La tarde del triunfo de Gabriel Boric estaba el comando completo en distintos salones del hotel. Pablo Paredes Muñoz, director general de la franja, llevaba colgando la credencial de libre acceso. “¡Se acabó la campaña, para qué siguen grabando!, nos molestaban porque seguíamos con las cámaras. Cuando salió el cómputo del 30% pegué el grito. Era bien inapelable la cifra, pero, como buen dramaturgo, siempre tengo pensamiento trágico. Podía pasar quizás qué… Tengo esos recuerdos casi con el humito de Mea Culpa”, relata con una carcajada.

Publicista, a días de cumplir 40 años, poeta, dramaturgo, guionista de cine y TV —aplaudido por obras como “Las analfabetas”, “Matar a Pinochet” o “El reemplazante”— es también militante RD.

Paredes ha sido sindicado como “el genio” detrás la campaña del futuro presidente de Chile, lo que le provoca mucho pudor. “La franja no es un espacio de tanta autoría, dependíamos del comando central. Yo era uno más empujando”, advierte. Lo primero que hace es agradecer a su equipo completo y a las dos mujeres que son sus imprescindibles: Paola Cano, productora general, y María José Concha, asistente de dirección. Juntos trabajaron para la campaña de Beatriz Sánchez y también para la del Apruebo. “Nada hubiera sido posible sin ellas. Nos hemos dado los trasnoches más intensos de la vida haciendo franjas”, dice.

“Soy bien chileno, siempre espero tragedias, por suerte falló mi radar. En el comando ya habíamos construido una familia, como un reality show. La mayoría teníamos un recorrido histórico juntos, en cada abrazo había un montón de biografía, acordándonos de cuando intentamos ser partido y no lo logramos, cuando no teníamos las firmas, cuando en el Congreso Giorgio (Jackson) y Gabriel estaban muy aislados y no lográbamos meter los proyectos… Claro que lloré. Soy bien llorón, eso sí. Pasé a saludar a Gabriel al salón donde estaban Irina (Karamanos) y Giorgio. Fue muy bonito porque estaba abrazando al presidente electo, a alguien que quiero mucho y a un gran abrazador”.

—¿Es el futuro presidente un buen abrazador?

—Gabriel Boric es un gran abrazador. Curioso hacer análisis de abrazos, pero él logra de una manera particular ser muy honesto en su abrazo. Quizás por lo magallánico, quizás por lo genuino que es. Intercambiamos un par de palabras, nos tiramos mucho cariño y orgullo por lo que estaba pasando. Él subraya mucho lo del proyecto colectivo. Muchas cosas las empujamos juntos. En ese abrazo pasaba el PPT cebollento entero de un montón de años atrás (risas).

—Esta campaña tuvo una épica bien particular, ¿fue mucho más de lo que ustedes diseñaron?

—Sin duda. Pasaron muchas más cosas de las que esperábamos. Yo entiendo del tema comunicacional, pero no soy mago. Es imposible hacer una narrativa de una épica si no hay una épica real. Uno puede proyectar, pero si estás impostando se ve, lo que te obliga a una ética. La primera pregunta fue: ¿de qué se trata nuestra épica? No era una cuestión generacional, sino un momento país. Fue muy importante desarticular la idea de que nosotros pensábamos que Chile comenzaba el 2011. Cuando logramos sacudirnos los prejuicios, pudimos conectar con luchas más grandotas. Cuando fuimos conscientes de que, a la vez, estábamos tejiendo algo genuinamente nuevo, esa épica creció.

—La campaña de primera vuelta fue más bien poética y la segunda se fue a las propuestas concretas, lo que al parecer le hacía falta a Boric.

—He escuchado mucho esa idea de que eran campañas distintas, pero yo no creo. Sí hubo un aprendizaje, porque pasamos segundos. Descubrimos que era fundamental disputar ciertos conceptos que la derecha había colonizado, no solo seguridad ciudadana, que lo planteamos como “derecho a la seguridad”, sino también la Libertad. No íbamos a decir “Boric es libertad”, sino que hicimos una pieza con la libertad que representa Boric, le dimos un cuerpo completo. Y al otro lado, el concepto libertad quedaba un poco vacío.

—¿Cuánto sumó Izkia Siches, no solo por sus propias habilidades, sino que con esa imagen de ella recorriendo Chile y amamantando a su guagua?

—Junto a Baby Khala, fue fundamental. Capítulo uno en la franja. Entró liderando en un tema central para el Chile de hoy, como es salud, amamantando, en un país donde hasta hace poco había reclamos cuando una mujer lo hacía en público. La cantidad de símbolos que había en ella fue muy potente. Entró, además, diciendo: “Miro la cara de mi hija y sé lo que debo hacer”. Cuando la grabamos con Sebastian Moreno vimos su emoción. Ella en eso es muy parecida a Gabriel, porque tiene un caudal de emociones y en otro momento está ahí, muy estructurada, programando la línea de la reforma a la salud. Habrá que estudiarlo sociológicamente con lo que ella conecta, pero Izkia seguramente representa el sueño de una mejor salud y también un abrazo en un momento muy duro como fue la pandemia.

“Son tanto mejores que nosotros”

“En la franja trabajaron también directores como Maite Alberdi, Pepa San Martín, Luciano Rubio, Lucho Briceño o Nayra Ilic. Todos muy comprometidos con el proyecto. Si no, no se sostenía por el nivel de desgaste. Cuando hay campañas externalizadas se nota. No quiero sonar romántico, porque es un asunto técnico. El nivel de entrega fue altísimo, me emociona recordarlo”.

Paredes dice que hay horas y horas de material que podrían llegar a ser un documental en algún momento. “Venimos de la cultura del fracaso, estamos siempre casi casi. Y ahora no. Avanzamos”.

Estudió en el Barros Borgoño, donde fue presidente del Centro de Alumnos y presidente de la FESES, la Federación de Estudiantes Secundarios. Entró a los 13 años a las Juventudes Comunistas y perteneció al partido durante una década. Trabajó en la campaña de Gladys Marín (donde él aparece hablando a nombre de los jóvenes) y muchos años más tarde hizo un Magíster en Comunicación Política.

“Yo tenía diferencias políticas con el PC de la época, yo quería una política no tan identitaria, así que renuncié, pero tengo muchos afectos ahí”, señala.

A Jackson lo conoció cuando se ofreció para colaborar en la campaña de Josefa Errázuriz como alcaldesa de Providencia y terminó militando en RD. Fue presidente del partido en 2014. Después de eso, viene su etapa de activismo literario.

—El árbol apareció en las primarias y tomó vida propia, ¿cómo nace la idea?

—Yo escribí un guion con distintos lugares de Magallanes, que yo no conocía. A la hora de sentarme con Gabriel para cruzarlo con su biografía, él se rió mucho. Porque yo escribía: “estaba con su familia, metiendo leña en la cocina” y me decía: “Pablo, en Punta Arenas no existen las cocinas a leña, todo a gas. Tan santiaguino que eres” (risas). Hasta que pongo la imagen de él cerca de un árbol con una niña jugando a la pelota. Y ahí él me cuenta que hay un árbol que para él es importante, que dormía arriba del árbol. Yo lo miraba incrédulo. La productora general fue en busca del árbol y cuando me mandó la foto era precioso. Hicimos una reversión del guion. Y grabamos. Cuando subió el director, Moisés Sepúlveda, y vio el estrecho de Magallanes decidimos poner drones. Y cuando apareció Gabriel por la copa del árbol, ya nos pareció una imagen increíble. El árbol se volvió el centro de la pieza, pero no sabíamos cómo iba a marcar el resto de la campaña. Se volvió la metáfora para hablar de todo: las raíces, el verdor, la crisis climática, la infancia…. hasta terminar con este Boric presidente de los niños. Día por medio me llega un whatsapp diciéndome: “Hola, estoy en Punta Arenas, ¿me puedes mandar las coordenadas exactas para buscar el árbol, por favor?”.

“Éramos bien pobres, pero nunca padecí la pobreza”

“Cuando conocí a Gabriel Boric me sorprendió mucho que fuera lector de poesía. Cómo integraba su emoción y pasionalidad con su mirada política. Hemos discutido de poesía algunas veces, pero él tiene eso que me gusta de la gente que es capaz de estar en la poesía, en la mirada internacional, en la economía y en la historia. Claramente, podía ser un buen presidente de Chile”, sostiene.

Paredes es autor de cinco libros de poesía y es ganador del último Premio de poesía de la Revista de Libros, en 2020, con “Los animales por dentro” (Ediciones El Mercurio).

Nació y creció en la población José María Caro, en Lo Espejo. “Mi papá, que murió hace un tiempito, pintaba letreros de bazares, de calles, de camiones…. Era un hombre de letras, como decía él”, relata riendo. Porque también era poeta. “Mi papá era un tipo muy culto. Mi casa, como todas las de la población, era una casa pobre, pero estaba repleta de libros. Fue muy bonito eso siempre”.

Su madre, enfermera obstetra, también escribe poesía. “Ambos militantes comunistas. En síntesis, harto poeta ruso en mi casa”, dice. “Tengo una historia poética y política importante. Mi vida es bastante obvia. Nadie diría; ¡Oh!, cómo terminaste en esto”.

Pablo es el mayor de tres hermanos. Después viene Víctor –“un capo, animador de dibujos animados que vive en Irlanda”- y Daniela, investigadora y profesora.

“Yo era un niño que veía muchísima tele, tanto, que mis papás inventaban fórmulas para sacarme de ahí. Y no leía nada. Para ellos, que se habían conocido en un taller literario, era muy importante”.

Sus padres pudieron pagar su carrera. “Mi vieja venía muy traumada con el Crédito Fiscal, que terminó de pagar cuando yo entré a la universidad. No quería que a mí me pasara lo mismo. Yo hice varias ayudantías y ayudaba un poquito. Tuve la suerte de estudiar sin ninguna deuda”.

—¿Te marcó de alguna manera la falta de recursos materiales en una familia que, sin embargo, supo proveer una riqueza cultural?

—Miro para atrás y digo: Sí, éramos bien pobres, pero nunca padecí la pobreza. Por mérito de mis padres sin duda, nos estimularon en muchas áreas. Yo empecé a leer como a los 14 años, con un poema de Ernesto Cardenal, “Oración por Marilyn Monroe”. Lo leí y exploté. Yo no podía creer que la poesía fuera eso también. A él lo conocí muchos años después en un encuentro literario. Yo le quería explicar lo que había significado para mí, pero hablé poquito porque había que escucharlo (risas). Después leí “La confesión de un granuja”, del poeta ruso Serguéi Esenin… “No todos pueden ser manzana y rodar a los pies de los demás, esta es la máxima confesión que puede hacer un granuja”. Empecé a escribir letras de hip hop en básica y en primero medio comencé con los primeros poemas. Mi papá me hacía taller literario sin querer.

—¿Él donde aprendió?

—Fue autodidacta, fue prisionero político muy joven. Él siempre me hablaba de las paradojas de la vida, porque no es lindo ser prisionero político en dictadura, pasó cosas bien terribles, pero me decía: “Yo era un cabro sin enseñanza básica, militante comunista, y caí preso con campeones nacionales de ajedrez, pilotos de avión, astrónomos… impresionante todo lo que aprendí”. Mi padre era un gran jugador de ajedrez y aprendió con una caja de Rinso, donde dibujaban el tablero con carbón. Y con migas de pan endurecidas hacían las piezas. Jugaba con los campeones.

—¿Y qué se viene ahora para ti? Tu nombre apareció en la carpeta de propuestas de RD como candidato a Ministro de Cultura.

—Estoy escribiendo algunas cosas y en conversaciones con un par de editoriales. Deberíamos estrenar este año la película de Christopher Murray (producida por Fábula) sobre los brujos de Chiloé, a finales del 1800. Estoy con teatro también. Por otro lado, que mi nombre aparezca para algo tan importante es ya un honor, pero esa es una decisión que le corresponde enteramente al Presidente Boric. Yo voy a estar donde me pida colaborar o empujando desde las artes y las comunicaciones. Creo en este proceso. Venimos de un siglo de presidentes que son, por ejemplo, el padre severo o el presidente empresario, y ahora Gabriel Boric inaugura otro paradigma y lo hace dialogando. Me tranquiliza que sea él el que conduzca el próximo gobierno.

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