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Convengamos en que no hay nada menos cinematográfico que el ajedrez. La paciencia en las jugadas y la dificultad para concentrar la atención en las piezas sin abandonar el contexto narrativo pueden atentar en contra del espectáculo. “Gambito de dama” –fenómeno de audiencia por estos días¬ logra, sin embargo, darles tensión y suspenso a los enfrentamientos e involucrar al espectador en las decisiones del juego, incluso si no conoce las reglas. Es una de las tantas virtudes de esta miniserie de Netflix que esquiva lugares comunes para contar la historia de Beth Harmon (Anya Taylor-Joy), una huérfana que, en los años 60, se perfecciona en el ajedrez mientras combate su adicción a las pastillas. Todo esto en el contexto de la Guerra Fría, cuando la amenaza soviética pesa también sobre los tableros.

Recomendada por Stephen King y Patti Smith, “Gambito de dama” carga además con una lectura feminista acorde a nuestros tiempos. Es la historia de una chica enfrentada a sí misma pero también a los prejuicios de un deporte masculinizado.

La destacada Damaris Abarca –una de las mejores ajedrecistas de Latinoamérica, filósofa y presidenta de la Asociación de Mujeres Ajedrecistas Chilenas– concuerda. “No es fácil filmar el ajedrez porque es un deporte en el que la mayoría de las cosas que están sucediendo no se ven. En ese sentido, creo que lo que sí se ve está muy bien logrado. La serie explica asuntos técnicos que no todos conocen, por ejemplo, cómo funciona un torneo de ajedrez. Va explicando los sistemas del juego. Después hay cosas propias de las partidas: los nervios, cómo se toman las piezas, la relación con el tiempo y con el rival. Recoge también algo que es súper lindo que pasa en los torneos de ajedrez y es que no necesariamente miras a tu rival cuando te sientas frente a él en una partida sino que estás visualizando a tus competidores durante el campeonato. Hay un afán competitivo pero también una tendencia a simplemente apreciar la belleza del juego”.

“Me trajo muchos recuerdos”, agrega la ex campeona nacional. “Yo también aprendí a mover las piezas observando, viendo cómo mi papá le enseñaba a mis hermanos. Me sentí muy identificada con las escenas en que ella va al almacén, donde hay revistas de ajedrez. Mi papá era amigo de un chico que tenía una librería, no de segunda mano, sino que de quinta. Ahí llegaban estos libros que venían de Cuba y Argentina, o revistas roñosas de España. Nosotros las estudiábamos. Me identifiqué además con lo que le ocurre a Beth en el ámbito profesional: los viajes, la búsqueda de apoyo, que siempre hace falta, y la transformación de los vínculos emocionales, de las amistades y los amores al espacio puramente ajedrecístico”.

Damaris, quien realiza talleres de ajedrez para mujeres y charlas por Chile y el mundo, agradece que “Gambito de dama” instale un tema que se relaciona con sus batallas cotidianas. “Ser mujer es distinto en un deporte que ha sido dominado por los hombres por muchos siglos. En un comienzo a Beth le dicen que el ajedrez no es para niñas. Es algo que todas nosotras alguna vez escuchamos, incluso en los elogios. Cuando yo era campeona nacional me decían que jugaba como hombre. Yo quedaba muy descolocada, como si jugar bien no fuese algo que le corresponda a una mujer. Te ven como algo ajeno, que no corresponde a ese ambiente. Yo tuve un proceso más interno y, luego, cuando comencé a viajar regularmente, me di cuenta de que incluso en Europa las cosas seguían siendo complejas para la mujer. En lo últimos años esto ha ido cambiando con mucha fuerza porque las ajedrecistas estamos empoderadas y unidas a través de asociaciones”.

Los tableros del cine

El artista Marcel Duchamp juega al ajedrez con el fotógrafo Man Ray en “Entr'acte” (1924), de René Clair, una de las películas fundacionales del Surrealismo (en YouTube). Es probablemente el primer retrato del juego en el cine junto con “La fiebre del ajedrez” (1925), cinta soviética inspirada en la obsesión que provocaban las estrategias sobre el tablero en esos años. Son dos ejemplos de un vínculo disfuncional y poco constante que, sin embargo, ha entregado postales cinematográficas imborrables.

Aquí algunos recomendados disponibles en el streaming:

“2001: Odisea del espacio” (1968): Stanley Kubrick, un apasionado jugador, llegó a comparar el ajedrez con el cine con el argumento de que al filmar “estás siempre enfrentando el tiempo y los recursos contra la calidad y las ideas”. En su emblemática película de ciencia ficción nos muestra una partida entre hombre y máquina. En Qubit.tv

“El séptimo sello” (1957): Una de las escenas más imborrables del cine la tiene esta película de Ingmar Bergman en que la Muerte desafía a un caballero de las cruzadas (Max von Sydow) a una partida de ajedrez a cambio de su alma. En Qubit.tv.

“Fin del juego: Kasparov y la máquina” (2003): Este interesante documental recrea el duelo entre el campeón ruso Gari Kaspárov y Deep Blue, máquina diseñada por IBM que, según él, hizo trampa para ganar. En Amazon Prime Video.

“The Coldest Game” (2019): Un thriller tan desechable como pasatista. Centrado en la Guerra Fría, sigue a un ex campeón en decadencia (Bill Pullman) que se ve envuelto en una trama de espionaje cuando debe enfrentar a un jugador soviético. En Netflix.

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