Prácticamente armado se encuentra el equipo que trabajará con la canciller Antonia Urrejola en el exhotel Carrera y con la subsecretaria de Relaciones Exteriores, Ximena Fuentes, y el subsecretario de Relaciones Económicas, José Miguel Ahumada.

En estas tres autoridades recaerán las principales tareas que el Presidente electo encomendó a Urrejola. Pero el team está compuesto también por otros influyentes asesores como Andrés Villar, en la Dirección de Planificación, quien tiene un PhD en relaciones internacionales de la Universidad de Cambridge y quien vuelve a “casa”, pues entre 2007 y 2009 se desempeñó como analista de Política Regional en esa misma dirección. A él se suma la diplomática rapanui Manahi Pakarati, quien fue cónsul en Nueva Zelandia y México, y hace un par de semanas fue designada por Boric en la dirección de Protocolo, mientras que la periodista y también diplomática Carola Muñoz será la jefa de gabinete de la canciller y Lorena Díaz, su jefa de prensa.

Hay dos designaciones que aún faltan en la Dirección Consular y en Derechos Humanos. En este último, el perfil que se busca es una persona que maneje el sistema interamericano y universal de los DD.HH.

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Durante sus vacaciones y en la isla Juan Fernández, Gabriel Boric estuvo trabajando en armar el puzzle de las designaciones de embajadores y embajadoras. Una tarea compleja, pues deberá tratar de lograr paridad de género y como en el escalafón del Servicio Diplomático son pocas las mujeres, es difícil que tenga muchas cartas para escoger. Sin embargo, podrá recurrir a los nombramientos políticos y ahí designar a algunas de ellas en las embajadas clave y ante los organismos internacionales, como la ONU y la Organización de Estados Americanos. En estos últimos, serán personas de su extrema confianza.

Durante la campaña presidencial, Boric se comprometió con la Asociación de Diplomáticos de Carrera (ADICA) a “no naturalizar el pitutismo y el amiguismo político” e incluso dijo que “las embajadas no pueden ser un premio de consuelo”. Hasta ahora existe un acuerdo de que los nombramientos políticos no sobrepasen el 20% del staff diplomático y el resto, el 80% sea de carrera. La sintonía y confianza política serán clave en la designación de esas destinaciones en Buenos Aires, París, Madrid, OEA, ONU y en los países limítrofes, donde Boric pretende que sus embajadores fortalezcan el multilateralismo, la democracia y los derechos humanos.

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El llamado del Presidente electo, Gabriel Boric a Antonia Urrejola para ofrecerle la Cancillería la pilló totalmente por sorpresa, cuentan sus cercanos. Aunque Boric y la abogada no se conocían, sí habían intercambiado mensajes por la grave situación de las violaciones a los derechos humanos cometidas por el régimen de Daniel Ortega en Nicaragua. Y precisamente ese fue uno de los primeros encargos que el futuro mandatario le hizo en enero: emprender acciones en materia de política exterior que pongan fin a la escalada de violencia que se vive en ese país centroamericano.

La propuesta la está preparando la canciller y, de ser exitosa, aportaría a la imagen que el Presidente electo ha alcanzado a nivel internacional como un nuevo líder joven, de izquierda y democrático. Una opción es que sea a través del diálogo y por medio de un tercer país, realizar tratativas hacia el exsandinista que, paradójicamente, en 1979 dirigió el avance del FSLN contra Anastasio Somoza y ahora no es más que una versión superada del exdictador.

El plan deberá contener los pro y contra de la primera “cruzada democrática” de Boric, y por supuesto las experiencias pasadas serán calibradas para que no le ocurra lo mismo que a los gobiernos de Argentina y México, que pese a grandes esfuerzos diplomáticos desplegados no consiguieron detener la represión, ni tampoco los cientos de encarcelamientos de los opositores a Ortega.

Un dato no menor es lo que le ocurrió al juez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el argentino Raúl Zaffaroni, quien por motu propio viajó el año pasado a Managua para visitar a los presos políticos, creyendo que su militancia de izquierda (fue abogado de Evo Morales) abriría las puertas de las cárceles y permitiría la liberación de los detractores de Ortega. Ello no fue así, y solo recibió una fuerte declaración en su contra de parte del régimen. Urrejola fue por varios años su colega en la CIDH, por lo que bien sabe cómo podría ser la reacción de Ortega cuando se entere de las gestiones que pretendería realizar Boric para ayudar a la democratización de Nicaragua. Un gobernante arrinconado es capaz de hacer cualquier cosa para aferrarse al poder. Y Ortega asumió por quinta vez recién en enero de 2022.

El rol del Partido Comunista

La línea que asuma en este tema la canciller tiene solo dos opciones: inclinarse por la “democracia silenciosa” o liderar la denuncia antes los organismos internacionales. Si se opta por la primera, La Moneda podría mirar hacia La Habana e intentar que la isla interfiera de alguna forma ante Ortega. Un rol clave protagonizaría en ese caso el presidente cubano Miguel Díaz-Canel. Sin embargo, entre las nuevas autoridades de Relaciones Exteriores se desconoce si esas acciones ya se llevaron a cabo y en tal caso no tendría sentido insistir en ello.

De optar por la segunda estrategia, Urrejola tiene ventajas comparativas. Fue electa por la Organización de Estados Americanos (OEA) para integrar la Comisión Interamericana de Derechos Humanos entre 2018 y 2021. Y se desempeñó allí como presidenta el año pasado, por lo que conoce a los principales actores internacionales para emprender una ofensiva contra Ortega y su esposa, Rosario Murillo, la poderosa pareja que controla 22 empresas (de petróleo, medios de comunicación, bienes raíces, publicidad y servicios) en Nicaragua.

Pero qué pasara con el PC, el partido aliado del Presidente, que tras las últimas elecciones de Nicaragua, emitió una controversial declaración en defensa de Ortega, generando un gran ruido interno entre los defensores y detractores del exsandinista. ¿Podrá interponerse para frenar la decisión de Boric? La respuesta que dan los futuros habitantes del exhotel Carrera es que no, pues -advierten- las relaciones internacionales las lleva el Presidente, lo que ha sido reconocido por su propia coalición de gobierno. Y el PC, en este tema, tendría más que claro que la posición de Boric desde hace muchos años atrás ha sido condenar las violaciones a los DD.HH. vengan de donde vengan.

Migraciones y la diáspora venezolana

Las designaciones que haga el Presidente electo serán miradas con lupa por la opinión pública, pues -al elegir a sus futuros embajadores-, Boric estaría dando una señal política frente a los respectivos países (ver recuadro). De ahí, por ejemplo, que frente a Venezuela, donde existe un encargado de negocios, lo más probable es que éste se mantenga por un tiempo para medir la temperatura de lo que ocurra con el régimen de Maduro. Dependiendo del clima político se avanzaría en poner a un hombre o mujer con un perfil, que hasta ahora no está definido. Pero lo cierto es que ese es otro país que le preocupa profundamente al Presidente electo, pues para resolver la crisis migratoria del norte de Chile lo que ocurra en Caracas es determinante. Y en ese caso, “Venezuela es parte de la solución”, aseguran en la futura Cancillería. Dialogar con los venezolanos para que vuelvan a su país, será una de las misiones de este nuevo gobierno. Y nuevamente, sus aliados PC podrán jugar un rol en este puzzle diplomático, donde los derechos humanos no se transarán, aseguran los expertos internacionales de Boric. La razón, afirman, es que el líder frenteamplista se estará jugando su liderazgo futuro y no va a estar dispuesto a “pololear” con autoritarismos regionales. El desafío es cómo podrá resolver esa compleja ecuación, donde una de las variables es mejorar las relaciones con los países de América Latina, lo que no es una tarea fácil, dada la situación de violaciones a los derechos humanos.

La crisis migratoria ya ha venido siendo abordada por varios futuros ministras, entre ellas la jefa de gabinete, Izkia Siches, y la futura canciller Urrejola. De hecho, ya hay un hombre designado por esta última, Pedro Hernández, quien desde la subdirección de migraciones del Minrel, ha tenido varias reuniones con los asesores de Interior para buscar una salida a este tema de gran preocupación nacional, que se ha ido mezclando con otro complejo tema como es la delincuencia.

En esa línea, el gobierno de Boric suscribirá el Pacto de Marrakech sobre migraciones que contiene compromisos para enfrentar globalmente el tema, como la trata de personas. Y de esta forma revertirá la decisión de Sebastián Piñera de restarse de ese acuerdo histórico en 2018. Lo mismo ocurrirá con el Acuerdo de Escazú, que garantiza los derechos humanos de las personas defensoras mebioambientales. Pero en este caso, el pacto debe ser ratificado por el Congreso. Donde no existe claridad es qué ocurrirá con el TPP11. Esa es una decisión pendiente en la nueva Cancillería y deberá ser zanjada con La Moneda, aunque no es uno de los temas prioritarios en la agenda internacional que Gabriel Boric tiene en mente.

Mientras tanto, La Moneda seguirá con mucha atención lo que ocurra electoralmente en Colombia el 29 de mayo con el candidato de izquierda, Gustavo Petro, quien tiene grandes opciones de convertirse en el sucesor de Iván Duque. Y también lo que suceda en Brasil el 2 de octubre con Lula y Bolsonaro. El renacido militante del Partido de los Trabajadores tendría –según las encuestas- una sólida ventaja sobre Bolsonaro, por lo que convertirse por tercera vez en presidente de Brasil es un escenario beneficioso para Boric. Contaría con dos importantes aliados y así podía generar un eje de izquierda con ellos en la región.

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