Alemania, año 2005. “Mi niña”, como la llamaba Helmut Kohl en los 90, terminaba su carrera ascendente dentro de la Unión Cristianodemócrata, entrando a la misma oficina del artífice de la reunificación alemana. Nadie pensó, por aquellos años, que 16 años después, ella, Angela Merkel, seguiría allí. Los mismos años que ejerció Kohl.

Sólo un canciller alemán, antes de Merkel y Kohl, estuvo tanto tiempo en el cargo. Y fue el primero de ellos: Otto von Bismark, 19 años, a fines del siglo XIX, creador de Alemania moderna.

Merkel, que tiene que dejar el cargo en noviembre de este año, se convirtió finalmente en la principal referencia en la Europa del primer cuarto del siglo XXI. Y nadie hoy puede discutir eso.

Con ella en Berlín, pasaron cuatro presidentes de EE.UU., cuatro franceses, siete italianos y dos papas. El único que estaba cuando fue electa canciller y seguirá en el poder cuando se vaya, es Vladimir Putin, con el cual no tiene buenas relaciones.

Y en Europa el vacío que dejará será enorme. Lidió de una crisis en otra y fue un muro de contención al populismo.

La líder improbable

“Merkel es una triple anomalía: mujer (divorciada, vuelto a casar, sin hijos), científica y nacida en la Alemania Oriental. Estas cualidades, aunque la convirtieron en una forastera en la política alemana occidental, también ayudaron a impulsar su extraordinario ascenso”, escribió la revista The New Yorker en 2014.

Merkel nació en Hamburgo en 1954. Su padre, Horst Kasner, era funcionario de la Iglesia Luterana, una de las pocas instituciones que continuó operando en las dos Alemanias después de la división del país tras la Segunda Guerra. Él cruzó “la frontera interalemana” semanas después del nacimiento de Angela, al tiempo que doscientos mil alemanes orientales huían en dirección contraria.

“Nunca sentí que la RDA fuera mi país de origen”, le dijo Merkel a la fotógrafa alemana Herlinde Koelbl, en 1991. Merkel obtuvo un doctorado en química cuántica en Berlín. En los 80, trabajó en la Academia de Ciencias de Alemania Oriental, al frente de un cuartel de la Stasi.

¿Qué posibilidades tenía la coautora de un paper titulado “Propiedades vibratorias de los hidroxilos de superficie”, pudiera ser la futura Canciller de una Alemania unificada? Pocas.

Fue en 1985 que Merkel se topó con el discurso del presidente de Alemania Occidental, Richard von Weizsäcker, pronunciado en el cuadragésimo aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial. En él Weizsäcker hablaba “con una honestidad sin precedentes” sobre la responsabilidad de Alemania por el Holocausto y declaró que la derrota del país fue en realidad un día de liberación y que los alemanes, al enfrentar su pasado, podrían redefinir su identidad y futuro.

Tras la reunificación alemana, la CDU occidental se unió también a la CDU oriental con Merkel incluida.

Europa sin Angela

Fueron 16 años llenos de grandes crisis: la subprime, euro (con sus rescates financieros y políticas de austeridad), la de los refugiados, la del Brexit. En cada una de ellas ha marcado sus puntos y ha sido capaz de reinventarse. Ahora está inmersa en la mayor de todos los desafíos, Merkel espera terminar su largo mandato con la esperanza de que la crisis del covid termine gracias a la vacuna.

“Cuanto más conocía a Angela Merkel, más me gustaba; la encontraba sólida, honesta, intelectualmente rigurosa y amable por instinto”, dice Barack Obama en sus memorias. “Si yo fuera alemán, sería su seguidor. Le daría mi voto”, agregó.

Y son varios los que piensan lo mismo ya que ella fue una centrista que dio tranquilidad en tiempos muy movidos para Europa. De hecho, The Economist advierte que “la perspectiva de una vida después de Merkel resultará inquietante para muchos alemanes”.

Incluso en España, que junto a otros países sufrió las consecuencias de sus políticas más ortodoxas tras la crisis subprime, la lloran: “Los retos a los que hace frente Europa son mayúsculos: el brexit, el auge de los populismos, la deriva italiana y los flujos migratorios. Más que nunca, se necesitan liderazgos fuertes. La incógnita es que vendrá después de Merkel cuando en política, decidir lo correcto no cotiza al alza en las urnas”, asegura el diario El Periódico de Barcelona. Es que los populismos no eran lo suyo.

“Como científica, Angela Merkel es consciente de que solo por medio del conocimiento de todos los detalles de un proceso se puede lograr el control de la situación”, dijo Christina Mendoza Weber, coautora de “Angela Merkel, la física del poder”, la primera biografía en español sobre la canciller alemana, donde se cuentan algunas claves de su estilo de liderazgo: “Hasta que no llega a un acuerdo, no sale de las cumbres. Su estilo de liderazgo se caracteriza por trabajar hasta alcanzar ese punto en el que todos pueden estar de acuerdo”.

Así, el “fin de la era Merkel” fue identificado por la consultora Eurasia como uno de los principales riesgos para el continente. “Sin las habilidades políticas de Merkel, la Unión Europea se habría enfrentado a una división interna sin precedentes, con Polonia y Hungría por un lado y los otros 25 estados miembros por el otro; también estuvo en riesgo la unidad de Francia y Alemania, con sus puntos de vista opuestos sobre el futuro de Europa”, dice la publicación.

“El o la sucesora de Merkel se verá tentada a imitar su enfoque mesurado. Pero esperan nuevas pruebas. Las crisis que ella manejó golpearon a Europa pero rara vez interrumpieron la estabilidad en casa. Puede que su sucesor no tenga tanta suerte”, agrega de The Economist.

“En Alemania y en el mundo va a ser considerada como una de las figuras más trascendentes de la política contemporánea por encarnar el liderazgo de Alemania en el ámbito internacional, promover la integración europea y el multilateralismo frente al nacionalismo y el proteccionismo”, agrega Mendoza Weber.

LEER MÁS