En 12 meses recorrió más de la mitad del país: 35 estados. Incluso superó a su marido, el Presidente de EE.UU., Joe Biden, que ha visitado 26. Y al mismo sigue con su otro trabajo de tiempo completo: profesora de inglés y gramática en el Northern Virginia Community College, lugar donde se desempeña como docente desde 2009.

Mientras en Chile se debate el rol que debe cumplir Irina Karamanos, pareja del presidente electo Gabriel Boric, Jill Biden se tomó su rol en serio: Se convirtió en la primera mujer de un Presidente que continúa con su carrera profesional mientras ejerce su rol de primera dama.

Y tiene tanto trabajo que ni siquiera ha tenido tiempo decorar la Casa Blanca, que sigue tal como la dejó Donald Trump en enero de 2021.

Una más del equipo presidencial

A sus 70 años, Jill es la primera dama de más edad de la historia moderna de Estados Unidos. Tiene más años que Bess Truman, Nancy Reagan y Barbara Bush, que tenían 67 años cada una cuando dejaron la Casa Blanca. “Pero a diferencia del Presidente, cuya condición física y mental a veces se cuestiona, su condición de septuagenaria no plantea dudas sobre las capacidades de la Primera Dama”, asegura la cadena CNN.

Por el contrario, relatan sus cercanos, Jill es una mujer hiperactiva. “Jill pasa todo el día corriendo de allá para acá. Solo pregúntenle a su marido”, aseguró un funcionario de la Casa Blanca.

Y es que a diferencia de otras primeras damas, “ella se ve a sí misma como un miembro clave del equipo del Presidente Biden”, aseguró otra fuente interna de la Casa Blanca. En su equipo tiene a siete funcionarios a tiempo completo, más que ninguna otra de sus antecesoras.

Su equipo, a diferencia de la Administración de Trump, trabaja de manera estrecha con los funcionarios del ala oeste, donde se encuentra la Oficina Oval. “Jill tiene un rol político”, aseguraron en la Casa Blanca. “Se posiciona más como apoderada de Biden que como emisaria de alguna causa caritativa”, agregaron. “Busca difundir el mensaje de su marido y también recopilar comentarios que podría encontrar útiles para la administración”, afirmó CNN.

En ese sentido, según la propia Jill, hay mucho trabajo que por hacer en el país y, que debido a eso, no puede “tomar un café y sentarse en la cama a ver las noticias”.

“Siempre dije que si alguna vez me dieran esta oportunidad, no la iba desperdiciaría. Ni un día”, dijo Jill respecto a su rol de Primera Dama. “Es por eso que cuando me despierto todos los días pienso: ‘¿Qué puedo hacer hoy? ... ¿Qué estoy haciendo? ¿A dónde voy? ¿Cuál es la estrategia? ¿Cuál es el plan?'”, aseguró la Primera Dama en una entrevista el año pasado. Sin embargo, reconoció a CBS Sunday Morning que su rol “era un poco más difícil de lo que imaginaba”.

Más que tres agendas

Pero no todo es político. Como es tradición de las primeras damas en la historia de EE.UU., ellas siempre han escogido una iniciativa propia para trabajar durante el tiempo de gobierno.

Sin embargo, y en otro cambio de paradigma, Jill escogió tres: educación pública, investigación del cáncer y ayudas a familias de militares. Pero a esto se suma además su presencia en la campaña de vacunación contra el covid y charlas con apoderados sobre la importancia de que los niños asistan al colegio en plena pandemia.

“Dispersa su atención en todo con energía a veces frenética”, describe CNN el trabajo de Jill.

“La pandemia realmente no la limitó y pudo avanzar y hacer muchas cosas: enseñar en su escuela y abogar para que la gente se vacune. Además visitó instalaciones militares, a víctimas de los incendios forestales en California y de los tornados en Kentucky. Además de cientos centros oncológicos”, aseguró a la agencia Associated Press Myra Gutin, profesora de Rider University experta en primeras damas. “Y eso es bastante importante”, agregó. “Si aparece por todas partes, es porque quiere estar en todas partes”, aseveró otro funcionario de la Casa Blanca.

Eclipsada por la agenda

Sin embargo, y a pesar de la extenuante agenda de Jill, su figura aún no sobrepasa la popularidad que tienen las exprimeras damas Michelle Obama y Laura Bush.

Y esto en gran medida, analizan en EE.UU., se debe a la contingencia del covid y la gran polarización política que vive el país. Dos temas eclipsan su figura.

“Creo que está luchando por ganarse el mismo nivel de confianza que Michelle Obama y Laura Bush tenían. Pero la gente realmente está muy polarizada en este momento y se ha perdido mucha confianza en el gobierno y la presidencia”, aseguró Kate Andersen Brower, autora del libro “First Women: the Grace and Power of America's Modern First Ladies”. “Creo que la pandemia ha eclipsado cualquier cosa que haría una primera dama ‘normal'”, agregó la experta.

Y si bien la mayoría de los estadounidenses podría tener dificultades para responder cuáles son las principales iniciativas de Jill, probablemente si la identifiquen como una mujer visible, cariñosa y compasiva. “Y no siempre se puede decir esto sobre una primera dama”, aseguró otra fuente del gobierno estadounidense.

Ahora Jill va por uno de sus retos más difíciles: ingresar a la campaña demócrata de cara a las elecciones de medio periodo de noviembre donde su partido arriesga perder su mayoría en la Cámara baja. Y plena crisis de popularidad de su marido, el papel de Jill se vuelve cada día más importante para la campaña electoral.

LEER MÁS