Cuando se habla de cirugía plástica se consideran dos ramas de la misma: estética y reconstructiva o reparadora. Y aunque se suelen ver como dos aspectos distintos, para los médicos que han optado por esta subespecialidad esa diferencia no es muy marcada.

“En la práctica cotidiana, en el trabajo habitual, los límites no son tan precisos, porque en cirugía reconstructiva tenemos que tener siempre en consideración conceptos estéticos, al reconstruir tenemos que dar armonía y proporcionalidad, además de funcionalidad. Asimismo, en la cirugía estética muchísimas veces necesitamos usar técnicas reconstructivas para lograr un mejor resultado”, explica el doctor Ricardo Roa, jefe del Servicio de Cirugía Plástica y Quemados del Hospital del Trabajador .

En este sentido, Roa, quien en sus 30 años de experiencia ha sido –entre otros– presidente de la Federación Iberolatinoamericana de Quemaduras y de la Sociedad Chilena de Quemaduras, y actualmente forma parte del comité editorial de la revista Burns, añade que se trata de “dos ramas que no se contraponen, son complementarias, ambas pueden ser igualmente desafiantes y gratificantes”.

Como el Hospital del Trabajador es una mutualidad, en ella se atienden pacientes por accidentes laborales y enfermedades profesionales. Sin embargo, precisa el especialista, “nuestra pericia también está a disposición de la comunidad, tanto en casos de accidentes como para cirugía plástica en general, reparadora y estética”.

Asimismo, se vinculan con los procesos formativos de las nuevas generaciones de cirujanos plásticos del país, tanto de la Universidad de Chile como de la Universidad Católica.

Consultado sobre el interés de los médicos jóvenes por esta área, el especialista advierte que “para llegar a ser especialista en cirugía plástica el camino es muy largo, requiere perseverancia, estudio y dedicación”. De hecho, se trata de al menos 12 o 13 años de pre y posgrado universitarios; es decir, además de los siete años de medicina se deben cursar tres años de cirugía general y, posteriormente, dos o tres años de la subespecialidad de cirugía plástica.

Con todo, Roa comenta que siempre hay interés por parte de las nuevas generaciones y considera que, probablemente, muchos piensan principalmente en la cirugía estética, pero esto va cambiando, porque “durante el proceso formativo tienen un mayor acercamiento con los procedimientos, las técnicas y los buenos resultados, con lo gratificante y desafiante que puede ser tratar a pacientes que requieran cirugía reconstructiva”.

Ese desafío es el que cada día enfrenta en el Hospital del Trabajador el equipo del Servicio de Cirugía Plástica y Quemados, del cual Roa se muestra enormemente orgulloso.

“Este equipo ha sido pionero en la incorporación de biotecnología y técnicas quirúrgicas innovadoras, especialmente en el campo de la cirugía reconstructiva en la atención de pacientes traumatizados graves, con heridas traumáticas complejas, con quemaduras y secuelas de quemaduras”, señala el especialista, quien dirige ese servicio desde hace diez años.

Sostiene que se trata de un grupo de profesionales de alto nivel y gran especialización, lo que ha permitido que se hayan transformado en el centro médico que realiza el mayor número de cirugías reparadoras complejas a través de técnicas de microcirugía, no solamente en Chile, sino también a nivel latinoamericano.

Materiales y técnicas innovadoras

“En materia de desarrollo de biotecnología, de incorporación de biomateriales y de productos de bioingeniería somos líderes desde hace más de 20 años, formando parte de protocolos de desarrollo de investigación y de aplicación clínica a nivel internacional”, subraya Roa.

Uno de esos avances es el tratamiento de personas quemadas utilizando productos de bioingeniería denominados regeneradores dérmicos, popularmente conocidos como piel artificial o sintética. “Permite cubrir a pacientes gravemente quemados que han perdido mucha parte de piel y proporcionarles un resultado mucho más estético, con una piel de mejores características, en lugar de las cicatrices retráctiles y deformantes que habitualmente quedan después de una quemadura”.

Se trata de una herramienta terapéutica que está disponible para cualquier paciente que lo requiera, no hay limitaciones por edad, ni estado de salud, ni lugar del cuerpo.

Junto al uso de materiales innovadores también llevan la delantera en cuanto a técnicas, donde destaca la reparación microquirúrgica, mediante la cual se logra unir tejidos y devolver su función a miembros que de otra forma serían irrecuperables.

“Esta técnica implica trasladar parte de tejido, de piel, de músculos, desde alguna parte donde tiene menos importancia funcional, y usarla para cubrir y sellar heridas o defectos de piel, defectos de músculos o incluso defectos de huesos, en una zona donde son mucho más relevantes o expuestas. Esto se hace a través de la unión con microscopio, con materiales que suturan a nivel milimétrico y menos que milimétrico. Así se van uniendo venas, arterias y nervios de los distintos trozos de tejidos”, relata el experimentado cirujano plástico.

Esta técnica se aplica principalmente para heridas provocadas por trauma, como fracturas expuestas, así como para volver a reconectar dedos o extremidades amputadas.

Aunque el doctor Roa destaca y valora los avances tecnológicos, subraya que la cirugía plástica es “artesanal”. “No saco nada con tener la mejor tecnología del mundo y trabajar con los mejores instrumentos posibles si mi técnica básica, si los movimientos de mi mano, si mi sentido de las proporciones no son los adecuados”, concluye.

El doctor Ricardo Roa destaca el tratamiento de personas quemadas utilizando productos de bioingeniería denominados regeneradores dérmicos, popularmente conocidos como piel artificial o sintética.

Hombres bajo presión

Los cánones de belleza masculina se han vuelto más exigentes en el último tiempo, sometiendo a muchos hombres a una presión que les era desconocida. Así, además de recurrir a gimnasios, masajes y tratamientos inyectables, los varones también han buscado la cirugía estética.

Según datos de 2019 de la Sociedad Chilena de Cirugía Plástica, anualmente entre 5.000 y 6.000 hombres se someten a este tipo de intervenciones, lo que corresponde a entre 10 y 20% del total de cirugías plásticas que se efectúan al año en el país.

Desde su experiencia, el doctor Ricardo Roa cuenta que existen procedimientos que hace mucho tiempo son socialmente aceptados para los hombres, como la rinoplastía (remodelación de la nariz) y la blefaroplastia (para eliminar exceso de piel en los párpados y/o las bolsas debajo de los ojos).

“Sin embargo, en los últimos años se ha sumado la cirugía del contorno corporal, demarcación de músculos, eliminación de acumulaciones –rollitos– y para redefinir volúmenes, sombras corporales, proporciones”.

Agrega que “ha habido un aumento progresivo y sostenido de hombres que requieren o solicitan procedimientos de tipo estético, porque han habido cambios sociales que dicen relación con la autoimagen de los hombres y, también, con ciertos requerimientos o presiones que la sociedad pone sobre ellos. El cuerpo del hombre está siendo valorizado como objeto de belleza, como objeto de culto, cosa que antes no existía (…) los músculos están en alza”.

Una de las intervenciones frecuentes es la eliminación de la ginecomastia, acumulación de grasas a nivel pectoral que a veces otorga a los hombres un aspecto de mama femenina y que, según explica Roa, puede causar importantes complejos.

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