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Difícil elección. Ambos me parecen excelentes candidatos. Creo en los dos y los quiero a ambos, cada uno con sus fortalezas”.

Evelyn Matthei, candidata presidencial y alcaldesa de Providencia.

El alcalde y presidenciable mejor posicionado, Joaquín Lavín, se transformó en objeto de pública disputa entre los dos candidatos que se medirán por la presidencia UDI el próximo 12 de diciembre. El lunes, el exministro del Interior, Víctor Pérez, llegó hasta la oficina del edil en Las Condes para sacarse una foto con él; el martes, lo mismo hizo el diputado Javier Macaya. Ambas imágenes circularon profusamente… pero ninguno pudo decir que contaba con su apoyo.

En medio de la carrera hay varios factores que podrían inclinar la balanza, tal como la neutralidad que hasta ahora mantienen los presidenciables —como Lavín y también la alcaldesa de Providencia, Evelyn Matthei— y dirigentes históricos, o la señal de continuidad que tiene la incorporación de la senadora Jacqueline van Rysselberghe en la lista de Pérez.

Hasta el momento la tónica ha sido parecida a las internas del 2016 y del 2018, en que la “disidencia” —liderada por una generación de jóvenes dirigentes que no han podido vencer al ala más tradicional— ha contado con más apoyos en la Cámara de Diputados, mientras que el exministro del Interior tiene más respaldo en el Senado.

De hecho en la Cámara Alta solo hay dos senadores de once —Iván Moreira y David Sandoval— que apoyan a Macaya, mientras que en la Cámara Baja, Pérez tiene el respaldo, según su lista, de solo 6 de 26 diputados, como Celso Morales (ver infografía).

Incómoda neutralidad

“Ambos me parecen excelentes candidatos. Creo en los dos y los quiero a ambos, cada uno con sus fortalezas”, dice la alcaldesa, Evelyn Matthei, en lo que califica como una “difícil elección”.

Al igual que ella, hay varios dirigentes relevantes del partido que se sienten cercanos a ambos y se declaran en “reflexión” o incapaces de definirse por uno.

Tal es el caso de históricos como el senador Juan Antonio Coloma —que se debate entre su amistad con Pérez o el apoyo de su hijo homónimo como jefe de campaña de Macaya— o el exministro del Interior, Andrés Chadwick, de mucha cercanía con Pérez, pero quien es considerado uno de los padrinos políticos de Macaya, al haber sido su mentor en la Sexta Región, que ambos han representado como congresistas. Misma interrogante que se da en el expresidente del partido, Julio Dittborn, el analista Gonzalo Cordero, el alcalde de Lo Barnechea, Cristóbal Lira, el exalcalde Pablo Zalaquett y el embajador de Chile en México, Domingo Arteaga, entre otros.

En el caso de los ministros UDI, ninguno ha explicitado su opción atendiendo al llamado de prescindencia que siempre hace el gobierno. Se entiende, eso sí, que el vocero Jaime Bellolio está con Macaya. En el caso del jefe de Interior, Rodrigo Delgado, desde la lista de Pérez aseguran que está con ellos, lo mismo que el ministro de Vivienda Felipe Ward y el de Economía Lucas Palacios. La ministra Mónica Zalaquett (Mujer) prefiere no adelantar su preferencia y lo mismo Hernán Larraín (Justicia).

En el tema ha influido que ambas opciones han hecho un pacto de no agresión verbal, comprometiéndose a mantener la unidad en un partido que ha estado debilitado tras el plebiscito del 25 de octubre en que el “Rechazo” fue minoritario.

“Las elecciones democráticas al interior de los partidos son la manera que en democracia se deben elegir sus autoridades. Pero muchas veces dejan huellas negativas en la amistad y convivencia que debe existir siempre al interior del partido. Por eso es mejor guardar silencio respecto a las preferencias”, dice Dittborn sobre este punto.

El factor “Coca”

Desde la lista de Víctor Pérez, se asegura contar además con Álvaro Pillado, subsecretario de Bienes Nacionales; Pablo Terrazas, vicepresidente de Corfo; Cristóbal Leturia, subsecretario de OO.PP; José Luis Uriarte, subsecretario de Turismo; María Paz Troncoso, nueva subdere; Bruno Trisotti, director Sercotec; Carlos Recondo, director Indap; Francisco Moreno, exsubsecretario de Hacienda; los senadores Claudio Alvarado, Ena von Baer, Alejandro García Huidobro; los diputados Javier Hernández, Issa Kort y Joaquín Lavín; los alcaldes Miguel Abdo (Estación Central), Henry Campos (Talcahuano), Manuel Rivera (Los Andes), Fernando Paredes (Puerto Natales) y Coty Reginato (Viña del Mar).

Y si bien en un principio se pensó que la bajada de Longueira —luego de que el Servel determinara que no cuenta con derechos ciudadanos por el caso SQM— solo implicaba el reemplazo por Pérez, la llegada de van Rysselberghe a su lista provocó que algunos desistieran de apoyarlo. Tal es el caso del senador Sandoval, quien apoyaba al exministro pero ahora se inclina por Macaya. “En un principio todos queríamos a Pérez. Le manifesté que encabezara una lista distinta, que necesitábamos un rostro que mirara por el parabrisas y no por el retrovisor. Ahora se complicó un poco la situación”.

Algo parecido ocurrió con los diputados Sergio Bobadilla e Iván Norambuena —históricos rivales de la “Coca” en la Octava Región— que ahora se inclinaron por Macaya, pese a pertenecer a una generación más cercana a la de Pérez.

Sin embargo, desde la lista de Pérez aseguran que van Rysselberghe podrá aportar bolsones de votos en regiones. En 2018, de hecho, dobló a Macaya en el Bío Bío, lo triplicó en Arica y Parinacota y en Atacama le ganó por diez veces. En la Región Metropolitana, en tanto, perdió contra él por 600 votos.

¿Sirven los rostros?

Para la elección pasada, Macaya contó con el apoyo explícito y público de referentes como el senador Coloma, el alcalde Lavín, el exministro Chadwick y el expresidente gremialista, Jovino Novoa. Nada de eso sirvió pues terminó perdiendo frente a van Rysselberghe con el 47,42% de los votos contra el 51,51%.

Ahora en su lista están conscientes de eso y convencidos de que más que sumar rostros requieren de respaldos de las bases y de la “maquinaria” del partido. Por eso están desplegados en regiones donde en la pasada interna a Macaya le fue mal —como Los Rios— intentando además que en estos comicios voten más de los 13 mil militantes que lo hicieron la vez anterior.

“Más que contar con los rostros, las figuras o los viejos cracks que están con una u otra candidatura, lo importante es ganarse el apoyo de las bases de la UDI en todo Chile. Y por eso estamos recorriendo hasta la comuna más pequeña para hablar con cada uno de ellos”, dice el diputado Jorge Alessandri, quien adhiere a la opción de Macaya.

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El historiador Víctor Muñoz es uno de los que más ha estudiado a la UDI y publicado sobre ella.

—¿Dónde pueden encontrar más apoyo Macaya y Pérez?

—Creo que esta elección de la UDI se juega en el terreno del reacomodo del poder interno, de las redes de confianza militante, de los estilos de conducción y no tanto en clivajes de tipo político programático. Con Longueira candidato hubo temas relativos a una autocrítica de la UDI tras el plebiscito y lecturas en torno al modo en que se debía abordar la candidatura de Lavín. Con Pérez, todo eso se pierde y pasa a ser una elección sobre el recambio del grupo conductor, donde puede haber cuestiones de tipo generacional, de equilibrios territoriales, de grupos de influencia, pero no hay tesis políticas de fondo que se enfrenten y que sean públicas. Es una interna restringida al manejo de lo intrapartidario.

—Lavín y Matthei han mantenido neutralidad para esta elección. ¿Qué significa para ellos y qué riesgos puede tener inclinarse para una opción?

—Es razonable que no quieran involucrarse porque la elección tiene este carácter muy de distribución interna del poder y con pocos temas estratégicos y de debate público que pudieran resultar relevantes para las candidaturas. No hay nada de la identidad de las candidaturas que se juegue en la elección. Y a los candidatos les interesa mostrarse cercanos a los temas de la sociedad y no tanto a los de una interna que resulta muy ajena a la opinión pública.

—¿Qué dificultades puede tener Macaya? Parecía que para la disidencia era más fácil ganarle a Longueira, que a Víctor Pérez.

—Pérez hizo noticia ahora último por evitar una acusación constitucional y porque el partido le organizó un desagravio. Macaya hizo noticia por comentarios desafortunados con un micrófono abierto. A los ojos de un externo esto puede dar ventaja a Pérez, pero lo que un externo piense no es muy relevante, todo depende del juego de lealtades e intereses más bien pragmáticos que se pongan en circulación en esta elección. La fortaleza de Macaya es la idea del recambio, la siempre presente presión de las generaciones más jóvenes por llegar a la conducción de la UDI.

—¿Y qué dificultad puede tener Pérez?

—La lista de Pérez puede leerse como lista de históricos, de viejos cuadros, de la experiencia. La presencia de Van Rysselberghe, el apoyo de Longueira, refuerza aquello. Si la lista de Macaya tuviera un discurso fuertemente crítico de la línea política actual de la UDI, ahí hablaríamos de distinciones de contenido en donde la continuidad puede aparecer como mochila. Pero esos cuestionamientos no existen o no son suficientemente visibles.

—¿Qué esperar de esta interna UDI? ¿Hay riesgos de un quiebre en el partido, o se pueden rearmar?

—Si hay algo que no se ve es un quiebre. Los partidos quiebran cuando hay diferencias gruesas en doctrina, contenidos programáticos, estrategias, tácticas. Acá vemos que la UDI pasó de ser un partido muy monolítico y con unidad en la acción, a ser una tienda con subgrupos internos. Estos grupos parecen ordenarse constantemente por intereses puntuales y no tanto por aspectos doctrinarios o político programáticos, al menos para esta elección. Lo que llama la atención es que luego del abrumador triunfo del Apruebo en el plebiscito, con una constituyente y una presidencial en el horizonte, todos pensábamos que la UDI tenía mucho que discutir sobre su política. Y eso, en esta elección, no lo está haciendo.

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