La justicia no existe. Es injusto que haya muerto. Estaba haciendo una contribución gigantesca a la nefrología chilena. ¡Y a esta edad!”

Gabriel Núñez

Hospital San Juan de Dios.

Andrés es una bellísima persona, muy amable, muy humilde en su trato con la gente, cariñoso... Todo lo contrario a un «diostor»”

Sebastián Ugarte

Clínica Indisa

“Mi hermano es un hombre bueno, íntegro, un gran médico, un marido y padre amoroso, y un hermoso ser humano. Que ahora esté conectado a un ventilador luchando por su vida desafía cualquier noción de justicia y, si me apuran un poco, de lógica”.

El mensaje que hace tres días (el sábado) escribió en su cuenta de tuiter la guionista Adela Boltansky fue solo el preludio de la muerte de su hermano Andrés, médico nefrólogo de la Clínica Dávila que en la madrugada de ayer falleció a causa del covid.

Aún no cumplía 50 años (lo haría en mayo próximo), cariñoso con las personas de su entrono y especialmente con sus pacientes. Humilde, generoso y sencillo, Así lo describen quienes lo conocieron.

Trabajando con pandemia

Hijo de la enfermera universitaria Pola Brenner (especialista en infectología, ex presidenta de la Sociedad Chilena de Control de Infecciones Hospitalarias, ex asesora de la OPS y presidenta de la Asociación Latinoamericana para el Control de Infecciones), el médico graduado de la Universidad de Chile, se desempeñaba como jefe de la Unidad de Trasplantes de la Clínica Dávila.

“Con pandemia él siguió trabajando normalmente. Hizo síntomas de covid y evolucionó con un compromiso respiratorio importante que se fue agravando. Llegó a estar con ECMO (circulación extracorpórea)” cuenta el médico Sebastián Ugarte, jefe de la Unidad de Pacientes Críticos de la Clínica Indisa. Ambos trabajaron en esa unidad forjando una amistad.

Ese mismo estado fue el que transmitió por redes sociales el domingo su hermana Adela: “A todos los que han estado cerca de mi hermano, les pido hoy especialmente que nos acompañen con energía, espíritu y oración. Va a ser un día muy difícil y quiero que esté rodeado de amor y de fuerza de los que más lo queremos”.

Horas después, la madrugada del lunes, escribió: “Mi hermoso hermano acaba de dejarnos. Andy, que el camino que emprendes te ilumine, te llene de paz y te depare enormes alegrías. Si puedes, sin retenerte, acompáñanos y guíanos a los que nos quedamos, que tanto te vamos a extrañar. Te amo con amor infinito”.

Según cifras del Colegio Médico, con Boltansky ya suman 22 los médicos chilenos muertos por la pandemia.

“Comprometido y cercano”

El nefrólogo -casado y con dos hijos en edad escolar del Colegio Altamira- ejercía la docencia en la Universidad de los Andes.

El decano de Medicina de la universidad, Antonio Vukusich, lo recordó como “una gran persona, un médico muy comprometido y cercano, tanto con sus pacientes como con sus compañeros de trabajo y alumnos. Colaboró en la docencia de pre y postgrado, en múltiples proyectos de investigación, llevaba a sus estudiantes a los congresos. Nunca olvidaremos su dedicación y entrega”.

Rubén Torres, past president de la Sociedad Chilena de Nefrología, se enteró un viernes que el doctor Boltansky había sido hospitalizado “y que estaba necesitando un poco de oxígeno. El sábado estaba con más oxígeno y el domingo ya con ventilación mecánica”.

Ambos fueron compañeros en la beca de nefrología en el Hospital Clínico de la U. de Chile. “Nos repartimos los turnos de fin de semana por dos años. Nunca se quejó de la pega. Era súper trabajador, de esas personas que uno sabe que van a conseguir sus objetivos. Tenaz, persistente, muy tranquilo ante la adversidad”.

Los turnos los hacían en la Unidad de Nefrología Intermedia, donde llegan pacientes recién trasplantados o que por primera vez se hacen diálisis: “Son pacientes muy delicados, que uno estabiliza, y luego saca de esa unidad, cuenta Torres.

Devoto de los perros vagos

Gabriel Núñez, jefe de la Unidad de Nefrología del Hospital San Juan de Dios, lo conoció bien. Cuenta que con los años se fueron haciendo cercanos: compartían el cariño por los perros. Tanto, que Boltansky los recogía de la calle para adoptarlos. “Hizo conmigo su beca de medicina interna aquí en el San Juan de Dios. Me dijo que se entusiasmó con la nefrología cuando estuvo con nosotros acá. Mantuve contacto con él hasta pocos días antes de que muriera. Nos contactábamos por WhatsApp cuando ya estaba hospitalizado, antes de que lo intubaran”, recuerda.

“Andrés siempre estuvo presente en la Clínica Dávila, en el peak de esto, examinando a los pacientes de forma directa. A la hora que lo llamaran, él iba. No fueron muchos los que hicieron eso, pero él sí”, cuenta. Y explica que “el coronavirus se dio aquí y en el mundo entero con mucha falla renal. Y él veía todo lo relacionado con las insuficiencias renales agudas de los pacientes que había que dializar”.

Luego reflexiona: “Nosotros inventamos la justicia, pero la justicia no existe. Es injusto que él haya muerto. Un tipo que estaba haciendo una contribución gigantesca a la nefrología chilena. Y que muera a esta edad, con tanto proyecto frustrado. Esto nos afecta muchísimo, es algo que a uno no le cabe en la cabeza”.

El doctor Ugarte, agrega: “Andrés es una bellísima persona, muy querida, muy amable, muy humilde en su trato con la gente, cariñoso, todo lo contrario a un «diostor». De los años que lo conocí, nunca lo vi usar una corbata. Es una muy buena persona. Era en realidad... sigo hablando en presente, me cuesta asumir que ya no está”.

Y plantea “¿cómo transmitir a la gente el infinito dolor que provoca esto, que mientras perdemos a un colega y hermano como Andrés, que atendió junto a nosotros a los pacientes más graves, la gente sigue haciendo su vida normal exponiéndose y exponiéndonos al contagio sin ninguna conciencia de la verdadera magnitud y gravedad de esta epidemia”.

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