Desde el piso 20 de un imponente edificio en Isidora Goyenechea Lorenzo Gazmuri (67) comenta: “Son los últimos días que tendré esta vista tan impresionante de Santiago”.

En enero Gazmuri dejará su amplia oficina que hasta diciembre ocupó como vicepresidente ejecutivo de Copec. Rodeado de fotografías de sus seis hijos y cinco nietos, el ingeniero eléctrico de la U de Chile se sienta distante sin mascarilla. Habla rápido y sin pausa. Le entusiasma recordar sus 33 años en la compañía controlada por el grupo Angelini; holding donde seguirá como director de Copec, Terpel y Mapco.

-¿Cómo fue su despedida de Copec donde se convirtió en el principal ejecutivo del sector energético del conglomerado?

-Escribí una carta a todos los empleados donde les dije que no podemos olvidar nuestros objetivos y los dos pilares sobre lo que se sustenta lo que hacemos: los consumidores y el país. Les expresé que los seres humanos somos mediocres. Que soñamos, pero tenemos la cabeza llena de pajaritos y por eso parte de nuestros sueños se nos esfuman. Que, si nos aplicamos aprendemos de nuestros aciertos y de nuestros errores. Llevo 25 años trotando y el año 2010 un amigo me propuso integrarme a un grupo de trote. Empecé con diez kilómetros tres veces a la semana y terminé haciendo maratones. He corrido Nueva York y Santiago dos veces, Chicago, Berlín y Londres. Con un plan se puede, por eso la gente que finaliza una maratón lo único que hace es llorar.

Hoy Gazmuri está dedicado “de lleno” a la presidencia de Icare, cargo que asumió a mediados de 2020 por dos años. “Cuando me propusieron dirigirla fui a hablar con Roberto Angelini y él me dijo: “¿sabías que uno de los fundadores de Icare fue don José Tomás Guzmán, el brazo derecho de mi tío don Anacleto Angelini? Estás sonado, no puedes decir que no. Que uno de nuestros ejecutivos tome su liderazgo es un honor”, relata.

La semana pasada fue intensa para el ingeniero. Como mandamás de Icare encabezó virtualmente el Encuentro Nacional de la Empresa (Enade) que este año se bautizó “Grandes esperanzas”. “Icare no es un gremio, y eso lo hace fascinante. Es un punto de encuentro desde donde puedes empujar las mejores prácticas en las empresas y en políticas públicas. En esta ENADE concluimos que Chile tiene una oportunidad única donde se ha dado un proceso institucional inédito con oportunidades tremendamente relevantes”.

“El proceso Machuca estuvo muy mal hecho”

Hace algunos años, desde Florencia, Italia, su hija Carolina le trajo de regalo un telescopio de bronce que Gazmuri puso en la mesa de centro de su oficina. Desde hace dos décadas es un aficionado a la astronomía y en su casa de veraneo en un lago del sur da rienda suelta a su pasión por los astros y los planetas. “Muchas veces me instalo con mi telescopio a las diez de la noche en mi terraza y estoy hasta las cuatro de la mañana observando. Me gustan mis espacios; soy de pocos amigos, solitario y porfiado”

Y agrega: “La perfección y la belleza de cómo las macro fuerzas se mueven me cautiva profundamente. Cuando miro las estrellas coloridas, que están a tres mil años luz, me remonto al pasado. Es muy lindo porque me conecta con mi fragilidad. Recuerdo que somos tremendamente imperfectos, es muy fuerte ese espacio de reflexión”.

-¿Es católico?

-Era católico, apostólico y romano; hoy soy creyente. Mi afición a la física y a la astronomía me hacen reconocer que vivimos en un planeta que es una roca diminuta. Hay cien mil galaxias más grandes que la nuestra. Cuando uno piensa que todo gira en torno al ser humano y que Cristo vino a redimirnos, se te generan dudas existenciales. Pero por otro lado miro la profundidad de la belleza de la naturaleza y digo: “tiene que haber un Dios; esto no se pudo haber creado solo”.

El presidente de Icare proviene de una familia de ocho hermanos (es el sexto). “Vivíamos en una gran casa en Lyon con Carlos Antúnez y estudié en el Saint George's”, cuenta. Su padre, Renato Gazmuri, fue un reconocido nefrólogo, profesor de medicina de la U de Chile y de Harvard. “Él era muy exigente, el seis no era aceptable. En mi casa se leía harto y se escuchaba buena música clásica. Mi madre dueña de casa, fue de las mujeres a quienes no las dejaron estudiar, pero era cultísima. Ella fue el pilar católico y mi padre fue agnóstico; se convirtió al catolicismo en sus últimos años”.

En el colegio fue compañero de Máximo Pacheco, Rafael Guilisasti y Gonzalo Rojas. También dirigió la revista estudiantil “The Lance” (entre 1969 y 1970). “La generación del 70 fue de quiebre. Veníamos de un colegio súper tradicional y cuando estaba en primero medio se pegó un giro a lo social y a lo político. Teníamos curas de sotana que se fueron a Estados Unidos y a los seis meses volvieron de blue jeans. Fue un cambio muy brutal. Los compañeros nos dividimos políticamente; yo me fui a la derecha. Pero no éramos cuicos. Compartíamos una gran conciencia social, íbamos a trabajos de verano y a la población El Cortijo”.

Su gusto por el campo viene de niño. Su madre heredó un predio en Bulnes (1500 hectáreas) que el gobierno de la Unidad Popular expropió. “Allende salió presidente el 4 de septiembre de 1970 y esa misma tarde se discutió en mi casa qué haríamos. Entonces mi padre, decidió que la familia emigrara a Boston”.

Gran parte de la familia Gazmuri dejó Chile en septiembre de 1971. En Estados Unidos cursó un semestre de ingeniería en la Northeastern University y regresó a Santiago seis meses después. Sus padres se quedaron cuatro años en Boston. “Yo les digo a mis hijos: “mi familia hizo lo que nunca hay que hacer; cuando hay una crisis país hay que aguantar y no dejarlo todo”.

También recuerda lo que significó ser la primera generación del Saint George que vivenció una iniciativa de integración social aplicada a fines de los 60 (que inspiró la película Machuca). “Llegamos a clases en marzo y nos encontramos con esta sorpresa. Nuestros padres y los profesores no sabían. El proceso Machuca estuvo muy mal hecho. Fue corto, muy triste; dramático. Para mi cumpleaños acostumbrábamos a celebrarlo con todo el curso y a un compañero, el único nuevo, nadie lo venía a buscar. Entonces mi madre me dijo: “cómo se va a ir solo, vamos a dejarlo a su casa”. Íbamos en el auto por Providencia y repentinamente en un semáforo él abrió la puerta, se bajó y salió corriendo. Recuerdo que en el colegio era un gran corredor de 800 metros”

-Su ex compañero Máximo Pacheco en un encuentro reciente con el Hogar de Cristo dijo que en Chile se ha instalado una cultura clasista y elitista. ¿Somos una sociedad meritocrática?

-Creo que Chile avanza en esa dirección, pero más lento de lo que yo quisiera. Conozco a tanta gente humilde que es infinitamente más inteligente que yo. La única diferencia es que no tuvieron la misma suerte. Todo va en la educación. Por eso quiero hacer clases de matemáticas en un colegio público. Podría volver a enseñar en la universidad, que me encanta, pero ahí ya está jugado el partido. Cuando le muestras la maravilla de las ciencias a muchachos escolares despiertas en ellos un potencial incalculable.

“No estaba en la cabeza de don Anacleto tener dos autos”

Gazmuri, propulsor de la internacionalización del Copec, entró a la compañía un año después que el Grupo Angelini adquiriera este conglomerado. “Esos años definimos que nuestro negocio debía ser atender personas y no vehículos. Cambiamos la imagen y el año 88 creamos los primeros mini markets. Además, en los noventa se inició el proceso de concesiones de carreteras y vimos la oportunidad para redefinir radicalmente nuestra presencia a lo largo de Chile”, relata.

En medio de este proceso transformador conoció a Anacleto Angelini. “Él era de una inteligencia intuitiva, natural. Siempre estaba callado en las reuniones, pero muy atento. Tú sabías que al final te haría tres preguntas claves y debías estar muy preparado. Era de una austeridad y sencillez maravillosas. Recuerdo haberme reunido con él cuando el año 92 partió la restricción vehicular y me comentó: “chuta qué voy a hacer”. No estaba en su cabeza tener dos autos”.

Roberto Angelini (sobrino de Anacleto), años después le ofreció la gerencia general de Copec. “Roberto tiene el mismo ADN de su padre y su tío Anacleto. Es un empresario de mucha cercanía y tiene a Chile en su corazón”.

-La mayoría ciudadana ve lejanos a estos grupos económicos. Para conectarse más con el país Andrónico Luksic se ha acercado a la gente a través de las redes sociales. ¿Cuál es la estrategia del grupo Angelini en ese sentido?

- Es verdad que el mundo empresarial se ve distante porque su cultura ha sido el bajo perfil. Andrónico es más activo en redes sociales. Roberto no está en Twitter contando los logros en educación de sus iniciativas, que no solo financia sino gestiona, como la fundación Belén Educa. Pero la política que inspira a todas sus empresas es la preocupación por sus empleados. Esto se vio en la pandemia. Copec dijo: “en esta crisis entramos todos juntos y salimos todos juntos”. No hemos despedido a ninguna persona en los siete países donde estamos. Sin embargo, creo que es fundamental que a futuro los empresarios jueguen un papel un poco más público; cuando la gente los conoce valora el tremendo aporte que hacen al país.

-Según el índice IMCE elaborado por Icare y la Universidad Adolfo Ibáñez la confianza empresarial retrocedió en diciembre pasado tras siete meses de avances.

-En Chile hay cerca de un millón de empresas y 8 millones de empleos; 6, 5 de ellos son del mundo privado. Las empresas aportan más del 30 por ciento de los impuestos que mueven al Estado. Es imposible concebir un país separado del mundo empresarial. La ciudadanía no lo ve porque nadie explica en simple lo que hacen las compañías. Además, ha habido casos muy bullados en que han tenido un pésimo comportamiento. Entre esos abusos se genera la desconfianza y se han caído las instituciones.

-Evelyn Matthei dijo que Sichel es el candidato de los empresarios, ¿es el suyo?

-Los empresarios en Chile son cientos de miles y de amplio espectro; no tienen un candidato. En mi caso apoyo a uno, que es mi hijo Juan Carlos de 28 años. Él es abogado independiente y, con el apoyo de Chile Vamos, va como candidato a alcalde por Independencia. Su sueño es cambiarles la vida a los más de 100.000 habitantes de esa hermosa comuna (sonríe).

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