El lunes post 18 de septiembre reabrió el hotel Mandarín Oriental, en lo que puede considerarse su “reestreno”. En noviembre del 2019 y tras dos años de remodelación, comenzó a operar en el edificio donde antes estaba el Hyatt, en Kennedy con Vespucio, pero en marzo pasado se vio obligado a cerrar por la pandemia.

“Aun así, seguimos apostando por un nivel de hotelería de lujo y esperamos que el país se estabilice en todos los sentidos y resurja con fuerza”, dice con entusiasmo su gerente general, Ignacio Rodríguez, tras las primeras dos semanas de reapertura.

La remodelación de Mandarín Oriental se enfocó en modernizar sus 310 habitaciones y sólo está pendiente la suite presidencial que estará lista a fines de 2021. También renovaron salones, accesos y jardines e implementaron una serie de protocolos sanitarios, como poner un sello en las puertas de las habitaciones que ya fueron sanitizadas. “Hemos aprovechado la amplitud de nuestros espacios exteriores para ofrecer cócteles, garantizando distanciamiento, desconexión y la impresión de estar fuera de la ciudad (…). Ya hemos celebrado bodas y eventos sociales en nuestros jardines que han sido un éxito; además, tenemos varios eventos programados para los próximos meses”, dice.

Sobre la ocupación, Rodríguez reconoce que aún es baja, y es consciente de que “no llegará la normalidad mientras las fronteras sigan cerradas y no se recupere la confianza en viajar”. Pero es optimista. Cree que la ocupación irá creciendo progresivamente hasta estabilizarse a mediados del próximo año, “cuando se espera una recuperación de la actividad económica y una adaptación generalizada a la nueva normalidad”.

Por ahora, sus clientes son chilenos o residentes, que buscan un cambio de aire o trabajar desde el hotel. “Ha sido muy interesante ver cómo los hábitos de trabajo están cambiando: hemos visto ejecutivos que disfrutan de nuestras terrazas y que establecen una habitación como lugar de reunión, ideal para cambiar de escenario y avivar la creatividad, o vecinos que buscan desconectarse de sus rutinas y disfrutar de nuestro servicio”, describe.

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El hotel Noi Vitacura cumplió su primer mes de apertura el 5 de octubre. Su dueño Alberto Pirola, cuenta que durante el cierre realizaron mantenciones y prepararon los protocolos de reapertura, junto con negociar acceso a créditos Fogape con los bancos.

Además de las medidas sanitarias establecidas por la autoridad, dispusieron de equipos de ozono y lámparas UV, que dejan encendidas las 24 horas en las habitaciones para eliminar virus y bacterias.

Actualmente tiene operativo el 70% de sus 63 habitaciones. “La ocupación es baja, entre un 7% y un 27% algunos días”, reconoce. “El pasajero que más tenemos es el nacional (...) gente que vive fuera de Santiago y que viene por trabajo o a visitar familiares, o que viene a celebrar un cumpleaños o un aniversario”, describe.

El Cumbres Vitacura tiene más camino recorrido. Reabrió el 1 de julio, luego de tres meses de cierre en los que prepararon los protocolos para sus colaboradores, como el control de temperatura, cambios de ropa y uso de guantes y mascarillas, entre otras.

Hoy están operando al 30% de su capacidad y todos sus clientes son nacionales, con mucha demanda de gente de regiones por temas profesionales o médicos, principalmente. “También podemos destacar que tenemos una interesante demanda de santiaguinos que, aburridos de estar encerrados tanto tiempo en casa, definen escaparse en pareja a nuestro hotel para tener un fin de semana de relajo”, describe Andrea Svart, directora comercial de Hoteles Cumbres.

“En los meses que vienen, ya hay reservas de turismo nacional, principalmente relacionado con viajes de negocios y uso de salones. Esperamos durante el 2021 ir retomando nuestra ocupación habitual”, puntualiza.

El Noi Vitacura (izquierda) reabrió el 5 de septiembre y el Cumbres está abierto desde julio.

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