Aurelio Montes se conecta para esta entrevista desde un restaurante capitalino mientras concluye un almuerzo con Imagen País. Vestido de chaqueta, se preocupa del audio de Zoom y aunque está en medio de un local que se escucha muy concurrido, habla tranquilo, como si estuviera a la orilla de alguno de los lagos que tanto le gusta navegar.

Vinculado a la industria del vino desde 1987, es un referente de cómo se ha desarrollado el mundo vitivinícola en el país. “El cambio es impresionante”, asegura. “En la década de los setenta en Chile sólo se tomaba vino blanco o tinto, no había mayor diversificación. El país comenzó a bajar su consumo interno y la solución para la industria fue exportar, por lo que hubo que sofisticarse y ampliar mucho la oferta en términos de variedades y calidad. Cuando partí se exportaba el 5% de la producción, hoy se vende el 75% al mercado internacional y eso nos obligó a ponernos muy al día en tecnología. Hoy tenemos todas las variedades que el mundo solicita, lo que ha permitido ser el cuarto exportador del mundo detrás de Francia, Italia y España. Somos los número 1 del nuevo mundo porque supimos leer el mensaje del mercado”.

Presidente de Wines of Chile desde 2019 –acaba de ser reelecto por un nuevo período–, estos últimos dos años han significado hacerle frente a un desafío inimaginable: la pandemia. “Sin duda ha sido muy incómoda y dolorosa, sobretodo para los sectores de menores recursos, pero también nos ha dejado enseñanzas”, afirma.

–¿Cuáles son las principales?

En nuestra industria todo el comercio digital se desarrolló de una manera que nunca soñamos. La gente descubrió que si antes en un restaurante pagaba por una botella 30.000 pesos,en un supermercado o en el e-commerce podía comprar por el mismo valor tres botellas del mismo vino. Entonces se comenzó a celebrar en familia y se generó un canal de venta que jamás imaginamos.

Y agrega:

Tuvimos que aprender y aceptar el teletrabajo, hace tres años jamás se nos hubiese ocurrido darle permiso a un contador o a una persona de marketing para que trabajara desde la casa. Hoy tuvimos que aceptarlo y la gente ha respondido muy bien. Sin duda que estamos en un Chile nuevo, en un Chile más social, en donde tenemos que preocuparnos más de la gente.

–¿Cambió el consumo de vino del chileno después del covid?

Al menos en mi caso, antes me tomaba una copa con mi señora en la tardes después del trabajo, ahora me tomo dos. El vino es una herramienta social importante, que acerca y que consumido con moderación es sano y parte de la dieta mediterránea. La gente ha aprendido a apreciar más el vino.

–En agosto se desarrolló el Wines of Chile Summit 2021 ¿cuáles son los próximos desafíos para la industria?

La industria del vino tuvo un bajón importante el 2020, pero ya este año hemos aumentado un 5% respecto al año pasado en volumen y un 14% en valor, o sea hemos logrado uno de los grandes objetivos de Wines of Chile que es “premiumnizar” los vinos. El vino chileno siempre ha sido considerado bueno y barato, y nosotros queremos distanciarnos de esa imagen. La idea es ofrecer un vino bueno, pero a un precio justo y eso lo estamos logrando… entonces sería injusto quejarnos profundamente de la pandemia, porque no nos ha tratado tan mal.

–¿Cómo pretenden cambiar esa imagen del vino nacional, de “bueno, bonito y barato”?

El precio que se paga por el vino chileno es bajo para la calidad que ofrecemos. Para mejorar esto nos estamos apoyando mucho en la calidad de vino que hemos logrado y también en la sustentabilidad. Chile al ser un país muy limpio, por su aislamiento natural no requiere de grandes tratamientos con químicos o pesticidas. Queremos dar a conocer esta realidad al mundo, en donde los nuevos focos aparte de la calidad sean los temas sociales, el medio ambiente y lograr que nuestras empresas sean rentables para poder pagar salarios justos y a tiempo. Lo económico, aunque a mucha gente no le parezca, es uno de los pilares fundamentales de la sustentabilidad. Si la empresa no es rentable, no hay trabajo, ni sueldos justos. Sustentabilidad y “premiumnización” son los focos de mi nuevo período como presidente de Wines of Chile.

“Estoy preocupado, pero quiero tener confianza”

Vecino del Presidente en Bahía Coique, Montes no ha escondido su postura crítica respecto a la gestión del gobierno de Sebastián Piñera. Aunque de política opina “como cualquier chileno”, afirma, lo ocurrido en el país desde el estallido social le preocupa.

–Usted fue partidario del rechazo, ¿qué opinión tiene del trabajo que han realizado los constituyentes?

Me inquieta mucho el que no hayamos sido capaces de ver que había un gran descontento en la población. En lo personal me hizo un shock muy potente ver a un millón de personas en la Plaza Italia, porque esas personas que estaban ahí no eran delincuentes, era gente que simplemente quería mejores condiciones de vida. Todo este período de la revolución social reveló que Chile necesita un cambio, eso es innegable.

–¿Qué le preocupa?

La participación política que hay dentro de la asamblea constituyente, porque creo que los sectores moderados quedaron un poco castigados y veo que los sectores más reaccionarios están llevando la batuta. Por esa razón podríamos terminar con una Constitución que no sea exactamente la que Chile necesita. Creo mucho en que las cosas decantan, es como los vinos. Al principio estos procesos son rebeldes y uno se asusta, pero la gente a la larga tiene una cuota importante de inteligencia, de prudencia y moderación y esto va a terminar ojalá siendo algo racional. Estoy preocupado, pero quiero tener confianza.

–Ya que se encuentran en el sur, ¿ha tenido la posibilidad de conversar con el Presidente y plantearle sus diferencias?

El Presidente es bastante ermitaño y yo lo entiendo, está sometido todo el año a una presión muy grande. Soy católico, voy a misa y él también, ahí nos hemos encontrado y hemos hablado de temas de vacaciones. La verdad es que no he querido arruinarle las vacaciones cuando tiene tan pocos días de descanso.

–¿Cuáles han sido, bajo su punto de vista, los mayores errores de Sebastián Piñera?

En lo económico creo que ha tomado medidas razonablemente claras, pero creo que el tema de la violencia –y para qué decir en la Macrozona Sur– ha sido mal manejado. No cabe duda de que se ha realizado una excelente gestión reconocida a nivel mundial respecto a la pandemia, pero creo que el Presidente se ha cuidado mucho de la crítica nacional y extranjera, y ha dejado hacer más allá de lo prudente. Hoy estamos en un país bastante violento, nos da susto andar solos, y ahí queda una deuda muy importante de este gobierno.

–¿Cómo ve las próximas elecciones presidenciales? ¿Tiene candidato?

Creo que están muy divididas las fuerzas. Por un lado la izquierda se ha ido atomizando con diversos candidatos y por otro lado me alegro que la derecha haya unificado sus ideas y la imagen de un Chile progresista enfocada en una persona. Pero sin duda que la izquierda nos ha dado una lección por cómo se manifestó la ciudadanía en el estallido, el plebiscito y la elección de los gobernadores. Estoy muy expectante, no tengo claro hacia donde van las cosas. Tengo la esperanza de que si sale la persona de derecha represente ideas progresistas y no caigamos en un continuismo. Y si la persona electa es de izquierda, sea de una centro izquierda moderada que se la juegue por un Chile mejor.

“Uno está en el mundo para ser feliz”

–Apostó por plantar en los cerros de Apalta, luego se movió a la costa de Colchagua… Al revisar su trayectoria se puede concluir que siempre ha buscado diferenciarse ¿de dónde viene ese espíritu innovador?

–Soy el cuarto hijo de una familia muy unida y el único hombre. Además por cosas de la vida, prácticamente no tengo primos, entonces tuve que ser muy busquilla para poder circular por la vida y creo que ahí se me creó un pequeño cromosoma de innovación. Cuando estudié agronomía en la Católica, me especialicé en enología y fue la primera oportunidad en que demostré que quería ser distinto, porque toda mi vida he tratado de innovar. Al lograr ciertas metas importantes en el mundo del vino, me dije “qué fome ¡ya lo logramos! Misión cumplida, vamos por otro desafío” y así fue como plantamos en los cerros de Apalta dónde nadie lo había hecho nunca, nos fuimos a la costa de Colchagua, otro lugar inédito, llegamos a Zapallar y ahora estamos en Chiloé. Creo firmemente que para conocer cuáles son tus límites de innovación, hay que ir más allá de los límites.

–Justamente ese es su nuevo gran desafío, levantar un viñedo en Chiloé, ¿Cómo nace la idea?

–Me tocas una fibra, porque este es un proyecto que llevo en el alma. Esto nace de mi afición por los veleros y cada vez que navegaba en esos días calmos por los canales de Chiloé, cuando miraba las islas, me preguntaba ¿cómo no se va a poder plantar aquí? La idea la tuve como un sueño incumplido, hasta que me dije los sueños son para cumplirlos y no sentarse en ellos. Nos pusimos a buscar una zona que tuviera la mejor aptitud y encontramos la isla Mechuque, que tenía muy buenas condiciones de suelo, incluso a temperatura del mar. Increíblemente al hacer los estudios descubrimos que el mar en esa zona es un grado más caliente que en Valparaíso, algo que jamás habría imaginado. Esto es casi un estudio universitario, porque en un terreno pequeño de dos hectáreas, tenemos siete variedades de las cuales muchas han sido traídas desde Europa.

–¿Cómo ha sido la experiencia de plantar en un lugar tan austral?

Tuvimos una pequeña vendimia este año y ya tenemos una idea de cómo se está comportando, porque a la parra verdaderamente le cuesta con ese clima que no le gusta mucho y en el que hay que ayudarla para que se sienta más cómoda. En abril del próximo año ya tendré una cosecha que me dará luces de cómo seguir y en donde se producirá un vino ciertamente muy distinto a lo que estamos acostumbrados a probar. Vamos a dar de qué hablar, a demostrar que somos valientes y sobre todo que lo pasamos bien, porque uno está en el mundo para ser feliz por sobre todas las cosas.

–Y siendo osado, lanzándose a la aventura, ¿ha tenido fracasos?

Fracasos rotundos te diría que no, pero claro que me he equivocado. El cabernet, por ejemplo, arriba en los cerros no funciona, yo lo hice y fue un error. Pero gracias a Dios grandes fracasos no han habido, han sido muchos pequeños que hemos podido ir superando en el camino.

–¿Le queda algún sueño por cumplir?

Me queda un gustito que me quiero dar y que lo tuve prácticamente listo, pero cuando llegó el momento preferí irme con calma: quiero producir en Portugal. Aunque es un país que no suena tanto como España o Francia, es una maravilla y en el río Duero se producen vinos muy buenos. Me queda un poco ese sabor amargo de un proyecto que no se llevó a cabo, pero tengo la idea de que lo vamos a concretar.

–Entonces de jubilarse ni hablar…

La verdad es que no me imagino un día martes sentado en mi casa, creo que dejar de trabajar mata al hombre y pienso que la jubilación no es una indicación médica correcta (se ríe).

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