, menor impacto, pero también tenemos que crecer en un mercado que claramente tiene que ver con tecnologías verdes. Hay que buscar un equilibrio.

—¿Cuál es la dimensión de ese mercado?

Los principales consumidores son China, Japón y Corea. Ellos copan un 60 % del mercado del litio con una tasa de crecimiento de 15 a 18 por ciento mundial. Pero en la práctica las ventas son de 400 mil toneladas anuales frente a dos millones de cobre.

—¿Y es viable en este proceso el reciclaje?

Todavía el reciclaje no es importante a diferencia de la industria de hierro o el cobre. En el litio es súper complejo de recuperar de las baterías, especialmente cuando son de celulares o computadores. En realidad, es casi inviable. En un bus eléctrico es muchísimo mayor la opción. Entonces, claramente el reciclaje de autos o buses, cuyo uso es muy reciente, no es algo que podamos cobrar. Pero creo que desde el 2030 esto va a ser sí o sí.

—¿Puede el litio realmente ser el nuevo oro blanco, como se llamó al salitre en su tiempo, o es sólo una industria de capacidad limitada en términos de ingresos para el país?

Esta no es una industria nueva, tiene muchos años, experiencia y en la que Chile debe tomar un liderazgo. Pero no solamente por ser un gran productor, porque Australia es un gran productor, sin aportar valor agregado. Creo que es importante dar el mensaje de que no tenemos la mayor capacidad de producción, sino experiencia y sabiduría. Pero para eso se requiere voluntad política, acuerdos y conocimiento.

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