Chile está produciendo ciencia de muy buen nivel con un enfoque en el clima del país y Sudamérica”.

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“Recuerdo cuando niño dibujar transbordadores espaciales, pero no estaba en mis planes trabajar en un centro de la NASA. Mi plan era estudiar una carrera tradicional”, dice el ingeniero civil eléctrico y magíster en geofísica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, David Painemal, investigador chileno que trabaja, desde 2011, en una división de ciencias de la tierra, en el Langley Research Center de la NASA.

Su trabajo es estudiar cómo las nubes y aerosoles afectan el intercambio de energía del planeta. “Una de mis funciones es tratar de traducir los datos que miden los satélites a cantidades físicas que puedan ser usadas en estudios de cambio climático y del clima en general”, dice.

Painemal comparte con físicos, ingenieros, y expertos en programación de todo el mundo. “Trabajamos en base a metas bien específicas, como mejorar productos satelitales, comprobar que nuestros productos científicos proveen información relevante, colaborar con grupos de modelamiento de clima y estudiar fenómenos físicos que nos permitan entender los procesos asociados con observaciones satelitales específicas”, cuenta.

Sobre el ambiente de trabajo, dice que es “cordial” y cuenta que, fuera de lo meramente profesional, “la interacción social se realiza fuera de la oficina, en festividades o en reuniones para ver fútbol americano, un deporte que nunca me ha llegado a entusiasmar”, confiesa.

-¿Cómo es un día laboral de un científico en la Nasa?

-Casi todo mi trabajo se realiza en computadores y con programas especializados para procesar los datos satelitales y simular modelos matemáticos. En un día típico, validamos la información de los satélites usando datos independientes, como mediciones de la energía solar que se recibe en la superficie terrestre, cantidad de agua en las nubes, cobertura nubosa, entre otras propiedades físicas. También aconsejamos a otros centros de investigación y universidades cómo usar los datos que se producen en la NASA.

-¿Qué dinámicas de relación se dan en un ambiente como ese?

-El centro que es como una mini ciudad, con una gran diversidad de científicos de todo el mundo. Por esto mismo hay un gran respeto por las diferencias culturales y se prohíbe muy tajantemente cualquier tipo de discriminación.

20 años de precisión

-¿Cómo se monitorea hoy el cambio climático a nivel de la Nasa?

-El uso de satélites es esencial porque permite medir propiedades físicas en prácticamente todos los rincones del planeta. Estos sensores monitorean continuamente cambios de la composición atmosférica. La parte más complicada de monitorear el cambio climático es que estas variaciones son muy difíciles de discernir de año a año, porque hay cambios del clima que ocurren naturalmente y que ocultan la señal de cambio climático, como por ejemplo el fenómeno del Niño. Para un monitoreo preciso se necesitan muchos años de mediciones continuas, y con planes a futuro para reemplazar sensores y satélites antiguos que tengan que sacarse de circulación porque no cumplen con la precisión necesaria. Esto ha permitido a la NASA medir con precisión más de 20 años el cambio de energía en la Tierra.

-¿En dónde está puesto el foco hoy en materia de investigación?

-Gracias a la información satelital, se ha llegado a un consenso de que el cambio climático es principalmente la respuesta a la actividad humana producto de la emisión de gases invernadero. El foco ahora está en cómo podemos mejorar las predicciones de cambio climático para obtener información más precisa acerca de la magnitud de cambios de emisión de esos gases invernadero.

-En el debate en torno al cambio climático, ¿qué materias diría que no se consideran o se omiten?

-Tengo la impresión de que la evidencia científica básica y las observaciones que respaldan la presencia de un cambio climático no son lo suficientemente enfatizados. Mientras mejor informados estemos en el tema, estaremos mejor preparados para enfrentar prejuicios que no se sustentan en la ciencia.

-¿Cómo Chile podría ser protagonista en este tema?

-Chile está produciendo ciencia de muy buen nivel con un enfoque en el clima del país y Sudamérica. La inversión para construir y lanzar instrumentos satelitales como los que posee la NASA es gigantesca y requiere años de planificación. Sin embargo, nuevas tecnologías permiten el diseño y construcción de satélites pequeños de enfoque más limitado pero que pueden ser desarrollados por universidades en Chile. Es importante entender que para convertirse en un país de gran desarrollo tecnológico se requiere de una visión de largo plazo e inversión constante, porque los frutos científicos y económicos se ven años después.

-¿Cómo se puede involucrar en temas como estos, al ciudadano común?

-La ciencia tiene mucho que ver con la curiosidad de entender cómo funcionan las cosas. Me parece que hay que despertar la curiosidad de la gente por la ciencia para entender fenómenos en el planeta, y cuál es el rol del hombre en esta cadena de procesos, es un primer paso.

Lo que cuentan las nubes

-Usted que se entiende con ellas, ¿qué le dicen a diario las nubes?

-Son variables en su tamaño, distribución, y presencia en distintas capas de la atmósfera. A veces están compuestas de agua líquida o de hielo, que es sin lugar a dudas uno de los elementos del clima más difíciles de modelar y de entender. Las nubes son importantísimas porque por una parte son responsables de la lluvia, pero también son los elementos que más hacen variar el intercambio de energía en la Tierra. Nuestra capacidad de mejorar las predicciones climáticas está atada a cuán bien las nubes pueden ser representadas en los modelos.

-Un aerosol mal usado en Chile, ¿qué podría producir en otro lugar del planeta?

-Aerosol es cualquier partícula suspendida en el aire como el polen, hollín, o material originado de la contaminación atmosférica. El viento puede transportarlos muy lejos de su origen, empeorando la calidad del aire en otras regiones. Además de afectar la salud, también pueden interactuar con la luz que viene del sol, o a través de interacciones con las nubes. La forma en que aerosoles y nubes interactúan entre sí es uno de los aspectos menos entendidos de cómo la actividad humana puede afectar el clima.

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