En 1997, el gremialismo se encontraba en problemas en su bastión más importante: derecho de la UC. Los Pichuloncos, grupo liderado entre otros por Sebastián Sichel y alumnos que habían ingresado con la beca Padre Hurtado, desafiaban el domino de la derecha en el Centro de Alumnos.

Aunque es cercano al gremialismo y en su vida posterior tomó numerosas causas ligadas a la UDI, Jorge Gálvez Santibáñez, sobrino del exsupremo Ricardo Gálvez, fue visto como una opción más de “centro” para competir en un ambiente político que comenzaba a revolverse. Y fue así que se convirtió en el presidente de la facultad.

Ese es uno de los capítulos de los que se siente orgulloso el nuevo abogado del Presidente Sebastián Piñera, Jorge Gálvez (45), quien lo representará ante la acusación constitucional que se tramita en el Congreso.

El Mandatario lo conoce desde pequeño, pues —dicen en la familia del profesional— fue compañero de curso de su hija Magdalena en el Saint George y es amigo de ella.

De la escuela de Zaliasnik

Aparte de haber defendido a mediados de este año la fallida acusación constitucional contra su amigo y excompañero de curso en la UC, el ministro de Educación Raúl Figueroa, Gálvez no tenía hasta hoy un papel de primera línea en una causa importante. Pero sí ha pasado por varias.

Es uno de los favoritos de un grupo de los más reconocidos penalistas de la plaza —una o dos generaciones mayores que la de él—, que suelen recurrir a sus servicios para apoyar a sus grandes clientes. “Contamos con su outsoursing”, dice uno. Entre ellos, destacan Gabriel Zaliasnik, Luis Hermosilla y Juan Domingo Acosta, tres de los cuatro penalistas encargados de la defensa del Presidente en el caso Dominga, y tiene una relación cordial con el cuarto del grupo, Samuel Donoso. También es un recomendado de Hugo Rivera.

De todos ellos, su mentor fue Gabriel Zaliasnik. Con él comenzó a fines de los 90s y principios de 2000, en una oficina más pequeña que el bufete de hoy. “Se transformó en la mano derecha e izquierda” de él, confidencia un abogado que trabajó con ellos en ese tiempo. Fue así que participó en 2003 de la defensa del exsenador de la UDI, Jovino Novoa, en el marco del caso Spiniak, donde el entonces congresista fue falsamente acusado de abuso por una joven, quien luego confesó su mentira.

Gálvez intentó vivir de la academia, pero aunque aún hace clases en la UC, abandonó ese cometido. Para lograrlo, hace unos 15 años se doctoró en la U. Pompeu Fabra, de España y luego dictó cursos en la Chile, en la Adolfo Ibáñez y en la Andrés Bello, donde tomó la dirección del Departamento de Derecho Penal. Ahí se dio cuenta de que más que pasar metido en los libros, gastaba su tiempo en cuestiones burocráticas. Un amigo de él dice que además “no le gustaron las lucas”, aunque cuando le llegó el comentario, él lo negó.

En 2006 Gálvez formó su propia oficina y luego se asoció con José Miguel Gana, en algo más parecido a una “comunidad de techo”, donde Gana es especialista en derecho civil y comercial.

Futbolero (cruzado), livianito de sangre y bueno para la broma, Gálvez siguió en muy buenos términos con Zaliasnik y con otros penalistas de la plaza, quienes recomendaron sus servicios en la UDI, cuando surgió el caso Penta y boleteros —financiamiento de la política disfrazado con boletas de honorarios ideológicamente falsas—, aunque en su círculo reconocen que “entró ahí igual que todos los penalistas en ese momento… faltaban”. También participó del caso Prolesur, en el equipo que venció a la querella interpuesta en 2019 por administración desleal de la persona jurídica. Y su nombre ha estado vinculado como querellante o defensor en causas como La Polar, Pirámides, SQM, Inverlink, EFE, Luminarias, Agencias de Turismo y Pitronello.

De confianza de Ossa

Aunque de la UC tiene una extensa red de contactos —fue compañero del diputado Gonzalo Fuenzalida, del litigante Cristián Gandarillas y de la exministra Paola Tapia—, no es amigo del ministro Secretario General de la Presidencia, Juan José Ossa, a quien conoce porque ambos hacen clases en la Católica, aunque Osssa de derecho civil. “No se conocen sus casas ni sus familias”, sostiene un cercano a ambos.

Pero en la Moneda explican que A Ossa dio una muy buena impresión durante la defensa por la acusación constitucional contra el ministro Figueroa, pues no solo logró comprender el mundo de la Educación, sino que también tuvo la “flexibilidad” para conjugar lo jurídico con los requerimientos políticos.

Hoy el equipo defensor del Presidente todavía está coordinando qué funciones realizará cada uno. La decisión de presentar o no incidente por “cuestión previa” se tomará cerca del día del cierre de plazo para responder. Y si la acusación pasa al Senado, entonces recién verán la necesidad de reforzar “presencialmente” o no a Gálvez con alguno de los cuatro miembros originales de la defensa por el caso Dominga.

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