“Estoy casi seguro que se va a lograr, y disculpen la cita, ‘una amalgama perfecta entre experiencia y juventud'”. Medio en serio, medio en broma, Giorgio Jackson se disculpó por parafrasear al cantante Ricardo Arjona cuando, la misma noche del triunfo en la segunda vuelta presidencial, le preguntaron en Tolerancia Cero cómo proyectaba que sería el gabinete de Gabriel Boric, elegido dentro de una coalición joven y con muchos políticos inexpertos.

El tema generacional es parte del ADN de la formación política de los dirigentes frenteamplistas. No solo porque la mayoría de ellos proviene de las manifestaciones estudiantiles del 2006 y del 2011, que interpelaban y cuestionaban a los entonces políticos experimentados, que estaban en el poder. También porque desde que emergieron en la política tradicional empujaron la tesis de reemplazar a quienes lideraron la centroizquierda durante la transición, la Concertación y su símil con el agregado del PC, la Nueva Mayoría.

Y lo lograron. A diferencia de tiempos de Allende, dice Jorge Arrate (ver entrevista P.8), los jóvenes serán locomotora y no vagón de cola.

Jackson tiene 34 años, Boric 35, la diputada Camila Vallejo (33) y la expresidenta del Colmed, Izkia Siches (36), otras dos dirigentas esenciales para el diseño del futuro gobierno, que aún están lejos de los 40. Y aunque estos cuatro rostros son quienes más llaman la atención por su juventud —despertando optimismo en algunos y dudas en otros—, lo cierto es que son solo eso: la cara más visible de una generación que, se espera, sostendrá el próximo gobierno: a cargo de ministerios, de subsecretarias, de delegaciones presidenciales, de seremis, pero también de espacios técnicos de esas reparticiones.

En los distintos partidos que integran Apruebo Dignidad, bloque del que también es parte el PC, el FREV y otros movimientos, hay varias alternativas para los más de 3.000 cargos de confianza que debe designar Boric. Hay en regiones, en Santiago, y varios de ellos tienen algo común: tienen estudios de postítulos en Chile o en el extranjero. En contraparte, la minoría ha trabajado en cargos de conducción de órganos del Estado. Más técnicos, menos políticos, remarcan algunos sobre el perfil y recuerdan el primer gabinete tecnocrático de Piñera en 2010 y la decisión de Bachelet de alejarse de los partidos para las designaciones ministeriales. Ambos tuvieron que recular al poco andar.

“Creo que hay algo más que sean nuevos o viejos. Piñera en su primer gobierno tenía una visión más tecnocrática y creo que el gobierno de AD será gente joven, nueva, pero no necesariamente tecnocrática. El Chile que se manejaba tecnocráticamente, burocráticamente con un gobierno de expertos, me parece que el estallido dejó clara las limitaciones tremendas que eso tiene para la participación y para la democracia”, advierte Julieta Suárez-Cao, integrante de la Red de Politólogas.

Destaca que “el equipo nuevo sabe de política —en sentido amplio, no de partidaria y cocina—, de lazos con la sociedad , con la comunidad, con una visión participativa y democrática se puede evitar tener que recurrir a las mismas personas de siempre”.

El cientista político Alejandro Olivares aporta otro elemento que diferencia a este posible gabinete con el intento de recambio de los antecesores. “La derecha tiene una mala relación con la política, no le gusta, reniega. Piñera renegó de los partidos políticos y tuvo que ir a buscarlos. Pero a diferencia de ellos, todos los sectores que pueden estar conversando la incorporación al gobierno tienen una relación con la política distinta, la enfrentan de otra forma”. Y ejemplifica: “Mucha de la gente joven o con poca experiencia en gestión gubernamental son personas que tiene mucha experiencia en política, no la desprecian. No son outsiders, no son externos. Son actores: ya sea en ONGs, militancia, participación social. Es una gran ventaja de como puede el gobierno enfrentar lo que viene”.

Pero hay un tema que los expertos en conformación de equipos laborales, creen que puede ser un problema, si es que quienes lleguen a los cargos no saben manejarlo: “Cuando uno está acostumbrado a relacionarse con personas de la academia y entra a una organización donde hay administrativos con otros roles, está en la capacidad de uno adaptarse. Las personas que trabajan en el mundo público son más bien conservadoras, entonces el que tiene que tener la flexibilidad y la inteligencia es el que llega. Es un desafío muy grande”, advierte Ramón Rodríguez, gerente general de Trabajando.com.

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