Si la comunidad prefiere que estos otros terrenos adyacentes continúen en Bienes Nacionales o sean incorporados al Parque Nacional O´Higgins, son opciones muy legítimas”.

Nuestros hijos nacieron en un mundo que no se concibe sin un equilibrio entre las personas y la naturaleza”

La historia detrás del proyecto de conservación Parque La Tapera parte en 2013, cuando Paola Luksic, su esposo Oscar Lería y sus cinco hijos decidieron dar el puntapié inicial comprando 12 mil hectáreas a unos 60 kilómetros al suroeste de Caleta Tortel, en la Región de Aysén.

“Siempre he tenido mucha cercanía con la naturaleza, especialmente a través de las montañas. Por lo mismo, ha ido creciendo mi preocupación por la conservación, y quisimos hacer un aporte en esa línea. Hablé con mis hijos y mi marido, y nos embarcamos en este proyecto de conservación abierto a la comunidad, en unos terrenos privados de alto valor ambiental que estaban cerrados al público”, recuerda Paola Luksic Fontbona, presidenta de Fundación La Tapera y la cuarta de los cinco hermanos que dieron forma al mayor grupo económico del país.

Los Lería Luksic crearon esta fundación para llevar adelante la idea de un parque abierto, cuyo principal objetivo –cuenta– es conservar con planes de investigación y protección de especies como el huemul y el ciprés de las Guaitecas.

A tal nivel es el involucramiento, que Paola Luksic preside el directorio acompañada por sus cinco hijos: Claudia, Catalina, Ignacia, Camila y Oscar. “Es un proyecto personal, de mi familia nuclear. A todos nos preocupa la conservación, pero a nuestros hijos aún más, pues nacieron en un mundo que no se concibe sin un equilibrio entre las personas y la naturaleza”, cuenta en una entrevista por escrito.

El mes pasado, su proyecto estuvo en el ojo de las críticas en Aysén tras conocerse que la fundación había presentado dos solicitudes al gobierno por otras 16 mil hectáreas fiscales adyacentes al parque como concesión onerosa. Esto es un derecho especial de uso y goce de un bien fiscal para un objetivo determinado por no más de 50 años. Pero tras la polémica, desistieron de la petición a la autoridad para iniciar un proceso de socialización.

–¿Qué le provoca Aysén?

–Aysén, como muchos otros lugares de Chile, es una maravilla de la naturaleza que no deja indiferente a nadie, y por eso la idea de aportar a su conservación y volverlo más accesible para los visitantes y la comunidad.

–¿Viaja seguido a la zona?

–Varias veces al año, pero quienes tienen la gran responsabilidad de desarrollar este proyecto es un equipo, del cual una parte vive allá, y es apoyado por externos, y otros miembros que viajan todos los meses. La última vez que fui fue en febrero, justo antes de que se decretara cordón sanitario en Aysén.

–¿Qué le produce el rechazo que despertó en Caleta Tortel la petición de concesión onerosa?

–Se manifestó muy fuertemente una necesidad y requerimientos hacia el Ministerio de Bienes Nacionales, por temas distintos a este parque. Lo nuestro es un proyecto que actualmente se sustenta solo, la concesión solicitada sólo buscaba ampliar la voluntad de conservación hacia otros terrenos adyacentes a La Tapera, el cual se desarrolla íntegramente en terrenos que antes eran de privados y que queremos abrir a la comunidad. Si la comunidad prefiere que estos otros terrenos adyacentes continúen en Bienes Nacionales o sean incorporados al Parque Nacional O´Higgins, son opciones muy legítimas. Lo importante es que esos terrenos reciban los cuidados para ser conservados.

–¿Fue solo por la pandemia que no desarrollaron una socialización de la iniciativa? ¿Tan urgente era concretar la petición?

El proyecto ha sido socializado ya con las autoridades locales, y la comunidad sabe de su existencia. De hecho, antes de la pandemia empezamos a recibir las primeras visitas locales y la fundación está constituida y domiciliada en Tortel. Respecto de la solicitud de concesión a Bienes Nacionales, creo que nos faltó mayor comunicación, ya que el proceso administrativo no contempla participación ciudadana. Y a eso se sumó el efecto pandemia. Teníamos planeado ir en marzo a seguir nuestro relacionamiento con la comunidad y explorar de qué formas podría nuestro proyecto integrarse, compartir los avances del proceso de investigación y diseñar iniciativas conjuntas para el desarrollo sostenible de actividades como el turismo de naturaleza, reciclaje y educación ambiental.

–¿A qué autoridades le presentaron la iniciativa?

–Fuimos en 2018, previo a la solicitud de la concesión, a conversar con los alcaldes de Tortel y de Cochrane para contarles de la creación de la fundación y del parque. Fuimos bien recibidos, la idea era hacer iniciativas en conjunto e integrar a la comunidad.

–Entre las críticas se cuestionaba el que su petición avanzara más rápido que otras, de familias que por muchos años no han logrado regularizar sus propiedades con Bienes Nacionales.

–Si bien desconocemos las causas que originan el problema, esperamos sinceramente que este episodio ayude para acelerar esos procesos.

Conservación: interés familiar

Paola Luksic cuenta que a partir de los primeros estudios que encargaron en la zona, definieron como “especies banderas de conservación” al huemul y al ciprés de las Guaitecas, el primero por tratarse de una especie que se encuentra en peligro de extinción, con menos de 1.500 ejemplares en Chile y sólo un 35% de las poblaciones al interior de las áreas silvestres protegidas por el Estado, y el segundo por corresponder a un recurso natural sobreexplotado y de alto valor cultural en Caleta Tortel.

–¿Cómo se imagina el parque?

–Lo imagino, ojala, como un gatillador. Que las comunidades, el Estado y los privados cuiden y abran este tipo de espacios, algunos majestuosos, para que aprendamos a conocer y respetar la naturaleza y convivir con ella. Es un proyecto de muy largo plazo, constituido como fundación para que efectivamente logre trascender generaciones y mantenga su espíritu de conservación.

–¿Como familia, tienen otros proyectos de conservación?

–No. Sin embargo, nos gustaría que hubiese muchos proyectos de conservación en Chile, ya sea públicos o privados, pero siempre abiertos a la comunidad.

–¿Qué inversión involucra el proyecto? ¿Qué infraestructura conlleva?

–Una de las inversiones más relevantes es en el grupo humano que trabaja en terreno, así como en los equipos dedicados a levantar las líneas base de flora y fauna. También estamos avanzando en la infraestructura que esperamos terminar de construir el próximo año, considerando un camping para los visitantes con espacios techados para acomodar sus carpas y refugiarse de la lluvia. Es un camping con aforo limitado, que consta de elementos básicos como baños, lavamanos y lugares de esparcimiento, ya que es un territorio que queremos proteger y no recargar. En todos estos años, hasta ahora llevamos una inversión aproximada de US$3 millones en línea base e infraestructura. Se han habilitado áreas de operación para colaboradores e investigadores científicos, así como más de 32 kilómetros de senderos y señalética.

–¿Qué puede contar sobre el equipo detrás del proyecto La Tapera? ¿Son cercanos suyos?

–Es un grupo muy profesional, multidisciplinario y de distintas regiones. Por un lado, hay un equipo en terreno que son personas de Tortel y Villa O´Higgins, y también de la Región de la Araucanía. Otro grupo, principalmente biólogos, está a cargo de realizar los estudios de línea base. Este año se incorporó una consultora para el plan de manejo territorial. Todo este trabajo lleva años de planificación y estudio para poder llegar al momento en el que estamos, muy prontos a abrir el parque.

–¿En abril usted dijo en El Mercurio que esperaban abrir en 2021, sigue vigente ese plazo?

–En general todo se ha atrasado por este año de coronavirus, y queremos abrir cuando podamos tener listo el camping y la administración. Como el proyecto no depende de la concesión desistida, esperamos que el 2021 podamos terminar la primera etapa del camping y abrir sus puertas. Más adelante, trabajaremos con la comunidad en otros proyectos del parque.

Nueva solicitud aún sin fecha

–¿Cuándo iniciarán finalmente el trabajo de socialización?

–Considerando que la solicitud de concesión ha sido retirada, lo que nos interesa es seguir mostrando a la comunidad los avances de La Tapera, del proyecto original. Es difícil predecir el tiempo de duración o cuándo podremos volver, ya que depende de muchos factores externos, como el virus, el clima que a veces impide llegar, pero sí es nuestra intención, como siempre lo hemos hecho, continuar el contacto con las personas de allá, el cual se hace en forma bastante permanente a través de los equipos locales.

–¿Usted participará directamente?

–Sí, me encantaría ir personalmente y compartir con las personas, aclarar dudas o simplemente conocernos un poco más.

–¿Qué cree que pase tras este proceso? ¿A la comunidad le conviene un proyecto como este?

–Creemos que la comunidad de Tortel y el parque podrán gozar el uno del otro, y que personas locales con emprendimientos turísticos puedan llevar visitantes a La Tapera. Eso ya se logra con el proyecto actual, independientemente de lo que suceda a futuro con los terrenos de Bienes Nacionales. La solicitud de concesión ha sido retirada de manera indefinida, ya que creemos que nuestros esfuerzos de conservación se pueden seguir desarrollando en los terrenos actuales. Sin embargo, mantenemos nuestra intención de que ojalá esos terrenos fiscales, ya sea de la mano del Estado, de los privados, de la comunidad o de todos juntos, puedan ser conservados.

–En medios de prensa del sur se planteaba como idea que alguien de la comunidad participe del directorio de la fundación ¿Lo ve posible?

–Creo que hay una discusión interesante que se abre para los terrenos que hoy son fiscales y que podrían ser conservados. Ahí es bueno preguntarse y definir qué rol pueden tener el Estado, las comunidades y los privados. En el caso de La Tapera, que se desarrolla en terrenos privados, nuestro directorio somos nuestros hijos y yo, y la comunidad participará de muchas otras instancias en el parque, a través de formas constructivas que definiremos juntos.

En febrero fue la última vez que Paola Luksic visitó el proyecto La Tapera.

LEER MÁS