Times Square.

Cinco días con más de mil contagios diarios bastaron para que Nueva York volviera a hablar de cuarentena. Esta vez, y a diferencia del bloqueo generalizado aplicado entre abril y junio, el cierre se concentra en nueve barrios cuya positividad supera el 3%; ninguno de ellos superaba 9% al momento de implementarse la medida.

“Mientras más rápido actuemos, más rápido saldremos de esto”, dijo el miércoles 7 de octubre el alcalde de la ciudad, Bill de Blasio; un día antes de que entrara en vigencia la medida, que durará al menos dos semanas. En los primeros días la estrategia parece dar resultados, con una curva que hasta el 09 de octubre iba al alza (1.620 nuevos contagios) y al 11 de octubre marcaba niveles similares que a fines de septiembre (ver infografía).

Una de las críticas que generó el plan fue que solo una calle podía separar una cuadra “libre” de otra en cuarentena –algo similar a lo que ocurrió con comunas como Ñuñoa y Puente Alto- ya que las restricciones se establecieron por código postal. El plan molestó a algunas de las comunidades involucradas, congregadas en Brooklyn y Queens, zonas donde hubo protestas con quemas de mascarillas.

Sin embargo, especialistas miran con optimismo la medida. “Sabemos que con esta pandemia las cosas pueden escalar rápidamente, por lo que es importante actuar temprano. Lo último que queremos es un aumento de casos y hospitalizaciones antes de que comience la temporada de influenza”, comenta Carri Chan, académica del departamento de decisiones, riesgos y operaciones de la U. de Columbia, quien desarrolla modelos matemáticos para mejorar la gestión de salud.

A su juicio, una estrategia localizada tiene sentido en un contexto donde el incremento de infecciones sigue contenido en unas pocas comunidades: “El gobierno de Nueva York aprendió de sus primeros pasos en falso y quiere actuar temprano”.

Marcelo Olivares, académico de Ingeniería Industrial de la U. de Chile que lideró un equipo que desarrolló un modelo de cuarentenas móviles –trabajo que fue presentado a las autoridades al inicio de la pandemia en Chile- considera que dada la especificidad de la estrategia de N. York, no es directamente comparable con las cuarentenas dinámicas o localizadas aplicadas en la RM.

En Santiago no terminamos muy bien. Si vas a tomar una estrategia de este tipo, muy localizada, tiene que ser de manera muy rápida, activa y efectiva. Eso no pasó en Santiago. En la práctica fue como si no se hubiera hecho (...) se reaccionó tarde”, sostiene Olivares.

Al comienzo de la pandemia, recuerda el académico, NY “tuvo una reacción tardía, lo mismo que le pasó a Santiago”. Ahora, dice, “el principal mensaje que nos están dando es que están tomando muy rápido la precaución, aislando por zonas antes de que el rebrote se expanda por la ciudad”.

Explica que allá se aísla y se indaga por qué ocurrió el rebrote, permitiendo una trazabilidad más efectiva al tener a un barrio aislado. A pesar de ello, admite que en la Región Metropolitana sería “casi imposible” implementar cuarentenas a nivel micro dada la alta conectividad.

Opciones para Chile aún sin consenso

Ante un rebrote en la RM, Olivares opina que una mejor opción sería cerrar grupos de comunas y establecer cordones sanitarios efectivos dentro de la región. Aunque un factor crucial para actuar a tiempo es contar con buenos datos: “Hoy son mucho mejores que los que habían al principio. Cerca del 40% de los casos se confirma dentro de los tres primeros días. Antes era menos de 10%. Pero el nivel actual sigue siendo bajo. Nueva Zelanda estableció 70%. Si reaccionas tarde, si llegas tarde, lo que pasa es que tienes que terminar cerrando todo por más tiempo”.

Al partir del caso de Nueva York, y pese a las críticas que generaron al comienzo, Luis Herrada, jefe de urgencia de la Clínica Las Condes, opina que “las cuarentenas localizadas parecen haber funcionado mejor que las totales”. Y pone como ejemplo a Argentina, que pese a llevar meses en cuarentena aún registra sobre 10 mil casos diarios. Cuarentenas localizadas, efectivas y, por ende, más cortas, dice, reducen los efectos sobre la salud, educación y economía.

Hoy comenzamos a ver los efectos nocivos de una cuarentena prolongada; hoy vemos en urgencia a pacientes con otras enfermedades con seis meses de evolución. El coronavirus va a pasar la cuenta en el tiempo (...) la disminución de los niveles de educación aumenta a futuro indicadores como la mortalidad infantil”, acota.

“Lo de Nueva York se basa en la lógica de que es más eficiente aislar pequeños grupos, que es lo que se está tratando de implementar a través del sistema de testeo, trazabilidad y aislamiento (chileno) para evitar la amplificación de la enfermedad”, agrega Manuel Nájera, epidemiólogo UDD.

Ignacio Silva, infectólogo y académico de la Usach, destaca la exigencia establecida por Nueva York. “El umbral de positividad (3%) es muy diferente a lo que ha establecido el ministerio para definir que una comuna salga o no de cuarentena. Sobre todo en la etapa inicial, cuando no sabíamos qué indicadores usaban para que una comuna entrara o saliera de cuarentena. En gran parte del mundo los indicadores son mucho más estrictos que los nuestros”. Tras recomendaciones del consejo asesor covid19, el Ministerio de Salud bajó a 10% en umbral de positividad semanal necesario para salir o entrar a cuarentena.

Bajo su análisis, una cuarentena tan sectorizada como la de Nueva York permite tener un “control mucho más fino” para evitar que se propague un rebrote. Y añade que ante una segunda ola, por lo menos en la RM, “la estrategia debería ser mucho más individual. Por barrio mucho mejor todavía”.

Diferente es la opinión de Carlos Pérez, infectólogo de la Clínica U. de los Andes y decano de Medicina de la USS. Aunque considera que la estrategia neoyorquina tiene una lógica similar a la aplicada en Chile, cree que el plan local no funcionó y por barrios no lo hará. “Solo algunas comunas entraban en cuarentena y si la del lado tenía mejores números, quedaba libre. Eso generaba lagunas entre medio que tenían poco sentido porque la gente transitaba igual. Lo más razonable ante una segunda ola es que sea por áreas, bloques de comunas”, señala.

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Al aire libre, con lavamanos portátiles, sanitizaciones constantes y en las casas de las familias, la semana pasada el jardín Pintacuentos inició sus clases después de más de seis meses cerrado. Será así durante octubre, ya que hace pocos el Ministerio de Educación autorizó la reapertura.

María Jesús Spoerer y Catalina Vicente, fundadoras del jardín inspirado en la filosofía Raggio Emilia –que tiene como centro el aprendizaje a través de la experiencia–, comenzaron hace más de tres meses a trabajar junto a otros establecimientos del sector Oriente –Ombú, La Grulla y Cefalú, entre otros– en protocolos para cuando llegara el ansiado retorno a clases. “Notamos un descenso en el trabajo virtual. Las profesoras veían a los alumnos menos motivados y en las encuestas mensuales los papás comenzaron a manifestar interés en el retorno”, comenta María Jesús.

Los mismos padres escribieron una carta al jardín pidiendo el retorno: de 66 familias, 64 manifestaron su interés por volver. “Hay cierto prejuicio a pensar que quieren “sacarse a los niños de encima”. Y no es así. Los apoderados están preocupados por el impacto emocional de sus hijos”, dice Catalina.

Su filosofía educativa, que “implica tocar, oler, escuchar”, se estaba viendo mermada por la crisis sanitaria. “Frente a una pantalla es poco lo que se puede lograr. Lo digital cumplió su objetivo por un tiempo acotado de emergencia”, dice María Jesús. Por esto, buscaron un punto intermedio: llevar el jardín a las casas.

Mi casa, tu casa, su casa

La nueva modalidad significó reorientar los objetivos del trabajo. Hoy la prioridad está en “contener a los niños. Queremos abrazarlos metafóricamente hablando”, añade Catalina.

Para esto, se dividieron en “cápsulas” de entre 4 y 6 niños con un adulto a cargo. Estas, cuando vuelvan al jardín, entrarán por lugares distintos. “Hemos buscado protocolos con una mirada respetuosa de la infancia. Ha sido un trabajo titánico y solitario, pero es fundamental un retorno humanizado y seguro”, dice María Jesús.

Para esto, uno de los objetivos principales de las profesoras es modelar las conductas. “Conversar sobre el autocuidado, que tendremos nuevas formas de saludarnos o la higiene personal. Es fundamental educarlos en esta nueva forma de vivir, sin olvidar que la distancia social no puede ser sinónimo de frialdad”, agrega Catalina. “El lavado de manos está permanentemente en la rutina, el uso de desinfectantes, el control de la temperatura y la utilización de mascarillas transparentes que permitan a los niños ver la cara de sus profesoras, ya que a esa edad es fundamental lo que se transmite con la expresión”, agrega.

Si se produce un contagio, en tanto, la “cápsula” se cierra por 14 días. Y si alguien del grupo estuvo en contacto directo con algún contagiado, se cierra hasta que se realice un examen PCR.

Dejar de ser invisibles

“Mi hija ha sido testigo de cómo la vida se empezó a abrir: su papá volvió a la oficina, ha podido ir al pediatra y comenzó a preguntar cuándo le tocaría a ella”, cuenta Carolina Correa, psicóloga y apoderada del jardín. “Dejó de hacerle sentido la explicación del encierro cuando todos comenzaron a salir”.

Tanto María Jesús como Catalina apuestan por relevar ese tipo de reacciones. “En Chile lamentablemente la primera infancia es invisible”, afirma María Jesús. “Ahora el tema es abrir los malls y los restaurantes ¿y quién piensa en los niños? Hoy es mucho más seguro que vayan al jardín que a tomarse un helado a un mall”, dice Catalina.

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Las cuarentenas en NY son:

lProrrogables: 8 de octubre al menos hasta el miércoles 28 inclusive.

lLocales: Se aplica en algunos barrios.

lCon Colores: Cada barrio tiene uno de tres colores -rojo, naranja o amarillo- según el nivel de riesgo.

lGraduales: Las medidas son más o menos severas según color. Por ejemplo, en la zona amarilla puede haber clases presenciales, pero con test semanales obligatorios para detectar covid, mientras que en las zonas naranja y rojo las clases son a distancia.

lMultables: Hasta US$ 15.000 ($12 millones) por día por violar las reglas sobre reuniones masivas y hasta $ 1,000 ($800.000) por día por faltas al distanciamiento social y uso de máscaras.

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