En la puerta de entrada de la casa de Magdalena Lira (47) en Vitacura está incrustada en bronce la Cruz de la Unidad, símbolo de Schoenstatt. Además, en su velador tiene una cruz de madera de San Francisco que le regaló su madre para su primera comunión. “En mi jardín, que es bien chiquitito, puse una Virgen de yeso blanca entre las enredaderas”, comenta.

El pasado domingo 18 de octubre, a un año del estallido social, la directora de la fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (ACN Chile) “quedó en shock”. Estaba mirando la televisión cuando a las 19:58 horas vio “atónita” cómo enormes llamaradas abrazaban la parroquia La Asunción ubicada en Vicuña Mackenna con Barón Pierre de Coubertin; a dos cuadras de Plaza Italia. “Lloré viendo la imagen de la torre arder mientras se desplomaba al suelo. Fue desolador ver cómo un grupo de desconocidos, guiados por el vandalismo, quemaba sin piedad sus dependencias. Muy doloroso ver cómo festejaban y se sacaban fotos entre los escombros”.

Y añade: “Destruyeron su centenario techo que tenía cinco pinturas maravillosas que estaban ahí desde la inauguración de la parroquia en 1876. Además, se sumó el ataque incendiario que ese mismo día sufrió la iglesia institucional de Carabineros San Francisco de Borja. Sin duda, fue una jornada negra para la iglesia católica y para nuestra sociedad”.

Periodista de la UC , licenciada en Historia del Arte de esa casa de estudios, conoció la parroquia La Asunción hace casi un año. Se acercó a ella, pues ACN, de la cual forma parte hace 20 años, se comprometió a restaurarla después de que un grupo de encapuchados la saqueara la tarde del 8 de noviembre de 2019. Ese viernes, 200 desconocidos robaron sus bancas, cuadros, esculturas, confesionarios, el altar y el ambón para después prenderles fuego y hacer barricadas en avenida Vicuña Mackenna. “Fue muy fuerte. Su párroco, Pedro Narbona, es capellán de nuestra fundación y nos mostró lo sucedido. Lo primero que vi fue a la Virgen del frontis decapitada. Atrás del altar había un lienzo gigante con una pintura de la escena de la Asunción de la Virgen María que sacaron a tirones para quemarla, solo quedó un trocito de su tela”, relata.

La fundación Ayuda a la Iglesia que Sufre (sede central en Alemania) es una organización internacional con presencia en 23 países, dependiente del Vaticano. En 18 años han construido más de 40 capillas en Chile; hoy están edificando una en Santa Olga (Constitución) y otra en Macul. “Recaudamos fondos para ayudar a las iglesias donde los cristianos son perseguidos por su fe y apoyamos a las parroquias necesitadas. Estábamos listos para reparar La Asunción y durante un año hicimos campañas logrando recaudar 70 millones de pesos. Se retrocedió en todo lo que avanzamos, pero persiste la idea de intentar salvarla”.

A los pocos días que La Asunción, perteneciente a la Vicaría Episcopal para la zona centro, fue saqueada en 2019, la ACN lanzó una campaña para recaudar fondos apoyando a los recintos religiosos vandalizados por el estallido social. “Desde el 18 de octubre del año pasado han sido atacadas 57 iglesias. Estamos esperando reparar el Santuario María Auxiliadora de Talca, cuyo templo fue profanado. Además, comenzamos a edificar un salón, que servirá de parroquia mientras se construye la iglesia San Francisco de Ancud que se quemó en enero”.

-El arzobispo de Santiago, Celestino Aós, condenó la quema de iglesias y dijo que los pobres son los más perjudicados. ¿Cómo se afectó la comunidad de la parroquia La Asunción?

-Así es, ellos son los más dañados; es muy doloroso cuando en el caso de La Asunción conoces al párroco y a su comunidad, donde la mayoría son adultos mayores. Sabes las ganas que tenían de recuperar su templo. Por nuestra fundación me ha tocado estar en Irak y en Nigeria. Allá ves iglesias quemadas por bombas, pero nunca pensé que me tocaría vivir eso acá. Como católica a uno le duele ver una sociedad tan fracturada. Jamás imaginé que en Chile pudiese haber tanto odio.

Madre de tres hijos (entre 18 y 11 años), y ex alumna de Las Ursulinas (Vitacura), Magdalena Lira es hija de un médico otorrino y de una ex académica UC. “Crecí en una familia católica. Somos cinco hermanos y mis padres me incentivaron la acción social. De chica íbamos a dejar cajas de alimentos a poblaciones vulnerables. Mis papás siempre nos decían que éramos privilegiados y que debíamos ayudar a los más necesitados”.

Si bien sus padres eran de centro derecha, en la casa donde la periodista creció siempre “deambuló” gente con posturas políticas diversas. Entre ellos recuerda al ex ministro Genaro Arriagada, la ex candidata presidencial Sara Larraín y el filósofo Gastón Soublette. “Sus amigos estuvieron muy preocupados de mi papá cuando se enfermó gravemente por coronavirus”, cuenta.

-Su cuñado, el animador José Miguel Viñuela, casado con su hermana, subió a las redes sociales un video que muestra a su padre llegando a su casa tras su recuperación, que acumuló más de 345 mil reproducciones y cientos de comentarios.

-Sí, fue muy emocionante cómo lo recibieron cuando estuvo de vuelta hace una semana. Nuestra familia lo esperó con aplausos y gritos de cariño. Fueron cuatro meses terribles en que estuvo internado. En junio a mis papás les dio coronavirus. Mi mamá se contagió, pero le vino suave como un resfrío y mi papá empezó igual; pero después le dio una fiebre alta y se lo llevaron a la clínica. Estuvo entre la vida y la muerte; entubado e inconsciente nueve semanas. Aunque tiene 82 años no padecía ninguna enfermad de base, era deportista y trabajó en su consulta hasta marzo. Si no me hubiese aferrado a la fe no sé cómo habría salido a flote. Ha sido un año muy doloroso que además termina con la tragedia de La Asunción.

“Hasta verla arder”

La construcción de la parroquia La Asunción (con 829 metros cuadrados construidos y 9,7 metros de altura), fue impulsada por la donación del sacerdote Francisco Matte hace más de 144 años. Fue edificada con tres naves y un amplio presbiterio. Éste, según dijo en El Mercurio el arquitecto Hernán Rodríguez, incluía un antiguo comulgatorio con balaustradas de mármol (columnas de soporte). Lira dice que, a partir del ataque del 8 de noviembre, la iglesia no había podido ser visitada por sus feligreses y se habían protegido sus tres entradas. “La puerta principal tenía una reja y las otras dos puertas estaban tapadas con latones. Además, los pocos vitrales que quedaban estaban resguardados. Durante todo este año la iglesia siguió sufriendo amenazantes rayados con consignas contra la iglesia”.

Las últimas semanas la periodista estaba “esperanzada”. A un año del primer ataque el párroco Pedro Narbona realizaría una misa por zoom el 8 de noviembre justamente. “En esa liturgia se iba a anunciar que se comenzarían los trabajos de reparación. Ellos contemplaban un altar, un ambón para las lecturas bíblicas, bancos y un plan de seguridad. Además de iluminación, la pintura de muros y cielos. En medio de la crisis económica, nuestra premisa era repararla en forma simple, pero digna”.

-Considerando los daños ocasionados en 2019, ¿Carabineros no resguardó previamente la parroquia?

-Por motivos de la investigación en curso no puedo referirme al tema policial. Nosotros sí intuíamos que sería una fecha complicada, pero ni en el peor de los escenarios pensamos que la incendiarían. El año pasado encapuchados rayaron las paredes con mensajes ofensivos muy fuertes. Uno era: “Como Dios no existe ustedes sobran”. Pero hubo uno que me quedó grabado que decía: “Hasta verla arder”. Cuando visitaba la parroquia lo vi tantas veces, pero nunca creí que se haría realidad.

-¿Cómo vivió el Padre Narbona este ataque? El año pasado permaneció al interior de la parroquia.

-Por motivos de seguridad esta vez no se quedó. Cuando lo llamé el domingo me contó que también saquearon las oficinas parroquiales y el salón donde se estaban haciendo las misas. Hoy se quedaron sin ningún espacio para la comunidad. En la primera vandalización del año pasado entraron puros chiquillos jóvenes con una rabia infinita. Estaban muy organizados y cada uno ingresó a la parroquia a cumplir su misión. El Padre los trató de calmar, pero estaban absolutamente enajenados. Además, es párroco de la iglesia Veracruz que quemaron el año pasado en el barrio Lastarria. No sé cómo él sigue en pie.

“La Asunción deberá esperar varios años para volver abrir sus puertas”

-¿Cree que los privados estarán dispuestos a invertir para su reconstrucción sabiendo que la iglesia podría volver a ser atacada?

-Tenemos que ser realistas para ver si somos capaces de conseguir nuevos fondos. Es difícil, levantar el nuevo proyecto y restaurarlo demorará mucho tiempo. El presupuesto será muchísimo más que el anterior. La recaudación de recursos va a ser titánica. La Asunción deberá esperar varios años para volver abrir sus puertas.

-Los diputados de la UDI, María José Hoffmann y Osvaldo Urrutia, pidieron una glosa especial en la ley de presupuesto 2021 para la reconstrucción de La Asunción. ¿Qué le parece la propuesta?

-Dada la situación en que todo ocurrió, que es distinto a un desperfecto eléctrico, sería una señal de esperanza muy potente volver a abrir este templo y contar con el apoyo del Estado. Además, esta parroquia es un patrimonio cultural de Santiago que va más allá de la religión. Cuando una sociedad no cuida, pierde y se olvida de su historia, es peligroso.

-La iglesia católica hoy tiene baja credibilidad en Chile. ¿Esto influye en los ataques a sus recintos religiosos?

-No se puede negar que antes del estallido social la iglesia católica producto de los abusos y del encubrimiento pasaba por una crisis feroz. No reconocerla es tapar el sol con un dedo. Estos hechos hicieron que perdiera su credibilidad, no solo entre los católicos sino en la sociedad. Como miembros de esta comunidad tenemos un desafío gigante. De humildad, de reconocer los errores, de pedir perdón y de trabajar para no volver a caer en lo mismo. En los ataques a los templos evidentemente debe haber algo de esta situación, pero esto es una crisis mucho más grande. Existe un descontento con todas las instituciones del país. Sin embargo, aunque destruyan nuestros templos, la iglesia católica sigue viva.

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