“A mi hermano le robaron la camioneta anoche… Bajó a comprar una bebida, dejó las llaves puestas creyendo que su hija de 12 años lo iba a esperar ahí dentro, pero por suerte ella lo siguió porque llegaron dos vehículos, uno se puso adelante, se bajaron dos tipos y se lo llevaron. De haber estado ahí los habrían encañonado”, cuenta Mauricio Soria, alcalde de Iquique, sobre la situación por la que pasó su hermano, el exdiputado Jorge Soria Macchiavello (PPD) y que da cuenta del fuerte aumento que han experimentado los delitos violentos en la comuna. “Antes sucedía que dejabas el auto estacionado y cuando volvías no estaba, pero ahora te bajan con pistola en mano, y eso pasa todas las semanas”.

El auto, cuenta el alcalde, no se recuperó y es difícil que ocurra. “Acá hay mafias que se encargan de hacer desaparecer los vehículos; los esconden unos días y después cruzan a Bolivia y ahí se les pierde el rastro”, reconoce el desde su ajetreado escritorio municipal, cuando en la calle se desarrollaba la mayor jornada de protestas desde los días del estallido social. El detonante fue la brutal agresión por parte de extranjeros a dos carabineros que efectuaban un operativo antidrogas en la playa de Cavancha el pasado 25 de enero. A lo que se suma la indignación ante la proliferación de bandas criminales especialzadas en venta de drogas, tráfico de personas y secuestros.

De acuerdo a la Fiscalía Regional de la zona norte, en el último año el robo con violencia creció en un 18%; el homicidio en un 183%; los delitos de tráfico de migrantes en un 501%; los de porte de arma cortante o punzante, alrededor de un 20%. Esto, de acuerdo a la Fiscalía, atribuido a un descontrolado ingreso de extranjeros a través de la frontera con Bolivia, por pasos habilitados y clandestinos, que ha derivado en que se ha quintuplicado la intervención de imputados extranjeros en los delitos cometidos en la región.

“Siempre van a estar las comparaciones con Jorge Soria”

En Iquique los Soria son una marca de fábrica. El abuelo, Alejandro Soria Varas, militante socialista, fue intendente de Tarapacá durante el gobierno de Salvador Allende. La madre, María Inés Macchiavello, fue concejala de Iquique y Alto Hospicio. Y el padre, Jorge Soria Quiroga, más conocido como “Choro”, ex militante comunista, fue en siete períodos alcalde de Iquique y hoy representa a la región de Tarapacá en el Senado.

“Con mi papá conversamos mucho, ahora en la mañana estuvimos juntos hablando”, cuenta.

—Los comparan harto…

—Sí, es cierto… Todo el tiempo me dicen Jorge en lugar de Mauricio, pero no me molesta; me siento orgulloso. Su mano se siente fuerte en esta ciudad, sacó adelante la Zona Franca, los corredores internacionales… Es una vara muy alta. Hizo de ésta, entonces una de las ciudades más pobres de Chile, una de las comunas más prósperas del norte. Su proyecto sigue y yo lo he ido continuando con algunos matices.

—Se lo pregunto por la situación que se vive en Iquique; algunos extrañan a su papá, por su carácter fuerte...

—Son otros tiempos. Mi liderazgo es mucho más compartido. La primera vez que gané la elección lo hice por 25 votos (contra Luz Ebensperger). En las últimas municipales gané por más del doble: 28 mil versus sobre 12 mil que sumaron mis contrincantes.

—¿Pero cómo asume la crítica de que tal vez le ha faltado carácter en estos momentos tan complejos?

—Siempre van a estar las comparaciones con Jorge Soria. A veces digo que él es como el flautista de Hamelin: hace un discurso y todos lo siguen encantados. Él es de los pocos líderes innatos que ha existido en nuestro país, un hombre que disfruta con estar en la calle, bueno para la conversa. Cuando chicos lo esperábamos horas en el auto porque se bajaba y decía “voy vuelvo” y nos quedábamos ahí mientras mi mamá iba echando pericos.

—Él estuvo detenido en Pisagua tras el golpe militar, ¿cómo los marcó como familia?

—Nosotros éramos muy chicos y no estábamos conscientes de lo que pasaba. Luego, con el regreso de la democracia, quisimos hablar con él pero ya tenía cerrado el capítulo… Parece que tiene un carácter duro, por algo le dicen “Choro”, pero no tiene rencores y siguió adelante.

Y agrega:

—Mi madre tuvo que cuidarnos y lo pasó muy mal, de hecho, ahora que estamos en esta crisis de delincuencia acá en Iquique, me llama en la noche para saber si llegué bien a la casa, ¡y eso que ya tengo 51 años! (ríe). Pero la entiendo porque con mi padre vivimos momentos bastante duros; nosotros éramos pequeñitos y no lo percibimos pero ella sí sabía que podían hacerle algo y todavía tiene esa aprensión.

“La tormenta perfecta”

“No me falta carácter —insiste—, si así fuera, hace un año no habría presentado ya un recurso de protección contra el Presidente de la República y los ministros Delgado y Allamand, además del gobernador de Tarapacá Miguel Ángel Quezada, que fue acogido por la Corte Suprema”, dice cuando alertaron que el inusual ingreso de migrantes estaba disparando los índices de contagios a niveles críticos.

“No es fácil llevar a la Justicia al presidente de la República y llegar hasta la Corte Suprema. Eso me ha significado tener la constante negativa del gobierno”, señala. Y agrega: “Ahora tenemos una crisis sanitaria que no podemos controlar al 100%, una crisis migratoria y una emergencia de seguridad; es la tormenta perfecta en una región donde, según el propio fiscal regional, esto ha favorecido la proliferación de bandas”.

Explica:

“Nuestro país descansó en un decreto sanitario, donde los que se autodenuncian van a un albergue sanitario mientras que el trabajo de migración ha sido muy pobre: les preguntan el nombre, los pasan a una residencia y a los 5 días están de alta y en la calle… Tampoco sabemos si los datos que dan son reales, a diferencia de quienes ingresan legalmente de quienes tenemos huellas, fotos… Lo que está pasando en Venezuela es una situación excepcional; son 5 millones de personas que han abandonado el país, la mayor crisis migratoria del mundo según la ONU. Y en el gobierno, cuando se lo dijimos hace un año y medio, no quisieron reconocerlo”.

—¿Qué contestaron?

—Tanto color que le ponen, bueno, eso dicho en buen chileno. Y ahora resulta que durante todo el año pasado entraron 51 mil personas registradas, solo contando los ingresos oficiales, estando la frontera cerrada por un decreto sanitario. Hace dos años tuvimos que crear una oficina de inmigración que no sólo se encarga de los que llegan por esta frontera sino también de los hermanos extranjeros que nos manda la alcaldesa de Providencia, desesperada porque se instalan en su comuna en situaciones muy precarias. Porque hay un tema importante: la mano de obra. Cuando nos mandaron a 600 bolivianos que querían volver a su país, ellos habían estado trabajando de temporeros en el sur de manera ilegal. O mire el accidente en bus tan terrible que ocurrió hace pocos días; puros temporeros bolivianos que habían entrado por Colchane (dice por el accidente de un furgón en Peumo, Región de O'Higgins, que le costó la vida a nueve personas, entre ellos ocho ciudadanos bolivianos). Entonces el gobierno dice: dejémoslos pasar porque necesitamos mano de obra… Ha costado mucho que entiendan. El fallo del recurso de protección que entregó la Corte Suprema dice que el gobierno es ineficiente e ineficaz. Ahora el ministro del Interior dijo que van a expulsar a todos los migrantes ilegales, pero no puede echar a 100 mil personas; no los va a encontrar y tampoco tiene sus nombres, ¿cómo los va a echar? (dice con ironía). Esta es una zona especial, no es Punta Arenas, es la frontera más compleja de Chile. Ya tenemos medidas excepcionales; hace más de un año hay un decreto supremo que autoriza la colaboración de las Fuerzas Armadas en las fronteras del país para combatir el tráfico ilícito de migrantes… Pero el tema no se resuelve con más militares sino con buenas políticas públicas. ¿Puede creer que en una de las fronteras más complejas que tiene Chile no existan pórticos de escáner para los vehículos que ingresan?, ¿qué país se puede dar ese lujo? Claramente al gobierno central no le interesamos mucho… No se dan cuenta, no quieren darse cuenta...

—¿Y por qué no querrían?

—El presidente fue a invitar a los amigos venezolanos a venir a nuestro país y ahora no sabe qué hacer. La misma oposición allá ahora le dice: pero presidente, si usted vino, los invitó, ahora no los eche en los aviones.

—¿Qué responsabilidad le asigna al Presidente en la prioridad que le ha dado a esta situación?

—Está ausente, prácticamente no lo he oído referirse, su indiferencia es tremenda. Él tiene la conducción de las relaciones internacionales, es el Presidente, es él quien tiene que entenderse con sus pares de Bolivia y Perú, porque esto no se arregla sólo en Chile.

—¿Ha conversado con la ministra Siches y el presidente Boric, que en unas semanas deberán asumir este tema?

—Tuve una conversación con la futura ministra del Interior; visitó Iquique en la campaña de segunda vuelta, aunque Tarapacá fue la única región del Norte donde igual ganó Kast, por algo claramente. Teníamos todo listo con el alcalde de Alto Hospicio para ir a hablar con las futuras autoridades a Santiago y sucedió el incidente de Carabineros, que fue la gota que rebasó el vaso. Nos contactó un asesor de Siches, que nos dijo que a partir del 15 de febrero comenzarán a tener reuniones y le voy a traspasar la misma información que le di al gobierno. Tienen que estar muy a caballo porque acá no se puede venir a improvisar, esta es una olla a presión, y ahora Arica está entrando en la misma situación. No habrá margen para ensayo y error.

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