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Un hombre espera su turno en la agencia de empleo. Es su rutina semanal. La crisis económica golpea fuertemente a la clase obrera británica mientras los medios informan sobre los triunfos de una guerra librada a miles de kilómetros de ahí: en Las Malvinas. Estamos en el Londres decaído de 1982, zona de revueltas sociales y caldo de cultivo para la música punk y new wave. Por la radio se escuchan “Boys Don't Cry”, de The Cure y “Twenty Four Hours”, de Joy Division, canción que retrata la depresión que siente ese tipo desempleado que, aburrido de ser ignorado por el sistema burocrático, busca en la clase política una respuesta a su gran duda: ¿por qué Margaret Thatcher financia una guerra contra Argentina en vez de privilegiar las vidas de los ingleses? Tras buscar respuesta en un político indolente que no lo escucha, decide trepar los muros del Palacio de Buckingham y visitar a la Reina Isabel II en su alcoba real. Solo quiere conversar con ella, descargarse, entender hasta qué punto la vida de los privilegiados difiere de la suya.

La historia de Michael Fagan, sobreexplotada por los tabloides ingleses en esos días de julio de 1982, ocupa un capítulo completo de la cuarta temporada de “The Crown”, la serie creada por Peter Morgan que en este nuevo ciclo (disponible desde el domingo en Netflix) narra nuevas tensiones de palacio. Por un lado, las que se crean entre la Reina Isabel II (una impecable Olivia Colman) y Margaret Thatcher (una exagerada Gillian Anderson con peluca) y, por otro, las desavenencias sentimentales entre el Príncipe Carlos (Josh O'Connor) y una Lady Di (Emma Corrin) frágil y bulímica que, para desagracia de su esposo, se convierte rápidamente en una celebridad admirada en todo el mundo. La crisis conyugal estará por supuesto marcada por la relación que él mantiene con Camila Parker-Bowles (Emerald Fennell).

Morgan concentra su atención en estos personajes pilares pero desarrolla subtramas que complementan su entretenido fresco real. La ambición de contarlo todo probablemente no cabe en 10 capítulos aunque vale destacar la habilidad tras la proeza. “The Crown” tiene de todo. Es un cóctel de retrato de época, farándula monárquica y crítica sociopolítica arropada en los trajes de lujo propios de la producción.

Un envoltorio de

cuento de hadas

“The Crown” marca la consolidación de un subgénero que ha funcionado siempre en el streaming. ¿Qué es lo que resulta tan atractivo de las series sobre monarquías?

La dramaturga argentina Mercedes Marmorek, quien ha dirigido óperas como “Rusalka” y obtuvo su maestría en el King's College de Londres, analiza: “Acaso el éxito de las series sobre la realeza se deba a que unifiquen las emociones argumentales escapistas de cualquier telenovela con una pátina de respetabilidad dada por La Historia y el placer visual de la reconstrucción de época. Estas series ofrecen un envoltorio de cuento de hadas con el morbo agregado de lo que supuestamente fue verdad, mezclado con el placer agridulce de que lo deseable de estos mundos no es imposible como en los relatos maravillosos o en las telenovelas”.

El periodista Alfredo López, ex editor de sociedad de “Caras” y cronista de temas de realeza, agrega: “siempre hemos sentido una gran fascinación por saber de la vida de seres que trascienden nuestras existencias. Los griegos ya nos daban algunas pistas con el Olimpo. Los juglares también contaban historias de los grandes señores. Si bien políticamente la mayoría de las personas no está de acuerdo con las monarquías porque las encuentran obsoletas, la gente sigue a través de la prensa a estos personajes. Eso obedece a la fascinación de sentir que somos casi como ellos, que tenemos los mismos problemas y pasamos por las mismas penurias. Todo responde a la identificación con estos personajes que parecen inaccesibles, algo que pasaba con las revistas de papel couché y ahora se ve en las redes sociales”.

Otras series, otros reinos

“Los últimos zares”: Esta miniserie de 2019 sobre los últimos días de la familia Romanov cuenta con trazos documentales para comprender el ocaso de una dinastía que sucumbió con la Revolución rusa de 1917. La crónica de una masacre. En Netflix.

“The Great”: Tony McNamara, guionista de la ácida película “La favorita” (protagonizada por Olivia Colman, a propósito de “The Crown”) está detrás de esta serie satírica que le da la espalda al rigor histórico para narrar el ascenso al poder de Catalina La Grande (Elle Fanning) con arrojo y desparpajo. En Starzplay.

“Catalina la Grande”: Helen Mirren encarna al mismo personaje de Elle Fanning pero con otro tono y objetivo. El plan de esta miniserie de 4 capítulos es destacar los logros políticos de la emperatriz que llevó a Rusia al liderazgo territorial y también los detalles de su adelantada vida personal. Un retrato de personaje hecho a fuerza de intrigas y conflictos. En HBO-Go.

“The Blackadder”: Hugh Laurie (“Dr. House”) encarga a Jorge IV y Rowan Atkinson (“Mr. Bean”) a su mayordomo en la tercera temporada de esta sitcom de culto que la BBC emitió entre 1983 y 1989. Delirante, irreverente y anárquica, la serie repasa libremente la Historia del Reino Unido entre 1485 y 1917. El British Film Institute la incluyó en su lista de los 100 mejores programas de la historia de la televisión británica. Hay fragmentos en YouTube.

Elle Fanning como una magnética Catalina la Grande en "The Great", emitida por Starzplay.

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