Tienen músculos y cuando golpean, pegan fuerte. En los últimos 50 años los camioneros han puesto en aprietos a distintos presidentes y, generalmente, con algún grado de éxito.

En octubre de 1972 protagonizaron un paro, al que se fueron plegando distintos gremios, colaborando en la desestabilización del gobierno de Salvador Allende. En 2000 amenazaron a Ricardo Lagos, quien recurrió a la mediación del extimonel de la CPC, Walter Riesco y del entonces presidente del Senado, Andrés Zaldívar, pero el jefe de Estado se negó a negociar mientras se mantuviera la movilización. La situación se mantuvo tensa hasta 2002, cuando el transporte en general, pero sobre todo el transporte público, bloqueó caminos, lo que culminó rápidamente con sus principales dirigentes detenidos por Ley de Seguridad Interior del Estado.

Sin embargo, tras tres días de paro y barricadas mediante, con Bachelet en junio de 2008 lograron una baja del impuesto específico de los combustibles; en agosto de 2015, y pese a las advertencias de la segunda administración de Bachelet, llegaron desde el sur transportando decenas de camiones quemados, los que desfilaron frente a La Moneda y en agosto de 2020, también por la violencia en el sur, realizaron un paro que terminó con la renuncia del ministro del Interior, Víctor Pérez, acusado por la oposición de no utilizar el mismo criterio para reprimirlos que el aplicado a manifestantes del estallido social. Entre quienes patrocinaron la acusación constitucional figuraba el entonces diputado Gabriel Boric.

Complejidad para nuevo gobierno

Hoy los transportistas comienzan a proyectar su poder para la próxima administración y lo hacen abrazando una causa popular: la de la seguridad, agravada por el descontrol migratorio en el norte. El homicidio del camionero Bayron Castillo de 25 años, el jueves 10 de febrero, en Antofagasta, fue la gota que rebasó el vaso.

Pero hay factores que dificultan la posición de Boric frente a eventuales maniobras del rubro, como reconocen dos exministros del Interior y un exsubsecretario del ramo, a quienes les ha tocado lidiar con los camioneros.

Desde el retorno de la democracia, el gremio de los camioneros se caracterizó por tener pocas cabezas. Por ejemplo, a Lagos le tocó lidiar con la CNDC dirigida por Héctor Moya. Pero progresivamente el movimiento se ha atomizado (ver página 4) y un ejemplo de ello es que hasta hoy nunca un paro partió por el norte y menos con pequeños caudillos locales que hayan tomado protagonismo en distintas comunas.

“La existencia de más cabezas (con las cuales negociar) le dificulta las cosas a la autoridad”, dice el exministro del Interior de Bachelet, Jorge Burgos, quien agrega que “en la época que yo estuve, se cerraba un acuerdo con Sergio Pérez y Juan Araya y se cumplía”. El exsubsecretario de la cartera, Felipe Harboe, coincide con él: “A Boric le será difícil, tiene un gremio atomizado, con varios grupos, donde lo que se conversa con los dirigentes tradicionales no necesariamente vincula a otros y donde el surgimiento de dirigentes más jóvenes y radicalizados genera dificultades, que explican que los paros se suban y bajen en lugares distintos”.

El exministro del Interior de Lagos, José Miguel Insulza, también apunta a la existencia de diversos grupos, pero agregando que se están haciendo de causas más populares. “El tema de los camioneros es en distintas regiones. En el norte tienen sus demandas propias y han intentado asumir un cierto liderazgo en el rechazo a la inmigración y eso ha permitido que sectores radicales de derecha aparezcan conduciendo esos movimientos. El problema de La Araucanía es otro, pero tienen en común que son movimientos locales con intencionalidad nacional y si no se les da su dimensión podrían constituir un problema y eso quiere decir escucharlos, conversar, pero que no se apoderen de las vocerías completas de las regiones”.

Harboe agrega otro problema. El discurso de Boric que, al menos hasta la primera vuelta, simpatizaba con las barricadas. “Para el nuevo gobierno el manejo será más complejo, pues viene precedido por declaraciones del Presidente hacia debajo de que las barricadas eran un derecho”. En ese sentido, Burgos complementa que “el conflicto requerirá de inmediata preocupación; el orden público, desde este lado del mostrador, no da mucha tregua y las declaraciones comprensivas no sirven de mucho”.

Y, finalmente, Harboe e Insulza coinciden en que el fracaso en materia de seguridad de este gobierno complicará el manejo de la nueva administración. Según Harboe, si hoy todos los viernes se puede bloquear Plaza Italia, distintos grupos sienten que no pasa nada si bloquean otros puntos del país. “Este puede ser un problema inicial en los camioneros: por delincuencia e inseguridad en los caminos la agitación puede continuar”, concluye Insulza.

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Sus intereses son los mismos. Prueba de ello es que ante el asesinato de un conductor en Mejillones, en la decisión de paralizar el fin de semana pasado y luego en el acuerdo al que llegaron ayer con el Gobierno para deponerlo, cuyos bloqueos debieran concluir hoy, estuvieron presentes representantes de los dos principales gremios que los agrupan.

Pero entre ellos también existen diferencias que los enfrentan y que hacen más compleja la negociación con la autoridad.

Son tres los mayores gremios de empresarios del transporte de carga del país. La gran mayoría de los dueños de camiones están asociados a ellas mediante sus organizaciones territoriales. Pero estas tres tienen pensamientos, identidades y formas de actuar muy distintas, que podríamos asociar a la imagen norteamericana de los halcones, los duros y ortodoxos, y las palomas, los más moderados.

El tronco común de las tres entidades es la Confederación Nacional de Dueños de Camiones de Chile (CNDC), que tiene más de 60 años y fue la que llevó a cabo los paros históricos de camioneros hasta el primer gobierno de Bachelet.

De este origen, en el 2008 se escindió Chile Transporte, el único de estos gremios que pertenece a la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa) y que representa a las mayores empresas de transporte de carga del país. Hoy es presidido por Mauricio Perrot y se caracteriza por su moderación y porque, por principio, no paraliza.

La histórica CNDC es liderada desde hace dos décadas por el militante socialista Juan Araya. Es una confederación intermedia entre halcones y palomas, pues es dialogante, más política que las otras dos, pero que usa el poder de su rubro para obtener regalías antes de llegar al paro.

La agrupación más nueva es la Confederación Nacional de Transporte de Carga de Chile (CNTC), creada en 2012 por un grupo de dirigentes escindidos vinculados a la derecha política de la CNDC, a la que consideraron en su momento muy blanda para enfrentar los problemas gremiales. La CNTC, encabezada por Sergio Pérez (de Curicó) quien es secundado por José Egido (Valparaíso) y José Villagrán (Araucanía), ha estado detrás de todas las paralizaciones producidas en la última década, principalmente gatilladas por la violencia en la Araucanía. Su causa, de hecho, ha estado muy asociada a este conflicto. De hecho, fue la CNTC la que organizó la exhibición de camiones quemados frente a La Moneda en el segundo gobierno de Bachelet.

Los mayores choques se han dado, eso sí, entre la CNTC y la CNDC, pues son finalmente quienes representan a la gran mayoría de los 39 mil empresarios camioneros del país, principalmente pequeños, que solo tiene uno, dos o tres camiones. El último gran conflicto ocurrió hace solo un mes, cuando Juan Araya, líder de la histórica CNDC, acusó a Pérez de la CNTC de ponerse de acuerdo con el actual Gobierno (Pérez formó parte del comando piñerista) para llevar adelante el paro del 2020 y presionar por la aprobación de la denominada Ley Juan Barrios, que elevaba las penas por ataques incendiarios a vehículos con personas en su interior y modificaciones a la ley de control de armas, entre otras. De todos modos, el dirigente desmintió las acusaciones.

El norte avisa

Ahora, tanto la CNDC como la CNTC dicen que el paro del norte fue una demostración espontánea ante el crimen del conductor Bayron Castillo. Y que surgió de los conductores, no de los dueños. Pero el acuerdo con el Gobierno lo suscribieron estos últimos.

Ayer, en redes sociales y esta mañana entre líderes de opinión surgió la tesis de que este paro podría ser una prueba de fuerza para el gobierno de Gabriel Boric, con quien ya han tenido choques, por ejemplo hace dos meses, cuando el presidente electo se declaró partidario de apoyar desde el Estado el desarrollo de trenes, a lo que Pérez de la CNTC respondió: “somos libertarios, no nos gustan los sistemas estatistas”.

Pero desde ambas confederaciones descartaron cualquier asociación con el cambio de gobierno.

“Este tema de los migrantes es de la comunidad, no sólo de los camioneros. Esperamos que este gobierno cumpla con lo acordado y que el próximo gobierno tome también el acuerdo”, dijo Araya, de la CNDC, a La Segunda.

“Los camioneros no somos los matones de Chile, somos sus guardianes. La gran mayoría de los migrantes que están entrando son puros delincuentes. Llamamos a esta movilización por la inseguridad que nos deja Piñera. Que se vaya luego y que llegue el nuevo gobierno, al que ya le pedimos audiencia. Boric nos tiene que recibir. Si no no nos escucha, bueno, ahí se verá”, dijo José Villagrán, secretario de la CNTC.

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