“Algunos héroes nacionales pertenecen a lo que llamaríamos el orden del cóndor; el huemul tiene, paralelamente, los suyos, y el momento es bueno para destacar éstos”.

La frase la escribió Gabriela Mistral en El Mercurio en 1925, y la recojió estos días el constituyente Agustín Squella para sintetizar la actitud que debiera empapar el trabajo de la convención constituyente desde su estreno el 4 de julio: Lejos del ave carroñera, es el momento de la inteligencia, fraternidad y agilidad del huemul, “pacíficos de toda paz en los buenos días, suaves de semblante, de palabra y de pensamiento”, sintetizaba Mistral.

Resuelto el dia de la sesión inaugural, el acento ahora se pone en quién presidirá la convención. Ya hay nombres dando vuelta (Elisa Loncón, Patricia Politzer y Crstina Dorador), pero antes preguntamos entre expertos atributos específicos que debería cumplir el elegido, según las características que tendrá esa asamblea.

No importa el sexo, sí que sea independiente

Cristian Valdivieso, de la empresa de opinión pública Criteria, indagó en las expectativas ciudadanas de ese cargo en un estudio de mayo para la Camara Chilena de la Construccion y La Tercera.

“Hay una dimensión simbólica super relevante. El 75% de la gente quiere que la presida una persona independiente; solo el 3% dice que sea representante de algún partido político. Ojo, no es la negación de la política, si no la búsqueda de una persona nueva”, explica.

-¿Y en materia de género?

-Al 81% le es indiferente el género. Lo que importa más bien es lo que representa esta figura en términos de venir de fuera de la política tradicional, que sepa de lo que está hablando -64% preferiría que fuera un experto o un académico- y le transmita certezas y seguridad a la ciudadanía. No está instalado en la gente, como sí lo estuvo en su minuto la demanda por paridad, que hoy sea mujer quien lo presida. Lo mismo pasa con la edad, pues para un 61% no es tema; y para un 78% le es indiferente si viene o no de un pueblo originario.

Hernán Hochschild lidera la plataforma “Tenemos que hablar de Chile” impulsada por las Universidades de Chile y Católica, y que organizó procesos de diálogo con cerca de 10 mil personas en más de 300 comunas. Con esos insumos, considera que “más importante que si es mujer, joven o independiente, lo simbólico va a estar en todo el proceso, en cómo lidere. No sacamos nada con que aparezcan nuevos rostros con las mismas prácticas, necesitamos resetear la política”.

El estudio de la UC-U. de Chile entrega pistas de trabajo que la ciudadanía exige a la constituyente, clave para perfilar a quien la lidere: “Cada vez nos aparece más la demanda por diálogo, por tener miradas integradoras de la diversidad. La política entiende por diálogo una negociación. La negociación es importante; pero el dialogo es distinto: es encontrar un espacio de entendimiento, acuerdo con quienes piensan distinto”.

Esa apuesta por el diálogo es la que permitiría lograr un texto que interprete a a la mayor cantidad de personas, sintetiza el socio fundador de la consultora en cultura organizacional Memética, Daniel Fernández: Si se aspirara a un texto que sea una transacción entre intereses específicos, se requeriría un experto en negociación; pero si la ciudadanía aspira a un mecanismo donde prime el diálogo, la inspiración debiera venir más por el fallecido Humberto Maturana: “Si la narrativa es construir la forma en que queremos convivir, se requiere a alguien que convoque, que ponga por delante la forma mas que el fondo”.

Por ende, el “desde” del electo debe ser disposición al diálogo. Pero la convención tiene otros elementos estructurales que obligan a buscar atributos más específicos para quien asuma.

Convención diversa: Ecuánime, sin ánimo de brillar y que integre visiones

Los 155 electos se dividen en 5 grandes agrupaciones (Vamos Chile; ex Concertación; FA-PC; Lista del Pueblo y Independientes NO Neutrales), más otros 27 integrantes de otros grupos (que incluye a los representantes indígenas), lo que refuerza la diversidad de la entidad.

“Quien lidere el grupo debe hacer política en el sentido amplio: Deberá alinear voces muy distintas en torno a una tarea muy compleja. Tendrá que hacer una especie de malabarismo para lograr una buena Constitución técnicamente hablando, pero en la cual todos se sientan representados”, dice Rodrigo Pérez de Arce, del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), y que integra el equipo que desde los think tank de centroderecha que trabaja una propuesta de reglamento.

Para manejar esa diversidad, “ojalá sea una persona no doctrinaria. Todos tenemos miradas de mundo, pero lo importante es la capacidad de generar un diálogo reflexivo: Que no llegue pensando que son sus ideas las que hay que aplicar. Que sea capaz de integrar las otras visiones, canalizar esa diversidad para que los delegados puedan escribir la forma en que queremos convivir”, enfatiza Fernández.

Si se focaliza en articular, explica Fernández, “si trabaja para adentro, genera confianzas, no debiera ser una persona demasiado visible hacia fuera, incluso sin mucha figuración pública, que no aspire en forma individualista a buscar una posición de poder”.

Por lo mismo, liderazgos autoritarios o que busquen protagonismo, serían disfuncionales al trabajo de la asamblea.

Para quien participó en el diseño del mecanismo de participación ciudadana del proceso constituyente de Michelle Bachelet, el sicólogo social y socio de Tironi, Miguel Jofré, sería un riesgo entregar la presidencia a alguien de esas características: “Debe ser ecuánime. No debe entender las diferencias como algo tan grave.Debe ser una persona con la serenidad de dejar opinar a los otros, porque es su opinión y eso la hace valiosa”.

Precaria confianza: Sin historial conflictivo

Hoschild explica que en sus estudios se ha detectado “una necesidad muy profunda de recuperar las confianza”. Y, de hecho, la constituyente “está partiendo con un nivel de aceptación y confianza importante: lo primero que deben hacer los convencionales es sostener esa confianza, porque está asociada a la esperanza de que Chile puede ser mejor”.

Por lo mismo, para Jofré, quien presida debe “ser capaz de promover confianza interna y externa: a los propios miembros de la convención, al país y a los actores políticos que observarán el proceso. Por tanto, no debiera tener un historial marcadamente conflictivo, que genere divisiones, lo que no significa que no tenga claramente una posición. En el fondo, que no sea sujeto de sospecha: no es que necesariamente genere consenso, sino que no genere desconfianza”.

-¿En concreto, en qué actitud debe traducirse esa confianza?, le preguntamos Jofré.

-Capacidad de situarse por sobre su rol de uno más y velar por los acuerdos respetando el cumplimiento efectivo de las reglas pactada, pues ese respeto es el que proveerá confianza externa e interna.

La capacidad de articulación y la confianza que genere el líder serán fundamentales para lo que que Jofré describe como el movimiento constante que tendrá el proceso constituyente, tras la instalación: “Se moverá en un repetitivo proceso de diálogo, debate –que tiene menos escucha que el diálogo, donde aparecen propuestas, ideas, puntos de vista- y etapas de decisiones tras la deliberación. Son procesos de tensión asociados a las decisiones que se adopten, y sería clave el papel de quien conduzca cada etapa de estos procesos, que genere confianza para todos en que se respetarán las reglas”.

Metas exigentes: Capacidad resolutiva y manejo de procesos complejos

A la Constituyente llegan personeros de distintos mundos, con formas diferentes de procesar las decisiones: El mundo de las lealtades políticas; la academia o estilos más asambleísta ligadas a movimientos territoriales. Pero todos ellos se enfrentan a una cruda la realidad: En 9 meses –extendible en otros tres- debe tenerse una propuesta de nueva Constitución que vote la ciudadanía. ¿Qué atributos debe tener quien presida, para que se desarrolle un trabajo eficiente?

Sebastián Millaleo, exmiembro del Consejo Ciudadano de Observadores del Proceso Constituyente de Bachelet y actual consejero del Instituto de Derechos Humanos (INDH), cree que quien dirija “debe ser una persona capaz de conducir y proponer cursos de acción, porque habrá que liderar formas de trabajo que no están preestablecidas”.

El abogado Tomás Jordán también participó en el proceso constituyente de Bachelet y hoy integra el “Observatorio Nueva Constitución”, y agrega otro elemento más al perfil: “Debe tener cierta experiencia en resolver problemas, en coordinar procesos complejos, que venga del mundo que sea –puede ser de la política, del mundo social-, pero con cierto carrete en articulación de acuerdos”.

Y finalmente, en pos del cumplimiento de la meta, Jofre recomienda a alguien “con la capacidad de facilitar la toma de decisiones; capacidad resolutiva que mantenga un ritmo en el proceso de acuerdo a los plazos. No puede ser un dilatante. Tendrá que decidir incluso aspectos que quizás no estarán reguladas en el propio regamento”.

Y eso se agrega otro rasgo al candidato que destaca Pérez de Arce: Tener carácter suficiente para “saber hasta dónde llegar con una discusión, dar los espacios para que todos opinen, pero llegado cierto momento cerrar debates para evitar que eternicen y hacer respetar las reglas”.

Cerremos con Mistral: “Mucho hemos lucido el cóndor en nuestros hechos, y yo estoy por que ahora luzcamos otras cosas que también tenemos, pero en las cuales no hemos hecho hincapié. Bueno es espigar en la historia de Chile los actos de hospitalidad, que son muchos; las acciones fraternas, que llenan páginas olvidadas. La predilección del cóndor sobre el huemul acaso nos haya hecho mucho daño. Costará sobreponer una cosa a la otra, pero eso se irá logrando poco a poco”.

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Rumbo Colectivo

“Sin mucha figuración pública, que no aspire en forma individualista a buscar una posición de poder”.

Daniel Fernández,Mimética

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Rodrigo Pérez de Arce, IES

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